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Cómo viven hoy 700 epidemiólogos y qué creen que ocurrirá durante y después de la vacunación masiva

Por: Margot Sanger-Katz, Claire Cain Miller y Quoctrung Bui
Lunes 07 de Diciembre 2020

Volvieron a las tiendas, pero no creen que las vacunas nos devolverán la “normalidad”
Incluso ahora que las vacunas contra la COVID-19 están en camino, muchos epidemiólogos de EEUU no esperan que sus vidas vuelvan a la normalidad previa a la pandemia hasta que la mayoría de la población esté vacunada. Mientras tanto, la mayoría ha relajado algunas precauciones —ahora van al supermercado o ven a sus amigos al aire libre, por ejemplo— pero son más precavidos que nunca en muchas actividades de la vida diaria.
 
En una nueva encuesta informal de 700 epidemiólogos realizada por The New York Times, la mitad dijo que no cambiaría su comportamiento personal hasta que al menos el 70 por ciento de la población estuviera vacunada. El 30 por ciento dijo que haría algunos cambios una vez que recibiera su propia vacuna.
 
Una minoría de los epidemiólogos dijo que, si vacunas altamente efectivas se distribuyeran de manera generalizada, los estadounidenses podrían comenzar a vivir con más libertad y seguridad este verano boreal (a mediados de 2021).
 
“Tengo la esperanza optimista de que los alentadores resultados de la vacuna signifiquen que volveremos a la normalidad en el verano de 2021”, comentó Kelly Strutz, profesora adjunta de la Universidad Estatal de Míchigan.
 
Sin embargo, la mayoría dijo que, incluso con las vacunas, probablemente pasará un año o más antes de que muchas actividades se reinicien de manera segura, y que algunas partes de sus vidas quizá no vuelvan a ser como antes.
 
Karin Michels, profesora de Epidemiología de la Universidad de California, campus Los Ángeles, dijo que lo más probable es que pasen muchos años antes de que sea seguro “volver a un estilo de vida parecido al que teníamos”. También comentó: “Tenemos que conformarnos con vivir con el virus”.
 
Los epidemiólogos están preocupados por muchas incógnitas, incluyendo la duración de la inmunidad, la forma en que puede mutar el virus, los desafíos de la distribución de la vacuna y la posible reticencia a aceptar la vacuna entre algunos grupos.
 
En la víspera del invierno de la COVID-19, los epidemiólogos están viviendo con estrictas precauciones y nuevas soluciones, mucho más estrictas que las de muchos estadounidenses comunes. Sin embargo, esas precauciones han evolucionado desde la primavera, a medida que los científicos han aprendido más sobre cómo se propaga el coronavirus y qué lo previene.
 
De las 23 actividades de la vida diaria sobre las que se preguntó en la encuesta, solo hubo tres que la mayoría de los encuestados había realizado en el último mes: reunirse al aire libre con amigos, meter el correo a casa sin precauciones y hacer mandados, como ir al supermercado o a la farmacia.
 
Los epidemiólogos han evitado casi por completo otras partes de la vida prepandémica, incluidas actividades que muchos estadounidenses están llevando a cabo ahora. Casi ninguno dijo haber asistido a un evento deportivo, obra de teatro o concierto; haberse encontrado con alguien que no conocía bien; o haber asistido a una boda o un funeral.
 
“Estar cerca de gente que no conozco siempre me hará sentir menos seguro que antes”, dijo Ellicott Matthay, becario posdoctoral de la Universidad de California en San Francisco.
 
Tres cuartas partes de los encuestados dijeron que planeaban pasar la Navidad, Janucá u otras fiestas de invierno solo con los miembros de su hogar, o no celebrarlo en absoluto, de forma similar a lo que hicieron en el Día de Acción de Gracias.
 
Cuando se les preguntó sobre las actividades más seguras y más riesgosas de la lista, la mayoría de los epidemiólogos estuvieron de acuerdo con estos principios generales: les preocupan menos las actividades al aire libre y tocar superficies, y les preocupan más las actividades en interiores y las que se realizan con grupos grandes. No obstante, ni siquiera los epidemiólogos estuvieron de acuerdo en su evaluación de riesgos.
 
“Los lugares cerrados con mucha gente representan la situación más arriesgada”, dijo Leland Ackerson de la Universidad de Massachusetts. “Estar al aire libre con poca gente, distanciamiento social y precauciones es lo menos arriesgado”. Dijo que, durante el mes pasado, había ido de excursión con amigos, abierto el correo sin precauciones y realizado mandados.
 
