“Misión secreta” para frenar la guerra: revelan que el papa Francisco mandaría enviados especiales a Kiev y a Moscú
Por:
Elisabetta Piqué
Jueves 18 de
Mayo 2023
Zelensky y Putin habrían aceptado recibir a los mensajeros de Francisco, aseguró un medio especializado en cuestiones vaticanas; quiénes serían ambos enviados.
OMA.- Francisco continúa con sus intentos para frenar la guerra en la “martirizada” Ucrania, a través de una “misión secreta” -que él mismo reveló a fines de abril, al regresar de Hungría-, que implicaría dos enviados especiales del Papa a Kiev y a Moscú. Los presidentes Volodimir Zelensky y Vladimir Putin, por separado, ya habrían aceptado recibirlos “para discutir una eventual tregua”, informó este jueves el blog Il Sismografo, sitio especializado en información vaticana.
En una versión aún no confirmada oficialmente, también levantada por la agencia ANSA y que no fue desmentida por fuentes del Vaticano consultadas por LA NACION, los enviados especiales serían dos italianos. Uno, el cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bologna y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, que cuenta con gran experiencia en la resolución de conflictos en países africanos como Mozambique, como miembro de la Comunidad de San Egidio, organización católica que suele ejercer una virtual diplomacia paralela al Vaticano. Zuppi iría a Kiev, capital ya visitada el año pasado por el arzobispo británico Paul Gallagher, “canciller” del Papa.
l otro enviado especial del Pontífice, pero a Moscú, sería el arzobispo Claudio Gugerotti, sucesor del cardenal argentino Leonardo Sandri al frente del Dicasterio para las Iglesias Orientales, que es un gran conocedor de Rusia y alrededores, ya que fue nuncio (embajador de la Santa Sede) en Armenia, Georgia, Bielorrusia y Ucrania. “Gugerotti habla ruso, habla armenio, lo visité en muchos de sus destinos e incluso junto a él y el arzobispo Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, fuimos al Donbass en 2018, cuando ya había bombardeos”, contó a LA NACION hace unos meses el cardenal Sandri.
Aunque no confirmada, se trata de una versión verosímil y en línea con la misión que en 2003 puso en marcha Juan Pablo II para intentar, sin éxito, frenar la Segunda Guerra del Golfo. Entonces el papa polaco envió al cardenal vasco-francés, Roger Etchegaray a Bagdad para reunirse con el entonces presidente de Irak, Saddam Hussein, quien lo recibió con apertura; y a Washington al cardenal italiano, Pío Laghi –que fue nuncio en la Argentina durante la dictadura-, que cuando le dio una carta del Pontífice a George W. Bush, quedó contrariado ya que este ni siquiera la abrió, sino que la dejó sobre su escritorio, según trascendió años más tarde.
Salvando distancias y diferencias, la misión de los enviados especiales de Francisco a Kiev y a Moscú, más allá de demostrar que Jorge Bergoglio no tira la toalla y sigue jugándose por la paz y por “soluciones creativas”, se perfila más que complicada. No sólo porque desde que comenzó la agresión rusa a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, hasta ahora el Papa, pese a sus intentos, nunca logró comunicarse en forma directa con Putin, como él mismo dijo en diversas entrevistas. Algo que sí pudo hacer con Zelensky, con quien habló dos veces por teléfono y a quien recibió el sábado pasado en el Vaticano. En este marco, habría que ver si Putin acepta realmente recibir a un enviado especial de Francisco.
La misión de los enviados también resulta compleja por la evolución actual del conflicto y, especialmente, después de la reciente visita de Zelensky al Papa, que algunos consideraron un fracaso diplomático de Francisco. Más allá de las sonrisas y los 40 minutos de cara a cara, terminada la reunión Zelensky en un tuit le reclamó al Pontífice que condene los crímenes de Putin. “No puede haber igualdad entre víctima y agresor”, le recriminó, acusándolo tácitamente, como muchos hicieron al principio del conflicto, de tener una posición considerada “filorrusa” o neutral, justamente para poder ser un canal de mediación.
Ese mismo sábado, en una entrevista con directores de medios italianos transmitida por la RAI, Zelensky también dejó en claro que no quiere ningún cese del fuego, ni mediación, en este momento, en el que se espera una gran contraofensiva contra las fuerzas rusas en los territorios ocupados. Y después de haber cosechado un firme apoyo –económico y militar- de sus aliados europeos más importantes.
“Con todo el respeto por Su Santidad, no necesitamos mediadores entre Ucrania y el agresor, necesitamos una paz justa y nosotros deberemos hacer el resto”, afirmó Zelensky.
“Le dije al Santo Padre que lo invitamos a él, como a otros líderes, a trabajar por una paz justa, en el formato de la fórmula de paz de diez puntos de Ucrania que presenté en el G-20 de noviembre pasado en Indonesia, que es muy concreto”, precisó, al explicar que el Vaticano podía justamente ayudar en el punto “humanitario”, que establece que deben regresar cerca de 20.000 niños ucranianos deportados a Rusia.
“Le pedí al Papa que presione a Rusia en este tema”, precisó Zelensky, cuya fórmula de paz de diez puntos implica la integridad territorial de Ucrania y, por lo tanto, la retirada de Rusia no sólo de las zonas ocupadas del Donbass, sino también de la península de Crimea.
