"Un galpón importado de China" agitó la tensión entre la UIA y Federico Sturzenegger
Martes 17 de
Diciembre 2024
Hubo un reclamo para agilizar la información de los ingresos al país de productos terminados, pero fue descartado por el funcionario. Se acrecienta el temor de que un repunte en el consumo se traslade a los productos importados.
La crisis del consumo y su impacto en la producción nacional puso contra las cuerdas los planes industriales para el 2025. Según los empresarios, en el 2024 las fábricas “sobrevivieron” a una profunda crisis recesiva, que no lograron recuperar sobre el último trimestre, a pesar de los pronósticos de mejora; pero enfrentarán en modo “supervivencia” el año próximo, con altibajos en el equilibrio de la rentabilidad en forma de serrucho, y con el fuerte temor de que la reactivación económica prevista para el país se licúe con la liberalización y la baja de impuestos a las importaciones. Si se confirma la “tormenta perfecta”, desde marzo se volvería a activar la canilla de despidos y podría acelerarse un proceso de cierre de pymes.
Las dueñas y dueños de fábricas lamentaron la rapidez de beneficios gubernamentales otorgados para las importaciones, a contramano del “exceso” de condiciones para “equilibrar la cancha” con una baja del peso impositivo y mejoras en el plano laboral. En la cuna de la Unión Industrial Argentina (UIA) están dejando atrás los reiterados elogios de su presidente, Daniel Funes de Rioja, al orden macroeconómico aplicado por del Gobierno de Javier Milei. Ahora lo están reemplazando por una pregunta que inquieta al círculo rojo productivo: “¿Son inoperantes o el camino elegido es con ausencia de políticas industriales?”.
Por lo pronto, existe aún una delgada línea roja que separa las “malas intenciones” del ministro de Desregularización y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, del plan de Milei. Así lo miran desde la UIA, en donde el sector que controla el poder empresario intentó marcar el límite entre las necesidades de vinculación financiera del Gobierno con China, por el swap y su efecto en las reservas, y las intentonas del gigante asiático de ganar territorio comercial y avanzar en el país en la lucha geopolítica que mantiene con los Estados Unidos. Al menos, así lo cree el dueño del holding argentino del acero Techint, Paolo Rocca.
Fuentes empresarias, consultadas por PERFIL, afirmaron que en los últimos días se registró el “ingreso de un galpón importado desde China, listo para armar, sin la necesidad de ninguna intervención local para su integración”. Ese rumor (que no pudo ser confirmado por este medio) cruzó todo el arco industrial, como un hecho simbólico de los nuevos vientos del comercio exterior: “Si se puede importar un galpón entero, imagínate el colador que es la Aduana para productos terminados, que dejarán de producirse en el país, porque competir con China es imposible”.
Hace una semana, el Comité Ejecutivo de la UIA recibió a Sturzenegger en su sede de Avenida de Mayo al 1.100. Allí le entregó un documento con “Propuestas para desburocratizar y facilitar el entorno empresarial”, que aborda temas de áreas de logística y transporte, tributaria, financiamiento, laboral y sobre comercio. Este último punto se centró en el plan de “dinamizar la agenda de facilitación y las herramientas de defensa comercial”. Una palabra afuera del diccionario del “Coloso”, como llama Milei a su ministro desregulador.
En la presentación técnica, la UIA le pidió a Sturzenegger agilizar la información del comercio exterior, para seguir de cerca el ritmo de importaciones y la identificación de productos y sectores más dinámicos. “Los datos llegan con dos meses de atraso. Es una ventaja fenomenal que le damos al resto del mundo”, se quejó uno de los integrantes de la mesa chica industrial. Según pudo reconstruir este medio, la respuesta, lejos de aceptarla como una ingenuidad oficial, se convirtió en un cruce categórico: “No entiendo para qué quieren tener esa información ustedes. No tiene sentido”. Ante la insistencia y una sobreexplicación de lo dañino para la fabricación nacional, la postura gubernamental nunca varió.
PERFIL habló con dueños de pymes metalúrgicas, que participan de distintos puntos y en diversos sectores de la cadena industrial, y relataron un escenario de hundimiento feroz, en torno al 70%, en el primer trimestre; que se moderó entre abril y junio al 50%; que se amesetó al 20% en el tercer trimestre; pero que se mantuvo idéntico en el cierre del año “a pesar de la recuperación que se esperaba y que nunca llegó”. Eso afectó, incluso, a sectores dinámicos, como la agroindustria, la minería y los hidrocarburos.
Un informe de la asociación de metalúrgicos, Adimra, señaló que la actividad sectorial cayó en noviembre 7,1%. Hay dos datos que encendieron alarmas: en ese mismo mes del 2023 la crisis ya pegaba en la producción, lo que delata una comparación con un registro malo; además, contra octubre pasado, también hubo retroceso (0,9%). El epicentro de la recesión está en Buenos Aires (-9,1%) y Córdoba (-8,3%), en donde la población de trabajadores es la más densa. Y si bien en los últimos meses se estancó la pérdida de puestos, fuentes del sector confiaron a PERFIL que “se especula que en marzo se sentirá el pico de desempleo posvacaciones y licencias”.
