"Guerra informativa": diplomáticos y expertos debatieron cómo frenar la desinformación
Martes 13 de
Mayo 2025
En el foro internacional sobre Desinformación, diplomáticos europeos, periodistas y especialistas en fact-checking debatieron sobre el uso de contenido falso y los ataques cibernéticos como arma de guerra. La deslegitimación del periodismo.
La globalización, un proceso marca el tempo del siglo XXI, está atravesado por actores internacionales cada vez más interconectados. En las últimas décadas el ciberespacio se convirtió en el centro de la disputa geopolítica en sintonía con el avance de la globalización, que marca una interconectividad inédita entre actores internacionales. La situación, por tanto, no escapa a las amenazas híbridas, entre ellas la desinformación cuando se usa como arma de guerra o mecanismo para interferir en los asuntos internos de otros países de manera maliciosa.
Así, la desinformación, sea intencional o no, se convirtió en una de las principales amenazas a la estabilidad de las democracias liberales. El Foro de Desinformación 2024, que se celebró el 19 de abril en el Centro Cultural Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires, reunió a diplomáticos y expertos internacionales para analizar las estrategias para combatir este fenómeno teniendo en cuenta uno de los pilares fundamentales del sistema democrático: la libertad de expresión.
Pero cuidar ese derecho incluye, paralelamente, encontrar el justo equilibrio para evitar la censura, lo que constituye uno de los principales desafíos de los entes que promueven la verdad, como el periodismo. El oficio, en tanto, atraviesa la "peor crisis de su historia", según uno de los exponentes, y de mínima un proceso de "deslegitimación" por parte de ciertos sectores, incluido el Ejecutivo nacional.
En el marco de una crisis informativa global, la pelea por el dominio y seguridad del ciberespacio se posicionó como una prioridad para muchas naciones, especialmente en el contexto de elecciones y procesos políticos clave donde las fronteras son más porosas.
La apertura del foro estuvo a cargo de Laura Alonso, portavoz del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, quien subrayó que la desinformación "envenena la convivencia democrática". Alonso destacó que la Ciudad de Buenos Aires está comprometida con la defensa de los valores democráticos, el respeto por la disidencia y la libertad de expresión, e instó a trabajar en conjunto para prevenir la manipulación de la información por parte de "actores malignos". En sus palabras, "la fabricación de la verdad" por actores externos contamina el debate público y mina la confianza en las instituciones democráticas.
En ese contexto, la exdiputada resaltó la importancia de un periodismo independiente y profesional, que actúe con ética, rigor y cuestionamientos incómodos hacia el poder. "Es fundamental que los periodistas sigan ejerciendo su trabajo con autonomía, sin ser víctimas de mentiras, insultos o descalificaciones", expresó.
Esta declaración resuena con las preocupaciones sobre la creciente deslegitimación del periodismo por parte del entorno del presidente Javier Milei, con sus ataques periódicos al periodismo y a periodistas de manera individual. Recientemente, demandó por "calumnias e injurias" a los periodistas Ari Lijalad, Carlos Pagni y Viviana Canosa, que integran ahora la lista de perseguidos encabezada por el periodista de Clarín, Alejandro Alfie, cuya causa ya tramita tribunales.
"El Gobierno está aplicando mecanismos de desinformación a través del ataque al periodismo profesional con su aparato de comunicación estatal y paraestatal que busca restringir la libertad de expresión y de prensa", sostuvo Alfie desde el CCR, ante una consulta de este medio.
A lo largo del foro, uno de los puntos clave fue la creciente intervención de actores extranjeros en los procesos democráticos a través de la manipulación informativa. Stewart Ross Wheeler, embajador de Canadá, relató cómo su país fue blanco de interferencia extranjera en sus elecciones federales de 2019 y 2021.
Wheeler afirmó que "la interferencia extranjera es una amenaza real" y explicó cómo actores maliciosos, utilizando el ciberespacio, intentaron socavar la soberanía canadiense en las últimas elecciones legislativas y polarizar aún más a su sociedad. Aunque se mantuvo la integridad de los comicios, el gobierno canadiense implementó nuevas medidas para reforzar sus instituciones democráticas, conscientes de que la amenaza persiste.
