El rover que la NASA quiere mandar a Venus no se parece a nada que hayas visto
Viernes 28 de
Julio 2023
Llevamos casi 40 años sin aterrizar en Venus, pero eso podría cambiar con el rover que la NASA quiere mandar al planeta hermano dentro de unos años. Con un diseño capaz de aguantar las temperaturas y presiones extremas de la atmósfera de Venus, recorrerá su superficie durante casi 2 meses.
Venus es un planeta hostil. Este es el principal motivo por el que llevamos desde 1984 sin mandar ningún tipo de sonda a su superficie. La última nave humana en visitar el planeta, adentrarse en su atmósfera y alcanzar su superficie fue la Vega 2, de la Unión Soviética. Desde entonces lo hemos observado desde la distancia. Las pocas sondas que sí llegaron a tocar tierra no pudieron sobrevivir durante mucho tiempo, apenas unas horas, debido a que las altísimas temperaturas que se registran en Venus hicieron fallar los sistemas eléctricos.
Existen planes y propuestas de varias agencias espaciales que pretenden devolver a Venus parte del protagonismo que merece, protagonismo que tuvo durante las primeras décadas de la exploración espacial. Las agencias de la India, China y Europa quieren, cada una por separado, mandar sondas a orbitar alrededor del planeta. Roscosmos, la agencia espacial rusa, está estudiando la posibilidad de mandar la última versión de sus sondas Venera, que aterrizaría en la superficie de Venus como ya hicieron sus hermanas mayores. El plan más ambicioso sin embargo lo tiene la NASA, que además de orbitadores y sondas atmosféricas quiere mandar un rover a explorar la superficie de Venus, llamado Zephyr. Este rover será muy diferente a los rovers marcianos o lunares que nos resultan más familiares.
Zephyr será parte de una misión llamada Venus Landsailing Rover, que tendrá como objetivo enviar un rover a la superficie de Venus impulsado por la fuerza del viento. Este rover sería lanzado junto con un orbitador que se encargaría de las comunicaciones y de realizar estudios atmosféricos a distancia.
Diseñado para operar en Venus durante 50 días terrestres, Zephyr se enfrentaría a desafíos como terrenos arenosos, un calor abrasador y nubes densas de ácido sulfúrico, todo bajo una presión atmosférica muy alta. Cada día, Zephyr navegaría unos 15 minutos para alcanzar su próximo objetivo. Una vez allí, se detendría utilizando frenos y ajustando el ángulo de su vela para realizar sus actividades científicas. El rover llevaría un equipo científico de 23 kg, incluyendo un brazo robótico.
El investigador principal de este proyecto es Geoffrey Landis, del Centro de Investigación Glenn de la NASA. Cuando las partes más críticas del rover estén disponibles y sean probadas, Landis planea proponer la misión al programa Discovery de la NASA para obtener financiamiento y programar su lanzamiento en 2039. Landis ha estado trabajando desde 2012 en un concepto de misión para un rover venusiano propulsado por una vela rígida, inspirada en veleros terrestres. El rover se llama Zephyr en honor al dios griego del viento del oeste, Zéfiro. El rover tiene solo dos partes móviles: la vela y la rueda delantera de dirección.
El equipo del Centro de Investigación Glenn planea utilizar materiales y electrónica desarrollados para resistir la presión extrema, la atmósfera corrosiva y el calor, y operar con una mínima energía solar y sin sistema de enfriamiento, lo que reduce significativamente su masa de aterrizaje. Los aterrizadores anteriores enviados a Venus han dependido de baterías para obtener energía eléctrica, lo que limitaba su funcionamiento a unas pocas horas como máximo, con el inconveniente extra del sobrecalentamiento del sistema. Sin embargo, en esta misión se utilizarán baterías de sodio-azufre recargables mediante paneles solares, lo que les permite funcionar bajo las condiciones de la superficie de Venus sin necesidad de sistemas de enfriamiento pesados.
El ala y la superficie superior del rover estarán cubiertas de paneles solares hechos de fosfuro de indio y galio, que han sido bien caracterizados para su uso en células solares. Aunque la densa capa de nubes en Venus limita la cantidad de luz solar que llega a la superficie, hay suficiente luz para utilizar paneles solares en sistemas de baja demanda de energía. Se estima que Zephyr no requerirá más de 100 vatios de potencia en un momento determinado.
Además de cámaras, el rover llevaría aproximadamente 23 kg de instrumentos científicos, incluyendo un brazo robótico basado en el brazo robótico de la misión Mars Phoenix, pero simplificado a un brazo de dos articulaciones para minimizar la complejidad. Este brazo sostendría varios instrumentos científicos. La carga útil científica incluiría un paquete de ciencias atmosféricas con un anemómetro (medidor de velocidad y dirección del viento), un termómetro y un barómetro (sensor de presión). También se incluirían instrumentos de mineralogía in-situ que se acoplarían al final del brazo robótico para analizar rocas y regolito y determinar su composición y mineralogía. Estos instrumentos incluirían un triturador de rocas, y varios espectrómetros.
