25 DE ABRIL 2024
Córdoba
Sospechan el peor final para Paola y Martina
Domingo 21 de
Septiembre 2014
Homicidio calificado por el vínculo reiterado, dos hechos”.
Esta es la carátula legal que ayer a las 18 le leyeron a Gonzalo Lizarralde (33), cuando había ido a realizar una notificación en la unidad judicial de Homicidios, en Jefatura. Acto seguido, fue esposado y quedó detenido por orden de la Justicia.
De esta manera, la causa por la desaparición de Paola Acosta (36) y su pequeña hija Martina (1 año y nueve meses) que devela a los investigadores policiales, termina inclinándose, por el momento, hacia la peor hipótesis: madre e hija fueron asesinadas, pese a que aún no fueron encontradas.
A más de 72 horas de que nada se sepa de ellas, las sospechas apuntan hacia el padre biológico de la pequeña, Lizarralde, que anoche iba a ser indagado ya como imputado.
La orden de captura había sido emitida, horas antes de su detención, por la fiscal Eve Flores, que desde la hora 0 del sábado y hasta el lunes estará a cargo del caso. Luego, el expediente retornará a manos del fiscal original, Miguel Oyhanarte.
De acuerdo al Código Penal, la imputación de “homicidio calificado por el vínculo” prevé la pena de prisión perpetua.
Hasta el momento, no se utiliza la nueva figura de “femicidio”, ya que la fiscal entiende que si bien existe un vínculo (padre e hija), no hay otros elementos necesarios para tipificar este delito, como denuncias o episodios previos de violencia doméstica o una convivencia, entre otros puntos que se deben valorar.
Indicios
La imputación contra Lizarralde se resolvió a partir de una serie de indicios, entre los que pesan mucho las 14 muestras pequeñas de sangre humana que fueron encontradas en la camioneta Peugeot Exprés que él manejaba y que figura a nombre de la panadería que la familia del joven tiene en barrio San Salvador.
Pese a que el jueves a primera hora Lizarralde llevó la furgoneta a un lavadero de autos, un análisis exhaustivo permitió hallar esta prueba, que ahora está siendo analizada para intentar encontrar grupo y factor sanguíneo (la pericia se demora porque se trata de muestras escasas y ya secas).
Además, existen testigos que ubican a Paola y a su hija por última vez arriba de esa camioneta conducida por él.
Ante esto, en las próximas horas se realizará una rueda de reconocimiento (por ello, este diario omite por el momento publicar la foto del sospechoso detenido).
“No hay nadie que haya visto a Paola sola con su hija, o un testigo que haya observado un robo u otra cosa”, agregó una de las fuentes consultadas.
También los detectives de Homicidios ya entrevistaron a los empleados del lavadero, quienes aseguraron que Lizarralde estaba “como alterado” y les dejó una propina inusual cuando fue a retirar la camioneta, siempre según indicaron los informantes.
Hasta ahora, se han realizado 10 allanamientos (en la vivienda de él y en la panadería, entre otros domicilios), todos en torno al círculo íntimo de Lizarralde.
“Por el momento, todo lo que tenemos está relacionado con él, no hay ninguna pista que involucre a otro sospechoso”, agregó un investigador.
En los allanamientos, se buscaron armas de fuego, ya que Lizarralde tiene autorización para portarlas, pero no se halló ninguna.
Atendiendo a la hipótesis de un doble asesinato, se está intentando establecer, también, los horarios de Lizarralde aquella noche y se piensa con fuerza en la participación de algún supuesto cómplice.
Desde un primer momento, la familia de Paola sembró sospechas en dirección al joven, por lo que el viernes, pese a que todavía no estaba imputado, ya había puesto a un abogado para que hablara en su nombre y negara toda vinculación.
Hasta ese momento, había resultado llamativo la poca predisposición que Lizarralde había mostrado para denunciar la desaparición de las dos mujeres.
En declaraciones informales, ya que no constan en la causa, el joven habría asegurado que Paola y Martina se bajaron de la camioneta y él se marchó, por lo que él dijo no saber qué pudo haber pasado con ellas.
La última noche
En todos los testimonios recabados hasta el momento, Lizarralde figura como la última persona que vio a ambas con vida el miércoles a la noche.
De acuerdo a lo que consta en el expediente, y según dejaron trascender fuentes judiciales y policiales, ese día a las 22.30, Paola bajó junto a su pequeña para encontrarse con él en la calle de su departamento de calle Martín García al 200, barrio San Martín.
El joven iba a conocer a la niña por primera vez y, además, tenía que pagar la cuota alimentaria de 1.400 pesos, según lo había ordenado la Justicia.