Hace seis meses, le preguntamos a un grupo similar de epidemiólogos cuándo creían que la vida podría volver a la normalidad. La mayoría supuso que la gente tendría que esperar un año o más para que muchos aspectos de la vida diaria se normalizaran. Esta vez, puesto que la propagación del virus ha empeorado pero los tratamientos han mejorado, enfocamos nuestras preguntas en cómo han vivido la etapa más grave de la pandemia.
 
“Es curioso, cuando me preguntaron eso antes, me sentí muy optimista sobre la posibilidad de que Estados Unidos pudiera liderar y abordar la situación de manera oportuna”, dijo Rachel Widome, profesora adjunta de la Universidad de Minnesota. “Dije que pensaba que las cosas estarían mejor ahora. Estaba muy equivocada. Ahora todo es drásticamente peor”.
 
La mayoría de los científicos dice que alrededor del 70 por ciento de la población necesitará ser inmune para que Estados Unidos alcance la inmunidad comunitaria, cuando el virus se desacelere significativamente o se detenga. La inmunidad colectiva es crucial, dicen, para que las personas puedan reanudar con seguridad muchas partes de la vida, y la forma más rápida y segura de lograrlo es a través de la vacunación. Moncef Slaoui, quien lidera el programa gubernamental de desarrollo de vacunas conocido como Operación Máxima Velocidad, dijo esta semana que las vacunas podrían distribuirse con la rapidez suficiente para que Estados Unidos alcance la inmunidad comunitaria a principios del verano. No obstante, los científicos aún no saben si las personas vacunadas podrían seguir propagando el virus.
 
Casi un tercio de los encuestados dijeron que se sentirían cómodos volviendo a más actividades de la vida diaria en cuanto se vacunaran. Algunos dijeron que se sentirían cómodos haciendo solo ciertas cosas, como socializar con personas que también habían sido vacunadas. Unos pocos dijeron que esperarían hasta que el país alcanzara el umbral de inmunidad comunitaria y ellos mismos hubieran sido vacunados.
 
“Cambiaría algunos comportamientos pero no otros”, dijo Gabriela Vázquez Benítez, investigadora principal del Instituto HealthPartners, una organización sin fines de lucro. “Haría algunos viajes mínimos, pequeñas reuniones en interiores con otros parientes cercanos cuando me vacunen, pero mantendría las precauciones de seguridad como el uso de cubrebocas y el distanciamiento social”.
 
Desde la primavera, el 79 por ciento de los epidemiólogos dijeron que su evaluación de varios riesgos había cambiado y que habían ajustado sus comportamientos en consecuencia. La ciencia es un proceso, dijeron, y el virus es nuevo, así que incluso los que lo estudian más de cerca han aprendido cosas en el camino.
 
Algunos dijeron que estaban menos preocupados que en la primavera por socializar al aire libre, tocar superficies o enviar a los niños pequeños a la escuela. Estaban más preocupados por la transmisión aérea en interiores y los peligros de no usar cubrebocas.
 
Alrededor de 8000 epidemiólogos fueron invitados a participar en nuestra encuesta, la cual fue enviada por correo electrónico a los miembros de la Sociedad para la Investigación Epidemiológica y a científicos individuales, y que se llevó a cabo del 18 de noviembre al 2 de diciembre. De los 700 que participaron, alrededor de tres cuartas partes trabajan en el ámbito académico; un porcentaje similar está realizando labores al menos parcialmente relacionadas con el coronavirus.
 
Muchos epidemiólogos expresaron decepción y frustración por el hecho de que los mensajes de salud pública no habían sido más eficaces y que una parte cada vez mayor de estadounidenses parecía desconfiar de la ciencia. Temían que la politización de medidas como el uso de cubrebocas y la permanencia en casa tuviera consecuencias a largo plazo.
 
“Este virus me ha hecho sentir humilde como profesional y como persona”, dijo Michelle Odden, profesora adjunta de Epidemiología en la Universidad de Stanford. “No creía que este nivel de fracaso en una respuesta federal fuera posible en Estados Unidos. Tenemos mucho trabajo que hacer”.
 
En cuanto al futuro, algunos dijeron que ciertas partes de la vida diaria podrían empezar a volver a la normalidad en algún momento del verano, gracias a las vacunas. Otros dijeron que algunas cosas seguirían siendo diferentes, suponiendo que no se desarrolle un fármaco terapéutico altamente eficaz. El cambio más mencionado: la persistencia del uso de cubrebocas, especialmente en lugares concurridos o cuando la gente se sienta enferma.
 