Además de los instrumentos científicos en la superficie, la misión podría llevar paquetes científicos que operen durante el descenso, e incluso podría desplegar instrumentos científicos estacionarios, como un sismómetro, que no se transportarían en el rover. Todos los datos se transmitirían al orbitador utilizando un sistema de radio de alta temperatura, por lo que todo el sistema no requeriría partes enfriadas.
Aunque su lanzamiento aún queda lejano, este rover podrá devolver a Venus el interés que despertó hace años, compartiendo espacio con el mucho más popular y explorado Marte.
Existen planes y propuestas de varias agencias espaciales que pretenden devolver a Venus parte del protagonismo que merece, protagonismo que tuvo durante las primeras décadas de la exploración espacial. Las agencias de la India, China y Europa quieren, cada una por separado, mandar sondas a orbitar alrededor del planeta. Roscosmos, la agencia espacial rusa, está estudiando la posibilidad de mandar la última versión de sus sondas Venera, que aterrizaría en la superficie de Venus como ya hicieron sus hermanas mayores. El plan más ambicioso sin embargo lo tiene la NASA, que además de orbitadores y sondas atmosféricas quiere mandar un rover a explorar la superficie de Venus, llamado Zephyr. Este rover será muy diferente a los rovers marcianos o lunares que nos resultan más familiares.
Zephyr será parte de una misión llamada Venus Landsailing Rover, que tendrá como objetivo enviar un rover a la superficie de Venus impulsado por la fuerza del viento. Este rover sería lanzado junto con un orbitador que se encargaría de las comunicaciones y de realizar estudios atmosféricos a distancia.
Diseñado para operar en Venus durante 50 días terrestres, Zephyr se enfrentaría a desafíos como terrenos arenosos, un calor abrasador y nubes densas de ácido sulfúrico, todo bajo una presión atmosférica muy alta. Cada día, Zephyr navegaría unos 15 minutos para alcanzar su próximo objetivo. Una vez allí, se detendría utilizando frenos y ajustando el ángulo de su vela para realizar sus actividades científicas. El rover llevaría un equipo científico de 23 kg, incluyendo un brazo robótico.
El investigador principal de este proyecto es Geoffrey Landis, del Centro de Investigación Glenn de la NASA. Cuando las partes más críticas del rover estén disponibles y sean probadas, Landis planea proponer la misión al programa Discovery de la NASA para obtener financiamiento y programar su lanzamiento en 2039. Landis ha estado trabajando desde 2012 en un concepto de misión para un rover venusiano propulsado por una vela rígida, inspirada en veleros terrestres. El rover se llama Zephyr en honor al dios griego del viento del oeste, Zéfiro. El rover tiene solo dos partes móviles: la vela y la rueda delantera de dirección.
El equipo del Centro de Investigación Glenn planea utilizar materiales y electrónica desarrollados para resistir la presión extrema, la atmósfera corrosiva y el calor, y operar con una mínima energía solar y sin sistema de enfriamiento, lo que reduce significativamente su masa de aterrizaje. Los aterrizadores anteriores enviados a Venus han dependido de baterías para obtener energía eléctrica, lo que limitaba su funcionamiento a unas pocas horas como máximo, con el inconveniente extra del sobrecalentamiento del sistema. Sin embargo, en esta misión se utilizarán baterías de sodio-azufre recargables mediante paneles solares, lo que les permite funcionar bajo las condiciones de la superficie de Venus sin necesidad de sistemas de enfriamiento pesados.
El ala y la superficie superior del rover estarán cubiertas de paneles solares hechos de fosfuro de indio y galio, que han sido bien caracterizados para su uso en células solares. Aunque la densa capa de nubes en Venus limita la cantidad de luz solar que llega a la superficie, hay suficiente luz para utilizar paneles solares en sistemas de baja demanda de energía. Se estima que Zephyr no requerirá más de 100 vatios de potencia en un momento determinado.
Además de cámaras, el rover llevaría aproximadamente 23 kg de instrumentos científicos, incluyendo un brazo robótico basado en el brazo robótico de la misión Mars Phoenix, pero simplificado a un brazo de dos articulaciones para minimizar la complejidad. Este brazo sostendría varios instrumentos científicos. La carga útil científica incluiría un paquete de ciencias atmosféricas con un anemómetro (medidor de velocidad y dirección del viento), un termómetro y un barómetro (sensor de presión). También se incluirían instrumentos de mineralogía in-situ que se acoplarían al final del brazo robótico para analizar rocas y regolito y determinar su composición y mineralogía. Estos instrumentos incluirían un triturador de rocas, y varios espectrómetros.
Además de los instrumentos científicos en la superficie, la misión podría llevar paquetes científicos que operen durante el descenso, e incluso podría desplegar instrumentos científicos estacionarios, como un sismómetro, que no se transportarían en el rover. Todos los datos se transmitirían al orbitador utilizando un sistema de radio de alta temperatura, por lo que todo el sistema no requeriría partes enfriadas.
Aunque su lanzamiento aún queda lejano, este rover podrá devolver a Venus el interés que despertó hace años, compartiendo espacio con el mucho más popular y explorado Marte.
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