Dividir el penal en dos: la principal medida que se tomó tras la masacre de Coronda
Sábado 11 de
Abril 2020
Jorge Bortolozzi, el abogado que fue designado en 2005 para intervenir la cárcel habló con Aire Digital sobre las primeras acciones que llevó a cabo el servicio para "normalizar" la situación.
El 11 de abril de 2005 un grupo de internos alojados en el penal de Coronda, el más grande y antiguo de la provincia de Santa Fe, quiso vengar la muerte de uno de sus líderes. Tomaron dos pabellones ocupados por la banda rival, trece reclusos terminaron asesinados y dos guardiacárceles fueron tomados como rehén para lograr concretar la revancha.
Los grupos opositores estaban conformados por reclusos rosarinos por un lado, y santafesinos por el otros. En su momento, las autoridades del Servicio Penitenciario de Santa Fe de aquel entonces precisaron que el ataque fue ocasionado por los reclusos del pabellón 7, que arremetieron contra los alojados en los pabellones 1 y 11 por un trasfondo vinculado a distintos robos entre presos y abusos sexuales que tenían como víctimas a familiares de otros presos cuando se desarrollaba la visita.
Archivo
La situación de violencia dentro del penal duró aproximadamente unas 10 horas, pero el proceso de pacificación y "normalización" fue un poco más extenso. Para ello fue designado como interventor en el penal Jorge Bortolozzi, abogado oriundo y residente de la ciudad de Coronda, quien se desempeñó al frente del Instituto Autarquico Provincial de Industrias Penitenciarias (Iapip).
Como interventor, Bortolozzi implementó una serie de modificaciones que contribuyeron a mejorar la situación en la Unidad, entre ellas dividir el establecimiento carcelario en dos alas: la sur, para los reos oriundos de Rosario; la norte para santafesinos. "Si hay superpoblación carcelaria el conflicto entre los internos va a estar”, destacó el letrado en dialogo con Aire Digital.
Además se creó el Cuerpo de Requisa, especialmente para los controles de las visitas. “Antes las requisas la hacía la guardia saliente, imagínese después de una guardia de 24 horas con qué concentración podían hacerse los controles a las visitas. A partir de allí comenzaron entonces a realizarse también inspecciones sorpresa”, recordó el funcionario.
Foto/ Gentileza José Almeida, fotografo que cubrió el caso.
Otra de las medidas fue la de “abrir” la cárcel a la sociedad civil: la participación de distintas ONG, la pastoral penitenciaria, el Bachillerato para adultos y la participación de la Universidad dentro del penal. “Trabajar en el diálogo y confianza, optimizar los recursos y la voluntad de los actores civiles, especialmente en Coronda donde es tan cercana la cárcel a la comunidad”, destacó.
—Quince años se cumplen este mes de aquel sangriento motín, ¿qué es lo primero que recuerda de aquellos días?
— Ese día, cerca de las ocho de de la tarde llamé por teléfono a un empleado de Iapip por otra cuestión y ahí me comentaron, entonces me fui para el penal. Siempre la cárcel supera lo que uno imagina, estaban familiares de los internos y de los trabajadores del servicio, así que hablamos con ellos para tranquilizarlos.
—¿Por qué se llegó a esa situación?
— Siempre las cosas se pueden evitar, en aquel momento el problema era el hacinamiento, excedía la cantidad de internos que que podía albergar. Eso genera problemas de convivencia permanentes. Por la falta de recursos para atenderlos, no solo en el diario sino que además se generaban actos contrarios a la ley los días de visitas.
— Y a partir de ahí, ¿qué cambió?
Se redujo la cantidad de internos a 1050, que era la capacidad que por entonces tenía el penal, ya que en aquellos días (los días de la masacre) llegó a tener cerca de 1600, si no recuerdo mal. En aquel entonces con la precariedad en la construcción y celdas no se podía albergar a esa cantidad de personas.
La mirada sobre el agente
Bortolozzi se refirió además al rol del agente penitenciario dentro del penal y el tiempo que el mismo pasa entre muros. “Al recorrer de noche o durante la madrugada el penal, saludaba o conversaba con los celadores, quienes estaban al frente de los pabellones”, recordó Bortolozzi.