Por su parte, Yurii Klymenko, embajador de Ucrania, sostuvo que "Rusia ha convertido la información en un arma". Desde 2014, indicó el representante de Volodímir Zelenski en Argentina, Ucrania sufrió no solo una agresión militar, sino también una "guerra informativa" sistemática por parte de la Federación Rusa.
Según Klymenko, las campañas de desinformación rusas no solo buscan deslegitimar al gobierno ucraniano, sino también deshumanizar al pueblo ucraniano y justificar actos de violencia, incluidos crímenes de guerra y genocidio. Para Klymenko, la cooperación internacional es esencial para enfrentar estos ataques, y subrayó la necesidad de compartir experiencias y fortalecer las capacidades de defensa en el ciberespacio.
Pelayo Castro Zuzuárregui, representante de la Unión Europea, también abordó este tema y destacó que la desinformación es una herramienta utilizada por gobiernos autoritarios para "explotar divisiones internas, erosionar la confianza en las instituciones democráticas y, en última instancia, polarizar las sociedades". El diplomático español advirtió que no se trata solo de un fenómeno aislado, sino de una estrategia sistemática, dirigida principalmente desde gobiernos extranjeros, para manipular el espacio informativo y afectar decisiones soberanas.
En el marco del foro, se discutió la naturaleza compleja de la desinformación, que no puede entenderse como un fenómeno homogéneo. En el primer panel, Amador Sánchez Rico, embajador de la Unión Europea en Argentina, explicó que la desinformación busca principalmente "polarizar sociedades y explotar momentos de crisis, como elecciones". A su juicio, no se trata de un ataque aislado, sino de esfuerzos estratégicos y coordinados que tienen el objetivo de debilitar la confianza en el proceso democrático y dar más poder a las voces extremistas.
Sánchez Rico enfatizó que "no significa censurar o vigilar ideas, sino proteger y garantizar las condiciones para que florezca un debate libre y transparente". Esta visión se aleja de las prácticas autoritarias de censura y se enfoca en proteger el espacio informativo para que las mentiras sean desmentidas a través de una mayor transparencia y acceso a la información.
Paola Tubaro, experta francesa en desinformación, añadió una dimensión crucial al debate al señalar que no todas las formas de desinformación son iguales. "Existen contenidos falsos que se difunden con la intención de causar daño, y otros que, aunque son falsos, se difunden sin malicia, por error", explicó.
Tubaro destacó la importancia de entender el contexto en el que se difunden estos contenidos, así como el beneficio económico —de los dueños de las redes sociales— que permite que la desinformación se haga viral. "El modelo de negocio de internet premia la atención, y esto alimenta la difusión de contenidos problemáticos", añadió. Esta observación pone de relieve un aspecto esencial: la desinformación no solo es un fenómeno político, sino también económico.
Uno de los temas más relevantes en el foro fue el impacto de las nuevas tecnologías, especialmente la inteligencia artificial (IA), en la propagación de la desinformación. Claudio Jacquelin, vicepresidente de FOPEA y periodista de La Nación, señaló que las tecnologías actuales, como la IA y las redes sociales, "nos hacen dudar no solo de la interpretación de los hechos, sino incluso de si los hechos ocurrieron". Este es un aspecto fundamental, ya que la creación y difusión de noticias falsas se tornó tan sofisticada que es difícil distinguir entre lo real y lo manipulado.
Jacquelin advirtió sobre el peligro de la deslegitimación sistemática del periodismo, un fenómeno que afecta directamente la confianza de la sociedad en los medios. En su intervención, destacó que "el periodismo profesional es un actor esencial para la libertad cívica y la actividad democrática". Sin embargo, lamentó que los periodistas profesionales, en especial aquellos que cuestionan al poder o revelan informaciones incómodas, sean atacados constantemente, mientras que los medios que se alinean con narrativas polarizantes gozan de mayor visibilidad. Según Jacquelin, este ataque constante a los periodistas profesionales, sumado a una situación de precarización y multitrabajo, refleja "quizás la peor crisis de la historia del periodismo moderno", una crisis que pone en riesgo la democracia misma.
