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Se inauguró el 13 de diciembre de 1969

Cumple 50 años el túnel que une bajo el río a Santa Fe y Paraná

Viernes 13 de Diciembre 2019

El enlace vial comenzó a construirse en 1962 por la voluntad de los gobernadores Carlos Sylvestre Begnis (Santa Fe) y Raúl Uranga (Entre Ríos) que se enfrentaron a la oposición del gobierno nacional. El Litoral recorrió hasta el techo del mismísimo túnel y dialogó con los trabajadores actuales y operarios que materializaron esta obra emblemática hace medio siglo. Desde la “corajeada” política hasta ser el conector subacuático más importante de latinoamérica.
Unir de forma vial a la Mesopotomia argentina con el resto del país hace más de 60 años era algo utópico. Todos los proyectos que elaboraban las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, y que llegaban a manos del gobierno nacional eran cuestionados y rechazados. Empero, los gobernadores Carlos Sylvestre Begnis (Santa Fe) y Raúl Uranga (Entre Ríos) le encontraron la vuelta y hallaron su recurso legal para torcerle el brazo al gobierno argentino. 
 
Según cuenta la historia, un mediodía de diciembre de 1959, Sylvestre Begnis y Uranga decidieron firmar el tratado para la construcción del Túnel Subfluvial y le dieron curso al anteproyecto que había sido preparado por los ingenieros Altgelt y Laucher. Seis meses más tarde, el 15 de junio de 1960, estamparon la firma de este federal e histórico acuerdo. 
 
Este 13 de diciembre se cumplen 50 años desde que la hazaña de estos políticos, sumado a los gobernadores Carlos Contín, Aldo Tessio; Eladio Vázquez y Ricardo Favre (ambos de facto), se materializó en el Túnel Subfluvial, que lleva el nombre de “Raúl Uranga - Carlos Sylvestre Begnis
 
“La Nación no permitía hacer la conexión, pero estos dos visionarios (por Sylvestre Begnis y Uranga) usaron la Constitución Nacional que establece que las provincias pueden hacer tratados, con la particularidad que el túnel se hace por debajo del río Paraná, previendo que el río es jurisdicción nacional, pero bajo su lecho no”, detalló Juan José Martínez, director del Túnel Subfluvial representante de Entre Ríos. 
 
 
El instrumento jurídico previsto en la Constitución argentina, referido a la celebración de tratados destinados a resolver problemas comunes, permitió que esta unión vial tan necesaria del noreste argentino con gran parte del país. “El túnel habilitó a entrerrianos, correntinos y misioneros a conectarse con su propio país. Es una obra política trascendental de la República Argentina y bien federal, que ha trascendido todos los tiempos”, sostuvo Martínez.
 
Techo. Por este lugar se extrae el aire viciado que generan los vehículos al circular por el túnel. Y es expulsado por la torre de ventilación, que se ubica en cada una de las cabeceras y tiene forma de televisor. Foto: Mauricio Garín.
 
El avance una obra emblemática
 
Tras el triunfo político coprovinciano, que significó un gran paso hacia esa conexión vial que parecía casi imposible, restaba nada menos que sortear un gran obstáculo, que era nada menos que plantar un túnel en medio del río Paraná. 
 
Luego de la firma del tratado, el 29 de junio de 1961 se llamó a Licitación Pública Internacional, la cual fue adjudicada a un consorcio conformado por las empresas Sailav SA (Argentina), Hochtief (Alemania) y Vianini (Italia). En marzo de 1962 comenzaron las obras. De 1963 a 1965, pese a las grandes dificultades económicas, los gobernadores Aldo Tessio (Santa Fe) y Carlos Raúl Contín (Entre Ríos) intensificaron el apoyo a la ejecución de los trabajos. 
 
 El 28 de junio de 1969 fue un día histórico para la construcción del enlace, ya que se procedió a retirar la última compuerta y por primera vez el túnel unió de forma vial a la Mesopotamia argentina con el resto del país. Con este gran paso, se terminó la ejecución de la obra del túnel que tiene la longitud en su tramo entubado de 2.397 metros con dos rampas de accesos de 271 mts, en ambas cabeceras. Su ejecución demandó una inversión de 22 mil millones de pesos y en la época de mayor exigencia llegó a emplear a más de 2.000 operarios. 
 
