Escuela en casa, la opción quienes quieren una educación diferente

¿Qué pasa con aquellas familias que no han encontrado una escuela que satisfaga sus expectativas? ¿Qué opciones existen para quienes no desean exponer a sus hijos a situaciones que hoy aparecen, con más o menos frecuencia, en los establecimientos educativos? Según la docente Paula Lago cada vez son más las familias que optan por la “escuela en casa” (término que deviene del inglés homeschooling). Lago, una profesora de lengua e inglés de 43 años que ha dedicado los últimos tres a educar a sus hijos en casa, dialogó con Diario UNO sobre los beneficios de esa modalidad y las razones por las cuales cada vez más familias la eligen. De hecho, el 10 de abril dará una charla en Santa Fe –en la asociación Tinkunaco, General Paz 4532–, ya que fue convocada por el interés que esa alternativa ha generado en varias personas.
Para la educadora tomar la decisión de enseñar en casa a sus hijos fue parte de un proceso de desencantamiento de la escuela. “Yo fui docente durante 20 años y veía que los chicos llegaban al secundario abúlicos y sin ganas de estudiar. Si tengo que ser honesta, mi propia experiencia escolar fue compleja, siempre fui muy autodidacta”, reconoció. Y agregó: “De a poco fui viendo que mis hijos no la pasaban bien en la escuela. Había mucha violencia, se repetían los temas que daban y cambiaban de maestra varias veces en el año. Más allá de que ellos ya no querían ir más, lo que me decidió fue que mi nena tuvo una experiencia muy fea cuando una profesora de inglés la humilló. Ahí empecé a buscar escuelas alternativas”. La investigación la llevó a contactar a algunas familias que hacían “escuela en casa” en la Argentina, una modalidad que ella solo había visto, a través de las películas, que se implementaba en Estados Unidos. Fue así que hace tres años se decidió por esa alternativa para sus hijos que, en ese momento, tenían cuatro y ocho años. Una de las primeras dudas que surge en torno a la escuela en casa es la legalidad en el marco de un sistema educativo que establece la obligatoriedad de la escolarización entre la sala de cuatro años y el último año de la secundaria. “Es legal, pero no está regulado. Por eso, cuando uno quiere hacerlo, la mayoría lo primero que te dice es que es ilegal. La ley nacional dice, por momentos, que la educación es obligatoria y, en otros, que la escolarización lo es. Eso es contradictorio porque no es lo mismo educar que ir a la escuela”, subrayó Lago. Por eso, explicó que se basan en dos artículos de la Constitución Nacional uno que establece que enseñar y aprender es un derecho (artículo 14) y otro que marca que nadie está privado de hacer lo que la ley no prohíbe (artículo 19). “Entonces, como no está prohibido hacer escuela en casa, por ninguna ley, eso nos ampara. Por otro lado, la ley de educación nacional retoma lo que dice la declaración de los derechos humanos que es que los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos”, acotó. De todas maneras, para quienes desean estudiar en una universidad o necesiten acreditar sus conocimientos para acceder a un trabajo, el estudiar en casa supone también contar con alguna institución que permita validar los conocimientos. Al respecto, la educadora explicó que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se habilita a todas las personas del país, e incluso a los extranjeros, a rendir libre cada uno de los años de la primaria y la secundaria. También dijo que existen propuestas similares en otras provincias. Sin embargo, en Santa Fe no es posible rendir ningún año libre si el alumno no está inscripto en alguna escuela. Para sus hijos Lago optó por acreditar conocimientos en una escuela estadounidense que le permite rendir a distancia y entrega un título que debe ser revalidado en la Argentina, pero que tiene reconocimiento también fuera del país. “Quienes no estamos interesados en los contenidos que tiene el plan nacional optamos por hacer la acreditación a distancia con colegios norteamericanos”, detalló y agregó que el costo, muchas veces, es menor al de la cuota de un colegio privado en la Argentina ya que puede rondar los 325 dólares anuales por grupo familiar. En ese sentido, compartió que hubo casos en los que las familias han sido convocadas a declarar o visitadas por asistentes sociales. “No hay que tener miedo. El Estado tiene que asegurarse de que los niños y adolescentes estén bien. Hubo un solo caso que llegó a la Justicia y fue desestimado porque se comprobó que los chicos no solo estaban aprendiendo, sino que tenían más conocimientos que los exigidos en la escuela de acuerdo a su edad”, detalló. Un día de clases
La especialista en escuela en casa contó que a los pocos meses de empezar con esa modalidad decidió dejar de trabajar fuera de casa y dedicarse íntegramente a sus hijos y a la difusión de la escuela en casa. Sobre la organización del día de clases, Lago contó que ella elige ir acomodando los temas a los intereses que van surgiendo en sus hijos. De esa manera, por ejemplo, cuando los chicos se interesaron en la cultura de los antiguos egipcios abordaron algunos temas en inglés y tomaron las pirámides como disparadores para aprender matemática. Pero también contó que hay otras familias que optan por planificar las clases de acuerdo a los planes de estudio de determinada institución e, incluso, utilizar los mismos libros de textos. En todos los casos reconoció que los resultados son mejores a los que se pueden ver en la escuela tradicional porque los chicos tienen una atención más personalizada y eso genera que en menos tiempo se aprenda más que en un aula con 30 niños que tienen distintos procesos. De todas maneras aclaró que no es necesario que alguno de los padres deje de trabajar fuera de casa para implementar el homeschooling. “Normalmente, si los dos padres tienen trabajos de tiempo completo deben contratar a alguien que cuide a los hijos, por lo que eso no cambia. Y la escuela en casa te permite mayor flexibilidad en los horarios. En lugar de definir un momento fijo de lunes a viernes podés estudiar un sábado o un domingo o encontrar otro momento. Al principio los padres pueden no saber cómo organizarse, pero una vez que le enganchás la vuelta ya está”, dijo.
