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EE.UU

El calvario de una joven violada por un grupo de estudiantes conmueve a los Estados Unidos

Martes 25 de Noviembre 2014

La denuncia de Jackie por violencia sexual en una universidad terminó con la suspensión de las fraternidades. Detalles de otro episodio horroroso

 
En su último número, la revista Rolling Stone trató el tema de la epidemia de agresiones sexuales en las universidades de los Estados Unidos mediante un caso. "Una violación en el campus: un ataque brutal y la lucha por la justicia en la Univesidad de Virginia (UVA)" cuenta la historia de Jackie (nombre tras el cual se preserva la identidad de la víctima), una estudiante de dieciocho años que llevaba sólo un mes de su primer año y aceptó una cita con un compañero con el que trabajaba en la piscina como guardavidas. Terminó violada por siete estudiantes durante tres horas, mientras otros dos –el que la había invitado a salir, entre ellos– daban órdenes en la casa de la fraternidad Phi Kappa Psi.
 
La presidenta de UVA, Teresa Sullivan, suspendió a las fraternidades hasta 9 de enero de 2015, tres días antes del comienzo del próximo semestre de clases. En la práctica, la medida que afecta a unos 3.500 estudiantes, no tiene mayores consecuencias: esta semana es el feriado largo del Día de Acción de Gracias y desde mediados de diciembre, los de Navidad y Año Nuevo. Pero tiene un valor simbólico: el relato de Rolling Stone "es espantoso y nos ha movido a que todos reexaminemos nuestra responsabilidad en esta comunidad", dijo Sullivan en un mensaje escrito. "La violación es un crimen horrendo que no tiene lugar en el mundo, menos aún en los campus universitarios de nuestra nación.
 
Durante el tiempo de suspensión se reunirán estudiantes, profesores y egresados, más otras personas involucradas en la cuestión, para discutir cómo prevenir la agresión sexual en UVA, una institución con 21.238 estudiantes, de los cuales 15.000 buscan su primer título.
 
También los estudiantes hicieron pública una carta firmada por Jalen Ross, del Consejo Estudiantil y los miembros de dos grupos de apoyo a las víctimas de abusos sexuales en el campus, Ashley Brown, de One Less (Una menos) y Brian Head, de One in Four (Una de cada cuatro).
 
"Ahora nos cuestionamos si de verdad defendemos el honor y la confianza mutua. Nos preguntamos si somos de verdad la comunidad solidaria y servicial que pretendemos ser", dice el texto. "Esta semana nos han recordado por sorpresa que la agresión sexual es un problema nuestro. Terminar con ella es nuestra obligación como amigos, compañeros de clase y personas."
 
Inclusive el gobernador del estado, Terry McAuliffe, se manifestó: "Me perturbó mucho leer las imputaciones de agresiones sexuales descriptas en la revista Rolling Stone. La violencia sexual es un problema de nivel nacional, y es crítico que nuestras universidades reconozcan que se trata de un tema generalizado y que realicen acciones audaces para terminar con él. He exigido una estrategia de tolerancia cero para combatir los ataques sexuales en los campus".
 
Agregó: "Este año firmé el Decreto 25 que establece una Fuerza Especial de la Gobernación para Combatir la Violencia Sexual en los campus. El mensaje es que Virginia no va a tolerar la violencia sexual en nuestros campus ni en nuestras comunidades".
 
Los estudiantes de UVA se manifestaron desde que salió la nota. Algunos participaron en la marcha llamada "Recuperemos la fiesta: ¡terminemos ya con las violaciones!". Declararon: "No queremos cancelar las fiestas. Estamos aquí para apoyar un ambiente social seguro para las mujeres y los varones". La marcha terminó en la casa de Phi Kappa Psi, donde Jackie fue violada.
 
Otros cien estudiantes protestaron en el campo de deportes lindero con la oficina de la presidenta Sullivan. Y en la escalera de la casa de la fraternidad otros pintaron "Centro para los Estudios de la Violación de UVA", en letras rojas grandes.
 
La violación en las universidades estadounidenses es un tema que se ha agravado en los últimos años, o al menos se ha difundido más dada la mayor conciencia de que denunciar es necesario. En septiembre, el presidente Barack Obama lanzó la campaña "It's On Us" ("Es asunto nuestro"); una estudiante de la Universidad de Columbia hizo de su caso, y la falta de justicia, una manifestación y una tesis.
 
