Trump y su idea de tomar Gaza: una táctica de negociación antes que un plan concreto
Jueves 06 de
Febrero 2025
La Casa Blanca matizó las declaraciones del mandatario luego de la ola de rechazo global a su propuesta de transformar la Franja en "la Riviera de Medio Oriente"
El plan de Donald Trump de tomar la Franja de Gaza para transformarla en “la Riviera de Medio Oriente” todavía estaba fresco cuando Arabia Saudita, el país más influyente y el principal aliado de Estados Unidos en el mundo árabe, fustigó primero la idea con un comunicado largo y contundente que salió en la madrugada de Riyad, cuando ni siquiera había amanecido. La ola de rechazo se extendió después al resto de los países árabes de la región, varias naciones europeas, Rusia, China, los palestinos, Hamas y también las Naciones Unidas.
“A todos les encanta”, retrucó Trump este miércoles por la mañana en el Salón Oval, a contramano de la reacción global.
Aunque la idea de apropiarse de la Franja de Gaza calza con la actitud expansionista que Trump trajo a la Casa Blanca para su segundo mandato –la lista ya incluía a Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá–, está tan alejada de los andariveles por los que transita el mundo que parece más una táctica de negociación, similar a los aranceles que luego quedan en suspenso, que un plan camino a materializarse. Nunca explicó cómo implementaría su idea, o cómo conseguiría la autoridad legal para hacerlo.
“Una cosa que Trump le ha enseñado a todo el mundo es que siempre está jugando al ajedrez mientras todos los demás juegan a las damas”, dijo a LA NACION el gobernador de Texas, Greg Abbott, ante una pregunta sobre la propuesta. “Cualquier que no tome en serio a Trump comete un error”, completó.
La Casa Blanca y los aliados de Trump defendieron el plan como una idea original, innovadora, audaz y visionaria del ”mejor negociador del planeta” para ayudar a estabilizar la región más volátil y conflictiva del planeta y poner fin a décadas de fracasos. “¿Mar-a-Gaza o Gaz-a-Lago?”, resumió en un tuit David Friedman, el embajador de Trump en Israel durante su primer gobierno.
Pero, tal como ha ocurrido con otras ideas lanzadas por Trump de manera imprevista que copan titulares y dejan boquiabierto al planeta, la idea fue acomodándose después a la realidad. Nadie presentó un plan oficial. El secretario de Estado, Marco Rubio, dijo en Guatemala que se trataba de una “oferta única”, “generosa”, sin ánimo hostil, y aclaró que los detalles –si se aceptara– “tendrían que ser resueltos entre múltiples países socios”. El propio Trump, verborrágico como nunca, no volvió a tocar el tema en los dos eventos públicos que tuvo este miércoles en la Casa Blanca. Y su vocera, Karoline Leavitt, se ocupó de retocar algunas de sus declaraciones iniciales.
Trump dijo el martes que si es necesario Estados Unidos “tomará” el control de Gaza, y que la relocalización de los palestinos fuera de la Franja sería “permanente”. Un día después, Leavitt dijo que eso solo ocurriría “temporalmente”. Leavitt dijo además que la reconstrucción, otra idea a la que Trump siempre criticó, incluiría a los “socios regionales” que fulminaron la idea, y los contribuyentes norteamericanos no pondrían dinero. Trump también dejó la puerta abierta a enviar tropas, una idea que se cansó de criticar como candidato, machacando una y otra vez contra las guerras en Irak y Afganistán.
“El presidente no se ha comprometido a poner tropas sobre el terreno en Gaza”, matizó luego Leavitt. “¿Significa que lo descarta?”, se le insistió en su habitual conferencia de prensa. “Lo que estoy diciendo es que el presidente no se ha comprometido a eso todavía. No ha asumido ese compromiso”, fue la respuesta.
Leavitt dijo que el objetivo final de Trump es conseguir una “paz duradera” en Medio Oriente para todos los habitantes de la región. La definicion de locura, apuntó al inicio de su conferencia, es hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado distinto. Y negó de manera tajante que el plan vaya en contra de la política “Estados Unidos, primero” de Trump, o su crítica a las intervenciones de Washington en el extranjero, o el despliegue de tropas en guerras al otro lado del mundo.
“Esta es una idea original. Así es el presidente Trump. Por eso lo eligió el pueblo estadounidense”, dijo Leavitt. “El presidente ha tenido muy, muy claro que Estados Unidos debe participar en este esfuerzo de reconstrucción para garantizar la estabilidad en la región para todos los habitantes. Eso no significa que haya tropas sobre el terreno en Gaza, no significa que los contribuyentes estadounidenses financiarán este esfuerzo, significa que Donald Trump, que es el mejor negociador del planeta, va a fortalecer los acuerdos con nuestros socios en la región”, matizó.