Niñas y niños más abiertos
El valor de la escuela como espacio de socialización es otra de las ideas que el homeschooling pone en crisis. Es importante tener en cuenta que quienes practican esa modalidad suelen estar en contacto y formar comunidades con otras familias que han optado por educar en casa. Eso promueve un intercambio frecuente. De hecho es habitual que se organicen periódicamente encuentros entre los chicos para realizar actividades o experiencias entre todos, independientemente de la edad. “En la escuela los chicos se acostumbran a relacionarse solo con compañeros de su misma edad”, indicó Lago y agregó: “Mis hijos pueden hacerlo con personas de todas las edades. A sus cumpleaños vienen desde nenes de dos años hasta adolescentes de 15 y juegan todos juntos”. Ella complementa la formación de sus niños con clases de música y la asistencia a un club. “La escuela no es el único lugar en el que conocen amigos”, resaltó. Además indicó que estudiar en casa permite que sus hijos tengan más tiempo para dedicarse a otros intereses que, si estuvieran cuatro o seis horas institucionalizados, no podrían hacer. “Es cierto que el chico tiene que estar con otros chicos, pero no es bueno que se acostumbren a estar solo con gente de su edad porque en la vida uno se relaciona con mucha gente de distintas edades. Así empiezan a tener una valoración de la colaboración diferente a la del colegio. Hay más respeto a los demás”, evaluó. Desencantamiento
Para Lago, al igual que para muchas familias que eligen esa modalidad, la decisión no tiene que ver con la sobreprotección de sus hijos sino con una percepción negativa de lo que la escuela tradicional tiene para ofrecer hoy. “Uno de los temas que más desencanta a las familias de la escuela es que hay mucha violencia escolar. Antes era algo que ocurría solo en las grandes ciudades, pero hoy me contactan de pueblos chiquitos para decirme que pasa lo mismo. Hay muchas agresiones verbales y físicas; maestros que faltan o que están todo el tiempo con licencias; y chicos que empiezan a tener problemas físicos y emocionales”, contó. Y ejemplificó: “Mi nena se vivía enfermando. Yo la saqué del colegio y no se enfermó nunca más. Hay padres a los que determinadas situaciones les despierta alarma. No es fácil que tu hijo se arrastre llorando porque no quiere ir al colegio. Hay cosas que no podés ignorar”. Además señaló que la escuela de hoy no es la misma de hace algunos años y evaluó que no se han sabido actualizar los contenidos para acompañar el desarrollo de las tecnologías y las nuevas formas de aprendizaje que tienen los niños y adolescentes de este siglo. “Los contenidos que te dan y cómo te los dan, hoy los buscás en Google. Tendrían que trabajar otro tipo de habilidades como la programación o el desarrollo científico que son cosas que los chicos no saben cuando salen del colegio. Hay adolescentes que salen sin saber leer del secundario, no pueden interpretar un texto”, lamentó. De todas maneras, la educadora indicó que la escuela en casa no es para cualquier familia y que quienes quieran optar por esa modalidad deben hacerlo después de informarse y entender bien de qué se trata. Por eso instó a los interesados a asesorarse y a no tener miedo, pero a ser conscientes del tiempo y la constancia que requiere. “Hay muchos padres que mandan a sus hijos al colegio porque no los aguantan en la casa –sostuvo. Con lo cual no sé para qué son padres. Si vos comparás son más los padres que sufren las vacaciones porque no saben qué hacer con sus chicos en casa que los que tienen miedo de que el chico salga al mundo. De todas maneras, la escuela no es «el mundo» es el lugar en el que están encerrados dentro de una burbuja”. Por último descartó que la opción del homeschooling tenga que ver con la resistencia de algunas familias a que sus hijos aprendan determinados contenidos de la currícula como la educación sexual integral (ESI); aunque reivindicó la posibilidad de que las familias puedan oponerse a determinados contenidos pese a que los mismos se basen en el derecho de niñas, niños y adolescentes a tener información segura. “Puede sonar feo, pero en mi época tampoco me hablaban de sexualidad porque lo que no aprendés con tu papá, tu mamá o en la escuela, lo hacés con un amigo, un primo o con otra persona. Alguien siempre te abre los ojos, lo que no quiere decir que esté bien”, dijo. Y siguió: “Me parece que, en un tema tan delicado, sí es derecho de los padres elegir cómo explicarlo. Hay muchas cosas sobre las que las escuelas se manejan con la idea de que «esto tiene que ser así» y eso puede ir contra la creencia o la religión de muchas familias. De todas maneras, no conozco familias que hayan tomado la decisión por esa razón”.