CÓRDOBA
Lo acusan por una trágica paliza a cinco jubilados
Domingo 25 de
Junio 2017
El violento asalto fue hace siete años en Hernando. Una de las víctimas murió y las otras sufrieron graves heridas. El acusado, quien tenía un DNI falso y vivía con una identidad robada, confesó otro crimen anterior. Su pareja lo delató.
Casi de novela: acusado de un crimen en Córdoba, confesó otro ocurrido tiempo atrás en Buenos Aires, por el que ya no puede ser juzgado, ya que esa causa quedó archivada.
A partir de esa puñalada mortal contra un amigo, valiéndose de una identidad robada y un DNI trucho, cambió su nombre, para comenzar una nueva vida en Córdoba, según consta en la acusación.
Pero otra vez terminó involucrado en un grave episodio. Hoy, Andrés César Alejandro Pérez (32) está sentado en el banquillo de los acusados, en un juicio con jurados populares, en la Cámara del Crimen de Río Tercero.
Sobre él pesa la imputación de homicidio en ocasión de robo, violación de domicilio y robo calificado por lesiones, por un violento asalto ocurrido hace siete años en Hernando.
La tarde del 28 de agosto de 2010, con fines de robo, según la acusación, el imputado irrumpió en la casa de los Ferraris, tres hermanos de avanzada edad, solteros y sin hijos, que vivían en la segunda vivienda más antigua que se construyó en el pueblo.
Justo en ese momento estaba de visita Flora Lucía Soljan de Castellano (75, “Coca”). Y al rato también ingresó Ernesto Ferraris (77), sobrino de los anfitriones. Todos fueron brutalmente golpeados y quedaron hospitalizados.
Juan Carlos Ferraris (99) se recuperó de los múltiples traumatismos y falleció meses después, en noviembre de 2010. La Justicia no encontró pruebas para acreditar que la causa de la muerte haya sido la golpiza sufrida.
El 22 de diciembre de ese año murió Soljan de Castellano, quien permaneció en estado vegetativo desde el robo. Ese deceso es el único que pesa sobre el acusado.
El año pasado, fallecieron Ida Ferraris, que en el momento del asalto tenía 96 años, y la tercera hermana, Emma Ferraris, que en 2010 contaba con 92 años.
Preso, cinco años después
En el juicio que comenzó la semana pasada, el acusado no admitió ante el tribunal la participación en el hecho. Cuando vivió en Hernando se hacía llamar Leonardo Gigena y mostraba un documento de identidad que así lo acreditaba. Recién cinco años después del violento asalto fue detenido.
La captura llegó a raíz de la denuncia realizada tres años después del robo por su expareja, Rosa Gutiérrez, con quien convivió un tiempo en Hernando.
Fue cuando la pareja se rompió, y hasta hubo una orden de restricción, que ella se animó a contar toda esta otra historia que lo involucraba a él.
Rosa, algo nerviosa, el viernes último recordó ante el tribunal que denunció a quien creía que “era Gigena”, porque estaba cansada de las golpizas.
Además, justificó su silencio de varios años alegando que el acusado la había amenazado con matar a sus hijos.
Dijo que cada vez que llamaba a la Policía porque era víctima de violencia por parte del acusado, ella les relataba a los uniformados que su pareja “era quien había matado a los nonitos Ferraris”.
Cuando el tribunal le preguntó qué le respondían los policías, ella contestó: “Que estaba loca”.
La mujer relató que como los uniformados de Hernando no le creyeron, acudió directamente a la fiscalía en Río Tercero.
Antes de esa denuncia, el hoy acusado ni asomaba como sospechoso. Es más, hubo otro investigado que terminó sobreseído.
La mujer señaló ante el estrado que aquella tarde del 28 de agosto lo vio en su casa “tirado en un sillón, con la luz apagada, con sangre en la cara, en la cabeza y en las zapatillas”. Contó que luego quemó la ropa y se bañó.
“Fui a robar, estaban unos viejos, agarré a una, le reventé la cabeza contra la mesada, le pegué a uno y lo dormí, dejé noqueado a otro”, aseguró la mujer que le dijo su pareja.
En la investigación surgió que Leonardo Gigena existe y vive en Buenos Aires. Sería un linyera, según confiaron los pesquisas.
Sin venganza
Laura Castellano, hija de la víctima fallecida y ahijada de Juan Carlos, se constituyó como querellante en la causa.
Admitió que no quiere “venganza”, sino que pretende que “no le pase a nadie más algo tan doloroso e irremediable”.
El juicio continuará en los próximos días. La sumatoria de las penas que pesan sobre el imputado va de los 10 a los 42 años de cárcel.
Por ahora, asoman como principal prueba para la fiscalía de Cámara los dichos de la expareja y un par de testigos más que lo habrían reconocido.
Las voces de las víctimas nunca se escucharon. Luego de aquella tarde no pudieron dar precisiones sobre lo sucedido. Sólo recordaban el salvajismo padecido.
En algún momento, los jubilados dijeron que habían sido dos o tres los ladrones que aquella tarde de fuerte viento norte sólo se llevaron un puñado de alhajas de fantasía.
