¿Tu jefe o tus compañeros te odian? Enteráte si es por culpa de tus hábitos
Sábado 31 de
Enero 2015

Los 15 malos hábitos más comunes en los que incurre el trabajador actual y que podrían estar abonando al declive de nuestra carrera profesional y poniendo en juego nuestra permanencia en el trabajo.
De acuerdo con información del portal www.accionpreferente.com, se trata de:
No adaptarse a la visión de la compañía: Debemos hacer un esfuerzo por adaptarnos a las costumbres ya establecidas de nuestro lugar de trabajo para mejorar nuestro desempeño.
Dar excusas constantemente: Una muestra de madurez personal tiene que ver con nuestra habilidad para enfocar nuestro trabajo a resultados y dar la cara cuando no lo logramos. Si eres de esos empleados que constantemente pone excusas ante su falta de resultados, sólo estás deteriorando tu imagen personal y sumando razones para prescindir de tus servicios.
Trabajar bajo la ley del mínimo esfuerzo: Hoy en día las empresas buscan trabajadores con iniciativa, así que no limites tu trabajo a la entrega de tus tareas habituales.
No terminar lo que se empieza: Pésimo hábito que refleja la falta de concentración, de compromiso y sobre todo, que te vuelve un integrante poco confiable en el equipo, lo cual se traducirá en la reducción de tareas o en la falta de tareas vitales, es decir, tendrás menos logros y serás un elemento prescindible en la compañía.
Descuidar la vestimenta: Si bien es cierto que "el hábito no hace al monje", también lo es la importancia de mantener una buena imagen personal en el trabajo. No hacerlo, puede derivar en una pésima percepción de ti, por ejemplo, puedes reflejar falta de seriedad, madurez y confiabilidad, consigna NoticiasBTL.
Ser pesimista: Una persona pesimista jamás será requerida a la hora de buscar soluciones a un problema y tampoco se esperarán grandes resultados de ella. Cambiar esa actitud puede derivar en la delegación de nuevas e importantes tareas.
Ignorar a los compañeros: Una de las cualidades más importantes en el mundo laboral es el trabajo en equipo, así que ignorar a los compañeros puede ser muy mal visto por lo líderes de la organización. Sin embargo, es importante rodearse sólo de aquellos que aportan cosas positivas a tu desempeño y alejarse de los que pueden ser un distractor, mala influencia y sinónimo de una mala actitud hacia la empresa.
Estar a la defensiva: No toda llamada de atención, sobre todo cuando se trata de retroalimentación negativa, es sinónimo de que el jete tiene un mal día o de que su esposa ya no lo quiere. Es importante analizar con la mayor objetividad posible la observación e identificar si en verdad metimos la pata para tomar acciones preventivas.
Dejar todo para después: Esta es la mejor forma de estropear el trabajo en equipo y generar una muy mala percepción tuya en el resto de los colaboradores, pues en muchas ocasiones, tu trabajo significa sólo una parte del proyecto y del cual dependen otras personas para entregar resultados, por eso debes alinearte a los tiempos de entrega y trabajar con anticipación.
Comunicarte hostilmente (vía digital): Muchas veces enfocamos todos nuestros esfuerzos en ser muy amigables en persona, pero en un entorno donde digital es muy relevante, perdemos de vista que este tipo de conversaciones pueden ser malinterpretadas con facilidad y ser percibidos como hostiles como consecuencia de una redacción seca y fría.
No aportar cosas importantes: Este punto que aplica para los momentos de reuniones nos invita a reflexionar sobre la importancia de prepararnos para las juntas y no hablar sólo para reafirmar lo que el jefe (o el compañero que sí estudió) ya dijeron.
Ser impuntual: Si el objetivo es crear la imagen de una persona irrespetuosa en lo personal y en lo laboral, llegar tarde es la mejor manera de lograrlo. Asimismo, los empleadores podrían concebir la idea de que toda nuestra atención y prioridades están en otra cosa y no precisamente en el trabajo, situación que no debe prevalecer en nuestro comportamiento cuando menos dentro del horario laboral.
Hablar todo el tiempo: Este puede ser uno de los hábitos más molestos en el entorno laboral, sobre todo cuando algunos momentos de trabajo demandan concentración. La situación empeora cuando de oficinas abiertas se trata, donde podemos entorpecer la productividad de todo el equipo, situación que no será bien vista por los jefes de la empresa.
Ignorar los correos electrónicos de los compañeros: No hacer caso de los requerimientos que tanto compañeros como jefes realizan a través de este medio nos hará ver como personas poco profesionales. En el equipo se generará la idea de que no respetamos el trabajo de los demás.