En otro fiel reflejo de lo complejidad enorme de cualquier misión de Francisco para frenar la guerra o, al menos, entablar un diálogo entre las partes, Zelensky también dijo una y otra vez, claramente, que es imposible negociar con Putin, porque no es confiable. Y que cualquier cese del fuego, tregua o congelamiento del conflicto en este momento implicaría para Rusia tiempo para rearmarse, para luego volver a atacar.
En una versión aún no confirmada oficialmente, también levantada por la agencia ANSA y que no fue desmentida por fuentes del Vaticano consultadas por LA NACION, los enviados especiales serían dos italianos. Uno, el cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bologna y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, que cuenta con gran experiencia en la resolución de conflictos en países africanos como Mozambique, como miembro de la Comunidad de San Egidio, organización católica que suele ejercer una virtual diplomacia paralela al Vaticano. Zuppi iría a Kiev, capital ya visitada el año pasado por el arzobispo británico Paul Gallagher, “canciller” del Papa.
l otro enviado especial del Pontífice, pero a Moscú, sería el arzobispo Claudio Gugerotti, sucesor del cardenal argentino Leonardo Sandri al frente del Dicasterio para las Iglesias Orientales, que es un gran conocedor de Rusia y alrededores, ya que fue nuncio (embajador de la Santa Sede) en Armenia, Georgia, Bielorrusia y Ucrania. “Gugerotti habla ruso, habla armenio, lo visité en muchos de sus destinos e incluso junto a él y el arzobispo Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, fuimos al Donbass en 2018, cuando ya había bombardeos”, contó a LA NACION hace unos meses el cardenal Sandri.
Aunque no confirmada, se trata de una versión verosímil y en línea con la misión que en 2003 puso en marcha Juan Pablo II para intentar, sin éxito, frenar la Segunda Guerra del Golfo. Entonces el papa polaco envió al cardenal vasco-francés, Roger Etchegaray a Bagdad para reunirse con el entonces presidente de Irak, Saddam Hussein, quien lo recibió con apertura; y a Washington al cardenal italiano, Pío Laghi –que fue nuncio en la Argentina durante la dictadura-, que cuando le dio una carta del Pontífice a George W. Bush, quedó contrariado ya que este ni siquiera la abrió, sino que la dejó sobre su escritorio, según trascendió años más tarde.
Salvando distancias y diferencias, la misión de los enviados especiales de Francisco a Kiev y a Moscú, más allá de demostrar que Jorge Bergoglio no tira la toalla y sigue jugándose por la paz y por “soluciones creativas”, se perfila más que complicada. No sólo porque desde que comenzó la agresión rusa a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, hasta ahora el Papa, pese a sus intentos, nunca logró comunicarse en forma directa con Putin, como él mismo dijo en diversas entrevistas. Algo que sí pudo hacer con Zelensky, con quien habló dos veces por teléfono y a quien recibió el sábado pasado en el Vaticano. En este marco, habría que ver si Putin acepta realmente recibir a un enviado especial de Francisco.
La misión de los enviados también resulta compleja por la evolución actual del conflicto y, especialmente, después de la reciente visita de Zelensky al Papa, que algunos consideraron un fracaso diplomático de Francisco. Más allá de las sonrisas y los 40 minutos de cara a cara, terminada la reunión Zelensky en un tuit le reclamó al Pontífice que condene los crímenes de Putin. “No puede haber igualdad entre víctima y agresor”, le recriminó, acusándolo tácitamente, como muchos hicieron al principio del conflicto, de tener una posición considerada “filorrusa” o neutral, justamente para poder ser un canal de mediación.
Ese mismo sábado, en una entrevista con directores de medios italianos transmitida por la RAI, Zelensky también dejó en claro que no quiere ningún cese del fuego, ni mediación, en este momento, en el que se espera una gran contraofensiva contra las fuerzas rusas en los territorios ocupados. Y después de haber cosechado un firme apoyo –económico y militar- de sus aliados europeos más importantes.
“Con todo el respeto por Su Santidad, no necesitamos mediadores entre Ucrania y el agresor, necesitamos una paz justa y nosotros deberemos hacer el resto”, afirmó Zelensky.
“Le dije al Santo Padre que lo invitamos a él, como a otros líderes, a trabajar por una paz justa, en el formato de la fórmula de paz de diez puntos de Ucrania que presenté en el G-20 de noviembre pasado en Indonesia, que es muy concreto”, precisó, al explicar que el Vaticano podía justamente ayudar en el punto “humanitario”, que establece que deben regresar cerca de 20.000 niños ucranianos deportados a Rusia.
“Le pedí al Papa que presione a Rusia en este tema”, precisó Zelensky, cuya fórmula de paz de diez puntos implica la integridad territorial de Ucrania y, por lo tanto, la retirada de Rusia no sólo de las zonas ocupadas del Donbass, sino también de la península de Crimea.
En otro fiel reflejo de lo complejidad enorme de cualquier misión de Francisco para frenar la guerra o, al menos, entablar un diálogo entre las partes, Zelensky también dijo una y otra vez, claramente, que es imposible negociar con Putin, porque no es confiable. Y que cualquier cese del fuego, tregua o congelamiento del conflicto en este momento implicaría para Rusia tiempo para rearmarse, para luego volver a atacar.
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