“Coca” Soljan de Castellano, la víctima fatal, había ayudado en distintas oportunidades, con ropa y mercadería, a Rosa Gutiérrez, la expareja del acusado, según la misma beneficiaria confió ahora al tribunal.
A partir de esa puñalada mortal contra un amigo, valiéndose de una identidad robada y un DNI trucho, cambió su nombre, para comenzar una nueva vida en Córdoba, según consta en la acusación.
Pero otra vez terminó involucrado en un grave episodio. Hoy, Andrés César Alejandro Pérez (32) está sentado en el banquillo de los acusados, en un juicio con jurados populares, en la Cámara del Crimen de Río Tercero.
Sobre él pesa la imputación de homicidio en ocasión de robo, violación de domicilio y robo calificado por lesiones, por un violento asalto ocurrido hace siete años en Hernando.
La tarde del 28 de agosto de 2010, con fines de robo, según la acusación, el imputado irrumpió en la casa de los Ferraris, tres hermanos de avanzada edad, solteros y sin hijos, que vivían en la segunda vivienda más antigua que se construyó en el pueblo.
Justo en ese momento estaba de visita Flora Lucía Soljan de Castellano (75, “Coca”). Y al rato también ingresó Ernesto Ferraris (77), sobrino de los anfitriones. Todos fueron brutalmente golpeados y quedaron hospitalizados.
Juan Carlos Ferraris (99) se recuperó de los múltiples traumatismos y falleció meses después, en noviembre de 2010. La Justicia no encontró pruebas para acreditar que la causa de la muerte haya sido la golpiza sufrida.
El 22 de diciembre de ese año murió Soljan de Castellano, quien permaneció en estado vegetativo desde el robo. Ese deceso es el único que pesa sobre el acusado.
El año pasado, fallecieron Ida Ferraris, que en el momento del asalto tenía 96 años, y la tercera hermana, Emma Ferraris, que en 2010 contaba con 92 años.
Preso, cinco años después
En el juicio que comenzó la semana pasada, el acusado no admitió ante el tribunal la participación en el hecho. Cuando vivió en Hernando se hacía llamar Leonardo Gigena y mostraba un documento de identidad que así lo acreditaba. Recién cinco años después del violento asalto fue detenido.
La captura llegó a raíz de la denuncia realizada tres años después del robo por su expareja, Rosa Gutiérrez, con quien convivió un tiempo en Hernando.
Fue cuando la pareja se rompió, y hasta hubo una orden de restricción, que ella se animó a contar toda esta otra historia que lo involucraba a él.
Rosa, algo nerviosa, el viernes último recordó ante el tribunal que denunció a quien creía que “era Gigena”, porque estaba cansada de las golpizas.
Además, justificó su silencio de varios años alegando que el acusado la había amenazado con matar a sus hijos.
Dijo que cada vez que llamaba a la Policía porque era víctima de violencia por parte del acusado, ella les relataba a los uniformados que su pareja “era quien había matado a los nonitos Ferraris”.
Cuando el tribunal le preguntó qué le respondían los policías, ella contestó: “Que estaba loca”.
La mujer relató que como los uniformados de Hernando no le creyeron, acudió directamente a la fiscalía en Río Tercero.
Antes de esa denuncia, el hoy acusado ni asomaba como sospechoso. Es más, hubo otro investigado que terminó sobreseído.
La mujer señaló ante el estrado que aquella tarde del 28 de agosto lo vio en su casa “tirado en un sillón, con la luz apagada, con sangre en la cara, en la cabeza y en las zapatillas”. Contó que luego quemó la ropa y se bañó.
“Fui a robar, estaban unos viejos, agarré a una, le reventé la cabeza contra la mesada, le pegué a uno y lo dormí, dejé noqueado a otro”, aseguró la mujer que le dijo su pareja.
En la investigación surgió que Leonardo Gigena existe y vive en Buenos Aires. Sería un linyera, según confiaron los pesquisas.
Sin venganza
Laura Castellano, hija de la víctima fallecida y ahijada de Juan Carlos, se constituyó como querellante en la causa.
Admitió que no quiere “venganza”, sino que pretende que “no le pase a nadie más algo tan doloroso e irremediable”.
El juicio continuará en los próximos días. La sumatoria de las penas que pesan sobre el imputado va de los 10 a los 42 años de cárcel.
Por ahora, asoman como principal prueba para la fiscalía de Cámara los dichos de la expareja y un par de testigos más que lo habrían reconocido.
Las voces de las víctimas nunca se escucharon. Luego de aquella tarde no pudieron dar precisiones sobre lo sucedido. Sólo recordaban el salvajismo padecido.
En algún momento, los jubilados dijeron que habían sido dos o tres los ladrones que aquella tarde de fuerte viento norte sólo se llevaron un puñado de alhajas de fantasía.
“Coca” Soljan de Castellano, la víctima fatal, había ayudado en distintas oportunidades, con ropa y mercadería, a Rosa Gutiérrez, la expareja del acusado, según la misma beneficiaria confió ahora al tribunal.
Con información de
lavoz
