Colombia: un estudio cuestiona la formación académica de los líderes políticos de América Latina
Domingo 05 de
Enero 2014

La inmensa mayoría de los presidentes en América Latina cuentan solo con título de pregrado y, ocasionalmente, con algún estudio superior. Así lo señala Carlos Maldonado, profesor de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Rosario, quien realizó una investigación sobre el nivel educativo de los jefes de Estado de Latinoamérica.
En su opinión, en rigor con la línea de desarrollo intelectual y mental, esto es bastante poco para alguien de las dignidades, cargos y compromisos de la presidencia de un país.
Maldonado aseguró que el estudio se hizo a partir del año 1900, teniendo en cuenta la corta historia de los doctorados en el mundo y aún más en nuestra región, comparando con datos publicados en internet y en estudios realizados por entes como Colciencias y el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología.
“Aunque hay universidades muy antiguas en los países de América Latina, a groso modo, la consolidación de los estudios de postgrado se dio en los años 70 y 80, este es el referente para decir que en la historia la preparación académica ha sido indiscutiblemente baja”, señaló el docente.
Llama la atención que los únicos que poseen un título doctoral son los expresidentes mexicanos Ernesto Zedillo (1994-2000) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), el ecuatoriano Rafael Correa (2007-actualidad) y el chileno Rafael Piñera (2010-actualidad).
En cuanto a estudios de maestrías, solo han sido adelantados por el mexicano Miguel de la Madrid (1982-1988), la costarricense Laura Chinchilla (2010-actualidad), el panameño Ricardo Martinelli (2009-actualidad), el peruano Ollanta Humala (2011-actualidad) y la chilena Michelle Bachelet (2006-2010). Esta última cuenta con una especialización médica, que es reconocida como una maestría en todo el mundo.
Por su parte, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, es el único presidente con dos maestrías, una de ellas en economía y otra en administración pública.
Para Maldonado es de suma importancia que el dirigente de un país posea un título de doctorado porque las circunstancias culturales ponen de manifiesto a la sociedad de la información, precedida con rapidez por la sociedad del conocimiento, y en ambos contextos es primordial la educación, lo cual encaja en el marco en el que es pertinente que un mandatario se profesionalice con altos estándares de educación.
Sin embargo, también reconoce que hay casos en los que la personalidad del mandatario, su historia de vida, y su carisma toman un papel clave. “Un ejemplo de esto son Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y José Mujica (Uruguay), reconocidos internacionalmente por su inteligencia y por llevar a sus países por caminos correctos”, afirmó. Aun así, mencionó que sería ideal si se bregara por tener gran carisma pero también por recibir educación de posgrado.
También indicó que una figura simbólica tan importante como el presidente debería tener altos niveles éticos, con un gran soporte cultural y debe estar ubicado en la punta del conocimiento, por eso ante todo debería ser obligatorio, o contarse como un requisito el tener un estudio doctoral.
“En el caso colombiano las condiciones para aspirar a presidencia son muy favorables para la democracia, pero de cara al futuro inmediato sería deseable que análogamente, al sector público o privado, un presidente tenga niveles de formación mejores, que se igualen a la línea estándar internacional. No debería ser suficiente, como si sucedió en el pasado, tener únicamente estudios de pregrado”, sentenció.
Maldonado se refirió en contraposición al caso de Mujica y da Silva, al caso de Nicolás Maduro.
“Aunque políticamente parezca fuerte o sesgado, Maduro con los errores lingüísticos, con las metidas de pata, es el más claro contraejemplo de lo que sucede con estos dos líderes. Dada su impronta social, el hecho que no tenga un estudio podría repercutir en altos funcionarios públicos o privados que si los tengan”, puntualizó.
El docente de la Universidad del Rosario hizo énfasis en que “el conocimiento, aunque no es el único factor, si ocupa un lugar vital y más en estos momentos en los que América Latina está llamando la atención y es el foco del mundo. En el pasado lo importante era la filiación partidista, la fidelidad hacia su principios, el respeto a criterios de libre mercado, pero ahora la formación puede cambiar radicalmente el desarrollo de un país”.
No obstante, también reconoció que el hecho de que un presidente haga un doctorado y se especialice puede vetar aspectos diferentes y de igual importancia para una nación. “Para nadie es un secreto que México aunque ha tenido presidentes que son doctores en economía, es un país con una brecha grandísima entre ricos y pobres y con desigualdades en aspectos diferentes a la economía”, contó Maldonado.