El exinterventor rememoró también que se hizo hincapié en el punto de vista humano y profesional de los trabajadores del Servicio Penitenciario tanto de Coronda como del resto de las unidades carcelarias: “como Estado trabajamos por brindarle respaldo, seguridad”.
— Hace pocos días hubo una situación violenta tanto en Coronda como en Las Flores, que incluso dejó a varios internos fallecidos, ¿se puede llegar a vivir una situación extrema como la que ocurrió en la masacre?
— Lo ocurrido en 2005 en Coronda no fue un motín, fue una masacre, fueron a buscar con nombre y apellido a las personas, el motín ocurrió algunos años antes con algunas características a lo que pasó días atrás. Si hay superpoblación, es lo que determina que el cóctel en algún momento explote.
Si en una celda donde debe haber una persona hay tres, no solo va a haber problemas entre esas tres personas, sino en la capacidad que tenga el agente de evitar el conflicto", dijo Bortolozzi
Si en una celda donde debe haber una persona hay tres, no solo va a haber problemas entre esas tres personas, sino en la capacidad que tenga el agente de evitar el conflicto", dijo Bortolozzi
— ¿Qué habría que cambiar, hoy por hoy, en el servicio penitenciario, no solo para que no vuelva a ocurrir una situación violenta como se dio hace algunos días, sino especialmente para que cumpla el objetivo?
— Siempre se puede evitar, hay datos que son objetivos. La superpoblación carcelaria genera no solo problemas de convivencia sino también el control que puede ejercer el agente. Si en una celda donde debe haber una persona hay tres internos, no solo va a haber problemas entre esas tres personas, sino en la capacidad que tenga el agente de evitar el conflicto.
Si hay superpoblación, es lo que determina que el cóctel en algún momento explote.
Si hay superpoblación, es lo que determina que el cóctel en algún momento explote.
Además el control punitivo del Estado es cada día más fuerte (prisiones preventivas, condenas más graves, limitaciones en las salidas transitorias o libertades condicionales), entonces lo primero que se debe hacer es garantizar lo que dicta la ley, y a partir de allí sostenerlo.
Todos los trabajadores del sistema judicial tienen el poder de cambiar la situación de los presos, y de las cárceles. Una demora en una causa puede terminar en tragedia. Por eso es importante tener funcionarios preparados y capaces.
Los grupos opositores estaban conformados por reclusos rosarinos por un lado, y santafesinos por el otros. En su momento, las autoridades del Servicio Penitenciario de Santa Fe de aquel entonces precisaron que el ataque fue ocasionado por los reclusos del pabellón 7, que arremetieron contra los alojados en los pabellones 1 y 11 por un trasfondo vinculado a distintos robos entre presos y abusos sexuales que tenían como víctimas a familiares de otros presos cuando se desarrollaba la visita.
Archivo
La situación de violencia dentro del penal duró aproximadamente unas 10 horas, pero el proceso de pacificación y "normalización" fue un poco más extenso. Para ello fue designado como interventor en el penal Jorge Bortolozzi, abogado oriundo y residente de la ciudad de Coronda, quien se desempeñó al frente del Instituto Autarquico Provincial de Industrias Penitenciarias (Iapip).
Como interventor, Bortolozzi implementó una serie de modificaciones que contribuyeron a mejorar la situación en la Unidad, entre ellas dividir el establecimiento carcelario en dos alas: la sur, para los reos oriundos de Rosario; la norte para santafesinos. "Si hay superpoblación carcelaria el conflicto entre los internos va a estar”, destacó el letrado en dialogo con Aire Digital.
Además se creó el Cuerpo de Requisa, especialmente para los controles de las visitas. “Antes las requisas la hacía la guardia saliente, imagínese después de una guardia de 24 horas con qué concentración podían hacerse los controles a las visitas. A partir de allí comenzaron entonces a realizarse también inspecciones sorpresa”, recordó el funcionario.
Foto/ Gentileza José Almeida, fotografo que cubrió el caso.
