La OMS advirtió del riesgo de que el mundo sufra una pandemia global que podría ser mortífera
Viernes 20 de
Septiembre 2019
La amenaza de que la humanidad se vea afectada por una pandemia global es cada vez más patente, advirtió esta semana un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el mundo no está preparado para hacerle frente.
Este miércoles, la Junta de Monitoreo de Preparación Global (GPMB, por sus siglas en inglés), un grupo de expertos ligados a la OMS, hizo público un informe titulado ‘Un mundo en riesgo’ donde se pone de manifiesto que “el mundo no está preparado” ante una catástrofe global.
“Durante demasiado tiempo, hemos permitido un ciclo de pánico y abandono cuando se trata de pandemias: aumentamos los esfuerzos cuando hay una amenaza grave, y luego nos olvidamos rápidamente de ellos cuando la amenaza desaparece. Ya es hora de actuar”, insta el documento.
Los expertos ponen de ejemplo una pandemia de influenza ocurrida en 1918 como ejemplo de la magnitud de lo que podría suceder. En esa ocasión, murieron unos 50 millones de personas. Pero si hoy en día ocurriera algo parecido, su propagación podría ser muy rápida –de tan solo 36 horas– y las víctimas mortales podrían alcanzar la cifra de 80 millones y el 5% de la economía mundial quedaría destruido.
¿Qué fue lo que aumentó el riesgo? Si bien la enfermedad siempre ha sido parte de la experiencia humana, una combinación de tendencias globales hacen que la posibilidad de sufrir una pandemia a nivel mundial ya no sea tan remota.
Algunos ejemplos de estos factores son el crecimiento de la población y las tensiones resultantes en el medio ambiente, el cambio climático, una urbanización densa, los aumentos exponenciales en los viajes internacionales y la migración, tanto forzada como voluntaria.
La GPMB destaca también que el papel de los líderes mundiales es clave para preparar a las naciones para combatir esta posibilidad, pero que la información que viene publicando en informes anteriores con frecuencia ha sido ignorada por ellos.
Además, en base al seguimiento que se hizo de casos como la epidemia del ébola en 2014-2016 y de la pandemia de influenza que ya se vivió en 2009, los expertos concluyen que los esfuerzo que se está haciendo hoy en día para reaccionar contra estos brotes son “extremadamente insuficientes”.
¿Qué es la influenza?
La influenza es una infección vírica con síntomas muy parecidos a la gripe tradicional que afecta principalmente a la nariz, la garganta y los bronquios, aunque en ocasiones puede dañar también los pulmones, según la OMS. Su duración es de aproximadamente una semana, y se manifiesta mediante la fiebre alta, dolores musculares, cefalea, tos seca, dolor de garganta y rinitis.
El virus es fácilmente contagioso, y se transmite mediante gotículas o pequeñas partículas expulsadas al toser o estornudar. Como otras afecciones víricas estacionales, se suele propagar rápidamente.
La OMS apunta a que la mayoría de los afectados acostumbrar a recuperar enteramente su salud una vez pasadas una o dos semanas, sin la necesidad de recibir tratamiento médico. Sin embargo, en algunos casos de riesgo como pueden ser niños pequeños, personas de edad y personas que sufren de otras afecciones médicas graves, la infección puede conllevar graves complicaciones, provocar neumonía o causar la muerte.
Las líneas de actuación que señalan los expertos
En el informe, la OMS señala siete líneas básicas de actuación para combatir la situación actual, que pasan porque los líderes se comprometan e inviertan en la prevención de estas situaciones, los países construyan sistemas fuertes y los estados y organizaciones monitoreen el progreso que se realiza en este sentido en sus cumbres anuales.
También se asegura que “los países, los donantes y las instituciones multilaterales deben estar preparados para lo peor”, y que las instituciones financieras deben vincular la preparación con la planificación del riesgo económico, y también se deben aumentar los fondos que se destinan a esta preparación.
