25 DE ABRIL 2024
SANTA FE

Una certeza: “sacá las armas y el bolso”, le ordenó Valdés a su acompañante antes de ser atacados

Lunes 30 de Septiembre 2019

La recapitulación del confuso episodio que protagonizó el ex jefe de la Policía Federal Argentina de Santa Fe y las incongruencias de las versiones.
La audiencia imputativa celebrada el martes en los Tribunales de Villa Constitución contra el desplazado ex jefe de la delegación Santa Fe de la Policía Federal Argentina (PFA) Mariano Valdez y su segundo Higinio Bellaggio, dejó expuesta claramente la oscura trama del hecho ocurrido el 9 de septiembre a las 20.50 a la altura del kilómetro 245 de la autopista Buenos Aires-Rosario, donde el comisario resultó baleado tras un ataque cuyas motivaciones son un misterio.
 
 
 
Sin embargo, quedó claramente controvertida la versión primaria entregada y ratificada por Valdés sobre la mecánica de la agresión. El supuesto
robo al voleo va camino a convertirse en una falacia.
 
Al menos en este tramo de la pesquisa, aunque ellos dicen que les armaron “una cama”, pareciera justificarse la decisión de una jueza de aceptar la idea oficial del caso y ordenar la prisión preventiva efectiva por 90 días de ambos funcionarios policiales. Valdés, por los delitos de incumplimiento de los deberes de funcionario público, encubrimiento agravado, sustracción de material probatorio, falsedad ideológica y falso testimonio. Y Bellagio, por sustracción de elementos probatorios, incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento.
 
 
El auto que Valdés manejaba al momento del ataque.
En la puntillosa imputación avalada por la jueza Marisol Usandizaga, la Fiscalía puso en evidencia que Valdés se tragó una parte de la historia, que no la contó, y que si no fuera por la declaración de la suboficial Rosana González (sufrió hostigamiento, trabas y presiones para declarar) que lo acompañaba al momento del ataque, nunca hubiera salido a la luz.
 
Además resultan elocuentes las pericias balísticas, los informes de trayectoria de los disparos y el registro de una cámara de seguridad de una estación de servicio de Ramallo, donde el ahora ex jefe de delegación Santa Fe de la PFA y la joven agente González hicieron parada técnica previa, unos 50 kilómetros antes de la escena del ataque.
 
El fiscal Matías Edery, de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos, puso el acento en ese punto y en el famoso bolso de Valdés que Bellaggio se llevó a Santa Fe desde hospital Samco Nº 50 de Arroyo Seco, donde atendieron al jefe policial por heridas de armas de fuego en un hombro y en la ingle, que se omitió cautelarlo como evidencia importante para tener un elemento que podría haber ayudado a comprender e hilvanar lo ocurrido. Al menos a detectar el origen de las zigzagueantes conductas de Bellaggio y Valdés.
 
“No pensamos que íbamos a tener sentado al comisario Valdés y a Bellaggio en la audiencia de hoy. El tema es que mientras estábamos investigando el hecho en el que fue aparentemente víctima, empezamos a detectar una serie de maniobras que entorpecieron la investigación, y fueron intentando modificar algunas circunstancias para desviarla hacia un lugar al cual nosotros no queríamos llegar”, aclaró de entrada Edery apenas comenzó su exposición el martes pasado en los Tribunales de Arroyo.
 
Puso el foco en esa extraña conducta de los uniformados en relación a la preservación de los elementos de prueba de un caso que se había presentado como gravísimo en los primeros momentos. “Son dos oficiales que acaban de decir su experiencia (dijeron que tenían 31 y 25 años en la fuerza), han estado en innumerables escenas del hecho. Es increíble, aunque estoy convencido que lo sabían, que no se tiene que tocar nada de la escena del hecho”, recalcó Edery.
 
“Cuando comenzamos la investigación teníamos algunos elementos que nos iban a ir ratificando lo que pasó. Empezamos con la declaración del comisario Valdés. Declaró en dos oportunidades y dijo más o menos lo que acaba de decir acá (que fue un ataque al voleo con fines de robo). Primero en el Sanatorio Mapaci, y a la mañana posterior ya teníamos la declaración formal”, recordó Edery.
 
