Vacunas COVID: la tercera dosis tiene efectos secundarios más leves que la primera

Lunes 08 de Noviembre 2021

El 41% de la humanidad ya tiene el esquema completo de vacunación contra el COVID-19.
En algunos casos, se requiere una tercera dosis para aumentar la protección contra el coronavirus y evitar el contagio y las complicaciones de la enfermedad. A nivel mundial, según el sitio OurWorldInData, el 1,7% de la población general ya recibió una dosis adicional del inoculante, que puede generar efectos secundarios leves o moderados al igual que las dosis anteriores.
 
En Israel, ya se aplicó la tercera dosis en el 44% de la población. En Uruguay, en el 36% de la población. También se aplicó en Chile (33%), Emiratos Árabes (29%), Islandia (29%) y El Salvador (7%). El sábado pasado, la Alcaldía de Medellín en Colombia anunció que en la ciudad ya inició la aplicación de la tercera dosis de la vacuna contra de covid-19 para mayores de 60 años.
 
En Argentina, hay 237.412 personas que se han vacunado con la dosis adicional, según informó ayer el Ministerio de Salud de la Nación.
 
Mientras la aplicación de la dosis adicional continúa en algunos grupos de la población, ya se conoció el reporte de efectos secundarios tras la inmunización en Israel. Incluso después de la tercera dosis, es posible que se presenten molestias leves. Según los datos publicados por el Ministerio de Sanidad de Israel, los efectos son “significativamente más ligeros” que los de las dos primeras inyecciones. Se analizó los datos de 3 millones de personas que recibieron la dosis adicional.}
 
El síntoma más común después de la dosis adicional es la fatiga general. Se detectó en el 86,6 personas por millón frente a 271,8 y 251,1 por millón después de la segunda y primera dosis, respectivamente. El dolor en la zona de vacunación afectó a 42,7 personas por millón en la tercera dosis, frente a 222,9 y 514,3 en la segunda y primera.
 
El Ministerio de Sanidad de Israel informó que “se encontraron efectos secundarios después de la tercera dosis en un pequeño porcentaje de adultos de 60 años o más y son consistentes con los observados después de las dos primeras dosis u otras vacunas; generalmente incluyen dolor en el lugar de la inyección, dolor de cabeza, fiebre, escalofríos, dolor muscular”.
 
Por otro lados, los Centros Estadounidenses para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos también examinaron los efectos secundarios de la tercera dosis de la vacuna y concluyeron, en un informe publicado el 28 de septiembre, que son similares a los observados después de las otras dosis. Se encontró que los síntomas adversos son en su mayoría moderados o leves y no duran mucho.
 
Al igual que con las primeras dosis, los síntomas aparecieron dentro de las 48 horas posteriores a la vacunación. El análisis se realizó en más de 2.200.000 estadounidenses que habían recibido la tercera dosis hasta el 19 de septiembre. Cerca de 22.000 respondieron voluntariamente a un cuestionario: el 28% tuvo problemas al día siguiente de la vacunación.
 
El síntoma más frecuente tras la tercera dosis fue el dolor en el brazo: ocurrió en el 71% de los casos. El 56% tuvo fatiga. El 43,4% tuvo dolores de cabeza. El 7% tuvo dolor severo. El 2% necesitó asistencia médica y 13 personas fueron hospitalizadas. Hoy en los Estados Unidos el 6,5% de la población ya recibió la dosis adicional. Aún no hay datos que relacionen a las dosis adicionales con mayor riesgo de miocarditis y pericarditis
 
Las dosis adicionales se han empezado a aplicar por diferentes motivos. Katherine O’Brien, epidemióloga y directora del departamento de inmunización, vacunas y biológicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), explicó en el podcast Science in 5: “Hay realmente tres razones por las que podríamos querer dar una dosis adicional. La primera es que si no respondiste, si estás en una categoría de personas que no respondieron adecuadamente a las dos primeras dosis que recibiste, tenemos información que para las personas inmunocomprometidas, puede ser necesario recibir una tercera dosis porque esas dos primeras no están haciendo lo que hacen en personas sanas”.
 
Las otras dos razones por las cuales se necesita la dosis adicional según la doctora O´Brien se basan que si con el paso del tiempo, “la inmunidad recibida y lograda como resultado de la vacunación empieza a disminuir, empieza a deteriorarse o a bajar con el tiempo. Y, de hecho, las pruebas demuestran ahora mismo que las vacunas aguantan muy bien para protegerte contra enfermedades graves, hospitalizaciones o incluso la muerte. Por lo tanto, no vemos pruebas sólidas que lleven a la necesidad de administrar una tercera dosis a las personas que ya han sido vacunadas”.
 
Además, agregó: “La tercera razón por la que podríamos querer administrar una tercera dosis es si el rendimiento de las vacunas es menor o inadecuado contra algunas de las variantes que han surgido. Y, de nuevo, las vacunas que tenemos ahora mismo contra las variantes, y estamos observando esto con mucho cuidado, se mantienen muy bien contra el extremo grave del espectro de la enfermedad. En general, las vacunas están funcionando muy bien”.
 
Según varios estudios, la efectividad de las vacunas comienza a declinar entre los 6 y 9 meses después de la última inyección. Pero para las personas inmunodeprimidas, la protección falla mucho antes. Por eso se hizo una distinción entre “tercera dosis” y el “refuerzo”: la tercera dosis puede administrarse 28 días después de la segunda y está destinada a completar el ciclo de vacunación en personas que no han respondido eficazmente a las dos primeras inyecciones. El refuerzo, en cambio, se puede realizar a partir de los 6 meses posteriores a la segunda dosis y tiene como objetivo reactivar la producción de anticuerpos.
 
En la Argentina, el Ministerio de Salud de la Nación recomendó la aplicación de una dosis adicional en grupos de población definidos: las personas inmunocomprometidas que hayan recibido un esquema primario con cualquier vacuna contra la COVID-19. Se considera dentro de este grupo a quienes reciben tratamiento oncológico para tumores sólidos y onco-hematológicos, los trasplantados en tratamiento inmunosupresor, las personas con inmunodeficiencia primaria moderada o grave, y las personas viviendo con VIH.
 
También deben recibirla las personas en tratamiento activo con corticosteroides en dosis altas o medicación inmunosupresora, y las personas de 50 años o mayores que hayan recibido un esquema primario de vacuna a virus inactivado, como la de Sinopharm, desarrollada en China.
 
“Los estudios en personas con inmunosupresión reportan una menor inmunogenicidad y efectividad del esquema primario. Sin embargo, y como resultado positivo, entre el 25% y el 50% de los pacientes que no responden a la serie primaria se revierten después de una dosis adicional. Con relación a esto, el grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y países con coberturas avanzadas han recomendado la aplicación de una dosis adicional luego de esquemas primarios de las personas con inmunocompromiso”, informó la cartera de Salud.
 
Hay un intervalo de tiempo que se debe esperar para recibir la dosis adicional. Según la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio Argentina, el intervalo mínimo de aplicación de las dosis adicionales del esquema primario de vacunación no debe ser inferior a cuatro semanas desde la última inoculación.
 
“La realidad de nuestro país con individuos cuya respuesta inmune a las vacunas inactivadas es menor, sumado a la alta circulación de la variante Delta y a la mayor letalidad de la COVID-19 en personas de más de 50 años, justifican la aplicación de una dosis adicional”, informó la Sociedad Argentina de Infectología. Esta entidad médica también aclaró que la dosis adicional se administrará luego de 4 semanas (como mínimo) de finalizado el esquema inicial.
Con información de Infobae

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