Otra de las medidas fue la de “abrir” la cárcel a la sociedad civil: la participación de distintas ONG, la pastoral penitenciaria, el Bachillerato para adultos y la participación de la Universidad dentro del penal. “Trabajar en el diálogo y confianza, optimizar los recursos y la voluntad de los actores civiles, especialmente en Coronda donde es tan cercana la cárcel a la comunidad”, destacó.
—Quince años se cumplen este mes de aquel sangriento motín, ¿qué es lo primero que recuerda de aquellos días?
— Ese día, cerca de las ocho de de la tarde llamé por teléfono a un empleado de Iapip por otra cuestión y ahí me comentaron, entonces me fui para el penal. Siempre la cárcel supera lo que uno imagina, estaban familiares de los internos y de los trabajadores del servicio, así que hablamos con ellos para tranquilizarlos.
—¿Por qué se llegó a esa situación?
— Siempre las cosas se pueden evitar, en aquel momento el problema era el hacinamiento, excedía la cantidad de internos que que podía albergar. Eso genera problemas de convivencia permanentes. Por la falta de recursos para atenderlos, no solo en el diario sino que además se generaban actos contrarios a la ley los días de visitas.
— Y a partir de ahí, ¿qué cambió?
Se redujo la cantidad de internos a 1050, que era la capacidad que por entonces tenía el penal, ya que en aquellos días (los días de la masacre) llegó a tener cerca de 1600, si no recuerdo mal. En aquel entonces con la precariedad en la construcción y celdas no se podía albergar a esa cantidad de personas.
La mirada sobre el agente
Bortolozzi se refirió además al rol del agente penitenciario dentro del penal y el tiempo que el mismo pasa entre muros. “Al recorrer de noche o durante la madrugada el penal, saludaba o conversaba con los celadores, quienes estaban al frente de los pabellones”, recordó Bortolozzi.
El exinterventor rememoró también que se hizo hincapié en el punto de vista humano y profesional de los trabajadores del Servicio Penitenciario tanto de Coronda como del resto de las unidades carcelarias: “como Estado trabajamos por brindarle respaldo, seguridad”.
— Hace pocos días hubo una situación violenta tanto en Coronda como en Las Flores, que incluso dejó a varios internos fallecidos, ¿se puede llegar a vivir una situación extrema como la que ocurrió en la masacre?
— Lo ocurrido en 2005 en Coronda no fue un motín, fue una masacre, fueron a buscar con nombre y apellido a las personas, el motín ocurrió algunos años antes con algunas características a lo que pasó días atrás. Si hay superpoblación, es lo que determina que el cóctel en algún momento explote.
Si en una celda donde debe haber una persona hay tres, no solo va a haber problemas entre esas tres personas, sino en la capacidad que tenga el agente de evitar el conflicto", dijo Bortolozzi
Si en una celda donde debe haber una persona hay tres, no solo va a haber problemas entre esas tres personas, sino en la capacidad que tenga el agente de evitar el conflicto", dijo Bortolozzi
— ¿Qué habría que cambiar, hoy por hoy, en el servicio penitenciario, no solo para que no vuelva a ocurrir una situación violenta como se dio hace algunos días, sino especialmente para que cumpla el objetivo?
— Siempre se puede evitar, hay datos que son objetivos. La superpoblación carcelaria genera no solo problemas de convivencia sino también el control que puede ejercer el agente. Si en una celda donde debe haber una persona hay tres internos, no solo va a haber problemas entre esas tres personas, sino en la capacidad que tenga el agente de evitar el conflicto.
Si hay superpoblación, es lo que determina que el cóctel en algún momento explote.
Si hay superpoblación, es lo que determina que el cóctel en algún momento explote.
Además el control punitivo del Estado es cada día más fuerte (prisiones preventivas, condenas más graves, limitaciones en las salidas transitorias o libertades condicionales), entonces lo primero que se debe hacer es garantizar lo que dicta la ley, y a partir de allí sostenerlo.
Todos los trabajadores del sistema judicial tienen el poder de cambiar la situación de los presos, y de las cárceles. Una demora en una causa puede terminar en tragedia. Por eso es importante tener funcionarios preparados y capaces.
Con información de
Aire de Santa Fe
