Dar clases en demasiadas escuelas

Sábado 05 de Septiembre 2015

Corren de una escuela a la otra para juntar la cantidad de horas necesarias para poder llegar a fin de mes; además de la pérdida de tiempo, el estrés y el cansancio incide en su capacidad de enseñar

Taxi es lo que menos usan. No les da el presupuesto. Pero alguien les puso ese nombre y quedó. Docentes "taxi". Porque van de acá para allá, corriendo, traspirando, de una escuela a la otra. Tratando de juntar las horas - y los pesos - necesarios para llegar a fin de mes. Lo hacen en transporte público (subte, colectivo, tren, metrobus) aunque eso implique lidiar con la incertidumbre cotidiana de no saber cuándo van a llegar. En la provincia de Buenos Aires, las distancias son más largas y menos las opciones de movilidad. Algunos, deciden hacer un esfuerzo extra por comprar un auto y ganar en independencia.
 
Llegan sobre la hora. Van directo al aula. Dan clase. El timbre les avisa que los espera otro destino. Otros alumnos. Otros contenidos. A veces, en la otra punta de la ciudad (o de la provincia). Van dejando su estela por las escuelas secundarias y los profesorados sin poder hacer pie en ningún lado. A la noche, se arrastran hasta los colegios nocturnos con el resto que les queda. Arman, como pueden, un tetris entre su vida laboral y personal. Porque además, tienen que ocuparse de sus casas, de sus hijos, de sus relaciones de pareja. El celular es su único contacto permanente con el mundo, sin el cual no podrían organizar el resto de sus roles: ser padres, tutores, amas de casa, hermanos, hijos y también docentes a la distancia.
 
¿Cuántos son? No se sabe. El último Censo Nacional Docente de 2004 decía que el 15,9% de los docentes trabajaba en más de 3 colegios. Eso quiere decir: alrededor de 20.000.
 
Para Claudia Romero, Directora del Área de Educación de la Universidad Torcuato Di Tella, uno de los problemas más graves del nivel secundario es cómo está organizado el trabajo docente. "La designación de profesores por materia y por sección determina que deban acumular horas de clase para tener un ingreso razonable. Eso lleva a una sobrecarga de trabajo que deteriora no sólo la calidad de la enseñanza sino la salud psíquica y física de los profesores, genera falta de sentido y hastío, ya que a cada hora de clase dictada se le deben sumar horas de preparación y evaluación no rentadas. El profesor "taxi" es la materialización de una concepción fragmentada del currículum y de la evidente proletarización del trabajo docente".
 
En esta carrera contra el tiempo, el tráfico y los imprevistos, ¿en qué lugar queda la educación? Definitivamente, relegada. ¿Cuánto afecta el estrés y el cansancio la capacidad de enseñar de estos docentes y, en consecuencia, la calidad de los aprendizajes de los alumnos? Todos los involucrados señalan que demasiado.
 
Hernán Blanco es docente de Lengua y Literatura en nueve escuelas secundarias de Tigre y Don Torcuato. De éstas, sólo 12 horas las ejerce como titular y las demás lo hace como suplente o provisional. Su vida transcurre más en el auto que en el aula. Tanto que lo siente su segundo hogar. A veces tiene sólo 20 minutos para llegar de una escuela a la otra y almuerza en el trayecto. "Justo ahora empecé a hacer una dieta y se hace difícil. Me traje un yogur para comer en el auto. Andamos de acá para allá. Por suerte, yo ya tenía auto cuando arranqué con esto de ser docente "taxi". Tenés que tener todo milimetrado. A veces tenés días muy incómodos. Es un trabajo que uno hace por horas y va armando módulos. Damos clases y nos vamos, damos clases y nos vamos. Ese tiempo que estoy viajando si estuviera en la escuela, lo podría dedicar a estar con los directivos o planificar algo", dice este docente de 37 años, con 3 hijos, que pone en evidencia una de las principales consecuencias de esta modalidad: los docentes no pueden desarrollar sentido de pertenencia con las escuelas ni participar de la estrategia pedagógica.
 
