25 DE ABRIL 2024
ROSARIO
Coronavirus: intensifican los controles a tripulantes de barcos y aviones que llegan a Rosario
Miércoles 26 de
Febrero 2020
El Ministerio de Salud activó los protocolos a nivel nacional. El objetivo es evitar el ingreso de pacientes con patologías infectocontagiosas.
Los médicos de la Unidad Sanitaria de Frontera intensificaron los controles de salud que se realizan a los tripulantes de barcos y aeronaves que llegan a la ciudad. Se trata del organismo que vela por las condiciones sanitarias de cualquier persona que vaya a ingresar a la ciudad para evitar que pacientes con alguna enfermedad infectocontagiosa diseminen virus, bacterias, hongos o cualquier patógeno que ponga en riesgo a la población.
La tarea de esta unidad —un área que depende de una subsecretaría del Ministerio de Salud de la Nación —suele captar la atención cuando se desata una epidemia de alcance internacional como fueron, por ejemplo, la de gripe A y de ébola, y ahora, el coronavirus, la enfermedad que surgió en China y que en las últimas horas volvió a estar en el centro de la escena por el aumento de casos y su expansión hacia países como Italia.
Lo cierto es que Sanidad de Frontera, haya alertas internacionales o no, realiza un detallado control diario de las tripulaciones de todos los barcos que se van acercando a nuestra zona. También actúan en el aeropuerto Islas Malvinas, en Fisherton, siguiendo los protocolos que diseña nada menos que la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La oficina local debe cumplir con el reglamento de fiscalización y control fijado por el organismo de salud internacional, que se ejecuta en 196 países, incluida la Argentina.
Laureano Bongarzoni es el médico referente de Sanidad de Frontera en Rosario. Comenta que ese estamento está en actividad desde hace más de 20 años y que cuenta con diez inspectores, dos personas dedicadas a tareas administrativas y un experto en informática. Los inspectores son los que hacen las guardias diarias, para controlar, especialmente, a los barcos que llegan a la ciudad, muchos de ellos desde tierras remotas.
En detalle
En temporada alta, que se ubica entre enero y abril, pueden arribar hasta 250 barcos. La mayoría viene de Brasil (el 60%), y el resto pude provenir de Africa, de India, cualquier sitio de Europa. En rigor, llegan desde todos los países del mundo. Casi en su totalidad transportan cereales.
Cada embarcación puede llegar a tener una tripulación que no supera las 20 o 25 personas.
“Nuestro puerto, a diferencia de lo que puede ser Puerto Madero, por ejemplo —que tiene un solo lugar al que llegan todos los barcos— implica un área que va desde Timbúes hasta Villa Constitución, que es donde nosotros actuamos. Todas las terminales están concesionadas, manejadas por empresas, y cada una tiene un muelle. Por eso nuestros inspectores pueden tener que ir un día a San Lorenzo, otro a Villa Constitución, y así...”, dijo Bongarzoni.
Chequeos y alarmas
El reglamento sanitario en el que basa sus operaciones la unidad de frontera responde a su vez a un centro de enlace, la oficina principal a nivel nacional que regula la entrada y salida de los barcos en todos los puertos. Ese puesto notifica en forma permanente a la unidad rosarina lo que va sucediendo en cada barco que tiene a esta zona como destino final, o de paso.
“Viene un barco desde Africa que lleva 25 días de viaje. A lo largo de esos 25 días, cualquier evento sanitario que ocurra a bordo es informado de inmediato por el capitán, que está obligado a hacerlo legalmente. Tiene que declararlo”, explicó el funcionario.
“Por otra parte, un capitán jamás expondría a su tripulación, por el riesgo para esas personas pero también por lo que está transportando, por lo que la colaboración, más allá de lo obligatorio, es total”, destacó.
Como ejemplo, Bongarzoni contó que hace algunos días llegó un barco que tenía un tripulante que se había lesionado el brazo. Esa persona fue bajada del barco en un puerto determinado y se lo remitió a su país, ya que no podía seguir trabajando en esas condiciones. “Nosotros fuimos informados de inmediato de ese movimiento. Todo lo que pasa lo conocemos”.