Pero según el funcionario, el problema surgió cuando la Fiscalía escuchó a González. “Suponíamos que podía haber terceras personas pero no las conocíamos. Nuestra investigación comienza con el relato de ellos, que no tienen correlato con otros elementos de la investigación: los informes de las pruebas de las pericias técnicas. La primera es la de trayectoria de balística”. Aunque aclaró que no fueron sólo los dichos de González los que direccionaron la investigación, sino “un montón de elementos que no coinciden con la versión de Valdés, y con algunas de las cuestiones que manifiesta Bellaggio”.
 
Edery planteó entonces la zona más oscura de una trama con secuencias difusas. “Existen tres interrogantes que no podemos responder. No podemos por lo que hicieron Valdés y Bellagio en los momentos primeros de la investigación, que son esenciales para determinar algunas cuestiones complejas; por el lugar donde se da, porque no hay testigos, era de noche, y por todas las circunstancias”.
 
Interrogantes que esconden la motivación
 
En su exposición, el representante del MPA detalló tres momentos centrales:
 
-Qué pasó en ese 1.20 minutos en que Valdés se va a la parte trasera de la estación YPF de Ramallo, que se observa en un video exhibido durante la audiencia. “Manifiesta que va a buscar el baño, pero voy a sostener que al baño ya había ido”, recordó el fiscal.
 
–Quiénes eran las personas con las que se encontró en la autopista, discutió e intercambió disparos.
 
–Qué había en el bolso que luego se sustrae del automóvil antes de la llegada de la policía.
 
“El señor Bellaggio detalló el contenido del bolso (dijo que encontró elementos personales de Valdés como zapatos, yerba mate, perfumes). Todos sabemos que lo que había en el bolso debió quedar asentado en un acta de procedimiento en la comisaría, como ocurrió con el bolso de la señora González, que está secuestrado. El del señor Valdés fue sacado de la escena” recalcó varias veces el fiscal, que luego repasó las evidencias acumuladas en la carpeta judicial y sustentan la calificación legal de los hechos.
 
Nunca llamaron al 911
 
De acuerdo a la idea del caso que sostiene la Fiscalía, uno de los momentos que llamó la atención es que segundos después de ser atacados, Valdés y González omitieron alertar al 911. “Valdés, con lágrimas en los ojos (lloró durante su declaración), dijo que temía por su vida, pero sin embargo no llamó al 911 hasta que llega a la estación de servicio (Las Gemelas, de Fighiera donde recibe auxilio) y es el personal del ese lugar el que llama a la teléfono de urgencia”.
 
Edery contrastó esa conducta de Valdés con las constancias de su celular, donde se comprueba que con posterioridad a la balacera “hizo seis llamadas al señor Balleggio, quien no lo menciona, no dice que habló con Valdés. Eso implica que el problema no era el riesgo a la salud, sino comunicarse con Bellaggio”.
 
Captura del video donde se observa a Valdés descender herido del vehículo.
 
“Uno de los interrogantes -prosiguió Edery- es qué pasó en ese 1.20 minuto cuando se encuentra en la estación de servicio de Ramallo, donde Valdés dice que buscaba el baño, pero ese tiempo es más que considerable para hacerlo. Segundos después salió de allí una camioneta gris, con vidrios polarizados siguiendo a Valdés y a González que iban en el auto (Ford Focus)”. La filmación documenta que mientras Valdez estaba en el playón de la estación de servicio, camina por detrás de un tanque en una zona oscura que pareciera ser un estacionamiento de camiones, vuelve rápido, ingresa al autoservicio, sale, y se retira a bordo del vehículo. Detrás suyo se encamina camioneta Ford Ranger color gris con vidrios polarizados negros cuyo paradero y ocupantes se desconoce al día de hoy.
 
“Es ahí cuando comenzamos a advertir que no se explican las declaraciones de Valdés, que tenía ciertas inconsistencias”, insistió Edery, cuyo análisis de la declaración de González “lleva a pensar que la dinámica del hecho es mucho más parecida a lo que describió y contó la suboficial”.
 
“Buscá las armas y el bolso”, la inquietante orden de Valdez en Ramallo
 
Un elemento que alimenta las sospechas sobre la conducta de Valdez es la inquietante orden que le impartió a su acompañante en la YPF de Ramallo. Y no era en medio de un procedimiento oficial donde pudiera avecinar un procedimiento oficial. Conectado a su meneante conducta dentro dentro del predio, su mandato parecía originado en cuestiones que la subalterna desconocía.
 