Este es el núcleo central del problema también para Silvia Paz Illobre, presidenta de la Fundación Lúminis: "lo más preocupante es la imposibilidad de generar equipos de trabajo. Si vos no tenés una adscripción a la institución y sentido de pertenencia, es muy difícil que puedas trabajar imbuido en las problemáticas de los alumnos y la institución o cumplir con los proyectos pedagógicos de cada lugar. La tarea pedagógica incluye mucho más que dar una determinada cantidad de horas de clase. La actual estructura impide que el profesor tenga horas dedicadas a planificación, al trabajo con sus colegas, a realizar consultas al equipo directivo o reuniones con profesores de distintas disciplinas".
 
Porque ser docente es dar clases pero también es conocer a sus alumnos, pensar las mejores estrategias pedagógicas para cada uno, acompañarlos en su ritmo de aprendizaje, hacer prueba y error, charlar con otros profesores, organizar actividades conjuntas. Por eso, Illobre también remarca el hecho de que hoy en día los cargos docentes no incluyen el tiempo para hacer tutorías porque no está contemplado dentro de la designación del cargo. "Hoy sólo se considera al trabajo docente como el dictado de clases. Y encima el tiempo de viaje genera una pérdida de horas que se podrían aplicar a la tarea pedagógica".
 
Florencia Mezzadra y Cecilia Veleda - investigadoras de Cippec- sostienen en su libro Apostar a la Docencia que un desafío significativo para el sistema educativo argentino es la retención de los docentes en una misma escuela durante períodos prolongados , ya que las tasas de rotación son muy altas. En 2004, las escuelas tenían en promedio un cuarto de sus docentes con menos de un año de antigüedad y casi la mitad (48%) con cinco años o menos . La "volatilidad" de los docentes es muy nociva para los procesos pedagógicos escolares, ya que impide construir equipos comprometidos con el proyecto institucional.
 
Pero además de que sus alumnos aprendan, a Blanco - vive en Don Torcuato - le preocupan otras cosas. Como llegar a tiempo a hacer la posta con su mujer para ocuparse de sus hijos, poder llevarlos a sus actividades y volver a otro colegio. "Estamos con una organización milimétrica. El lunes arranco a dar clases a las 7:30 y termino a las 22:30. Son cinco escuelas en el mismo día. A la noche tengo una sola en la que me quedo toda la noche. Es como cierra. Capaz después tenés el martes más tranquilo", dice Blanco, que hace sólo 5 años que es docente.
 
A Blanco - como al resto de los docentes - lo inquieta el hecho de que con todas estas corridas llega a juntar cerca de $10.000 por mes y tiene alrededor de $2000 de gastos en viáticos porque tiene un auto a nafta. "Sin auto yo no podría llegar a estas escuelas de ninguna manera . Acá uno trabaja de más porque necesita juntar más plata. Después de las 20 horas, ya empezás a cobrar menos. Entonces tampoco te rinde. Porque con todo lo que tenés que viajar, empezás a cambiar plata", agrega.
 
Blanco tiene cerca de 200 alumnos. Confiesa que recién después de la segunda mitad del año es que empieza a saber sus nombres y conocerlos. En general recuerda a los más revoltosos y los que se llevan todos los retos. "Es injusto, pero es así", se lamenta Blanco.
 
Es jueves por la mañana. En la Escuela N° 13, de Los Troncos, Tigre, los tres días seguidos de lluvia torrencial que hicieron inundar a la provincia de Buenos Aires, hacen que no tenga alumnos. Otro día perdido. "A los chicos es difícil ganarlos aunque el vínculo que se arma es increíble. Esto es una apuesta diaria. Un viernes sentís que le agarraste la mano y el lunes es como un empezar de nuevo. Entonces todos los días tenés que revalidar estrategias. Yo tengo un programa y muchas veces tengo que bajar diez escalones para que mis alumnos puedan entender", agrega Blanco, quien es consciente de que tanto traslado, además de hacerle perder tiempo, aumenta el riesgo de accidentes.
 