Se trataba de una capítulo más de una larga historia entre Paola y Lizarralde, ya que él siempre negó ser el padre de Martina. Se inició una causa judicial que terminó en un análisis de ADN, que el pasado 20 de agosto último ratificó la paternidad. Y recién entonces se vio obligado a cumplir con su responsabilidad de girar una suma de dinero mensual para la manutención.
Tras este resultado, la actitud de él cambió. Le había dicho a Paola que pensaba llevar a la niña para que la conocieran también los abuelos paternos y, pese a que podía girar el dinero de la cuota a través de un banco, quería ir ese miércoles para cumplir, también, con la primera visita.
Como jamás la había visto antes, acordaron que se iba a tratar de un encuentro breve y con Paola presente, para que Martina no se asustara.
En el teléfono celular de la mujer quedaron asentados una serie de mensajes de Lizarralde, quien durante todo ese día fue posponiendo la visita, que en un principio iba a ser a la tarde.
También llama la atención que en los SMS él fue indagando sobre si había algún adulto más en la casa de Paola, a lo que recibió respuestas negativas.
La mujer dejó durmiendo a sus hijos varones de 16 y 14 años (de otra relación) y bajó con Martina en brazos para recibir la cuota alimentaria y dejar que Lizarralde viera a la niña durante unos minutos.
Arriba, quedaron su teléfono celular, el documento, la mamadera, los pañales, todo lo que podría haberse llevado en caso de una ausencia voluntaria.
Al otro día, cuando los hijos se despertaron y no la vieron, se inició una búsqueda que a esta altura, a más de 72 horas, ya es desesperada.
Datos del caso
Miércoles a la noche. Paola Acosta bajó de su departamento de barrio San Martín con su hija Martina en brazos para encontrarse con Gonzalo Lizarralde, quien tenía que abonar por primera vez, y por orden judicial, la cuota alimentaria.
ADN. Según un estudio de ADN cuyos resultados se conocieron en agosto último, Lizarralde es el padre biológico de Martina, paternidad que siempre negó.
No vivían juntos. La relación entre Paola y Lizarralde fue muy breve, y luego él no quiso tener más contacto con ella tras enterarse del embarazo. Durante los meses anteriores al parto, Paola debió contactarse con una hermana de él para poder llenar el historial de antecedentes clínicos del padre.
Trabajos. Ella es mantera de la feria del parque Las Heras. Tiene otros dos hijos varones de 16 y 14 años, de una relación anterior. Lizarralde, en tanto, se presenta en las redes sociales como gerente de la panadería que su familia tiene en barrio San Salvador. También dice ser fotógrafo de eventos.
De esta manera, la causa por la desaparición de Paola Acosta (36) y su pequeña hija Martina (1 año y nueve meses) que devela a los investigadores policiales, termina inclinándose, por el momento, hacia la peor hipótesis: madre e hija fueron asesinadas, pese a que aún no fueron encontradas.
A más de 72 horas de que nada se sepa de ellas, las sospechas apuntan hacia el padre biológico de la pequeña, Lizarralde, que anoche iba a ser indagado ya como imputado.
La orden de captura había sido emitida, horas antes de su detención, por la fiscal Eve Flores, que desde la hora 0 del sábado y hasta el lunes estará a cargo del caso. Luego, el expediente retornará a manos del fiscal original, Miguel Oyhanarte.
De acuerdo al Código Penal, la imputación de “homicidio calificado por el vínculo” prevé la pena de prisión perpetua.
Hasta el momento, no se utiliza la nueva figura de “femicidio”, ya que la fiscal entiende que si bien existe un vínculo (padre e hija), no hay otros elementos necesarios para tipificar este delito, como denuncias o episodios previos de violencia doméstica o una convivencia, entre otros puntos que se deben valorar.
Indicios
La imputación contra Lizarralde se resolvió a partir de una serie de indicios, entre los que pesan mucho las 14 muestras pequeñas de sangre humana que fueron encontradas en la camioneta Peugeot Exprés que él manejaba y que figura a nombre de la panadería que la familia del joven tiene en barrio San Salvador.
Pese a que el jueves a primera hora Lizarralde llevó la furgoneta a un lavadero de autos, un análisis exhaustivo permitió hallar esta prueba, que ahora está siendo analizada para intentar encontrar grupo y factor sanguíneo (la pericia se demora porque se trata de muestras escasas y ya secas).
Además, existen testigos que ubican a Paola y a su hija por última vez arriba de esa camioneta conducida por él.
Ante esto, en las próximas horas se realizará una rueda de reconocimiento (por ello, este diario omite por el momento publicar la foto del sospechoso detenido).
“No hay nadie que haya visto a Paola sola con su hija, o un testigo que haya observado un robo u otra cosa”, agregó una de las fuentes consultadas.
