Un Brasil sin memoria
Bolsonaro ordenó celebrar en los cuarteles al golpe del 64
Martes 26 de
Marzo 2019
El presidente brasileño Jair Bolsonaro, un declarado nostálgico de la dicdatura, ordenó realizar "las conmemoraciones debidas" en los cuarteles por el 55° aniversario del golpe militar que el 31 de marzo de 1964 instaló una dictadura de 21 años en Brasil.
Hace dos años Bolsonaro llegó a decir que el error del gobierno de facto fue “torturar y no matar”. También, durante su votación a favor del impeachment a Dilma Rousseff en 2016, el entonces diputado Bolsonaro elogió al torturador de la mandataria cuando fue detenida por la dictadura.
"Nuestro presidente determinó que el ministerio de Defensa realice las conmemoraciones debidas relacionadas con el 31 de marzo de 1964, incluyendo [la lectura de] un orden del día patrocinado por el ministerio de Defensa, que ya fue aprobado por nuestro presidente", dijo a la prensa el portavoz del gobierno, Otávio Rego Barros.
Sin dar muchas precisiones, Rego Barros indicó que las celebraciones deberán ser acorde con "aquello que los comandantes consideren dentro de sus respectivas guarniciones, y dentro del contexto en que deban realizarse".
En 2011, Rousseff ordenó a todos los brazos de las Fuerzas Armadas suspender cualquier actividad que conmemore la dictadura. Sin embargo, Bolsonaro, un excapitán del Ejército de 64 años, niega que la sublevación que derrocó al presidente João Goulart y gobernó el país hasta 1985 haya sido un golpe de Estado. Afirma que ese movimiento "de civiles y militares" permitió derrotar a las guerrillas de izquierda e impedir la instalación de un régimen comunista en Brasil.
"El presidente no considera el 31 de marzo de 1964 un golpe militar. Considera que la sociedad reunida, percibiendo el peligro que el país estaba viviendo", consiguió ese día, uniendo a "civiles y militares, recuperar y devolver a nuestro país el rumbo" y que "si eso no hubiese ocurrido, hoy tendríamos aquí algún tipo de gobierno que no sería bueno para nadie", expuso el portavoz.
Según la Comisión Nacional de la Verdad, hubo durante la dictadura brasileña 434 asesinatos cometidos por cuerpos represivos, así como centenares de detenciones arbitrarias y de opositores torturados. Documentos estadounidenses desclasificados el año pasado revelaron que la eliminación de disidentes se decidía en el palacio presidencial.
Bolsonaro ha sido siempre un férreo defensor del régimen militar brasileño y desde que llegó al poder ha reivindicado también a otras dictaduras militares en Latinoamérica, como la del paraguayo Alfredo Stroessner (1954-1989) y la del chileno Augusto Pinochet (1973-1990). Esas dictaduras participaron en el Plan Cóndor de coordinación represiva del Cono Sur, junto a los gobiernos de facto de Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay.
"Nuestro presidente determinó que el ministerio de Defensa realice las conmemoraciones debidas relacionadas con el 31 de marzo de 1964, incluyendo [la lectura de] un orden del día patrocinado por el ministerio de Defensa, que ya fue aprobado por nuestro presidente", dijo a la prensa el portavoz del gobierno, Otávio Rego Barros.
Sin dar muchas precisiones, Rego Barros indicó que las celebraciones deberán ser acorde con "aquello que los comandantes consideren dentro de sus respectivas guarniciones, y dentro del contexto en que deban realizarse".
En 2011, Rousseff ordenó a todos los brazos de las Fuerzas Armadas suspender cualquier actividad que conmemore la dictadura. Sin embargo, Bolsonaro, un excapitán del Ejército de 64 años, niega que la sublevación que derrocó al presidente João Goulart y gobernó el país hasta 1985 haya sido un golpe de Estado. Afirma que ese movimiento "de civiles y militares" permitió derrotar a las guerrillas de izquierda e impedir la instalación de un régimen comunista en Brasil.
"El presidente no considera el 31 de marzo de 1964 un golpe militar. Considera que la sociedad reunida, percibiendo el peligro que el país estaba viviendo", consiguió ese día, uniendo a "civiles y militares, recuperar y devolver a nuestro país el rumbo" y que "si eso no hubiese ocurrido, hoy tendríamos aquí algún tipo de gobierno que no sería bueno para nadie", expuso el portavoz.
Según la Comisión Nacional de la Verdad, hubo durante la dictadura brasileña 434 asesinatos cometidos por cuerpos represivos, así como centenares de detenciones arbitrarias y de opositores torturados. Documentos estadounidenses desclasificados el año pasado revelaron que la eliminación de disidentes se decidía en el palacio presidencial.
Bolsonaro ha sido siempre un férreo defensor del régimen militar brasileño y desde que llegó al poder ha reivindicado también a otras dictaduras militares en Latinoamérica, como la del paraguayo Alfredo Stroessner (1954-1989) y la del chileno Augusto Pinochet (1973-1990). Esas dictaduras participaron en el Plan Cóndor de coordinación represiva del Cono Sur, junto a los gobiernos de facto de Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay.
Con información de
Página 12
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