En su declaración, González confirma ese dato. “El jefe me dijo que vaya a buscar las armas y el bolso de él que estaba en el asiento trasero”, recordó Edery sobre el clave testimonio de la suboficial. ¿Qué escondía esa orden? ¿Valdés ya olfateó que corrían peligro?.
 
El lugar donde se cometió el presunto ataque al entonces jefe de la PFA.
 
Entonces se observa que González va dos veces al auto. “La primera saca un elemento pequeño que se pone en su cintura, que tranquilamente pudo ser su arma de fuego, y en el segundo momento saca el bolso azul con vivos rojos, de dimensiones medianas, bastante pesado por lo que se ve, que lo lleva adentro”, describió el fiscal. “El derrotero de este bolso, cómo llega, es evidente que está sacado de la escena del hecho, que era evidencia de la circunstancia, y nos podría haber dado cuenta de qué había pasado y cuáles eran los elementos que teníamos para la investigación”, insistió sobre el misterioso contenido del equipaje.
 
Otra cuestión llamativa es cuando se observa a González hablar por teléfono parada en un sector de la estación. ¿A quién llamaba? se le preguntó al fiscal en rueda de prensa luego de la audiencia. “Al propio Valdés, porque no sabía dónde estaba, no lo encontraba”, respondió el funcionario con naturalidad. Entonces se puede inferir que la suboficial perdió de vista a su jefe, no sabía dónde estaba, y lo llamó luego de interpretar que el tiempo para ir al baño ya había sido suficiente.
 
Disparos afuera, y uno con su propia arma
 
Como elemento fundante de las dudas generadas en torno a la mecánica del hecho, el representante del Ministerio Público de la Acusación (MPA) narró los informes de la trayectoria de las balas. En ellos se confirma un tiro en la luneta trasera del auto Ford Focus conducido por Valdés, lo cual no se condice con ninguna de sus tres declaraciones. “Yo mismo le pregunté cómo puede ser que si dos personas que se bajan de la camioneta se ponen en paralelo al auto, en el lateral, exista un tiro en la luneta trasera. Sobre todo cuando dijo que la camioneta se fue antes, y no pudo haber disparado después. Valdés dijo que eso no lo podía explicar”, también marcó el fiscal como dato contradictorio.
 
El fiscal pivoteó en la evidencia que abrió la pesquisa: la declaración de la suboficial González, quien contó que Valdés se bajó del auto, fue hacia atrás y discutió con otras personas. “Da perfectamente con la dinámica del hecho. Sobre todo con la escena, donde se hallaron dos vainas en la parte trasera del auto que podrían haber sido los disparos de la luneta. Y tres vainas del lado del acompañante. Eso nos da la dinámica de esa persecución: dos tiros donde empieza la discusión, tres tiros donde continúa, y luego los que se efectúan desde adentro del auto”.
 
 
Valdés ingresando a la audiencia de imputación.
 
E insistió con el ocultamiento intencional. “Hay una cuestión fundamental que no cuenta Valdés. De acuerdo a las pericias balísticas, el tiro que tiene en la pierna se lo pega con su propia arma”. De acuerdo a esos informes se encontró un plomo en el piso donde fueron atacados. Siguiendo la trayectoria, la bala atravesó el asiento y el zócalo de auto. Luego, personal de balística hizo una excavación y encontró un plomo encamisado, que de acuerdo al microcomparador coincide con las balas que dispara el arma del propio policía.
 
“Valdés no explica cómo la bala que impacta en el muslo es disparada por su propia arma. Y tampoco cómo es la trayectoria de la bala que le pega en el hombro derecho, que viene de derecha a izquierda. Son dos posibilidades, o esa bala se la había disparado su compañera, o el hecho se produjo en otro lugar. Que se haya producido fuera del auto nos permite sostener que pudo existir un primer tiro en la luneta trasera, un segundo que le da en el hombro, luego se produce el corrimiento hacia adentro del vehículo, y es allí cuando Valdés repele de adentro rompiendo los vidrios. Esta es una de las inconsistencias que permitió avanzar en otras evidencias para entender que el relato no era lo que era, y cuestiones que se habían sacado de la escena del delito”, sintetizó Edery.
 