Diariamente las autoridades de los barcos deben informar que la tripulación está en buen estado de salud. Cada barco está equipado con un puesto de enfermería. Pueden tener a un médico que viaja en forma permanente o un enfermero a cargo. En enfermería se hace un libro diario, del que Sanidad de Frontera local puede pedir copias en el caso de que lo considere necesario.
Incluso existe un registro por escrito de los últimos diez puertos que tocó cada barco, independientemente del tiempo que haya pasado entre uno y otro.
“Nos informan todo, incluida la vacunación de los tripulantes. Tenemos acceso a la plantilla de vacunación contra la fiebre amarilla, por ejemplo, que es la única enfermedad transmisible con certificado de validez internacional. Tenemos todos los nombres, con fecha de nacimiento, número de pasaporte y fecha en la que se colocó la vacuna cada uno, y eso nos llega mucho antes de que el barco ingrese en nuestra zona”, comentó Bongarzoni.
Si lo considera necesario, por el motivo que sea, la unidad sanitaria puede pedir información extra. “Esto puede pasar en situaciones de alerta. Podemos pedir controles térmicos diarios de toda la tripulación. En la época del brote de ébola si llegaba un barco del Congo, de una zona afectada por la enfermedad, de rutina lo pedíamos”, ejemplificó.
La detección en aguas internacionales
No ocurrió hasta ahora, pero si un tripulante tiene síntomas que hacen sospechar de una enfermedad infectocontagiosa se puede solicitar que no llegue a la ciudad. Como los barcos ingresan vía aguas internacionales, por el Río de la Plata, y luego suben por el Paraná hasta el puerto local, entonces es posible que el centro de enlace deje a ese barco en aguas internacionales para que ese potencial paciente cumpla allí el período de incubación. “Tenemos esa ventaja como puerto. Siempre puede pasar que de todos modos llegue una persona con una enfermedad porque se desataron los síntomas en los dos últimos días del viaje, es difícil pero puede pasar, en ese caso, las empresas que manejan la logística de los puertos son las que toman las medidas y lo revisan en el barco. Puede darse con un virus denunciado internacionalmente o con un tripulante que necesita sacarse una muela. Hay asistencia para los pasajeros del barco, y todo eso, es informado a nuestra unidad”, destacó el médico referente de la Unidad de Sanidad de Frontera en Rosario, Laureano Bongarzoni.
“Frente a la sospecha, primero se confirma qué tiene ese tripulante, y eso sucede antes de otorgar lo que se denomina libre plática, que es la vía libre para que la tripulación de ese barco esté habilitada para llegar a la ciudad. Si la compuerta se abre y la tripulación baja, es porque tienen todos los permisos para hacerlo”, aseguró.
La tarea de esta unidad —un área que depende de una subsecretaría del Ministerio de Salud de la Nación —suele captar la atención cuando se desata una epidemia de alcance internacional como fueron, por ejemplo, la de gripe A y de ébola, y ahora, el coronavirus, la enfermedad que surgió en China y que en las últimas horas volvió a estar en el centro de la escena por el aumento de casos y su expansión hacia países como Italia.
Lo cierto es que Sanidad de Frontera, haya alertas internacionales o no, realiza un detallado control diario de las tripulaciones de todos los barcos que se van acercando a nuestra zona. También actúan en el aeropuerto Islas Malvinas, en Fisherton, siguiendo los protocolos que diseña nada menos que la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La oficina local debe cumplir con el reglamento de fiscalización y control fijado por el organismo de salud internacional, que se ejecuta en 196 países, incluida la Argentina.
Laureano Bongarzoni es el médico referente de Sanidad de Frontera en Rosario. Comenta que ese estamento está en actividad desde hace más de 20 años y que cuenta con diez inspectores, dos personas dedicadas a tareas administrativas y un experto en informática. Los inspectores son los que hacen las guardias diarias, para controlar, especialmente, a los barcos que llegan a la ciudad, muchos de ellos desde tierras remotas.
En detalle
En temporada alta, que se ubica entre enero y abril, pueden arribar hasta 250 barcos. La mayoría viene de Brasil (el 60%), y el resto pude provenir de Africa, de India, cualquier sitio de Europa. En rigor, llegan desde todos los países del mundo. Casi en su totalidad transportan cereales.
Cada embarcación puede llegar a tener una tripulación que no supera las 20 o 25 personas.