Adolfo Brusaferri: “Era una draga de bandera panameña, por eso estar arriba de la draga era lo mismo que estemos en Panamá porque nos cubrían las leyes de aquel país, es por eso que trabajábamos de 6 de la mañana a 6 de la tarde y teníamos dos días francos al mesFoto: Mauricio Garín.
 
Llevar los tubos bajo el lecho del Paraná
 
El Litoral dialogó con algunos de los trabajadores que fueron partícipes de la construcción hace más de 50 años. Juan Carlos Bozzetti hoy tiene 83 años y vive en la localidad entrerriana de Diamante. Durante la ejecución de la obra fue el jefe de Buzos. “Cuando me hice cargo del trabajo en el túnel tenía 32 años. Fue el desafío más importante de mi vida, conocía el río Paraná y sabía a dónde estábamos ‘jugando’. El que conoce el Paraná no puede entender cómo hacíamos para bucear al lado de tubos de 12 metros de diámetros por 65 metros de largo en plena correntada, éramos una mojarrita al lado de semejante estructura”, rememoró. 
 
El condicionante de la obra era trabajar sumergidos en el majestuoso río que se caracteriza por ser de llanura, con poca visibilidad y uno de los más caudalosos del mundo. “Fue un trabajo que no se conocía hasta ese momento. Nos entregaban los tubos terminados y nosotros nos encargábamos de colocarlos debajo de la isla flotante y acompañábamos los tubos bajo el agua hasta su colocación, a unos 30 metros más o menos de profundidad”, detalló el buzo.
 
Acerca de las dificultades que se presentaron, Bozzetti comentó que hubo distintos tipos de problemas, desde los laborales, personales hasta los imprevistos —obvios— que se presentaban a medida que se ejecutaba la obra. “En una oportunidad se enganchó una embarcación con un cable que estaba siendo utilizado para la junta de la unión de los tubos n° 13 y 14 —ubicados a mitad del río, donde la correntada tiene mayor velocidad— y le sacó todo el aro de caucho que tenía en sus 12 metros de diámetros y que servía para que no pase el cemento de un tubo al otro. En plena correntada había que colocarla devuelta, eso costó muchísimo trabajo. Tuvimos que bajar varios buzos para acuñarla y que quede bien puesta”, detalló.
 
Al recordar su aporte a la ejecución del túnel indicó: “Fue un trabajo lindo, pero duro al mismo tiempo. El grupo que teníamos de buzos eran buenos profesionales, yo me encargaba de controlar el trabajo de cada uno de ellos y era el responsable de que cada tubo esté correctamente colocado. También tenía que velar por la seguridad de los buzos, que por suerte no tuvimos que lamentar ninguna pérdida humana”. 
 
Para la construcción del túnel se precisaron los servicios de un total de 25 buzos profesionales durante los siete años que demandó la obra. “Vinieron desde ciudades de todo el país a trabajar en el túnel. Siempre había entre seis y siete por cada turno”, contó Bozzetti. 
 
“Fue mi primer trabajo”
 
Adolfo Brusaferri (75 años) fue jefe de Draga durante algunos años de la construcción. “Empecé en 1966 a trabajar en la draga, que la empresa Vianini había traído para dragar el fondo del río, donde se instaló el túnel. Era una draga de bandera panameña, por eso estar arriba de la draga era lo mismo que estemos en Panamá porque nos cubrían las leyes de aquel país, es por eso que trabajábamos de 6 de la mañana a 6 de la tarde y teníamos dos días francos al mes”, relató Brusaferri, quien se graduó como técnico mecánico y su primer trabajo fue la obra del túnel, con sólo 22 años. “No tenía ninguna experiencia, fue mi primer trabajo”, dijo. 
 
La draga, que se encargó del refulado de arena que era extraída de las profundidades del Paraná, cruzó el Atlántico desde Israel, empujada por tres remolcadores. “Era una draga de última generación para la época”, valoró y comentó que “no tuvimos mayores problemas para dragar porque esa draga tenía una capacidad extraordinaria. A fines del año 66 la llevaron a Buenos Aires para prolongar la profundidad del corte a más de 30 metros que es donde está el lecho de fundación del túnel”, recordó. En el canal principal del Paraná hay una profundidad que de 15 metros y se dragaron por lo menos 15 metros más para enterrar los tubos”. 
 
Tras su experiencia en la sala de máquinas, Brusaferri fue destinado a un trabajo más administrativo e ingresó al departamento Técnico, donde controlaba y autorizaba los gastos del consorcio, conformado por las tres empresas alemana, italiana y la argentina. 
Con información de El Litoral

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