A pesar de la magnitud del desafío, el foro también destacó que la solución a la desinformación no pasa por la censura ni la restricción de la libertad de expresión. En palabras de Tomas Napolitano, jefe de misión adjunto de la Embajada de Francia, "la desinformación es un fenómeno transnacional que se propaga rápidamente a través de las redes sociales".
Por ello, subrayó que "la única respuesta legítima a la mentira debe ser más información". Este principio, en el que coincidieron muchos de los participantes, implica fortalecer la alfabetización mediática, promover la transparencia y el acceso a información verificada, y fomentar una mayor cooperación internacional.
Así, la desinformación, sea intencional o no, se convirtió en una de las principales amenazas a la estabilidad de las democracias liberales. El Foro de Desinformación 2024, que se celebró el 19 de abril en el Centro Cultural Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires, reunió a diplomáticos y expertos internacionales para analizar las estrategias para combatir este fenómeno teniendo en cuenta uno de los pilares fundamentales del sistema democrático: la libertad de expresión.
Pero cuidar ese derecho incluye, paralelamente, encontrar el justo equilibrio para evitar la censura, lo que constituye uno de los principales desafíos de los entes que promueven la verdad, como el periodismo. El oficio, en tanto, atraviesa la "peor crisis de su historia", según uno de los exponentes, y de mínima un proceso de "deslegitimación" por parte de ciertos sectores, incluido el Ejecutivo nacional.
En el marco de una crisis informativa global, la pelea por el dominio y seguridad del ciberespacio se posicionó como una prioridad para muchas naciones, especialmente en el contexto de elecciones y procesos políticos clave donde las fronteras son más porosas.
La desinformación como veneno para la democracia
La apertura del foro estuvo a cargo de Laura Alonso, portavoz del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, quien subrayó que la desinformación "envenena la convivencia democrática". Alonso destacó que la Ciudad de Buenos Aires está comprometida con la defensa de los valores democráticos, el respeto por la disidencia y la libertad de expresión, e instó a trabajar en conjunto para prevenir la manipulación de la información por parte de "actores malignos". En sus palabras, "la fabricación de la verdad" por actores externos contamina el debate público y mina la confianza en las instituciones democráticas.
En ese contexto, la exdiputada resaltó la importancia de un periodismo independiente y profesional, que actúe con ética, rigor y cuestionamientos incómodos hacia el poder. "Es fundamental que los periodistas sigan ejerciendo su trabajo con autonomía, sin ser víctimas de mentiras, insultos o descalificaciones", expresó.
Esta declaración resuena con las preocupaciones sobre la creciente deslegitimación del periodismo por parte del entorno del presidente Javier Milei, con sus ataques periódicos al periodismo y a periodistas de manera individual. Recientemente, demandó por "calumnias e injurias" a los periodistas Ari Lijalad, Carlos Pagni y Viviana Canosa, que integran ahora la lista de perseguidos encabezada por el periodista de Clarín, Alejandro Alfie, cuya causa ya tramita tribunales.
"El Gobierno está aplicando mecanismos de desinformación a través del ataque al periodismo profesional con su aparato de comunicación estatal y paraestatal que busca restringir la libertad de expresión y de prensa", sostuvo Alfie desde el CCR, ante una consulta de este medio.
"Guerra informativa": la injerencia de actores extranjeros en el ciberespacio
A lo largo del foro, uno de los puntos clave fue la creciente intervención de actores extranjeros en los procesos democráticos a través de la manipulación informativa. Stewart Ross Wheeler, embajador de Canadá, relató cómo su país fue blanco de interferencia extranjera en sus elecciones federales de 2019 y 2021.
Wheeler afirmó que "la interferencia extranjera es una amenaza real" y explicó cómo actores maliciosos, utilizando el ciberespacio, intentaron socavar la soberanía canadiense en las últimas elecciones legislativas y polarizar aún más a su sociedad. Aunque se mantuvo la integridad de los comicios, el gobierno canadiense implementó nuevas medidas para reforzar sus instituciones democráticas, conscientes de que la amenaza persiste.