Su sueño es poder trabajar cuatro horas a la mañana y cuatro horas a la tarde en la misma escuela. O por lo menor en una a la mañana y en otra a la tarde. Y que mejoren las condiciones edilicias y materiales de las escuelas. "Arrancás el lunes rozagante con la sensación de que te vas a comer el mundo y las dificultades que tenés te van sacando la energía. Se cae el techo, no hay pizarrón, ni tizas o sillas. Hay cursos en los que tenés que jugar al juego de la silla y ver en otras aulas si hay sillas vacías porque faltaron alumnos y agarrarlas. Las bibliotecas están cerradas. No hay televisor. Por ejemplo, estoy dando clases en un colegio container porque están arreglando el edificio y en verano nos cocinamos. Todo lo que te puedas imaginar y más", explica este docente que llega a los viernes exhausto, con el último suspiro. "Con este sistema uno tiene menos energía para preparar la clase, menos paciencia. Uno llega al viernes fastidiado con la vida, con el tanque vacío. Yo veo que se subestima el trabajo del docente pero es fundamental por las marcas que deja. Todos recordamos a los buenos profesores, por lo que nos enseñaron y ayudaron. Más hoy que si uno se compromete hace mucho más que el trabajo de profesor. Hace también de padre, de tío, de amigo, de compañero".
 
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Mezzadra y Veleda afirman que prestigiar la docencia exige ofrecer condiciones de trabajo dignas y estimulantes, que faciliten la tarea de los docentes en ejercicio y permitan convocar nuevos candidatos competentes . Entre ellas, el salario ocupa un lugar central. Las remuneraciones deben reflejar la gran responsabilidad de la función y las calificaciones requeridas, además de habilitar un estándar de vida razonable, con acceso al mundo de la cultura. Sostienen, que solventar en forma sostenida la masa presupuestaria de los salarios es uno de los mayores desafíos fiscales de los gobiernos, y en muchas oportunidades es fuente de grandes conflictos.
 
En este sentido, señalan que "la crisis de 2001 acarreó una fuerte disminución del salario docente, del 40% en términos reales. Incluso, muchas provincias tuvieron problemas para pagar los salarios, que se erogaban con retraso o con cuasi monedas depreciadas en el mercado. Luego, entre 2003 y 2008 se dio una importante recuperación, hasta alcanzar un valor equivalente a un 50% más que en 1996. Desde 2008, los aumentos lograron apenas empatar la carrera inflacionaria, por lo que el salario real se mantuvo constante".
 
El salario influye directamente en las condiciones laborales de los docentes, y en el caso de los docentes taxi, en sus habilidades a la hora de enseñar. "Los espacios, los tiempos y los materiales disponibles en las escuelas, como también las formas de contratación, pueden afectar profundamente la enseñanza. Las condiciones edilicias y materiales, así como los tiempos de trabajo, inciden en la calidad de vida en el ámbito laboral, en las elecciones de la escuela por parte de los docentes, en las posibilidades de planificación y también en la riqueza de las actividades de enseñanza a desarrollar", agregan desde Cippec.
 
La problemática de los docentes taxi, ¿debe analizarse desde la situación laboral de los docentes o desde el impacto en la calidad educativa de los alumnos? Para Gabriel Latorre, responsable de Proyectos y Contenidos Educativos de la Fundación Lúminis, sin dudas la balanza se inclina hacia los aprendizajes. "Ese cansancio del docente taxi lleva a un determinado estado de ánimo y energía frente a la clase. Y esto también incide en si un chico puede aprender más y mejor. Lo ideal sería que pudiese haber un tiempo fuera del aula para desarrollar junto con los directivos estrategias o políticas institucionales a mediano y largo plazo", resume Latorre.
 
Leandro Parrilla es docente en siete escuelas de San Isidro y Tigre y confiesa que llegó a las vacaciones de invierno con el último resto. "Estaba muerto. A la noche ya llegás cansado y con menos paciencia pero por suerte trabajo con adultos. Y no tenés los mismos problemas de conducta que con los chicos. Pero en el transcurso del día la voz se te va cansando y te pica la garganta. Hay que estar todo el día trabajando, dando clases y eso implica mucho desgaste intelectual. Además del físico", dice este abogado de 39 años y docente por elección, mientras da clases a los chicos de 2° año de la Escuela N° 21 René Favaloro de Benavidez.
 
Mientras los alumnos leen un fragmento de Julio Verne, él escribe con tiza las actividades en el pizarrón. Vestido de jean y camisa, Parrilla pasea durante la semana por un crisol de instituciones educativas: públicas, privadas, rurales y de adultos entre las que junta entre 300 y 350 alumnos.
 
