Se viene la tercera tregua comercial, ¿será la vencida?
Por:
José Siaba Serrate
Lunes 09 de
Septiembre 2019
Que la paz rinde dividendos rápidos está fuera de discusión. El S&P 500 recuperó la vertical y se estacionó el viernes apenas 1,5% bajo los récords. China también vio volar a sus bolsas, y Europa a las suyas.
Los líderes bajaron un cambio. Trump y Xi Jinping. Los dos apelan al freno de mano. En silencio. La noticia no los menciona. EE.UU. y China se pusieron de acuerdo. Después del tormentoso final de la paz de Osaka, gestada con fórceps en la Cumbre del G-20, las negociaciones comerciales se reanudarán en octubre. Mucha agua corrió bajo el puente en un río revuelto que trajo una gran crecida de aranceles, y, sobre todo, de la preocupación mundial. La rutina de forcejeos, que lleva más de un año, estropeó el comercio internacional y la actividad manufacturera de medio globo. O, con más precisión, del 75%: tres de cuatro informes PMI nacionales denota una contracción. A la par, la inversión se paraliza por la incertidumbre. Y las sospechas de una recesión se multiplican con cada encontronazo. Quizás hizo falta que Wall Street tambaleara para que la Casa Blanca se apaciguase. Tal vez haya sido la protesta interminable de Hong Kong lo que detuvo a los chinos en su afán de cobrarse revancha frente a un Trump perplejo. Como sea, los contendores resolvieron abandonar el ring -aunque mantengan el cronograma de futuros aumentos de aranceles- y volver a sentarse en la mesa de negociación.
Que la paz rinde dividendos rápidos está fuera de la discusión. El S&P 500 llegó a descender 6% desde los máximos y en las últimas ruedas recuperó la vertical, quebró de abajo hacia arriba la media de 50 ruedas y se estacionó el viernes apenas 1,5% bajo los récords. Impecable. China también vio volar a sus bolsas, y Europa a las suyas. Pero lo que más seduce a Beijing es librarse de la migraña cambiaria. El derrape del yuan offshore -que merodeó el ratio de 7,20 yuanes por dólar- se corrigió a niveles de 7,10, a un tris del fix oficial. Y el Banco del Pueblo de China aprovechó para anunciar una rebaja de los coeficientes de encaje con la certidumbre de que no se le complicará la moneda. ¿Existe negocio mejor que la concordia? Cundía el pánico un par de semanas atrás cuando las fisuras bursátiles surgieron a la vista.
Trump dijo que los chinos llamaron primero. Desde China negaban al principio cualquier contacto. Que sí, que no. A la postre, la paz se ganó su sitio. La jefa de Gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, en el intervalo, anunció el retiro de la Ley de Extradición que movilizó las protestas en la excolonia británica y produjo un golpe de efecto que subrayó la realidad de un cambio de clima. Sorprende la fiereza de la oposición, y mucho más contemplar a Beijing retrocediendo en una porfía interna. ¿Qué cabe esperar ahora? Conviene estar atentos. Quizás no sea la última sorpresa. ¿Estará dispuesto Beijing a realizar otra concesión? Si llegamos a octubre sin que nadie se sulfure en demasía, la mesa estará servida para anudar una tregua en la confrontación. Será la tercera, después de las de Buenos Aires y Osaka, ambas efímeras. ¿Será la tercera y la vencida? Nadie apostaría un centavo a favor de su duración. Con toda razón. Sin embargo, vale prestar atención especial. Algo está pasando en China. No es normal su verborragia (como lo es con Trump). Ni su contenido. No es usual que un comunicado oficial haga mención a un objetivo de “progreso sustancial”. Y no se trata de la única referencia. El editor del Global Times -el diario chino para el público de habla inglesa- alineó su retórica. Hu Xijin se ocupa de realizarle la marca personal a los mensajes de Trump en las redes sociales. Y los contesta con idéntica vehemencia si hace falta. Tuitea Hu, tras declararse convencido de que EE.UU. comprendió que no podrá torcerle la voluntad a China, que hay posibilidades de “un gran avance”. Desde ya, la guerra de comercio es un activo marca registrada de Trump. Un activo tóxico que conviene archivar de momento, pero que puede resultar decisivo para la campaña electoral. No habrá un acuerdo definitivo tan lejos de noviembre 2020. Pero Washington podría darse unas largas vacaciones. Liberados del lastre, y con el guiño de Jerome Powell a una baja de tasas de un cuarto de punto para el próximo 18, los mercados podrían anotar también su propio gran avance, a contramano de las dudas y la sequía de posiciones.