Por su parte, Yurii Klymenko, embajador de Ucrania, sostuvo que "Rusia ha convertido la información en un arma". Desde 2014, indicó el representante de Volodímir Zelenski en Argentina, Ucrania sufrió no solo una agresión militar, sino también una "guerra informativa" sistemática por parte de la Federación Rusa.
Según Klymenko, las campañas de desinformación rusas no solo buscan deslegitimar al gobierno ucraniano, sino también deshumanizar al pueblo ucraniano y justificar actos de violencia, incluidos crímenes de guerra y genocidio. Para Klymenko, la cooperación internacional es esencial para enfrentar estos ataques, y subrayó la necesidad de compartir experiencias y fortalecer las capacidades de defensa en el ciberespacio.
Pelayo Castro Zuzuárregui, representante de la Unión Europea, también abordó este tema y destacó que la desinformación es una herramienta utilizada por gobiernos autoritarios para "explotar divisiones internas, erosionar la confianza en las instituciones democráticas y, en última instancia, polarizar las sociedades". El diplomático español advirtió que no se trata solo de un fenómeno aislado, sino de una estrategia sistemática, dirigida principalmente desde gobiernos extranjeros, para manipular el espacio informativo y afectar decisiones soberanas.
La desinformación: un fenómeno global
En el marco del foro, se discutió la naturaleza compleja de la desinformación, que no puede entenderse como un fenómeno homogéneo. En el primer panel, Amador Sánchez Rico, embajador de la Unión Europea en Argentina, explicó que la desinformación busca principalmente "polarizar sociedades y explotar momentos de crisis, como elecciones". A su juicio, no se trata de un ataque aislado, sino de esfuerzos estratégicos y coordinados que tienen el objetivo de debilitar la confianza en el proceso democrático y dar más poder a las voces extremistas.
Sánchez Rico enfatizó que "no significa censurar o vigilar ideas, sino proteger y garantizar las condiciones para que florezca un debate libre y transparente". Esta visión se aleja de las prácticas autoritarias de censura y se enfoca en proteger el espacio informativo para que las mentiras sean desmentidas a través de una mayor transparencia y acceso a la información.
Paola Tubaro, experta francesa en desinformación, añadió una dimensión crucial al debate al señalar que no todas las formas de desinformación son iguales. "Existen contenidos falsos que se difunden con la intención de causar daño, y otros que, aunque son falsos, se difunden sin malicia, por error", explicó.
Tubaro destacó la importancia de entender el contexto en el que se difunden estos contenidos, así como el beneficio económico —de los dueños de las redes sociales— que permite que la desinformación se haga viral. "El modelo de negocio de internet premia la atención, y esto alimenta la difusión de contenidos problemáticos", añadió. Esta observación pone de relieve un aspecto esencial: la desinformación no solo es un fenómeno político, sino también económico.
El impacto de la inteligencia artificial y la crisis del periodismo profesional
Uno de los temas más relevantes en el foro fue el impacto de las nuevas tecnologías, especialmente la inteligencia artificial (IA), en la propagación de la desinformación. Claudio Jacquelin, vicepresidente de FOPEA y periodista de La Nación, señaló que las tecnologías actuales, como la IA y las redes sociales, "nos hacen dudar no solo de la interpretación de los hechos, sino incluso de si los hechos ocurrieron". Este es un aspecto fundamental, ya que la creación y difusión de noticias falsas se tornó tan sofisticada que es difícil distinguir entre lo real y lo manipulado.
Jacquelin advirtió sobre el peligro de la deslegitimación sistemática del periodismo, un fenómeno que afecta directamente la confianza de la sociedad en los medios. En su intervención, destacó que "el periodismo profesional es un actor esencial para la libertad cívica y la actividad democrática". Sin embargo, lamentó que los periodistas profesionales, en especial aquellos que cuestionan al poder o revelan informaciones incómodas, sean atacados constantemente, mientras que los medios que se alinean con narrativas polarizantes gozan de mayor visibilidad. Según Jacquelin, este ataque constante a los periodistas profesionales, sumado a una situación de precarización y multitrabajo, refleja "quizás la peor crisis de la historia del periodismo moderno", una crisis que pone en riesgo la democracia misma.
Libertad de expresión versus censura
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Con información de
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