"De las siete escuelas sólo tengo dos cursos en dos de ellas; en todas las demás tengo sólo uno. Eso hace que tenga que seguir sumando horas en diferentes escuelas. Tenés que esperar y acomodarte con el tiempo. Hacer carrera. Lo que te permite este trabajo es poder ordenar tus horarios. Yo trabajo más a la noche con adultos porque mi mujer lo hace durante el día", explica Parrilla, que es docente hace 4 años, vive en Benavidez y tiene una hija de 4 años. Su mujer también es docente y trabaja en tres escuelas.
 
Los lunes y los martes son los días que tiene más carga horaria. El lunes da clases de 7:30 a 9:30; lleva a su hija al jardín; vuelve al colegio; va a buscar a su hija al jardín y va a la escuela nocturna. Los martes, además, se las ingenia para ir a terapia. "El auto es mi lugar de relajación, es mi recreo, prendo la radio, corto el aire, salgo de la atmósfera del colegio. A mí me gusta manejar. Como trabajo en San Isidro y Tigre tengo distancias grandes. No podría hacer este trabajo si no tuviera auto. Las veces que tengo que ir en colectivo por algún inconveniente, siempre llego tarde. Porque hay paro, porque no tienen frecuencia o porque pasa algo", dice Parrilla que los miércoles y viernes almuerza en el auto. "No es lo ideal, pero no me queda otra. El día anterior me preparo algo que pueda comer con la mano como pizza, empanada, sándwich o tarta. Gasto cerca de $2200 de viáticos por mes, aunque eso también incluye el uso personal. Esta semana le voy a poner un equipo a gas porque no me dan las cuentas. Voy a hacer el esfuerzo y pagar la instalación en cuotas.", agrega.
 
Si bien también sufre el vértigo de estar corriendo de un lugar a otro y no poder sentirse parte de ninguna escuela, Parrilla no se queja de su sueldo de promedio de $14.000. "Me sirve para vivir de manera digna y sin apremios. Ninguno de los que elegimos ser docentes lo hacemos por la plata. Tenés que tener otra vocación. Lo más lindo es ver el cambio que vas generando en los chicos".
 
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Martes al mediodía. Lorena González llega al Colegio Carlos Pellegrini para dar clases de Lengua a chicos de 3° año. Por la mañana, estuvo en el Colegio Inmaculada Concepción de Lanús. Para llegar, se toma el Metrobus o el subte. Y después camina. Otras tardes, se dirige al Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE). Los viernes por la noche, también se desempeña en un Profesorado de Caballito, en donde da Didáctica Específica de la Lengua y la Literatura.
 
González no se queja. Hace lo que siempre soñó hacer y se le nota. Desde los 4 años supo que quería ser profesora de letras. A esa edad, su tío ya le enseñaba a leer y ella después le pasaba los nuevos conocimientos a sus primos. Estudió en el Joaquín V. González y hasta el día de hoy se sigue perfeccionando. "Tengo la suerte de haber podido arreglar para dar clases todas las mañanas en Lanús de 7:30 a 12, menos los jueves. Yo vivía en Lanús y me quedé con un solo colegio de la zona, en donde doy clases en 3 años, con 16 módulos y en donde de la mitad, soy suplente. No puedo renunciar a ese colegio si no me ofrecen otro con la misma cantidad de horas", dice esta madre de dos hijos, de 44 años, que actualmente vive en Boedo.
 
González, como docente de Lengua y Literatura, se sabe una privilegiada. Como su materia tiene mucha carga horaria, logró concentrar sus horas en cuatro colegios. "Para los docentes de materias como Matemáticas y Lengua que tienen mucha carga horaria es más fácil juntar horas pero los que enseñan Música, Plástica o Filosofía que sólo dan dos horas por semana, es terrible. Lo que te perjudica son los horarios sándwich que son horas fuera de tu casa y de preparar materias. A veces sigo de largo de un colegio a otro y me llevo cosas para corregir. Otras paso por mi casa a ver si los chicos comieron o a buscar material para la tarde. Pero entrar a las 14 hace que tenga que salir a las 18, a la hora pico y tarde una hora en volver", plantea González, que sí lamenta no tener más tiempo para dedicarle a los tiempos fuera del aula. "En el Pellegrini conozco a los profesores porque trabajé muchos años en el ingreso pero la verdad es que yo llego sobre la hora y me voy apenas termino. Si un chico me para porque me quiere preguntar algo le tengo que decir "mejor mañana" porque no llego. Si tuviera más horas me quedaría en la sala de profesores", explica.
 
