“El segundo infierno de Luna”
Juzgan a una mujer que mató a su violento marido
Por:
Joaquín Fidalgo
Sábado 28 de
Octubre 2017
Está acusada de homicidio calificado por el vínculo. Su abogada y organismos de derechos humanos sostienen que se trata de un caso de defensa propia. Espera el juicio en su casa, con prisión domiciliaria, junto a sus tres pequeños hijos.
El caso de “Luna” (nombre ficticio utilizado porque ella, por temor, pidió que se preserve su identidad) es parecido a muchos otros de violencia de género que terminan trágicamente. En éste, quien perdió la vida fue “su hombre”, luego de una década de maltratos y abusos de todo tipo. La mujer fue detenida y está acusada de homicidio agravado por el vínculo. Ella sostiene que tuvo que asesinar a su pareja para defenderse, cuando él trataba de matarla.
Luna -que hoy tiene 28 años- lo había conocido una década atrás, en una ciudad cercana a la nuestra. Se enamoraron y decidieron formar una familia allí. Al año de estar juntos, nació el primero de sus tres hijos. Para entonces, la violencia era ya un condimento habitual dentro del hogar.
Según ella cuenta, el hombre -que consumía abundantemente alcohol y estupefacientes- la golpeaba con sus puños y con palos, la humillaba con sus palabras y hasta la escupía. No era dueña de tomar decisión alguna, ni siquiera de cuándo salir de su casa ni adónde ir. Fue alejada completamente de su familia. Los abusos también eran sexuales. “Él me obligaba a prostituirme”, llegó a confesar Luna a sus allegados.
En una oportunidad, la golpiza fue tan brutal que la muchacha sufrió una grave lesión en un ojo. Él no la dejó ir al hospital, por lo que debió curarse sola, como pudo. En otra, le cortó una oreja. Esa vez, terminó en un hospital público. Dos veces lo denunció, pero la reacción del Estado fue prácticamente nula, aseguran desde su entorno.
Todo empeoró cuando debieron mudarse y terminaron en una vivienda ubicada muy cerca de la casa de una abuela de la joven. El día del crimen él “se despertó loco”, según recuerda la mujer, que decidió en ese momento abandonarlo. Con determinación, tomó a sus tres pequeños (de 2, 7 y 9 años) y trató de alejarse caminando por la vía cercana, pero su pareja no la dejó escapar. De los pelos la agarró y la arrastró nuevamente adentro de la vivienda, frente a los niños.
Ella afirma que entonces la tomó del cuello y la sujetó contra la pared. Luego, apretó con fuerza para asfixiarla. Siempre en base a sus dichos, estaba a punto de perder la conciencia cuando con una mano alcanzó a tomar un cuchillo de cocina y se lo enterró en el vientre.
El hombre cayó desplomado, mientras ella ahora sí huía de la escena con sus hijos. Él fue trasladado casi de inmediato hasta un Samco local y luego derivado al Hospital Cullen, donde finalmente dejó de existir. Entonces ella fue acusada de homicidio calificado por el vínculo. Fue imputada por el Ministerio Público Fiscal y se le concedió la prisión preventiva domiciliaria, medida cautelar para la que se tuvieron en cuenta las edades de sus pequeños. Ahora, espera intranquila el juicio, en el que puede ser condenada a prisión perpetua.
“Yo siempre me sentí presa en mi propia casa y hoy sigo de la misma manera, porque me acusan de homicidio”, se lamentó Luna, que está siendo contenida por un equipo de profesionales de la salud mental.
Amicus curiae
El abogado César Besutti, del programa Género, Universidad y Sociedad de la Universidad Nacional del Litoral, explicó que presentarán en el juicio un amicus curiae, una figura que permitirá a la entidad colaborar con la defensa de la mujer, aportando su conocimiento en la materia.