Finalmente, Maldonado aseguró que “aunque no es común en la historia de la región, no es arbitrario decir que las presidencias si están hechas para doctores y que en Colombia, a pocos meses de tener elecciones presidenciales, debería ser exhortativo tener una formación decorosa, porque tener un pregrado no es suficiente y el artículo 191 que dispone los requisitos para ser candidato a la presidencia podría, de esta forma, enriquecerse”.
Maldonado aseguró que el estudio se hizo a partir del año 1900, teniendo en cuenta la corta historia de los doctorados en el mundo y aún más en nuestra región, comparando con datos publicados en internet y en estudios realizados por entes como Colciencias y el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología.
“Aunque hay universidades muy antiguas en los países de América Latina, a groso modo, la consolidación de los estudios de postgrado se dio en los años 70 y 80, este es el referente para decir que en la historia la preparación académica ha sido indiscutiblemente baja”, señaló el docente.
Llama la atención que los únicos que poseen un título doctoral son los expresidentes mexicanos Ernesto Zedillo (1994-2000) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), el ecuatoriano Rafael Correa (2007-actualidad) y el chileno Rafael Piñera (2010-actualidad).
En cuanto a estudios de maestrías, solo han sido adelantados por el mexicano Miguel de la Madrid (1982-1988), la costarricense Laura Chinchilla (2010-actualidad), el panameño Ricardo Martinelli (2009-actualidad), el peruano Ollanta Humala (2011-actualidad) y la chilena Michelle Bachelet (2006-2010). Esta última cuenta con una especialización médica, que es reconocida como una maestría en todo el mundo.
Por su parte, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, es el único presidente con dos maestrías, una de ellas en economía y otra en administración pública.
Para Maldonado es de suma importancia que el dirigente de un país posea un título de doctorado porque las circunstancias culturales ponen de manifiesto a la sociedad de la información, precedida con rapidez por la sociedad del conocimiento, y en ambos contextos es primordial la educación, lo cual encaja en el marco en el que es pertinente que un mandatario se profesionalice con altos estándares de educación.
Sin embargo, también reconoce que hay casos en los que la personalidad del mandatario, su historia de vida, y su carisma toman un papel clave. “Un ejemplo de esto son Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y José Mujica (Uruguay), reconocidos internacionalmente por su inteligencia y por llevar a sus países por caminos correctos”, afirmó. Aun así, mencionó que sería ideal si se bregara por tener gran carisma pero también por recibir educación de posgrado.
También indicó que una figura simbólica tan importante como el presidente debería tener altos niveles éticos, con un gran soporte cultural y debe estar ubicado en la punta del conocimiento, por eso ante todo debería ser obligatorio, o contarse como un requisito el tener un estudio doctoral.
“En el caso colombiano las condiciones para aspirar a presidencia son muy favorables para la democracia, pero de cara al futuro inmediato sería deseable que análogamente, al sector público o privado, un presidente tenga niveles de formación mejores, que se igualen a la línea estándar internacional. No debería ser suficiente, como si sucedió en el pasado, tener únicamente estudios de pregrado”, sentenció.
Maldonado se refirió en contraposición al caso de Mujica y da Silva, al caso de Nicolás Maduro.
“Aunque políticamente parezca fuerte o sesgado, Maduro con los errores lingüísticos, con las metidas de pata, es el más claro contraejemplo de lo que sucede con estos dos líderes. Dada su impronta social, el hecho que no tenga un estudio podría repercutir en altos funcionarios públicos o privados que si los tengan”, puntualizó.
El docente de la Universidad del Rosario hizo énfasis en que “el conocimiento, aunque no es el único factor, si ocupa un lugar vital y más en estos momentos en los que América Latina está llamando la atención y es el foco del mundo. En el pasado lo importante era la filiación partidista, la fidelidad hacia su principios, el respeto a criterios de libre mercado, pero ahora la formación puede cambiar radicalmente el desarrollo de un país”.
No obstante, también reconoció que el hecho de que un presidente haga un doctorado y se especialice puede vetar aspectos diferentes y de igual importancia para una nación. “Para nadie es un secreto que México aunque ha tenido presidentes que son doctores en economía, es un país con una brecha grandísima entre ricos y pobres y con desigualdades en aspectos diferentes a la economía”, contó Maldonado.
Finalmente, Maldonado aseguró que “aunque no es común en la historia de la región, no es arbitrario decir que las presidencias si están hechas para doctores y que en Colombia, a pocos meses de tener elecciones presidenciales, debería ser exhortativo tener una formación decorosa, porque tener un pregrado no es suficiente y el artículo 191 que dispone los requisitos para ser candidato a la presidencia podría, de esta forma, enriquecerse”.
Con información de
El Heraldo, Colombia

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