Que la paz rinde dividendos rápidos está fuera de la discusión. El S&P 500 llegó a descender 6% desde los máximos y en las últimas ruedas recuperó la vertical, quebró de abajo hacia arriba la media de 50 ruedas y se estacionó el viernes apenas 1,5% bajo los récords. Impecable. China también vio volar a sus bolsas, y Europa a las suyas. Pero lo que más seduce a Beijing es librarse de la migraña cambiaria. El derrape del yuan offshore -que merodeó el ratio de 7,20 yuanes por dólar- se corrigió a niveles de 7,10, a un tris del fix oficial. Y el Banco del Pueblo de China aprovechó para anunciar una rebaja de los coeficientes de encaje con la certidumbre de que no se le complicará la moneda. ¿Existe negocio mejor que la concordia? Cundía el pánico un par de semanas atrás cuando las fisuras bursátiles surgieron a la vista.
Trump dijo que los chinos llamaron primero. Desde China negaban al principio cualquier contacto. Que sí, que no. A la postre, la paz se ganó su sitio. La jefa de Gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, en el intervalo, anunció el retiro de la Ley de Extradición que movilizó las protestas en la excolonia británica y produjo un golpe de efecto que subrayó la realidad de un cambio de clima. Sorprende la fiereza de la oposición, y mucho más contemplar a Beijing retrocediendo en una porfía interna. ¿Qué cabe esperar ahora? Conviene estar atentos. Quizás no sea la última sorpresa. ¿Estará dispuesto Beijing a realizar otra concesión? Si llegamos a octubre sin que nadie se sulfure en demasía, la mesa estará servida para anudar una tregua en la confrontación. Será la tercera, después de las de Buenos Aires y Osaka, ambas efímeras. ¿Será la tercera y la vencida? Nadie apostaría un centavo a favor de su duración. Con toda razón. Sin embargo, vale prestar atención especial. Algo está pasando en China. No es normal su verborragia (como lo es con Trump). Ni su contenido. No es usual que un comunicado oficial haga mención a un objetivo de “progreso sustancial”. Y no se trata de la única referencia. El editor del Global Times -el diario chino para el público de habla inglesa- alineó su retórica. Hu Xijin se ocupa de realizarle la marca personal a los mensajes de Trump en las redes sociales. Y los contesta con idéntica vehemencia si hace falta. Tuitea Hu, tras declararse convencido de que EE.UU. comprendió que no podrá torcerle la voluntad a China, que hay posibilidades de “un gran avance”. Desde ya, la guerra de comercio es un activo marca registrada de Trump. Un activo tóxico que conviene archivar de momento, pero que puede resultar decisivo para la campaña electoral. No habrá un acuerdo definitivo tan lejos de noviembre 2020. Pero Washington podría darse unas largas vacaciones. Liberados del lastre, y con el guiño de Jerome Powell a una baja de tasas de un cuarto de punto para el próximo 18, los mercados podrían anotar también su propio gran avance, a contramano de las dudas y la sequía de posiciones.
Con información de
Ámbito
El gobierno firmó convenios con municipios y comunas para la construcción de 1000 nuevas aulas con mejor tecnología y comodidades para los alumnos.
— 𝗠𝗮𝘅𝗶 𝗥𝗼𝗺𝗲𝗿𝗼 (@MaxiRomero22) April 25, 2024
La inversión se realizará supuestamente en el marco del #PlanAbreEscuelas.
NO HUBO REPRESENTACIÓN DOCENTE INVITADA AL EVENTO. Como… pic.twitter.com/eDR3dKEv3V