El atentado que dio inicio a la Primera Guerra Mundial

Por: Ricardo Canaletti
Domingo 30 de Julio 2023

El ataque ocurrió en Sarajevo en 1914. Involucró a la agrupación Mano Negra, que buscaba la unión de todos los estados balcánicos en torno a Serbia. Las víctimas fueron el heredero del trono del imperio austrohúngaro y su esposa. El hecho es considerado el comienzo de la Gran Guerra.
El coronel Dragutín Dimitrijevic Apis dirigió en Belgrado, Serbia, una organización secreta y terrorista llamada Mano Negra, que no tuvo nada que ver con la banda de mafiosos italianos que operó en los Estados Unidos a principios del siglo XX extorsionando a sus compatriotas, una de las primeras mafias de ese país.
 
Belgrado, primavera de 1912
La finalidad de esta banda era la unión de todos los yugoslavos en torno al principal Estado eslavo de los Balcanes, es decir Serbia. Así pensaba el coronel. Tenía dos enemigos poderosos que debía eliminar para lograr su propósito. Uno era el Imperio Turco, debilitado para entonces y al que deseaba declararle abiertamente la guerra, y el otro, con el que debía tener mucha más cautela, era el Imperio Austrohúngaro.
 
La Mano Negra era la organización principal, pero el coronel se encargó de promover movimientos políticos similares en diferentes partes, como Mlada Bosna (Joven Bosnia) con sede en Sarajevo; dio impulso al movimiento de intelectuales croatas en Zagreb; y un grupo violento llamado Komitien, en Macedonia. Los métodos para impulsar su causa fueron los atentados, las conspiraciones y los rumores y murmuraciones, siempre efectivos.
 
En 1903, el entonces capitán Dimitrijevic había participado en el asalto al palacio real de Belgrado durante el que murieron asesinados el impopular rey Alejandro I de Serbia y su mujer, Draga Mašin. El capitán quedó herido de gravedad pero sobrevivió con tres balas en su cuerpo que jamás fueron extraídas. Ocho años después, con el poder logístico de Belgrado, formó una sociedad secreta llamada Ujedinjenjelli Smrt (Unión o muerte), popularmente conocida como La Mano Negra.
 
Gravilo Princip
La sociedad tenía el designio de asesinar al emperador Francisco José I de Austria. El plan fracasó y apuntó al heredero del trono, el archiduque Francisco Fernando, nieto del emperador. Es entonces cuando la historia comienza a hablar de Gravilo Princip, un joven veinteañero, miembro de la Joven Bosnia, estudiante, poeta, tuberculoso y embobado con las ideas del príncipe negro del anarquismo, Piotr Alekséyevitch Kropotkin. ¿Era anarquista? ¿Era un izquierdista ateo?
 
Su afán era un estado libre e independiente, un campo donde la semilla del coronel Dragutín Dimitrijevic Apis prendiese sin dificultad, no solo en Princip sino también en otro integrante de la Joven Serbia, Nedeljko Cabrinovic y en cuatro muchachos más. La acción a cumplir como verdaderos patriotas era el descabezamiento de la monarquía austrohúngara.
 
Cabrinovic y Princip se dirigieron hacia Sarajevo. Sus futuras víctimas −Francisco Fernando y su esposa, la duquesa Sophie Chotek, embarazada de su cuarto hijo− ya estaban en Bosnia para observar maniobras militares, y tenían prevista una visita a Sarajevo. Era la mañana del domingo 28 de junio de 1914. Caluroso. El plan era que siete jóvenes serbio-bosnios intervinieran en el atentado y dejar a salvo a terroristas serbios para eludir la responsabilidad de Serbia.
 
La visita a Sarajevo sería corta. La multitud esperaba a lo largo de la ruta para saludar a la pareja imperial. Los siete terroristas estaban apostados en diversos lugares. Un joven llamado Mehmedbasic estaba cerca de su compañero Cabrinovic. Al venir la comitiva, el terrorista que quedó más cerca del vehículo del archiduque fue Mehmedbasic, pero cuando quiso levantar el brazo para lanzar una bomba un policía que tenía delante le impidió ver con claridad. En cambio Cabrinovic pudo tirar la suya.
 