Leavitt también dejó una definición atemporal sobre el espíritu transaccional de Trump, y su tendencia a lanzar ideas sin muchos detalles, y, sobre todo, sin nunca descartar nada del todo, un rasgo que muchos le achacan solo suma incertidumbre e imprevisibilidad al cargo más importante del planeta.
“El presidente es muy bueno cuando hace acuerdos y negocia”, dijo Leavitt. “No descarta nada porque quiere preservar esa palanca en las negociaciones”, definió.
“A todos les encanta”, retrucó Trump este miércoles por la mañana en el Salón Oval, a contramano de la reacción global.
Aunque la idea de apropiarse de la Franja de Gaza calza con la actitud expansionista que Trump trajo a la Casa Blanca para su segundo mandato –la lista ya incluía a Groenlandia, Canadá y el canal de Panamá–, está tan alejada de los andariveles por los que transita el mundo que parece más una táctica de negociación, similar a los aranceles que luego quedan en suspenso, que un plan camino a materializarse. Nunca explicó cómo implementaría su idea, o cómo conseguiría la autoridad legal para hacerlo.
“Una cosa que Trump le ha enseñado a todo el mundo es que siempre está jugando al ajedrez mientras todos los demás juegan a las damas”, dijo a LA NACION el gobernador de Texas, Greg Abbott, ante una pregunta sobre la propuesta. “Cualquier que no tome en serio a Trump comete un error”, completó.
La Casa Blanca y los aliados de Trump defendieron el plan como una idea original, innovadora, audaz y visionaria del ”mejor negociador del planeta” para ayudar a estabilizar la región más volátil y conflictiva del planeta y poner fin a décadas de fracasos. “¿Mar-a-Gaza o Gaz-a-Lago?”, resumió en un tuit David Friedman, el embajador de Trump en Israel durante su primer gobierno.
Sin plan oficial
Pero, tal como ha ocurrido con otras ideas lanzadas por Trump de manera imprevista que copan titulares y dejan boquiabierto al planeta, la idea fue acomodándose después a la realidad. Nadie presentó un plan oficial. El secretario de Estado, Marco Rubio, dijo en Guatemala que se trataba de una “oferta única”, “generosa”, sin ánimo hostil, y aclaró que los detalles –si se aceptara– “tendrían que ser resueltos entre múltiples países socios”. El propio Trump, verborrágico como nunca, no volvió a tocar el tema en los dos eventos públicos que tuvo este miércoles en la Casa Blanca. Y su vocera, Karoline Leavitt, se ocupó de retocar algunas de sus declaraciones iniciales.
Trump dijo el martes que si es necesario Estados Unidos “tomará” el control de Gaza, y que la relocalización de los palestinos fuera de la Franja sería “permanente”. Un día después, Leavitt dijo que eso solo ocurriría “temporalmente”. Leavitt dijo además que la reconstrucción, otra idea a la que Trump siempre criticó, incluiría a los “socios regionales” que fulminaron la idea, y los contribuyentes norteamericanos no pondrían dinero. Trump también dejó la puerta abierta a enviar tropas, una idea que se cansó de criticar como candidato, machacando una y otra vez contra las guerras en Irak y Afganistán.
“El presidente no se ha comprometido a poner tropas sobre el terreno en Gaza”, matizó luego Leavitt. “¿Significa que lo descarta?”, se le insistió en su habitual conferencia de prensa. “Lo que estoy diciendo es que el presidente no se ha comprometido a eso todavía. No ha asumido ese compromiso”, fue la respuesta.
Leavitt dijo que el objetivo final de Trump es conseguir una “paz duradera” en Medio Oriente para todos los habitantes de la región. La definicion de locura, apuntó al inicio de su conferencia, es hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado distinto. Y negó de manera tajante que el plan vaya en contra de la política “Estados Unidos, primero” de Trump, o su crítica a las intervenciones de Washington en el extranjero, o el despliegue de tropas en guerras al otro lado del mundo.
“Esta es una idea original. Así es el presidente Trump. Por eso lo eligió el pueblo estadounidense”, dijo Leavitt. “El presidente ha tenido muy, muy claro que Estados Unidos debe participar en este esfuerzo de reconstrucción para garantizar la estabilidad en la región para todos los habitantes. Eso no significa que haya tropas sobre el terreno en Gaza, no significa que los contribuyentes estadounidenses financiarán este esfuerzo, significa que Donald Trump, que es el mejor negociador del planeta, va a fortalecer los acuerdos con nuestros socios en la región”, matizó.
Leavitt también dejó una definición atemporal sobre el espíritu transaccional de Trump, y su tendencia a lanzar ideas sin muchos detalles, y, sobre todo, sin nunca descartar nada del todo, un rasgo que muchos le achacan solo suma incertidumbre e imprevisibilidad al cargo más importante del planeta.
“El presidente es muy bueno cuando hace acuerdos y negocia”, dijo Leavitt. “No descarta nada porque quiere preservar esa palanca en las negociaciones”, definió.
Con información de
La Nación
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