“Muchas veces, las mujeres no hacen las denuncias contra sus parejas, porque temen las represalias. Además, generalmente no son contenidas. El hombre trata siempre de aislar a la víctima, de bajar su autoestima, de dejarla sola. Luna hizo denuncias. Algunas veces terminó hospitalizada, como la vez que este sujeto le cortó una oreja. No hubo ningún tipo de respuesta a nivel estatal. Ninguna reacción”, se quejó Besutti.
Luna -que hoy tiene 28 años- lo había conocido una década atrás, en una ciudad cercana a la nuestra. Se enamoraron y decidieron formar una familia allí. Al año de estar juntos, nació el primero de sus tres hijos. Para entonces, la violencia era ya un condimento habitual dentro del hogar.
Según ella cuenta, el hombre -que consumía abundantemente alcohol y estupefacientes- la golpeaba con sus puños y con palos, la humillaba con sus palabras y hasta la escupía. No era dueña de tomar decisión alguna, ni siquiera de cuándo salir de su casa ni adónde ir. Fue alejada completamente de su familia. Los abusos también eran sexuales. “Él me obligaba a prostituirme”, llegó a confesar Luna a sus allegados.
En una oportunidad, la golpiza fue tan brutal que la muchacha sufrió una grave lesión en un ojo. Él no la dejó ir al hospital, por lo que debió curarse sola, como pudo. En otra, le cortó una oreja. Esa vez, terminó en un hospital público. Dos veces lo denunció, pero la reacción del Estado fue prácticamente nula, aseguran desde su entorno.
Todo empeoró cuando debieron mudarse y terminaron en una vivienda ubicada muy cerca de la casa de una abuela de la joven. El día del crimen él “se despertó loco”, según recuerda la mujer, que decidió en ese momento abandonarlo. Con determinación, tomó a sus tres pequeños (de 2, 7 y 9 años) y trató de alejarse caminando por la vía cercana, pero su pareja no la dejó escapar. De los pelos la agarró y la arrastró nuevamente adentro de la vivienda, frente a los niños.
Ella afirma que entonces la tomó del cuello y la sujetó contra la pared. Luego, apretó con fuerza para asfixiarla. Siempre en base a sus dichos, estaba a punto de perder la conciencia cuando con una mano alcanzó a tomar un cuchillo de cocina y se lo enterró en el vientre.
El hombre cayó desplomado, mientras ella ahora sí huía de la escena con sus hijos. Él fue trasladado casi de inmediato hasta un Samco local y luego derivado al Hospital Cullen, donde finalmente dejó de existir. Entonces ella fue acusada de homicidio calificado por el vínculo. Fue imputada por el Ministerio Público Fiscal y se le concedió la prisión preventiva domiciliaria, medida cautelar para la que se tuvieron en cuenta las edades de sus pequeños. Ahora, espera intranquila el juicio, en el que puede ser condenada a prisión perpetua.
“Yo siempre me sentí presa en mi propia casa y hoy sigo de la misma manera, porque me acusan de homicidio”, se lamentó Luna, que está siendo contenida por un equipo de profesionales de la salud mental.
Amicus curiae
El abogado César Besutti, del programa Género, Universidad y Sociedad de la Universidad Nacional del Litoral, explicó que presentarán en el juicio un amicus curiae, una figura que permitirá a la entidad colaborar con la defensa de la mujer, aportando su conocimiento en la materia.
“Muchas veces, las mujeres no hacen las denuncias contra sus parejas, porque temen las represalias. Además, generalmente no son contenidas. El hombre trata siempre de aislar a la víctima, de bajar su autoestima, de dejarla sola. Luna hizo denuncias. Algunas veces terminó hospitalizada, como la vez que este sujeto le cortó una oreja. No hubo ningún tipo de respuesta a nivel estatal. Ninguna reacción”, se quejó Besutti.
Con información de
ellitoral
#MarchaFederalUniversitaria pic.twitter.com/81qEdjGIKF
— Nota22.com (@NOTA22COM) April 23, 2024
