Desde Israel, Julián Domínguez le bajó el tono a la confrontación con el campo y aseguró que no conoce los detalles del proyecto de renta inesperada

Por: Brenda Struminger
Lunes 25 de Abril 2022

El ministro de Agricultura evitó cuestionar a los manifestantes y se diferenció así de la postura que el Gobierno expresó a través de la portavoz Gabriela Cerruti. En ese marco, consideró que "no le corresponde" referirse a la iniciativa del nuevo gravamen que anunció su par de Economía, Martín Guzmán
Con el pasar de las horas, después del “tractorazo” del sábado, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, empezó finalmente a dedicarse a su agenda oficial en Israel. Ayer visitó el museo del Holocausto, y se encontró con su par local, Oded Forer, para impulsar un plan entre ambos países para el uso del sustentable del agua, la biotecnología y la certificación de alimentos otras actividades. Sin embargo, aunque a miles de kilómetros de distancia, sigue con atención, a través de sus colaboradores, el conflicto con el campo, que creció en los últimos días y amenaza con perpetuarse. Por ahora, relativiza el reclamo, y, a diferencia de la Casa Rosada, busca bajar el tono a la confrontación con el sector, mientras toma distancia del proyecto de ley que intentará gravar por única vez a los sectores que recibieron una renta extraordinaria por la guerra en Ucrania.
 
Anoche, en diálogo con periodistas en el lobby del hotel donde se hospeda en Tel Aviv, en el marco de la gira que organizó su par de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el ministro del área agropecuaria evitó profundizar la discusión que escala desde que se anunció el proyecto de “renta inesperada”. “No voy a emitir opiniones sobre la marcha, cada uno va a donde quiere ir. No hablo sobre las características de una manifestación”, dijo, diferenciándose de la portavoz de Alberto Fernández, Gabriela Cerruti, quien había embestido, horas antes, contra los manifestantes, al decir que “defienden a un puñado de empresas”, y quien había criticado también a Juntos por el Cambio por “no contribuir a la convivencia democrática”.
 
 
La medida busca crear un impuesto a las ganancias extraordinarias a partir de la disparada en el precio de las commodities de productos primarios por la guerra en Ucrania para repartirlas entre los sectores más bajos, en el contexto de crisis económica con alta inflación. Pero el mero anuncio del proyecto generó una ola de críticas y desembocó en una marcha de productores, que se manifestaron de manera multitudinaria en distintos puntos del país. Al conflicto, que estaba latente desde hace meses por otras iniciativas, como el polémico cepo a la carne, se sumaron con su apoyo los dirigentes de Juntos por el Cambio, lo cual fue rechazado por el Gobierno.
 
Sin embargo, en contraste con la postura de la Presidencia, Domínguez eludió responder las declaraciones de Luis Etchevehere, ex ministro de Agricultura de Mauricio Macri y ex presidente de la SRA, quien vinculó los futuros gravámenes al sector productivo con la resolución 125, y sostuvo que el tractorazo fue “la rebelión de un sector que permanentemente recibe ataques”.
 
En cambio, el ministro rehusó vincular la marcha con motivaciones políticas partidarias. E incluso tomó distancia de la ley de “renta inesperada” que anunciaron Alberto Fernández y el ministro de Economía, Martín Guzmán, el lunes pasado.
 
Ante una consulta de Infobae sobre el reclamo en contra del eventual futuro gravamen anunciado en la Casa Rosada (todavía resta que se debata en el Congreso), Domínguez ratificó lo que había adelantado días atrás: que “ningún productor” tiene ganancias suficientes para considerar que pueda ser afectado por ese impuesto. Pero se distanció del diseño de la iniciativa.
 
“No conozco el proyecto. No se conoce. Es un enunciado”, sostuvo, sin abundar sobre el motivo por el cual no formó parte del armado que afectaría a los sectores productivos concentrados, en su calidad de titular de la cartera agropecuaria. “No hablo de lo que no me corresponde, no se están planteando cosas técnicas que nos incumban”, insistió, y dejó la pelota en la cancha de su colega del Gabinete. De todas formas, aunque a grandes rasgos, deslizó que “como cristiano y peronista” está a favor “de que el Estado intervenga para ayudar a los que menos tienen”.
 
Los grupos que protestaron -con consignas múltiples, en algunos casos vinculadas con temas ajenos al agropecuario, como la corrupción, con fuertes críticas a la vicepresidenta Cristina Kirchner- no descartan redoblar la apuesta en los próximos días. Principalmente rechazan la presión impositiva y la intervención del Gobierno en los mercados de granos y carne, entre otras reivindicaciones. Según los ruralistas, buscan dar mayor visibilidad a demandas como la eliminación de las retenciones, una mayor transparencia y el correcto funcionamiento de las instituciones.
 
Después del “tractorazo” del sábado, a pesar de que oscila entre el contraataque y la relativización de las demandas, en el Gobierno hay preocupación por la profundización del conflicto. En especial si llegaran a sumarse las principales organizaciones agropecuarias, que por ahora decidieron mantenerse al margen. En ese contexto, ayer Domínguez remarcó, insistentemente, que “hay diálogo permanente y buena convivencia para cuidar al productor” con las entidades, y mencionó a la Confederación Rural Argentina, a Coninagro y a la Sociedad Rural.
 
Inclusive enumeró una serie de gestiones que pusieron en práctica, según dijo, de manera consensuada, como el fondo de emergencia para Corrientes por los recientes incendios -con una línea de crédito del Banco Nación-; la creación de una mesa política para lidiar con el aumento de los precios internacionales de los combustibles; y las gestiones para “garantizar” la provisión de fertilizantes, uno de los temas que más preocupa a los productores.
 
Desde que arribó a Israel en el marco de la comitiva del viaje de De Pedro con ocho gobernadores y su par de Ciencia, Daniel Filmus, Domínguez tiene un ojo permanente puesto en el conflicto con el sector. De hecho, durante su primer día de actividades, el sábado, fueron los dos ojos. En lugar de participar de la recorrida con sus colegas por los puntos históricos Jerusalén, se quedó en el hotel durante buena parte de la jornada, abocado a “entender” los pedidos, en comunicación con el Presidente para decidir cómo reaccionar.
 
Antes de la marcha, ya había dicho que el productor está fuera de la “renta inesperada”, y había aclarado que no se aumentarán las retenciones, desestimando el reclamo. Pero, a pesar de que la Casa Rosada asoció el tractorazo, directamente, con la oposición, Domínguez se paró en una postura conciliatoria, y ayer también sostuvo que estaría dispuesto a recibir a los grupos de productores que protestan. Por ahora no hubo convocatoria de su parte, se informó, ni un pedido de audiencia por parte de los dirigentes de la manifestación.

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