Boris Johnson propuso un plan de última hora para evitar un Brexit abrupto
Jueves 03 de
Octubre 2019
Si bien el Reino Unido abandonaría la UE el 31 de octubre, tal como está estipulado, ahora se prevería una suerte de período de transición hasta el 31 de diciembre de 2020, un poco más de un año en el cual los británicos seguirían formando parte de la Unión Aduanera y participando de las instituciones europeas.
El divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea entró definitivamente en su recta final. Con el 31 de octubre como fecha para la ruptura fijada en el calendario, ambas partes realizan los últimos movimientos para evitar lo que, por ahora, parece difícil de evitar: un Brexit “duro” y sin acuerdo.
El gobierno de Boris Johnson mostró una postura tajante desde que asumió el poder en relevo de la anterior primera ministra, Theresa May: está preparado para cualquier escenario y lo más importante es llevar a cabo la separación, sea como sea.
Consciente de que una ruptura brusca no le favorece, Johnson hizo público este miércoles un plan de acuerdo que propone una solución para el tema más delicado de todos los que implica el Brexit, la cuestión de frontera entre Irlanda del Norte –que forma parte del Reino Unido– e Irlanda –parte de la Unión Europea–.
Dos fronteras para cuatro años
El acuerdo que inicialmente alcanzaron Theresa May y la UE –y que nunca fue aprobado por el Parlamento británico– incluía una “salvaguarda” para evitar la instalación de un paso fronterizo físico entre los dos países. El ala más dura de la Cámara de los Comunes rechazó esa opción hasta en tres ocasiones, lo que finalmente provocó la renuncia de May.
Lo que ahora propone Johnson es una solución algo más compleja, rápidamente apodada “dos fronteras para cuatro años”, ya que, por este tiempo, se instalaría una doble frontera entre el Reino Unido y el resto de Europa.
El primer punto que propone el primer ministro es una revisión de las fechas. Si bien el Reino Unido abandonaría la UE el 31 de octubre, tal como está estipulado, ahora se prevería una suerte de período de transición hasta el 31 de diciembre de 2020, un poco más de un año en el cual los británicos seguirían formando parte de la Unión Aduanera y participando de las instituciones europeas.
Irlanda del Norte seguiría el camino británico en el abandono de la UE en diciembre de 2020, pero mantendría las regulaciones aduaneras con la Unión por cuatro años más, hasta 2025.
La doble frontera que prevé el acuerdo hace referencia a la que se establecería por vía marítima –los productos que entren a Irlanda del Norte por el mar irlandés se acogerían a los estándares de la UE– y la que lo haría por vía terrestre con la República de Irlanda.
Después de completados los primeros cuatro años, el acuerdo sería revisado y la Asamblea de Irlanda del Norte podría decidir si en adelante prefiere continuar bajo las regulaciones del mercado único común con que cuenta la UE o si se acoge a las normativas comerciales del Reino Unido.
La reacción de la UE
La Unión Europea repitió hasta la saciedad que no tenía intención de revisar el acuerdo que alcanzó con Theresa May hace meses, y que tampoco estaba dispuesta a correr de nuevo la fecha del Brexit. Sin embargo, en esta ocasión, la Comisión Europea aceptó analizar la nueva propuesta “objetivamente”.
Sin embargo, fuentes comunitarias reiteraron que para llegar a un acuerdo que funcione se debe evitar “una frontera dura”, además de “preservar la cooperación entre el norte y el sur de Irlanda y proteger el mercado único”.
Johnson mantuvo el miércoles una llamada telefónica con Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, quien afirmó que ve “avances positivos” en la propuesta, aunque apuntó a que todavía existen “puntos problemáticos que necesitarán clarificarse en los próximos días”.
Irlanda todavía no se posicionó de forma tajante sobre la cuestión, pero el martes a la noche, cuando algunos detalles sobre el plan de Johnson comenzaron a filtrarse, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, afirmó que las noticias que le llegaban desde Londres “no son muy motivadoras” para Irlanda y que no constituyen “la base para ningún acuerdo”. El miércoles dijo que su país estudiará con detalle las propuestas.
El gobierno de Boris Johnson mostró una postura tajante desde que asumió el poder en relevo de la anterior primera ministra, Theresa May: está preparado para cualquier escenario y lo más importante es llevar a cabo la separación, sea como sea.
Consciente de que una ruptura brusca no le favorece, Johnson hizo público este miércoles un plan de acuerdo que propone una solución para el tema más delicado de todos los que implica el Brexit, la cuestión de frontera entre Irlanda del Norte –que forma parte del Reino Unido– e Irlanda –parte de la Unión Europea–.
Dos fronteras para cuatro años
El acuerdo que inicialmente alcanzaron Theresa May y la UE –y que nunca fue aprobado por el Parlamento británico– incluía una “salvaguarda” para evitar la instalación de un paso fronterizo físico entre los dos países. El ala más dura de la Cámara de los Comunes rechazó esa opción hasta en tres ocasiones, lo que finalmente provocó la renuncia de May.
Lo que ahora propone Johnson es una solución algo más compleja, rápidamente apodada “dos fronteras para cuatro años”, ya que, por este tiempo, se instalaría una doble frontera entre el Reino Unido y el resto de Europa.
El primer punto que propone el primer ministro es una revisión de las fechas. Si bien el Reino Unido abandonaría la UE el 31 de octubre, tal como está estipulado, ahora se prevería una suerte de período de transición hasta el 31 de diciembre de 2020, un poco más de un año en el cual los británicos seguirían formando parte de la Unión Aduanera y participando de las instituciones europeas.
Irlanda del Norte seguiría el camino británico en el abandono de la UE en diciembre de 2020, pero mantendría las regulaciones aduaneras con la Unión por cuatro años más, hasta 2025.
La doble frontera que prevé el acuerdo hace referencia a la que se establecería por vía marítima –los productos que entren a Irlanda del Norte por el mar irlandés se acogerían a los estándares de la UE– y la que lo haría por vía terrestre con la República de Irlanda.
Después de completados los primeros cuatro años, el acuerdo sería revisado y la Asamblea de Irlanda del Norte podría decidir si en adelante prefiere continuar bajo las regulaciones del mercado único común con que cuenta la UE o si se acoge a las normativas comerciales del Reino Unido.
La reacción de la UE
La Unión Europea repitió hasta la saciedad que no tenía intención de revisar el acuerdo que alcanzó con Theresa May hace meses, y que tampoco estaba dispuesta a correr de nuevo la fecha del Brexit. Sin embargo, en esta ocasión, la Comisión Europea aceptó analizar la nueva propuesta “objetivamente”.
Sin embargo, fuentes comunitarias reiteraron que para llegar a un acuerdo que funcione se debe evitar “una frontera dura”, además de “preservar la cooperación entre el norte y el sur de Irlanda y proteger el mercado único”.
Johnson mantuvo el miércoles una llamada telefónica con Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, quien afirmó que ve “avances positivos” en la propuesta, aunque apuntó a que todavía existen “puntos problemáticos que necesitarán clarificarse en los próximos días”.
Irlanda todavía no se posicionó de forma tajante sobre la cuestión, pero el martes a la noche, cuando algunos detalles sobre el plan de Johnson comenzaron a filtrarse, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, afirmó que las noticias que le llegaban desde Londres “no son muy motivadoras” para Irlanda y que no constituyen “la base para ningún acuerdo”. El miércoles dijo que su país estudiará con detalle las propuestas.
Con información de
Aire de Santa Fe