Cortes, manifestaciones, paros. Estos son los monstruos contra los que González tiene que enfrentarse cuando se traslada de escuela en escuela. "Viajar en la ciudad es muy complicado. Hay meses en los que es imposible. A principio de año hubo muchos cortes o imprevistos y vos salís con 15 minutos de sobra. Nosotros no trabajamos en una oficina a la que si llegás tarde no pasa nada. Un retraso implica no poder estar frente al aula. En este trabajo uno tiene que estar presente. Si llegás tarde, esa hora va a descuento. Yo no soy de faltar pero sí me puede pasar un imprevisto", cuenta González, que gana cerca de $13.000. Y agrega: "Cuanto estás de vacaciones te das cuenta de cuánto gastás en viáticos. Yo gasto alrededor de $400 por mes. A veces te tomás un taxi si estás muy apurado pero es el último recurso".
 
González conoce sus limitaciones. Y eso implica asumir que no se va a poder acordar los nombres de los 380 alumnos que tiene. No cuenta con ese don. "Sabré un cuarto de los nombres. He llegado a sacarles fotos porque cuando uno tiene que poner un concepto y estás en tu casa, me pasa que no me acuerdo quién es Baigorri, por ejemplo. Los recuerdo más por dónde están sentados o por la letra. Sí identifico qué perfil tiene cada grupo y cuáles son sus necesidades. Se que un día del fin de semana tengo que trabajar corrigiendo o preparando actividades. Porque no tomo la misma evaluación en todos los cursos ni les doy los mismos libros", dice González, que muchos días termina con poca voz porque sus alumnos suelen pedirle que les lea.
 
Para Agustina Blanco, el profesor que siente una fuerte vocación, combinada con una buena base de formación, tiene una parte importante de la ecuación que hace a la docencia de excelencia. "Sin embargo, es la reflexión de sus propias prácticas y el trabajo colaborativo con sus colegas lo que lo termina de definir como tal. Pedirle a un profesor que recorrió varias escuelas y no le sobró un minuto del día que trabaje del modo descripto, es imposible. Por esta razón, es aconsejable una mejora en la formación inicial, pero sobre todo, cambio en la normativa para que el nombramiento de los profesores secundarios sea por cargo docente".
 
* * *
 
Los tiene contados. Fueron cerca de 9000 los kilómetros que Florencia Chiaramonte recorrió durante el 2014 para llegar de una escuela a la otra. Eran cinco y quedaban en diferentes zonas de la provincia y la ciudad de Buenos Aires. "Lo más complicado es la incertidumbre de los transportes públicos. Que haya paro del colectivo 60 durante 40 días te paraliza la vida. Porque si vos tenés que salir a la mañana a trabajar, a esa hora no tenés mucha capacidad de maniobra ni otras opciones para llegar a las escuelas, menos en la provincia", sostiene esta joven de 25 años que se sumó a la convocatoria de Enseñá por Argentina para ser docente en contextos vulnerables. A partir de un programa de formación en liderazgo, los profesionales son capacitados durante dos años para ser motor de cambio dentro del aula, para transmitir no sólo contenido académico sino también confianza y contención a sus estudiantes.
 
Chiaramonte vive en Francisco Álvarez, una localidad ubicada a 13 kilómetros de Moreno, en la provincia de Buenos Aires. Recibida de Licenciada en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador, sintió que quería hacer algo más que trabajar en el estudio jurídico en el que estaba. Y gracias a Enseñá por Argentina, llegó a la docencia, con sus pros y sus contras. "Doy clases de todos los temas vinculados con las Ciencias Sociales. La fundación trabaja siempre en las escuelas más vulnerables y te da todo el apoyo y contención que necesitás. Y si bien intenta contactarte con las instituciones que te quedan más cerca, tenés que asumir que vas a viajar mucho y prepararte para conocer todos los transportes públicos. El año pasado iba de Moreno a Pilar, de Pilar a San Fernando, de San Fernando a Capital Federal y de Capital Federal de vuelta a Moreno. Era agotador", recuerda Chiaramonte, a la que le quedan solo dos materias para terminar su formación docente y actualmente trabaja en dos escuelas, una en Villa Rosa y la otra en Villa Astolfi, ambas en Pilar y a 45 kilómetros de su casa. "Si tengo suerte y alguien me lleva en auto tardo una hora y si vuelvo en colectivo son dos horas. El año pasado tenía tres horas de colectivo para dar solo dos horas de clase", agrega.
 