No obstante la difusión y los programas en las universidades, una de cinco mujeres sufre una agresión sexual en el campus donde estudia, aunque sólo el 12 por ciento de ellas la denuncia a la policía. En este momento 88 universidades (entre ellas, UVA) están bajo investigación federal porque el Departamento de Educación quiere establecer si manejaron las quejas de las víctimas adecuadamente.
 
Las autoridades de UVA aseguraron que cumplen con los requisitos de la investigación; sin embargo, como todas las instituciones prestigiosas (aunque es una universidad estatal, tiene una larga historia y una reputación de calidad), UVA tiende a evitar los escándalos, para lo cual desalienta las acciones de las víctimas en busca de justicia. Según Rolling Stone, en el último año académico 38 estudiantes denunciaron a Nicole Eramo, Decana Asociada a cargo del Panel de Mal Comportamiento Sexual que habían sido atacadas, casi el doble de las veinte que hicieron esas imputaciones hace dos años. Pero de esas 38 sólo 9 realizaron quejas formales; las 29 restantes sucumbieron a la cultura del silencio. Y de esas nueve, sólo cuatro llegaron a audiencias ante Eramo.
 
Más grave resulta el procedimiento de la universidad ante aquellos estudiantes que reconocen haber violado a una compañera. Según dijo Eramo en una entrevista para el medio estudiantil en línea WUVA, no se suele expulsar a los violadores: participar en las audiencias y admitir los hechos es la prueba de que han aprendido su lección, y a lo sumo se llega a suspenderlos. En el caso de plagiar o hacer trampa en un examen, un estudiante puede ser expulsado; si reconoce que ha cometido una agresión sexual, no corre ese riesgo en la práctica.
 
Jackie fracasó en los estudios, se deprimió, pasó semanas sin moverse de la cama y aumentó de peso. Los amigos que la fueron a buscar a las 3 de la mañana, cuando despertó golpeada y ensangrentada, mientras la fiesta seguía en el piso de abajo, reprodujeron la conducta de ocultamiento: "Hay que llevarla al hospital", dijo uno. "¿Te parece una buena idea?", dijo otra. "Se le arruina la reputación por los próximos cuatro años", dijo una tercera. Y la segunda sintetizó la mentalidad dominante: "Va a ser la chica que dijo 'violación', y nunca más nos van a invitar a las fiestas de las fraternidades". Una de sus compañeras de dormitorio le preguntó: "¿Quieres ser responsable de algo que va a mostrar una mala imagen de UVA? Tienes que recordar dónde está tu lealtad".
 
Ya tenía pensamientos suicidas cuando Jackie al fin le habló a su madre, y tuvo su entrevista con Eramo para declarar que había tenido "una mala experiencia" –el eufemismo para violación en el campus– en una fiesta. Erasmo le dijo que podía ir a la policía, o hacer una denuncia que evaluaría un jurado de estudiantes y profesores, o pedir una resolución informal en la cual ella se enfrentaría a quienes la agredieron sexualmente y le diría cómo se sentía por lo que le habían hecho. Que lo pensara. Algo que ella no podía hacer con claridad, dado lo afectada que seguía por el trauma.
 
Siguió buscando un camino para hacer justicia, mientras era insultada y atacada (le tiraron una botella a la cara) por los miembros de las fraternidades. Encontró a otras dos chicas que habían sido violadas según el mismo patrón: un grupo de estudiantes que las atacaba y uno o dos que dirigían u observaban. Pero cuando presentó los casos (ambos en la casa de la fraternidad Phi Psi) ante Eramo recibió las mismas opciones.
 
Ahora que el caso se hizo público, otras víctimas de violencia sexual en UVA hablaron con la periodista que hizo la investigación, Sabrina Rubin Erdely: una de 1984 y otra de 1993. En ambos casos las habían intoxicado con sustancias agregadas a las bebidas; una de ellas supo años más tarde que no la había violado un solo estudiante, como creía, sino tres.
 
La nota de Rolling Stone cita un estudio del psicólogo David Lisak, realizado en 2002 sobre más de 1.800 estudiantes universitarios varones, y encontró que nueve de cada diez violaciones habían sido cometidas por agresores reincidentes, con un promedio de seis violaciones cada uno.
Con información de infobae

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