Seis formas en que el alcohol puede afectar el sistema digestivo
Miércoles 12 de
Febrero 2025
Ante la presencia de síntomas intestinales, reflujo o molestias, los especialistas recomiendan reducir el consumo
Cuando el año pasado The New York Times publicó un artículo sobre las diversas formas en que el alcohol puede alterar tu flora intestinal, la respuesta de los lectores fue abrumadora.
Una persona dijo que, tras dejar el alcohol, sus problemas digestivos prácticamente desaparecieron. Otros dijeron que reducir el consumo de alcohol les ayudó con la hinchazón, el reflujo gástrico, el síndrome de intestino irritable y otros síntomas.
“Algunas personas pueden notar molestias intestinales tras una sola copa, mientras que otras no son conscientes de la conexión entre el alcohol y los problemas intestinales”, señaló Morgan Sendzischew Shane, gastroenteróloga del Sistema de Salud de la Universidad de Miami.
A continuación, seis efectos que el alcohol puede tener en tu salud intestinal.
Las bebidas alcohólicas ácidas (como el vino y la sidra) y las carbonatadas (como la cerveza y algunos cócteles) pueden empeorar los síntomas del reflujo, afirmó Cynthia Hsu, gastroenteróloga y profesora adjunta de medicina de la Universidad de California en San Diego.
Incluso una noche de consumo excesivo de alcohol puede hacer que se inflame la mucosa gástrica, provocando síntomas como náusea, malestar o dolor estomacal por uno o dos días, aseguró Shane.
Beber alcohol provoca que se relajen los músculos del cuerpo, entre ellos la válvula muscular que sirve de compuerta entre el estómago y el esófago. Esto puede causar acidez, dolor y otros síntomas de reflujo, explicó Shane.
El alcohol también puede aumentar el riesgo de hemorragias en el tracto digestivo. En un estudio de 2016 de casi 50.000 hombres estadounidenses, los hombres que consumían una o dos copas al día tuvieron un 67 por ciento más de probabilidades que los que no bebían de desarrollar hemorragias gastrointestinales graves, principalmente por úlceras en el estómago y en la primera parte del intestino delgado.
Cuando consumes alcohol, el estómago absorbe una pequeña cantidad y tus intestinos absorben o descomponen el resto. “Si bebes demasiado de golpe, terminarás con más alcohol de lo habitual mezclado con tu flora intestinal,” explicó Hsu.
El consumo habitual o excesivo de alcohol también puede crear un desequilibrio en los tipos y cantidades de microorganismos en tu intestino, lo que puede contribuir a la hinchazón y las molestias crónicas, aseguró Hsu.
El alcohol arrastra agua al intestino, lo que puede provocar deposiciones blandas, señaló Shane.
También puede afectar los nervios de la pared intestinal que controlan los movimientos del intestino, normalmente acelerándolos y contribuyendo a la diarrea, explicó Gyongyi Szabo, profesora de medicina de la Facultad de Medicina de Harvard.
Beber en exceso también puede causar o exacerbar la intolerancia a la lactosa, pues el alcohol puede dañar las células que fabrican la enzima que descompone los azúcares naturales de la leche, comentó Ali Keshavarzian, gastroenterólogo y profesor de medicina interna de la Universidad Rush de Chicago
Las investigaciones indican que incluso un único episodio de consumo excesivo de alcohol puede hacer que la mucosa intestinal sea más permeable, que “gotee”, afirmó Szabo. Esto puede permitir que las toxinas del intestino se filtren al torrente sanguíneo, lo que causa inflamación en todo el cuerpo, señaló.
En un estudio del laboratorio de Szabo, 25 adultos bebieron suficiente vodka (mezclado con jugo de naranja y fresa) para que sus concentraciones de alcohol en sangre alcanzaran aproximadamente 0,08, el límite para conducir bajo los efectos del alcohol en Estados Unidos.
En enero, Vivek Murthy, el anterior cirujano general de Estados Unidos, advirtió que beber alcohol podía elevar el riesgo de padecer al menos siete tipos de cáncer, incluidos los de boca, garganta, esófago, hígado, colon y recto.
Aun los niveles bajos de consumo de alcohol, como una bebida al día, pueden contribuir al riesgo de cáncer de varias maneras, señaló Keshavarzian, ya que pueden promover procesos nocivos en el organismo que conducen a la inflamación y pueden dañar tu ADN, células y proteínas.