Francisco Fernando, desde el asiento trasero, la vio volar hacia ellos y levantó el brazo para proteger a su mujer, que se encontraba a su derecha, es decir, entre él y Cabrinovic. La bomba pegó en su brazo y fue al suelo, donde estalló e hirió a seis personas. La peor parte se la llevó el teniente coronel Erich von Merizzi. Cabrinovic, con rapidez, mordió la pastilla de cianuro y se tiró al cercano río Miljacka. El veneno no hizo efecto y en esa época del año el río tenía tan escasa profundidad que era imposible que Cabrinovic se ahogara. Lo detuvieron enseguida.
 
El archiduque estaba furioso
Repetía que en esa ciudad a los visitantes los recibían con bombas. La comitiva por fin llegó al Ayuntamiento. La gran pregunta que se hacían todos era cómo iba a seguir el día o si la pareja real quería ya regresar a Austria. Francisco Fernando no quiso cambiar los planes y pidió que en lo que quedaba del recorrido se pasara por el hospital para conocer el estado de salud de los heridos. Le aseguraron que habían redoblado las medidas de seguridad en la calle.
 
El archiduque le pidió a su mujer que se quedara en el Ayuntamiento pero ella quiso acompañarlo a pesar de todo. Aún no era mediodía. La pareja real se acomodó en el asiento trasero. Para ir al hospital debían tomar la avenida Appel, amplia y muy vigilada. Era una avenida que bordeaba el río y, en fin, un trayecto que evita las calles angostas características de la ciudad. Pero el conductor no había sido informado del cambio de planes, para que no fuera por las calles internas, propicias para una emboscada, sino por la avenida Appel. Quien debía avisar del cambio de planes era un oficial que estaba en el hospital, herido por la bomba de la mañana. Nadie más lo hizo.
 
Los terroristas no sabían qué hacer porque intuían un cambio de trayectoria, pero no lo conocían. Se colocaron en diversos puntos de la ciudad. A Gravilo Princip la decepción del atentado fallido le había dado hambre y se dirigió a comer un sándwich. Al salir del local, se encontró con el vehículo de Francisco Fernando, cuyo conductor, que no sabía que debía tomar la avenida Appel, estaba por entrar en la calle Francisco José (llamada así en honor al emperador), según el itinerario de la mañana.
 
El final del archiduque, el comienzo de la Gran Guerra
Un general que iba al lado del soldado chofer le gritó que lo que estaba haciendo era un error, que era el camino equivocado y que debían tomar la avenida Appel. El chofer, sorprendido y asustado, frenó para dar marcha atrás. Cuando se detuvo el automóvil quedó a pocos metros de Gravilo. El joven se dio cuenta de lo que ocurría. Tenía a la pareja real ahí nomás. Tomó su pistola del bolsillo y casi sin apuntar realizó dos disparos.
 
Como el archiduque y su mujer seguían erguidos, los demás pensaron que el atentado había vuelto a fallar. Princip intentó suicidarse pero un transeúnte lo agarró del brazo y varios se reunieron a su alrededor para golpearlo y buscar un lugar donde colgarlo. A todo esto, el vehículo aceleró. La primera señal de alarma fue un hilo de sangre que salió de la boca del archiduque. El balazo le había dado en el cuello y perforado la yugular hasta alojarse en la columna vertebral. La duquesa Sofía exclamó: “¡Por Dios! ¿Qué te ha sucedido?”. De inmediato, la mujer se inclinó hacia adelante. Gravilo −casi sin darse cuenta− le había pegado también un tiro en el estómago a Sofía. El archiduque y la duquesa murieron.
 
En Londres, al recibir la noticia, en la redacción de la agencia Reuters pensaron que aquel mensaje urgente era el resultado de una carrera de caballos, con indicación de los vencedores: Sarajevo (1º), Fernando (2º), Asesinado (3º).
 
Como se sabe, este doble asesinato, cometido por esta Mano Negra, dio inicio a la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra.
 
Gravilo Princip fue enviado a la prisión de la fortaleza de Terezín y encadenado a un muro. La tuberculosis lo deterioró al extremo que debieron amputarlo el brazo derecho. Murió casi cuatro años después de los asesinatos. Creyó siempre que la guerra era inevitable al margen de su propia acción.
 
En la semana posterior al atentado, la Policía Militar detuvo al coronel Apis en su oficina de Belgrado. El Estado Mayor serbio lo acusó de “alta traición”, y fue condenado a muerte. Su propio Ejército lo fusiló como traidor y sin honores militares.
 

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