“No queda duda que Valdés y González iban en el vehículo, que pararon en Ramallo, que continuaban su camino a la ciudad de Santa Fe, y que en el kilómetro 245 tienen un altercado. La declaración de González tiene un anclaje en las pericias balísticas, de trayectoria, de disparos, y todos los elementos que se fueron conectando nos inclinaron a nuestra teoría, no estamos en una situación de palabra contra palabra, hay pericias que lo ratifican”, resumió el funcionario en ese tramo de la audiencia ante la atenta mirada de los policías federales.
 
Es el “Bolso de los Dioses”, no es el del Valdés
 
No se trata del misterioso bolso de los Dioses, representado en cientos de estatuas de la cultura de antigua, cuyo contenido hasta el momento no pudo ser develado. Es el bolso de Valdés, cuyo contenido sigue generando hipótesis de las más variadas. Edery refrescó lo ocurrido con ese objeto y dejó flotando algunas preguntas que son las que sostienen su acusación.
 
Valdés durante la audiencia imputativa.
 
“Fue entregado a Bellaggio en Arroyo Seco y viajó a Santa Fe fuera de la cadena de custodia, de cualquier control que podría haber realizado el MPA. ¿Qué tenía ese bolso? Bellaggio lo dice, pero nosotros podemos sostener cualquier cosa, porque nunca vamos a saber qué había adentro. ¿Es importante para poder llegar a una conclusión de lo ocurrido en la ruta?. Tal vez sí o tal vez no”, se preguntó y respondió el fiscal. “Está claro que nunca se debería haber sacado del auto, y que tanto Bellaggio como Valdés sabían que no había que tocarlo”.
 
En ese camino indicó que todas las personas “sabían que tenía que quedar bajo custodia, como se hizo con las pertenencias de la señora González, secuestradas e inventariadas. Pero el bolso que faltó fue el de Valdés”, luego hallado en la delegación Santa Fe de la PFA, más puntualmente en oportunidad de requisar su camioneta personal.
 
Las presiones a la suboficial González
 
Otro punto importante que conectó Edery fue la serie de presiones que recibió la suboficial González al prestar declaración en la comisaría de Arroyo Seco apenas ocurrió el ataque. “Es raro que una persona declare de forma libre en una comisaría con dos superiores mirándola”, expuso en relación a la sugestiva presencia de Ballaggio y otro oficial de la PFA durante el trámite que cumplió la testigo.
 
Entonces contó una situación que le llamó la atención cuando González declaró delante suyo, varios días después de atravesar complicaciones y presiones. “Se presentó el subjefe de la delegación Rosario de la PFA para asistir al trámite en el edificio del Centro de Justicia Penal (CJP). Por supuesto no lo deje entrar”, dijo Edery sobre el incidente.
 
Valdés durante la audiencia imputativa.
 
“De González vamos a escuchar muchas cosas. Que se vestía de forma sugestiva, que provocaba a los compañeros, a los superiores. Eso es completamente ajeno a lo que estamos investigando. Lo que pueda hacer con su vida personal y en su carácter de mujer es ajeno. No se investiga si era linda fea, o se vestía provocativa. Lo que se investiga qué pasó en la ruta”, diferenció Edery ante algunos comentarios que trascendieron sobre la joven mujer policía.
 
El funcionario recordó que la testigo sufrió “muchísimas presiones de sus superiores” lo cual trabó su presencia en el MPA, y que por eso se decidió resguardarla bajo el Programa de Protección de Testigos. Por último hizo mención al “infundado” pedido del fiscal federal Guillermo Lega para que la investigación del hecho pase a los Tribunales Federales, incluso con una carátula ya impuesta que no se ajustaba a lo ocurrido
 
 
La jueza detectó las contradicciones
 
Al resolver sobre la imputación, la jueza Marisol Usandizaga no anduvo con rodeos y dejó varios conceptos que resumen el controvertido incidente y abren la puerta a múltiples interpretaciones. “Los hechos encuentran mayor arraigo probatorio en la posición que formula la Fiscalía, en base fundamentalmente a las declaraciones que realizó González. Entiendo que Valdés hace una declaración que en algunos puntos se contradice con la suboficial, cuya relato presenta un sustento que permite asegurar que los hechos sucedieron tal como ella los cuenta, y no tanto como lo dice Valdés”.
 
