CÓRDOBA
Dos muertes y una sospecha conmueven a un pequeño paraje
Miércoles 13 de
Abril 2016
La localidad de San Martín de las Toscas es el escenario de un doble drama. Un joven que falleció habría sido arrollado por una camioneta, cuyo conductor escapó. Testigo clave apareció sin vida.
La muerte dudosa de un joven con probable epilepsia, quizá embestido en una ruta solitaria, habría generado un drama que luego se cobró otra vida en un pequeño paraje situado 35 kilómetros al noroeste de ciudad de Villa Dolores, en el valle de Traslasierra.
Al menos tres de las pocas familias del lugar se ven enlutadas por los hechos.
Las hipótesis indican que un testigo del accidente se habría quitado la vida luego de afirmar ante la Justicia provincial que nada sabía sobre el hecho, sucedido en el paraje rural de San Martín de las Toscas, cerca de la localidad de San Vicente, en el departamento San Alberto.
El episodio es investigado por la Fiscalía de Primera Nominación de Villa Dolores, a cargo de Raúl Castro, quien trabaja sobre varias hipótesis, mientras en la región el caso cobra cada día más interés y todo tipo de comentarios.
Una de las posibilidades es que el joven haya sufrido una crisis de epilepsia en la ruta, y luego haya sido pisado por un vehículo, cuyo conductor huyó.
Alcohol
El 27 de marzo, Sergio Raimundo Oviedo, trabajador rural de 28 años, pasó la tarde del domingo de Pascua en una “pollada” a beneficio de una vecina enferma en San Vicente.
Al atardecer emprendió el regreso a su casa, probablemente alcoholizado, según apuntaron fuentes con acceso a la investigación.
Los últimos que lo vieron dijeron que caminaba a buen ritmo con su bicicleta al lado por un camino rural cercano a la ruta E-91, que une aquella localidad con la de Los Cerrillos.
Por esa vía poco transitada, unos 18 kilómetros al sur, fue encontrado su cuerpo sin vida hacia las 20.30 de aquel domingo de marzo.
Al parecer, no tenía heridas compatibles con las de un choque, y su bicicleta fue hallada sin daños a un costado de la ruta. Sus alpargatas juntas, como acomodadas prolijamente por alguien, despertaron las primeras sospechas.
Testigos indicaron que a esa hora habían visto por el sector la camioneta Ford F-100 de D. H. (alrededor de 65 años), también vecino de la zona.
El vehículo fue secuestrado, pero no presentaba indicios de haber chocado, ni siquiera a una bicicleta.
La autopsia indicó que Oviedo presentaba múltiples traumas internos, que podrían haberse producido si el cuerpo fue pisado por un vehículo, pero no embestido.
Aquel anochecer, D. H. volvía de San Vicente acompañado por O.Q (54). Se cree que los dos también habían bebido alcohol.
En la fiscalía de Castro, un testigo dijo haber visto primero el cuerpo de Oviedo tirado transversalmente en la ruta, y luego “acomodado” a un costado, junto con la bicicleta y las alpargatas.
¿Por qué no lo ayudó en el primer momento? Es una de las preguntas todavía sin respuestas.
D. H., conductor de la camioneta, hoy está sindicado como sospechoso de haberlo atropellado. Conviene aclarar que todavía no ha sido imputado.
Su acompañante, O.Q., fue citado como testigo y aseguró no haber visto nada al regresar desde San Vicente.
Pero esa noche, luego de escribir varias cartas, se habría quitado la vida en su casa.
Uno de los mensajes decía refiriéndose a D. H.: “Si fue él, que se haga cargo...”.
Para la fiscalía aún quedan varios peritajes antes de poder llegar a alguna conclusión más firme.
Mientras tanto, el paraje rural y toda la zona, rodeada de cultivos de papa, se han visto conmovidos como nunca antes, mientras se aguarda que las muertes terminen por ser desveladas.
Es que al no ser más de siete familias las que allí viven, todos se encuentran entrelazados en esta historia penal que aún no encuentra final.
Con información de
lavoz