También los detectives de Homicidios ya entrevistaron a los empleados del lavadero, quienes aseguraron que Lizarralde estaba “como alterado” y les dejó una propina inusual cuando fue a retirar la camioneta, siempre según indicaron los informantes.
Hasta ahora, se han realizado 10 allanamientos (en la vivienda de él y en la panadería, entre otros domicilios), todos en torno al círculo íntimo de Lizarralde.
“Por el momento, todo lo que tenemos está relacionado con él, no hay ninguna pista que involucre a otro sospechoso”, agregó un investigador.
En los allanamientos, se buscaron armas de fuego, ya que Lizarralde tiene autorización para portarlas, pero no se halló ninguna.
Atendiendo a la hipótesis de un doble asesinato, se está intentando establecer, también, los horarios de Lizarralde aquella noche y se piensa con fuerza en la participación de algún supuesto cómplice.
Desde un primer momento, la familia de Paola sembró sospechas en dirección al joven, por lo que el viernes, pese a que todavía no estaba imputado, ya había puesto a un abogado para que hablara en su nombre y negara toda vinculación.
Hasta ese momento, había resultado llamativo la poca predisposición que Lizarralde había mostrado para denunciar la desaparición de las dos mujeres.
En declaraciones informales, ya que no constan en la causa, el joven habría asegurado que Paola y Martina se bajaron de la camioneta y él se marchó, por lo que él dijo no saber qué pudo haber pasado con ellas.
La última noche
En todos los testimonios recabados hasta el momento, Lizarralde figura como la última persona que vio a ambas con vida el miércoles a la noche.
De acuerdo a lo que consta en el expediente, y según dejaron trascender fuentes judiciales y policiales, ese día a las 22.30, Paola bajó junto a su pequeña para encontrarse con él en la calle de su departamento de calle Martín García al 200, barrio San Martín.
El joven iba a conocer a la niña por primera vez y, además, tenía que pagar la cuota alimentaria de 1.400 pesos, según lo había ordenado la Justicia.
Se trataba de una capítulo más de una larga historia entre Paola y Lizarralde, ya que él siempre negó ser el padre de Martina. Se inició una causa judicial que terminó en un análisis de ADN, que el pasado 20 de agosto último ratificó la paternidad. Y recién entonces se vio obligado a cumplir con su responsabilidad de girar una suma de dinero mensual para la manutención.
Tras este resultado, la actitud de él cambió. Le había dicho a Paola que pensaba llevar a la niña para que la conocieran también los abuelos paternos y, pese a que podía girar el dinero de la cuota a través de un banco, quería ir ese miércoles para cumplir, también, con la primera visita.
Como jamás la había visto antes, acordaron que se iba a tratar de un encuentro breve y con Paola presente, para que Martina no se asustara.
En el teléfono celular de la mujer quedaron asentados una serie de mensajes de Lizarralde, quien durante todo ese día fue posponiendo la visita, que en un principio iba a ser a la tarde.
También llama la atención que en los SMS él fue indagando sobre si había algún adulto más en la casa de Paola, a lo que recibió respuestas negativas.
La mujer dejó durmiendo a sus hijos varones de 16 y 14 años (de otra relación) y bajó con Martina en brazos para recibir la cuota alimentaria y dejar que Lizarralde viera a la niña durante unos minutos.
Arriba, quedaron su teléfono celular, el documento, la mamadera, los pañales, todo lo que podría haberse llevado en caso de una ausencia voluntaria.
Al otro día, cuando los hijos se despertaron y no la vieron, se inició una búsqueda que a esta altura, a más de 72 horas, ya es desesperada.
Datos del caso
Miércoles a la noche. Paola Acosta bajó de su departamento de barrio San Martín con su hija Martina en brazos para encontrarse con Gonzalo Lizarralde, quien tenía que abonar por primera vez, y por orden judicial, la cuota alimentaria.
ADN. Según un estudio de ADN cuyos resultados se conocieron en agosto último, Lizarralde es el padre biológico de Martina, paternidad que siempre negó.
No vivían juntos. La relación entre Paola y Lizarralde fue muy breve, y luego él no quiso tener más contacto con ella tras enterarse del embarazo. Durante los meses anteriores al parto, Paola debió contactarse con una hermana de él para poder llenar el historial de antecedentes clínicos del padre.
Trabajos. Ella es mantera de la feria del parque Las Heras. Tiene otros dos hijos varones de 16 y 14 años, de una relación anterior. Lizarralde, en tanto, se presenta en las redes sociales como gerente de la panadería que su familia tiene en barrio San Salvador. También dice ser fotógrafo de eventos.
Con información de
La Voz
