Amores del verano: sucede a todas las edades
Viernes 30 de
Enero 2015
No lo podés creer, pero como una quinceañera en plena adolescencia te volvió a ocurrir: reviviste de nuevo lo que es un amor de verano. Ahora, de vuelta a casa, te ponés a recordar los momentos tan románticos vividos a su lado y te preguntas, ¿de verdad podremos llegar a algo más o, como diría William Shakespeare, sólo fue el sueño de una noche de verano?
Los amores veraniegos, tan cortos como intensos, son parte tan importante de las vacaciones que sin ellos no es lo mismo. Son amores inolvidables, y quizá, porque duran tan poco, siempre nos dejan un buen recuerdo. Saben a aventura, a playa, a vida al aire libre.
Lo que pasa es que en vacaciones finalmente nos relajamos y nos predisponemos a pasarla bien. Al cambiar de escenario y dejar la rutina, decimos sí a nuevas posibilidades y nos animamos a la pasión, aun sabiendo que la magia de un romance se puede terminar el mismo día en que se vence nuestro boleto de avión. Porque en verano, en vacaciones, y con todo el tiempo para divertirse ¿quién quiere estar pensando en el futuro de una relación que acaba de empezar?
En eso, en esa sensación de libertad extrema radica el éxito de los amores de verano. Vienen sin reglas ni títulos. Son para disfrutar sin culpa y para recordar todo el año. Se trata de un tiempo y espacio en donde cada uno se permite ser diferente. Acepta otras reglas de juego y hace cosas que el resto del año no estaría dispuesto a hacer
Es como darle vacaciones a nuestros preconceptos amorosos, es aceptar que una promesa de amor eterno hecha a orillas del mar no durará más de quince días y así, igual, querer escucharla en tu oído.
Las parejas que viven los romances de verano llegan sabiendo implícitamente de que se trata y por eso viven su pasión con más intensidad. Es tiempo de diversión pura y actitudes que en la rutina podrían ser causa de enojo, en una relación de verano se ven hasta divertidas.
La pareja nunca va a conversar sobre la duración del romance. Su eje de conversación es el hoy, el ahora, el sol, la luna llena, la caminada por la playa, el amanecer, y toda la diversión que uno pueda proveer al otro.
Por eso. ¿Quién no recuerda con una sonrisa una aventura veraniega? ¿Quién ha podido olvidarlas, aún después de casados, o en pareja?
Los amores de verano valen la pena, siempre y cuando sepamos cuidarnos y saber decir adiós a la hora señalada. Si el romance perdura más allá de las vacaciones, entonces tendrá un valor agregado. Pero si no, qué bueno al menos haberlo experimentado!!!!
Lo que pasa es que en vacaciones finalmente nos relajamos y nos predisponemos a pasarla bien. Al cambiar de escenario y dejar la rutina, decimos sí a nuevas posibilidades y nos animamos a la pasión, aun sabiendo que la magia de un romance se puede terminar el mismo día en que se vence nuestro boleto de avión. Porque en verano, en vacaciones, y con todo el tiempo para divertirse ¿quién quiere estar pensando en el futuro de una relación que acaba de empezar?
En eso, en esa sensación de libertad extrema radica el éxito de los amores de verano. Vienen sin reglas ni títulos. Son para disfrutar sin culpa y para recordar todo el año. Se trata de un tiempo y espacio en donde cada uno se permite ser diferente. Acepta otras reglas de juego y hace cosas que el resto del año no estaría dispuesto a hacer
Es como darle vacaciones a nuestros preconceptos amorosos, es aceptar que una promesa de amor eterno hecha a orillas del mar no durará más de quince días y así, igual, querer escucharla en tu oído.
Las parejas que viven los romances de verano llegan sabiendo implícitamente de que se trata y por eso viven su pasión con más intensidad. Es tiempo de diversión pura y actitudes que en la rutina podrían ser causa de enojo, en una relación de verano se ven hasta divertidas.
La pareja nunca va a conversar sobre la duración del romance. Su eje de conversación es el hoy, el ahora, el sol, la luna llena, la caminada por la playa, el amanecer, y toda la diversión que uno pueda proveer al otro.
Por eso. ¿Quién no recuerda con una sonrisa una aventura veraniega? ¿Quién ha podido olvidarlas, aún después de casados, o en pareja?
Los amores de verano valen la pena, siempre y cuando sepamos cuidarnos y saber decir adiós a la hora señalada. Si el romance perdura más allá de las vacaciones, entonces tendrá un valor agregado. Pero si no, qué bueno al menos haberlo experimentado!!!!
Con información de
minutouno