“Creo que pasarán algunos años antes de que me sienta segura al reunirme con grandes grupos de personas en lugares públicos llenos de gente y al estar en aviones y otros medios de transporte público”, dijo Beth Molnar, profesora adjunta de la Universidad de Nordeste.
 
Otros advirtieron que, incluso cuando los peligros físicos de la pandemia disminuyan, es probable que otras consecuencias sean duraderas. Mencionaron los efectos del aislamiento en los cerebros en desarrollo de los niños; la exposición de profundas desigualdades en la atención médica y en las redes de seguridad; y el temor y la tristeza de tanta enfermedad y muerte.
 
“El cuidado de la salud mental seguirá siendo esencial”, dijo Daniel Vader, investigador posdoctoral de la Universidad de Pensilvania. “Este es un momento traumático, y muchos de nosotros nos veremos afectados por la preocupación y el dolor que ha inducido durante el resto de nuestras vidas”.—
 
Lo que los epidemiólogos dijeron sobre la vida después de la vacuna:
 
¿Qué parte de la población necesitaría estar vacunada para que puedas cambiar tu comportamiento?
 
“Si más de la mitad de la población estuviera vacunada, me sentiría un poco menos estresada y ansiosa al momento de salir a hacer los mandados que normalmente hago. Podría sentirme cómoda comiendo en un restaurante o viendo a mis amigos de nuevo algún día, si es posible”. — Vijaya L. Seegulam, gerente de proyectos de investigación, Universidad de Boston
 
“Las vacunas se han convertido en un tema político en este país. Solo puedo controlar mis propias acciones. Así que, una vez vacunada, me sentiría más cómoda cambiando mi perfil de riesgo en pequeñas cosas”. — Michaela George, profesora adjunta, Universidad Dominicana de California
 
“Una vez que mi familia y yo estemos vacunados, cambiaré mi comportamiento, excepto que no puedo imaginarme en una multitud o en un evento multitudinario hasta que el 80 por ciento o más esté vacunado”. — Julie Bettinger, profesora adjunta, Universidad de Columbia Británica
 
¿Cómo y cuándo volveremos a la normalidad?
 
“Para algunos, ya ha vuelto a la normalidad, y debido a esto, pasarán dos o tres años antes de que las cosas vuelvan a la normalidad para los cautelosos, al menos en Estados Unidos”. — Cathryn Bock, profesora adjunta, Universidad Estatal Wayne
 
“La nueva normalidad será usar cubrebocas durante los próximos 12 a 18 meses y posiblemente los próximos años. Se trata de un cambio de paradigma”. — Roberta Bruhn, codirectora, Instituto de Investigación Vitalant
 
“Creo que la disponibilidad generalizada de vacunas hará que la mayoría de las precauciones se relajen aún más para mediados o finales del verano de 2021”. — Michael Webster-Clark, investigador posdoctoral, Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill
 
“Me es difícil imaginar que alguna vez volveremos a nuestra ‘normalidad’ anterior, pero creo que las nuevas medidas preventivas que hemos tenido que adoptar, como los cubrebocas, nos resultarán normales con el tiempo. En ese sentido, soy optimista de que la vida se asentará en un nuevo tipo de normalidad”. — Marilyn Tseng, profesora adjunta, Universidad Politécnica Estatal de California
 
“Es normal ahora; lo similar a 2019, no volverá jamás”. — Vasily Vlassov, profesor, Universidad Nacional de Investigación, Escuela Superior de Economía, campus Moscú
 
¿Qué no volverá a la normalidad?
 
“Mis relaciones con la gente que ha tomado esta pandemia a la ligera e ignorado los mensajes y recomendaciones de salud pública”. — Victoria Holt, profesora emérita, Universidad de Washington
 
“Cada parte de mi vida diaria que implique interactuar con alguien que no sea mi cónyuge”. — Charles Poole, profesor adjunto, Universidad de Carolina del Norte
 
“Quedarme en casa con mis hijos me ha enseñado que la vida con menos mandados que hacer y actividades en las que participar es bastante agradable. Creo que en el futuro reduciremos nuestras obligaciones familiares”. — Jennifer Nuzzo, profesora adjunta, Universidad Johns Hopkins
 
“No voy a dar por sentado el hecho de viajar para visitar a mi familia extendida”. — Alicia Allen, profesora adjunta, Universidad de Arizona
 
“Nunca más tendré que explicar qué hace un epidemiólogo”. — Janet Rich-Edwards, profesora adjunta, Universidad de Harvard

Con información de The New York Times 2020

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