Por último, la OMS establece que las Naciones Unidas deben fortalecer los mecanismos de coordinación en diversos contextos para asegurar que los países estén preparados ante una pandemia y puedan responder a casos de emergencia sanitaria global con mucha más rapidez.
“Durante demasiado tiempo, hemos permitido un ciclo de pánico y abandono cuando se trata de pandemias: aumentamos los esfuerzos cuando hay una amenaza grave, y luego nos olvidamos rápidamente de ellos cuando la amenaza desaparece. Ya es hora de actuar”, insta el documento.
Los expertos ponen de ejemplo una pandemia de influenza ocurrida en 1918 como ejemplo de la magnitud de lo que podría suceder. En esa ocasión, murieron unos 50 millones de personas. Pero si hoy en día ocurriera algo parecido, su propagación podría ser muy rápida –de tan solo 36 horas– y las víctimas mortales podrían alcanzar la cifra de 80 millones y el 5% de la economía mundial quedaría destruido.
¿Qué fue lo que aumentó el riesgo? Si bien la enfermedad siempre ha sido parte de la experiencia humana, una combinación de tendencias globales hacen que la posibilidad de sufrir una pandemia a nivel mundial ya no sea tan remota.
Algunos ejemplos de estos factores son el crecimiento de la población y las tensiones resultantes en el medio ambiente, el cambio climático, una urbanización densa, los aumentos exponenciales en los viajes internacionales y la migración, tanto forzada como voluntaria.
La GPMB destaca también que el papel de los líderes mundiales es clave para preparar a las naciones para combatir esta posibilidad, pero que la información que viene publicando en informes anteriores con frecuencia ha sido ignorada por ellos.
Además, en base al seguimiento que se hizo de casos como la epidemia del ébola en 2014-2016 y de la pandemia de influenza que ya se vivió en 2009, los expertos concluyen que los esfuerzo que se está haciendo hoy en día para reaccionar contra estos brotes son “extremadamente insuficientes”.
¿Qué es la influenza?
La influenza es una infección vírica con síntomas muy parecidos a la gripe tradicional que afecta principalmente a la nariz, la garganta y los bronquios, aunque en ocasiones puede dañar también los pulmones, según la OMS. Su duración es de aproximadamente una semana, y se manifiesta mediante la fiebre alta, dolores musculares, cefalea, tos seca, dolor de garganta y rinitis.
El virus es fácilmente contagioso, y se transmite mediante gotículas o pequeñas partículas expulsadas al toser o estornudar. Como otras afecciones víricas estacionales, se suele propagar rápidamente.
La OMS apunta a que la mayoría de los afectados acostumbrar a recuperar enteramente su salud una vez pasadas una o dos semanas, sin la necesidad de recibir tratamiento médico. Sin embargo, en algunos casos de riesgo como pueden ser niños pequeños, personas de edad y personas que sufren de otras afecciones médicas graves, la infección puede conllevar graves complicaciones, provocar neumonía o causar la muerte.
Las líneas de actuación que señalan los expertos
En el informe, la OMS señala siete líneas básicas de actuación para combatir la situación actual, que pasan porque los líderes se comprometan e inviertan en la prevención de estas situaciones, los países construyan sistemas fuertes y los estados y organizaciones monitoreen el progreso que se realiza en este sentido en sus cumbres anuales.
También se asegura que “los países, los donantes y las instituciones multilaterales deben estar preparados para lo peor”, y que las instituciones financieras deben vincular la preparación con la planificación del riesgo económico, y también se deben aumentar los fondos que se destinan a esta preparación.
Por último, la OMS establece que las Naciones Unidas deben fortalecer los mecanismos de coordinación en diversos contextos para asegurar que los países estén preparados ante una pandemia y puedan responder a casos de emergencia sanitaria global con mucha más rapidez.
Con información de
Aire de Santa Fe