Una persona dijo que, tras dejar el alcohol, sus problemas digestivos prácticamente desaparecieron. Otros dijeron que reducir el consumo de alcohol les ayudó con la hinchazón, el reflujo gástrico, el síndrome de intestino irritable y otros síntomas.
“Algunas personas pueden notar molestias intestinales tras una sola copa, mientras que otras no son conscientes de la conexión entre el alcohol y los problemas intestinales”, señaló Morgan Sendzischew Shane, gastroenteróloga del Sistema de Salud de la Universidad de Miami.
A continuación, seis efectos que el alcohol puede tener en tu salud intestinal.
1. Reflujo gastroesofágico
Las bebidas alcohólicas ácidas (como el vino y la sidra) y las carbonatadas (como la cerveza y algunos cócteles) pueden empeorar los síntomas del reflujo, afirmó Cynthia Hsu, gastroenteróloga y profesora adjunta de medicina de la Universidad de California en San Diego.
2. Inflamación y hemorragia
Incluso una noche de consumo excesivo de alcohol puede hacer que se inflame la mucosa gástrica, provocando síntomas como náusea, malestar o dolor estomacal por uno o dos días, aseguró Shane.
Beber alcohol provoca que se relajen los músculos del cuerpo, entre ellos la válvula muscular que sirve de compuerta entre el estómago y el esófago. Esto puede causar acidez, dolor y otros síntomas de reflujo, explicó Shane.
El alcohol también puede aumentar el riesgo de hemorragias en el tracto digestivo. En un estudio de 2016 de casi 50.000 hombres estadounidenses, los hombres que consumían una o dos copas al día tuvieron un 67 por ciento más de probabilidades que los que no bebían de desarrollar hemorragias gastrointestinales graves, principalmente por úlceras en el estómago y en la primera parte del intestino delgado.
3. Gases e hinchazón
Cuando consumes alcohol, el estómago absorbe una pequeña cantidad y tus intestinos absorben o descomponen el resto. “Si bebes demasiado de golpe, terminarás con más alcohol de lo habitual mezclado con tu flora intestinal,” explicó Hsu.
El consumo habitual o excesivo de alcohol también puede crear un desequilibrio en los tipos y cantidades de microorganismos en tu intestino, lo que puede contribuir a la hinchazón y las molestias crónicas, aseguró Hsu.
4. Hábitos intestinales anormales
El alcohol arrastra agua al intestino, lo que puede provocar deposiciones blandas, señaló Shane.
También puede afectar los nervios de la pared intestinal que controlan los movimientos del intestino, normalmente acelerándolos y contribuyendo a la diarrea, explicó Gyongyi Szabo, profesora de medicina de la Facultad de Medicina de Harvard.
Beber en exceso también puede causar o exacerbar la intolerancia a la lactosa, pues el alcohol puede dañar las células que fabrican la enzima que descompone los azúcares naturales de la leche, comentó Ali Keshavarzian, gastroenterólogo y profesor de medicina interna de la Universidad Rush de Chicago
5. Síndrome del intestino permeable
Las investigaciones indican que incluso un único episodio de consumo excesivo de alcohol puede hacer que la mucosa intestinal sea más permeable, que “gotee”, afirmó Szabo. Esto puede permitir que las toxinas del intestino se filtren al torrente sanguíneo, lo que causa inflamación en todo el cuerpo, señaló.
En un estudio del laboratorio de Szabo, 25 adultos bebieron suficiente vodka (mezclado con jugo de naranja y fresa) para que sus concentraciones de alcohol en sangre alcanzaran aproximadamente 0,08, el límite para conducir bajo los efectos del alcohol en Estados Unidos.
6. Riesgo de cáncer
En enero, Vivek Murthy, el anterior cirujano general de Estados Unidos, advirtió que beber alcohol podía elevar el riesgo de padecer al menos siete tipos de cáncer, incluidos los de boca, garganta, esófago, hígado, colon y recto.
Aun los niveles bajos de consumo de alcohol, como una bebida al día, pueden contribuir al riesgo de cáncer de varias maneras, señaló Keshavarzian, ya que pueden promover procesos nocivos en el organismo que conducen a la inflamación y pueden dañar tu ADN, células y proteínas.
Con información de
Infobae

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