Retomó lo ocurrido esa noche, sobre todo segundos después de la balacera cuando omitieron llamar al 911. “Entiendo el estado de shock, pero atento al informe presentado por el fiscal advierto que son muchísimas las llamadas que hicieron segundos después del ataque al subcomisario Bellaggio. Si bien aduce la defensa de Valdés que fueron formuladas por González (utilizó el teléfono de su superior) no se explica por qué hay llamadas simultáneas desde la línea de Valdés y González”.
 
Un video muestra los minutos previos al supuesto ataque que sufrió Valdés
 
Es que de acuerdo a los registros, existen llamadas salientes de la línea de Valdez a las 20.51, 20.52, 20,53, y 20.55, y de la línea de González en idéntica secuencia. “Parece improbable que González estuviera con los dos teléfonos, uno en cada oreja, realizando llamadas simultáneas. No tiene sentido, me da a pensar que fueron dos sujetos diferentes los que llamaron: González por un lado y Valdez por otro”, interpretó la magistrada.
 
También argumentó sus conclusiones sobre la parada previa en Ramallo. “La imagen cercana al tanque donde se ve a Valdés, y donde él aduce que buscaba el baño, parece alejado de las instalaciones de la estación de servicio como para entender que allí había un baño. Es oscuro, alejado, y no se explica la presencia de la camioneta que se ve luego”, retoma Usandizaga. El análisis de la jueza vuelve sobre ese fotograma velado de la película que cuenta Valdés. “No entiendo por qué una camioneta privada, cuyas características coinciden con la que supuestamente produjeron el ataque, se ve salir del lugar minutos después que se visualiza a Valdés”.
 
Luego repasó la conducta de Bellaggio. “Dice que no estuvo en la escena del hecho. Tiene que entender que el bolso es un elemento constitutivo de la escena. Como subjefe de la Policía Federal, hay elementos muy básicos de una investigación, y uno de ellos es la preservación de la escena. Es de conocimiento popular. No tengo por qué dejar de creer que dentro del bolso estaba lo que usted dice, pero tampoco tengo que creerlo”.
 
También se refirió a la herida en la ingle de Valdés. “Tengo experiencia, y en general los ataques no alcanzan esa zona del cuerpo. Los tres interrogantes que se hace el MPA son que también me hago yo. Los sucesos de esa noche explicados por Valdés no lo pueden contestar”.
 
Nítido entorpecimiento probatorio, presiones y resguardo de la testigo
 
La magistrada indicó que pocas veces vio “tan configurado la modalidad del entorpecimiento probatorio”. Y que le llamó la atención “la  preocupación inmediata y eterna de lo que pasara, hiciera, o cómo se moviera González”. Lo cual se nota patente cuando Bellaggio habla con un superior que le ordena: “encargate de la chica”.
 
“Es una chica joven, pero también es de la fuerza federal. Está en ese cargo para afrontar determinadas situaciones que para los comunes puede ser más o menos estresante. Que todos estuvieran preocupados en acompañarla, en llevarla, traerla, donde duerme… Semejante cautela no parece condecir con el cuidado de una compañera de trabajo. Más aún si pensaban que se trataba de un hecho al voleo”, interpretó Usandizaga.
 
 
En contexto y sobre la extrema preocupación en torno a la suboficial y principal testigo del tiroteo, Usandizaga analizó: “Si se trataba de un sicario que buscaba a Valdés y González para matarlos, hubiese sido preocupante, pero si como sostenían que era un hecho al voleo, superada la situación de peligro, una vez que los supuestos asaltantes huyen merma el peligro. Para González habría sido un hecho de robo más” destacó Usandizaga.
 
Finalmente la funcionaria conectó esa apreciación con las medidas que se tomaron contra González para limitar su declaración testimonial en Rosario. “Es intimidante. Queda evidenciado que esta señorita fue presionada de manera directa e indirecta, motivo que ha llevado a cautelar a la misma. Es preocupante”.
 
La jueza avaló la hipótesis fiscal y ordenó la prisión preventiva efectiva por noventa días de los dos policías al dar acreditados los extremos de peligrosidad procesal, entorpecimiento probatorio, peligro de fuga y una futura condena de cumplimiento efectivo. Aunque las defensas pueden solicitar antes la revisión de la medida cautelar, el plazo vence el 19 de diciembre. El Código Penal establece penas de 1 a 14 años de prisión para los delitos achacados a Valdés, mientras que los atribuidos a Bellaggio van de 1 a 6 años de prisión efectiva.
Con información de Aire de Santa Fe

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