“Nuestro puerto, a diferencia de lo que puede ser Puerto Madero, por ejemplo —que tiene un solo lugar al que llegan todos los barcos— implica un área que va desde Timbúes hasta Villa Constitución, que es donde nosotros actuamos. Todas las terminales están concesionadas, manejadas por empresas, y cada una tiene un muelle. Por eso nuestros inspectores pueden tener que ir un día a San Lorenzo, otro a Villa Constitución, y así...”, dijo Bongarzoni.
Chequeos y alarmas
El reglamento sanitario en el que basa sus operaciones la unidad de frontera responde a su vez a un centro de enlace, la oficina principal a nivel nacional que regula la entrada y salida de los barcos en todos los puertos. Ese puesto notifica en forma permanente a la unidad rosarina lo que va sucediendo en cada barco que tiene a esta zona como destino final, o de paso.
“Viene un barco desde Africa que lleva 25 días de viaje. A lo largo de esos 25 días, cualquier evento sanitario que ocurra a bordo es informado de inmediato por el capitán, que está obligado a hacerlo legalmente. Tiene que declararlo”, explicó el funcionario.
“Por otra parte, un capitán jamás expondría a su tripulación, por el riesgo para esas personas pero también por lo que está transportando, por lo que la colaboración, más allá de lo obligatorio, es total”, destacó.
Como ejemplo, Bongarzoni contó que hace algunos días llegó un barco que tenía un tripulante que se había lesionado el brazo. Esa persona fue bajada del barco en un puerto determinado y se lo remitió a su país, ya que no podía seguir trabajando en esas condiciones. “Nosotros fuimos informados de inmediato de ese movimiento. Todo lo que pasa lo conocemos”.
Diariamente las autoridades de los barcos deben informar que la tripulación está en buen estado de salud. Cada barco está equipado con un puesto de enfermería. Pueden tener a un médico que viaja en forma permanente o un enfermero a cargo. En enfermería se hace un libro diario, del que Sanidad de Frontera local puede pedir copias en el caso de que lo considere necesario.
Incluso existe un registro por escrito de los últimos diez puertos que tocó cada barco, independientemente del tiempo que haya pasado entre uno y otro.
“Nos informan todo, incluida la vacunación de los tripulantes. Tenemos acceso a la plantilla de vacunación contra la fiebre amarilla, por ejemplo, que es la única enfermedad transmisible con certificado de validez internacional. Tenemos todos los nombres, con fecha de nacimiento, número de pasaporte y fecha en la que se colocó la vacuna cada uno, y eso nos llega mucho antes de que el barco ingrese en nuestra zona”, comentó Bongarzoni.
Si lo considera necesario, por el motivo que sea, la unidad sanitaria puede pedir información extra. “Esto puede pasar en situaciones de alerta. Podemos pedir controles térmicos diarios de toda la tripulación. En la época del brote de ébola si llegaba un barco del Congo, de una zona afectada por la enfermedad, de rutina lo pedíamos”, ejemplificó.
La detección en aguas internacionales
No ocurrió hasta ahora, pero si un tripulante tiene síntomas que hacen sospechar de una enfermedad infectocontagiosa se puede solicitar que no llegue a la ciudad. Como los barcos ingresan vía aguas internacionales, por el Río de la Plata, y luego suben por el Paraná hasta el puerto local, entonces es posible que el centro de enlace deje a ese barco en aguas internacionales para que ese potencial paciente cumpla allí el período de incubación. “Tenemos esa ventaja como puerto. Siempre puede pasar que de todos modos llegue una persona con una enfermedad porque se desataron los síntomas en los dos últimos días del viaje, es difícil pero puede pasar, en ese caso, las empresas que manejan la logística de los puertos son las que toman las medidas y lo revisan en el barco. Puede darse con un virus denunciado internacionalmente o con un tripulante que necesita sacarse una muela. Hay asistencia para los pasajeros del barco, y todo eso, es informado a nuestra unidad”, destacó el médico referente de la Unidad de Sanidad de Frontera en Rosario, Laureano Bongarzoni.
“Frente a la sospecha, primero se confirma qué tiene ese tripulante, y eso sucede antes de otorgar lo que se denomina libre plática, que es la vía libre para que la tripulación de ese barco esté habilitada para llegar a la ciudad. Si la compuerta se abre y la tripulación baja, es porque tienen todos los permisos para hacerlo”, aseguró.
Con información de
La Capital