CÓRDOBA
Una historia de abusos detrás del crimen de un niño
Domingo 03 de
Septiembre 2017
Al padre de Paola, la joven que en junio confesó que había asesinado a su hijo de 4 años, le dio positivo el ADN con una nieta. La familia hoy bajo sospecha viveen las afueras de la localidad de Pilar.
Tras la muerte de Luciano Gabriel Cuartara, el niño de 4 años que, según declaró su madre, fue asesinado por ella en las afueras de la ciudad de Pilar, en la Fiscalía de Río Segundo se comenzó a develar una historia de abusos dentro del entorno familiar.
La investigación confirmó, a través de una prueba de ADN, que Orlando Cuartara, abuelo de Luciano, abusó sexualmente al menos de una de sus hijas, con la que tuvo una beba, hoy de 5 meses. El hombre está detenido desde hace casi dos meses por este caso.
La víctima, que hasta hace poco tiempo compartió la casa con Cuartara, fue dada en adopción a una familia de otra localidad, con la que ya había vivido tiempo atrás.
Las muestras sirvieron además para descartar que Luciano fuera hijo de Orlando, tal como se presumió en una primera instancia.
Este último resultado complicó aún más a la madre del niño, Paola Cuartara (30), hasta aquí la única detenida por el crimen.
La fiscal Patricia Baulies había declarado que si comprobaban que Luciano era hijo de Orlando (padre de Paola), eso atenuaría la pena de la mujer.
Descartada esta posibilidad, Paola sigue imputada por el delito de homicidio calificado agravado por el vínculo, que supone la pena de prisión perpetua.
En el marco de la investigación, continúan los peritajes psicológicos a Paola. Fuentes cercanas al caso creen que la mujer encubre a alguien, pero que no está dispuesta a hablar.
El resultado del informe mostró que “comprende y dirige sus acciones, aunque presenta un retraso mental leve”.
Lo único que repite es que ella mató a Luciano.
Confesión
El viernes 9 de junio a las 22.17, Paola llamó al 101 y confesó: “No doy más, hace tres meses cometí una locura. Maté a mi hijo”.
Dijo que lo había asfixiado con una bolsa.
Los policías fueron hasta el lugar, en las afueras de la localidad de Pilar, a 45 kilómetros de la ciudad de Córdoba, y hallaron el cadáver, apoyado en una construcción a medio terminar y sin siquiera haber sido enterrado.
A los agentes Paola les contó que no podía superar el deceso de otro hijo que, tiempo atrás, sufrió una muerte súbita, y eso la había llevado a tomar la drástica decisión.
La joven tiene otra hija, de 12 años, quien siempre vivió con su abuelo.
Todo ocurrió en un contexto humilde. Los padres de Paola se separaron hace 18 años y tanto ella como sus cuatro hermanas se quedaron a vivir con el hombre.
La investigación confirmó, a través de una prueba de ADN, que Orlando Cuartara, abuelo de Luciano, abusó sexualmente al menos de una de sus hijas, con la que tuvo una beba, hoy de 5 meses. El hombre está detenido desde hace casi dos meses por este caso.
La víctima, que hasta hace poco tiempo compartió la casa con Cuartara, fue dada en adopción a una familia de otra localidad, con la que ya había vivido tiempo atrás.
Las muestras sirvieron además para descartar que Luciano fuera hijo de Orlando, tal como se presumió en una primera instancia.
Este último resultado complicó aún más a la madre del niño, Paola Cuartara (30), hasta aquí la única detenida por el crimen.
La fiscal Patricia Baulies había declarado que si comprobaban que Luciano era hijo de Orlando (padre de Paola), eso atenuaría la pena de la mujer.
Descartada esta posibilidad, Paola sigue imputada por el delito de homicidio calificado agravado por el vínculo, que supone la pena de prisión perpetua.
En el marco de la investigación, continúan los peritajes psicológicos a Paola. Fuentes cercanas al caso creen que la mujer encubre a alguien, pero que no está dispuesta a hablar.
El resultado del informe mostró que “comprende y dirige sus acciones, aunque presenta un retraso mental leve”.
Lo único que repite es que ella mató a Luciano.
Confesión
El viernes 9 de junio a las 22.17, Paola llamó al 101 y confesó: “No doy más, hace tres meses cometí una locura. Maté a mi hijo”.
Dijo que lo había asfixiado con una bolsa.
Los policías fueron hasta el lugar, en las afueras de la localidad de Pilar, a 45 kilómetros de la ciudad de Córdoba, y hallaron el cadáver, apoyado en una construcción a medio terminar y sin siquiera haber sido enterrado.
A los agentes Paola les contó que no podía superar el deceso de otro hijo que, tiempo atrás, sufrió una muerte súbita, y eso la había llevado a tomar la drástica decisión.
La joven tiene otra hija, de 12 años, quien siempre vivió con su abuelo.
Todo ocurrió en un contexto humilde. Los padres de Paola se separaron hace 18 años y tanto ella como sus cuatro hermanas se quedaron a vivir con el hombre.
Con información de
lavoz
