El karateca de Brigada Cola, a las patadas en Hollywood

Durante su apogeo local, el musculoso y joven luchador llegó a tener una historieta propia en la revista Billiken y hasta un muñeco con su nombre en las jugueterías. Lo que muchos ignoran es que, desde que aquí se le perdió el rastro, Héctor siguió su carrera hasta llegar a las grandes ligas y hoy, a los 43 años, vive en Los Ángeles y es un productor y actor con trayectoria en Hollywood.  Siempre abocado a las piñas y patadas, claro está. 
 
“Hago películas de acción, hace muchos años que tengo contrato con las compañías Lionsgate y Alliance”, explica desde París a 24CON el karateca, que muchas veces produce y algunas también dirige los films en los que participa, la mayoría de los cuales son del tipo “directo a DVD” para el mercado amante del cine de karate. 
 
Entre sus trabajos más destacados – y llamativos – se encuentran “The Falkland Man", sobre un ex veterano de la guerra de Malvinas que busca venganza, “Nunca te rindas”, la historia violenta de un luchador clandestino de jaula y “De la cuna a la tumba”, donde compartió elenco nada menos que con Jet Li. En agosto próximo estrena su última producción, “Chavez cage of glory”, que protagoniza con Danny Trejo, reconocido por “Machete” y varias películas donde corre mucha sangre. 
 
La devoción Echavarría por las artes marciales arrancó a los 4 años, en su Corrientes natal. “Tenía asma y mis padres me llevaron a sesiones de acupuntura para curarme. Entonces mi maestro – Tung Kou Sao – me recomendó hacer tai chi chuan para que me ayude con la respiración”, cuenta Héctor, que con su hablar pausado y su acento neutro por momentos hace recordar a Sergio “Maravilla” Martínez.  
 
A partir de ahí, pasó por el boxeo chino, judo, jiujitsu y más tarde karate, kung fu y  taekwondo. Cuando se quiso acordar, era el “kickboxer” profesional más joven, con su primera pelea a los 14 años. Pero la popularidad le llegó en su juventud, cuando se convirtió en campeón mundial de la Asociación Mundial de Karate y Kickboxing, al noquear al inglés Kenny Walton. Su hazaña fue noticia, su popularidad creció de golpe y le puso el ojo un entrenador de estrellas de Hollywood, Ed Parker.
 
“Me vio y me dijo: ‘Tenés buena facha, buen porte, podrías probar con el cine y la televisión’”, recuerda. Y él le hizo caso. “Me fui a Los Ángeles y conocí a una publicista de ‘Miami Vice’, donde debuté con un papel en un capítulo de 1987, casi al final de la serie”, dice.
 
Como ya era conocido y, en paralelo, venía a pelear en el Luna Park, lo llamaron del programa de Gerardo Sofovich para que hiciera demostraciones.  “Un productor argentino me vio. Se ve que le gustó el tema de que rompía barras de hielo, sillas y esas cosas. Y me hizo firmar contrato para una serie de películas, que si funcionaban se iban a transformar en un programa de televisión”, relata Héctor. Esas películas fueron la saga “Extermineitors” y la serie, obviamente, la del comando delirante de Francella y compañía. 
¿Qué recuerdo tenés de haber trabajado en “Brigada Cola”? ¿Seguís en contacto con los actores?
 
(Se ríe) Fue la mejor experiencia, por supuesto. Lamentablemente, no pudimos mantener el contacto, porque en este ambiente no se puede. Uno empieza con viajes y esas cosas, y el vínculo se pierde. Pero grabábamos todos los días, estábamos siempre juntos y llegamos a ser todos como una gran familia, desde Guillermo hasta Nico.
 
¿Supiste que “Nico” tuvo algunos problemas con la ley? Después de la fama, no le fue muy bien que digamos…
 
Sí, escuché algo de eso. Me enteré de lo que le pasó e intenté comunicarme con él, pero no hubo manera. No recuerdo si él no tenía teléfono en ese momento, pero no pude ubicarlo ni ubicar su casa. Si lo encontraba, me hubiera gustado estar en lo que fuera para ayudarlo.
Con el éxito que tuvo la serie, ¿alguna vez te pesó la fama, que te pidan autógrafos y te reconozcan por la calle?
 
Para nada, siempre lo tomé como una parte más de mi trabajo. Nunca me molestó, al contrario. Mi idea es: “si no quiero eso, ¿para qué hago lo otro?”. 
 
¿Además de actor, sos instructor de artes marciales para famosos?
 
Nunca me dediqué a eso a tiempo completo, lo hago simplemente por la amistad que tengo con algunas figuras. Yo aparecí en muchísimas revistas especializadas, como “Black Belt Magazine”, “Inside Karate” o “Martial Arts Illustrated”, y de ahí me conocieron. Tengo una excelente relación con Héctor “Macho” Camacho y me llevo muy bien con el campeón de pelea en jaula Quinton Jackson. También entrenaba a Kendra Wilkinson (N. de la R.: la ex conejita de Playboy que fue novia de Hugh Hefner) en la mansión Playboy, hasta que ella empezó su reality show propio y ya no tenía tiempo. Pero siempre es por algunas semanas, no es mi trabajo central. 

¿Por qué te parece que le atrae al público la relación entre el cine y el karate?
 
Porque todos en el fondo tienen la fantasía de hacerse los malos y darles una buena paliza a los demás. De ser justicieros y andar repartiendo patadas. Esa es mi explicación (se ríe).
 
¿Es verdad que una vez noqueaste a Chuck Norris? El mito que circula en Internet es que lo dijiste varias veces…
 
(Se ríe) No, nunca dije eso. Lo que dije fue esto: yo peleé y gané el mismo título que él, y cuando fui a recibir el trofeo, me lo dio Chuck Norris en persona. Y algún boludo echó a correr cualquier cosa. Entonces, de repente, yo era un mentiroso, porque decía que lo había noqueado.
 
Fue el famoso “efecto bola de nieve”…
 
Claro, partamos de la base que, en Internet, hay que creer la mitad de las cosas. Eso me hace acordar a lo que me pasó en Corrientes, cuando tenía 14 años y, un sábado a la noche, le di una paliza a cuatro pendejos. El domingo en el club, un boludo empezó a correr que eran ocho, y para la tarde ya eran doce. Y yo decía: “¡pero no, miren que fueron  cuatro!”, y todos me contestaban: “¡Ah, lo decís por modesto, fueron doce!”.
 
Pero durante mucho tiempo se especuló con que no tenías los títulos que asegurabas haber conseguido...
 
Sí, la verdad yo no le presto atención a eso. Me parece que las personas que andan usando Internet para decir esas cosas, no entiendo cómo pueden vivir con tanta negatividad. Yo siempre trato de dar un mensaje positivo, porque las personas que llegan lejos son siempre las que basan su vida en eso. Lo demás no me importa.
 
¿Nunca pensaste cambiar de rubro e incursionar en el boxeo?
 
No, siempre me interesó darle patadas en la cabeza a mis rivales (se ríe). La realidad es que nunca me ligué al box porque me atrae más que nada la filosofía que acompaña a las artes marciales. La mezcla de lucha y filosofía es lo interesante. 
 
¿Tenés pensado volver a Argentina en algún momento?
 
Vuelvo pocas veces,  para ver algunos familiares en Corrientes. Pero estoy radicado en Los Ángeles y no voy a mudarme. Ahora está la posibilidad de que empiece a volver más seguido, porque podríamos firmar un convenio con el Canal 13 para que pasen mis películas. Esperaré a ver qué pasa.