Tras 20 operaciones pasó de patito feo a levantar suspiros
Miércoles 27 de
Julio 2016
Ellie Jones es una chica galesa que ha sufrido mucho en su vida. Por su rostro era víctima de bullying en su escuela. Lucía dientes desordenados y pómulos salientes.
A los 14 años acudió a su dentista para que la ayudara. Los brackets ya no eran una solución. Se necesitaba mucho más que eso. No era su aspecto lo que la atormentaba, ya no podía cerrar bien la boca.
Descubrieron que su problema no era sólo dental. Tas una serie de estudios más profundos que una radiografía panorámica de su boca, la chica supo que tenía un extraño problema en su mandíbula. Desde los ochos años, esa parte de su cuerpo había dejado de crecer.
El perfil de Ellie antes y después de las operaciones.
Allí comenzó una tarea titánica. Durante los siguientes seis años, los médicos trabajaron para transformar el rostro de Ellie. La primera operación en su cara fue cuando cumplió los 16 años. Ahora, que tiene 20, y pasó esa misma cantidad de veces por el quirófano, reconoce que el proceso “fue muy doloroso”.
La radiografía muestra cómo quedó su mandíbula y pómulos tras las cirugías.
Y lo explica: “En cada operación tenía que estar un mes alimentándome sólo con líquidos. No podía hablar bien y tenía que usar un bloc de notas para comunicarme”.
Pero todo dolor, en ella, traía una alegría posterior: "El cambio de apariencia hizo que mi autoestima aumentara. Yo era tímida, pero ahora me siento más confiada. Esto cambió mi vida”.
Ya no se acuerda de las veinte visitas a su cirujana maxilofacial. No necesitara más entrar a la sala de operaciones. Ahora vive una nueva etapa de su existencia.
Ellie cuenta lo que siente: "Es muy triste ir a la escuela y que todos te digan fea. Las bromas son crueles. Y sabés que al otro día debés volver al aula y será lo mismo. Año tras año. Te duele en el alma ser adolescente y ver como todas las chicas son invitadas para ir a bailar y en vos nadie se fija. Tuve una infancia y una adolescencia muy dolorosa en cuanto a la relación con mis pares. Me salvó el infinito amor de mi familia".
Ahora camina por la calle y sonríe de otra manera. No por el cambio de rostro, sino por la seguridad en ella misma que siente. Pero no se toma revancha: "Mi esencia no cambió. No miro de costado a los que me maltrataron. Pero infinidad de chicos que se burlaron de mí, ahora se acercan para invitarme a salir. Por supuesto que algunos de ellos me gustaban y me siguen gustando, pero jamás aceptaría una invitación de parte de ellos. No siento placer por rechazarlos sino profundo orgullo. Porque siempre dí la cara, nunca me escondí. Lloré mucho en silencio. Y ahora hay una nueva vida para mí..."
Descubrieron que su problema no era sólo dental. Tas una serie de estudios más profundos que una radiografía panorámica de su boca, la chica supo que tenía un extraño problema en su mandíbula. Desde los ochos años, esa parte de su cuerpo había dejado de crecer.
El perfil de Ellie antes y después de las operaciones.
Allí comenzó una tarea titánica. Durante los siguientes seis años, los médicos trabajaron para transformar el rostro de Ellie. La primera operación en su cara fue cuando cumplió los 16 años. Ahora, que tiene 20, y pasó esa misma cantidad de veces por el quirófano, reconoce que el proceso “fue muy doloroso”.
La radiografía muestra cómo quedó su mandíbula y pómulos tras las cirugías.
Y lo explica: “En cada operación tenía que estar un mes alimentándome sólo con líquidos. No podía hablar bien y tenía que usar un bloc de notas para comunicarme”.
Pero todo dolor, en ella, traía una alegría posterior: "El cambio de apariencia hizo que mi autoestima aumentara. Yo era tímida, pero ahora me siento más confiada. Esto cambió mi vida”.
Ya no se acuerda de las veinte visitas a su cirujana maxilofacial. No necesitara más entrar a la sala de operaciones. Ahora vive una nueva etapa de su existencia.
Ellie cuenta lo que siente: "Es muy triste ir a la escuela y que todos te digan fea. Las bromas son crueles. Y sabés que al otro día debés volver al aula y será lo mismo. Año tras año. Te duele en el alma ser adolescente y ver como todas las chicas son invitadas para ir a bailar y en vos nadie se fija. Tuve una infancia y una adolescencia muy dolorosa en cuanto a la relación con mis pares. Me salvó el infinito amor de mi familia".
Ahora camina por la calle y sonríe de otra manera. No por el cambio de rostro, sino por la seguridad en ella misma que siente. Pero no se toma revancha: "Mi esencia no cambió. No miro de costado a los que me maltrataron. Pero infinidad de chicos que se burlaron de mí, ahora se acercan para invitarme a salir. Por supuesto que algunos de ellos me gustaban y me siguen gustando, pero jamás aceptaría una invitación de parte de ellos. No siento placer por rechazarlos sino profundo orgullo. Porque siempre dí la cara, nunca me escondí. Lloré mucho en silencio. Y ahora hay una nueva vida para mí..."
Con información de
Clarin