Ser maleducado: Hacer bien nuestra parte del trabajo o detectar los errores de otras personas (tampoco tener cargos superiores) nos ponen en una posición privilegiada que nos permita faltar al respeto a los demás, eso sólo evidenciará nuestra poca pericia y falta de inteligencia para manejar conflictos.
No adaptarse a la visión de la compañía: Debemos hacer un esfuerzo por adaptarnos a las costumbres ya establecidas de nuestro lugar de trabajo para mejorar nuestro desempeño.
Dar excusas constantemente: Una muestra de madurez personal tiene que ver con nuestra habilidad para enfocar nuestro trabajo a resultados y dar la cara cuando no lo logramos. Si eres de esos empleados que constantemente pone excusas ante su falta de resultados, sólo estás deteriorando tu imagen personal y sumando razones para prescindir de tus servicios.
Trabajar bajo la ley del mínimo esfuerzo: Hoy en día las empresas buscan trabajadores con iniciativa, así que no limites tu trabajo a la entrega de tus tareas habituales.
No terminar lo que se empieza: Pésimo hábito que refleja la falta de concentración, de compromiso y sobre todo, que te vuelve un integrante poco confiable en el equipo, lo cual se traducirá en la reducción de tareas o en la falta de tareas vitales, es decir, tendrás menos logros y serás un elemento prescindible en la compañía.
Descuidar la vestimenta: Si bien es cierto que "el hábito no hace al monje", también lo es la importancia de mantener una buena imagen personal en el trabajo. No hacerlo, puede derivar en una pésima percepción de ti, por ejemplo, puedes reflejar falta de seriedad, madurez y confiabilidad, consigna NoticiasBTL.
Ser pesimista: Una persona pesimista jamás será requerida a la hora de buscar soluciones a un problema y tampoco se esperarán grandes resultados de ella. Cambiar esa actitud puede derivar en la delegación de nuevas e importantes tareas.
Ignorar a los compañeros: Una de las cualidades más importantes en el mundo laboral es el trabajo en equipo, así que ignorar a los compañeros puede ser muy mal visto por lo líderes de la organización. Sin embargo, es importante rodearse sólo de aquellos que aportan cosas positivas a tu desempeño y alejarse de los que pueden ser un distractor, mala influencia y sinónimo de una mala actitud hacia la empresa.
Estar a la defensiva: No toda llamada de atención, sobre todo cuando se trata de retroalimentación negativa, es sinónimo de que el jete tiene un mal día o de que su esposa ya no lo quiere. Es importante analizar con la mayor objetividad posible la observación e identificar si en verdad metimos la pata para tomar acciones preventivas.
Dejar todo para después: Esta es la mejor forma de estropear el trabajo en equipo y generar una muy mala percepción tuya en el resto de los colaboradores, pues en muchas ocasiones, tu trabajo significa sólo una parte del proyecto y del cual dependen otras personas para entregar resultados, por eso debes alinearte a los tiempos de entrega y trabajar con anticipación.
Comunicarte hostilmente (vía digital): Muchas veces enfocamos todos nuestros esfuerzos en ser muy amigables en persona, pero en un entorno donde digital es muy relevante, perdemos de vista que este tipo de conversaciones pueden ser malinterpretadas con facilidad y ser percibidos como hostiles como consecuencia de una redacción seca y fría.
No aportar cosas importantes: Este punto que aplica para los momentos de reuniones nos invita a reflexionar sobre la importancia de prepararnos para las juntas y no hablar sólo para reafirmar lo que el jefe (o el compañero que sí estudió) ya dijeron.
Ser impuntual: Si el objetivo es crear la imagen de una persona irrespetuosa en lo personal y en lo laboral, llegar tarde es la mejor manera de lograrlo. Asimismo, los empleadores podrían concebir la idea de que toda nuestra atención y prioridades están en otra cosa y no precisamente en el trabajo, situación que no debe prevalecer en nuestro comportamiento cuando menos dentro del horario laboral.
Hablar todo el tiempo: Este puede ser uno de los hábitos más molestos en el entorno laboral, sobre todo cuando algunos momentos de trabajo demandan concentración. La situación empeora cuando de oficinas abiertas se trata, donde podemos entorpecer la productividad de todo el equipo, situación que no será bien vista por los jefes de la empresa.
Ignorar los correos electrónicos de los compañeros: No hacer caso de los requerimientos que tanto compañeros como jefes realizan a través de este medio nos hará ver como personas poco profesionales. En el equipo se generará la idea de que no respetamos el trabajo de los demás.
Ser maleducado: Hacer bien nuestra parte del trabajo o detectar los errores de otras personas (tampoco tener cargos superiores) nos ponen en una posición privilegiada que nos permita faltar al respeto a los demás, eso sólo evidenciará nuestra poca pericia y falta de inteligencia para manejar conflictos.
Con información de
minutouno
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