Una de las coincidencias en el empresariado fue el peso del costo laboral, a pesar de la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores que destruyó el consumo. Allí talló el atraso cambiario, que colocó a la Argentina como un país “caro” para pagar salarios. “Sabemos que hay trabajadores que ganan por debajo de la línea de la pobreza y eso es inaudito; pero también que, medido en dólares, tenemos costos laborales altísimos e impiden ser competitivos y funden a las empresas. Esto se transformó en una guerra de pobres contra pobres”, sintetizó, descarnado, un empresario santafesino ante PERFIL.
Las dueñas y dueños de fábricas lamentaron la rapidez de beneficios gubernamentales otorgados para las importaciones, a contramano del “exceso” de condiciones para “equilibrar la cancha” con una baja del peso impositivo y mejoras en el plano laboral. En la cuna de la Unión Industrial Argentina (UIA) están dejando atrás los reiterados elogios de su presidente, Daniel Funes de Rioja, al orden macroeconómico aplicado por del Gobierno de Javier Milei. Ahora lo están reemplazando por una pregunta que inquieta al círculo rojo productivo: “¿Son inoperantes o el camino elegido es con ausencia de políticas industriales?”.
Por lo pronto, existe aún una delgada línea roja que separa las “malas intenciones” del ministro de Desregularización y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, del plan de Milei. Así lo miran desde la UIA, en donde el sector que controla el poder empresario intentó marcar el límite entre las necesidades de vinculación financiera del Gobierno con China, por el swap y su efecto en las reservas, y las intentonas del gigante asiático de ganar territorio comercial y avanzar en el país en la lucha geopolítica que mantiene con los Estados Unidos. Al menos, así lo cree el dueño del holding argentino del acero Techint, Paolo Rocca.
“El galpón importado de China”
Fuentes empresarias, consultadas por PERFIL, afirmaron que en los últimos días se registró el “ingreso de un galpón importado desde China, listo para armar, sin la necesidad de ninguna intervención local para su integración”. Ese rumor (que no pudo ser confirmado por este medio) cruzó todo el arco industrial, como un hecho simbólico de los nuevos vientos del comercio exterior: “Si se puede importar un galpón entero, imagínate el colador que es la Aduana para productos terminados, que dejarán de producirse en el país, porque competir con China es imposible”.
Hace una semana, el Comité Ejecutivo de la UIA recibió a Sturzenegger en su sede de Avenida de Mayo al 1.100. Allí le entregó un documento con “Propuestas para desburocratizar y facilitar el entorno empresarial”, que aborda temas de áreas de logística y transporte, tributaria, financiamiento, laboral y sobre comercio. Este último punto se centró en el plan de “dinamizar la agenda de facilitación y las herramientas de defensa comercial”. Una palabra afuera del diccionario del “Coloso”, como llama Milei a su ministro desregulador.
En la presentación técnica, la UIA le pidió a Sturzenegger agilizar la información del comercio exterior, para seguir de cerca el ritmo de importaciones y la identificación de productos y sectores más dinámicos. “Los datos llegan con dos meses de atraso. Es una ventaja fenomenal que le damos al resto del mundo”, se quejó uno de los integrantes de la mesa chica industrial. Según pudo reconstruir este medio, la respuesta, lejos de aceptarla como una ingenuidad oficial, se convirtió en un cruce categórico: “No entiendo para qué quieren tener esa información ustedes. No tiene sentido”. Ante la insistencia y una sobreexplicación de lo dañino para la fabricación nacional, la postura gubernamental nunca varió.
“Una guerra de pobres contra pobres”
PERFIL habló con dueños de pymes metalúrgicas, que participan de distintos puntos y en diversos sectores de la cadena industrial, y relataron un escenario de hundimiento feroz, en torno al 70%, en el primer trimestre; que se moderó entre abril y junio al 50%; que se amesetó al 20% en el tercer trimestre; pero que se mantuvo idéntico en el cierre del año “a pesar de la recuperación que se esperaba y que nunca llegó”. Eso afectó, incluso, a sectores dinámicos, como la agroindustria, la minería y los hidrocarburos.
Un informe de la asociación de metalúrgicos, Adimra, señaló que la actividad sectorial cayó en noviembre 7,1%. Hay dos datos que encendieron alarmas: en ese mismo mes del 2023 la crisis ya pegaba en la producción, lo que delata una comparación con un registro malo; además, contra octubre pasado, también hubo retroceso (0,9%). El epicentro de la recesión está en Buenos Aires (-9,1%) y Córdoba (-8,3%), en donde la población de trabajadores es la más densa. Y si bien en los últimos meses se estancó la pérdida de puestos, fuentes del sector confiaron a PERFIL que “se especula que en marzo se sentirá el pico de desempleo posvacaciones y licencias”.
Una de las coincidencias en el empresariado fue el peso del costo laboral, a pesar de la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores que destruyó el consumo. Allí talló el atraso cambiario, que colocó a la Argentina como un país “caro” para pagar salarios. “Sabemos que hay trabajadores que ganan por debajo de la línea de la pobreza y eso es inaudito; pero también que, medido en dólares, tenemos costos laborales altísimos e impiden ser competitivos y funden a las empresas. Esto se transformó en una guerra de pobres contra pobres”, sintetizó, descarnado, un empresario santafesino ante PERFIL.
Con información de
Perfil
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