A Chiaramonte se le cuela el entusiasmo propio de la juventud. Y eso la lleva a hacer esfuerzos extra. "Si vos sumás la cantidad de horas que tenés viajando y las que das clases, tenes todo el día laboral completo. El trabajo docente es tanto dentro del aula como afuera. Estás desde 7:30 a 22, sin posibilidad de tener vida personal. Yo llegué a trabajar 20 horas por día. No podés si tenés una familia o alguna otra ocupación", dice esta docente que gana alrededor de $6000 por mes y que es consciente del impacto que tiene el cansancio en el transcurso del día: "Te agota pero no te das cuenta adentro de la clase porque estás con pilas todo el tiempo. Pero sí es difícil a la hora de arrancar. Siempre estás pensando en lo que te falta a futuro. El año pasado daba clases de 18 a 22, y las que daba de 20 a 22 me quería morir. Te agota más mentalmente que físicamente. Del trabajo que hago nada más me pagan un tercio. Lo demás lo pongo a voluntad".
 
A la pregunta de si los docentes prefieren el sistema público o privado, Chiaramonte responde que los docentes en general suelen elegir trabajar en escuelas privadas por la seguridad de que a fin de mes van a poder cobrar un sueldo. "Me contaron que es normal que no te paguen durante 4 o 7 meses en el sistema público. Es verdad que después te pagan todo junto pero quien tiene una familia no se puede permitir eso. El sistema público te permite trabajar más cerca de tu casa porque vos te inscribís en los actos públicos dentro de tu distrito. Pero son multitudinarios y hay mucha política interna. Ante tanta incertidumbre los docentes se inclinan por el sector privado que vas a donde te toque y quedan horas libres. Y terminás configurando el horario como podés, fuera del sector público y lejos de tu distrito".
 
Para Romero no existe la posibilidad de tener una nueva escuela secundaria sin alterar estas condiciones de trabajo docente. "La designación de profesores por cargo, una política que la Ciudad de Buenos Aires viene realizando es un camino acertado para la profesionalización del trabajo docente. Los docentes son designados por escuela (ya no por horas) y esto implica que pueden concentrarse en una institución, conformar equipos con otros docentes y tutores y distribuir su tiempo entre las distintas tareas que implica su rol, enseñar, dar apoyo específico a alumnos con dificultades, preparar materiales, atender a los padres, desarrollar proyectos de trabajo con otras instituciones. Si bien no es una condición suficiente para atender la problemática total del nivel secundario, es absolutamente necesario y urgente reorganizar el trabajo docente", explica.
 
PRINCIPALES RECLAMOS
 
Pérdida de tiempo
 
Las horas que los docentes desperdician viajando las podrían dedicar a atender más consultas de sus alumnos y preparar mejor las clases.
 
Designación por cargos
 
Que los nombramientos de los profesores secundarios no sean por horas sino por cargo docente.
 
Paros y cortes de tránsito
 
Tener que lidiar con los imprevistos del transporte público y las manifestaciones hacen casi imposible circular por la Ciudad y la provincia de Buenos Aires.
 
Poco sentido de pertenencia
 
El hecho de no poder quedarse más tiempo en la escuela después de sus horas, hace que los docentes no se sientan parte de la institución.
 
Impacto en la calidad educativa
 
El cansancio, las corridas, las llegadas tarde o las ausencias de los docentes incide directamente en la calidad educativa
 
15,9%
 
Son docentes taxis
 
Según el último Censo Nacional Docente de 2004, son cerca de 20 mil los docentes que trabajan en más de tres colegios.
 
CLAUDIA ROMERO
 
Directora del Área de Educación de la Universidad Di Tella
 
"El profesor "taxi" es la materialización de la evidente proletarización del trabajo docente".

Con información de La Nación

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