Donald Trump, siempre dando de qué hablar: ahora, sale de compras y quiere quedarse con Groenlandia
Lunes 19 de
Agosto 2019

Cambio climático, geopolítica, recursos naturales. La propuesta del presidente Donald Trump de comprar Groenlandia a Dinamarca despertó todo tipo de reacciones, burlas, chistes en Dinamarca y Estados Unidos, pero, sin dudas, la visión desde el Kremlin es muy diferente.
Por estos días los asesores del presidente estadounidense estudian el pedido que en más de una oportunidad les hizo Trump. Si bien esta orden puede haber caído en la misma lista de los pedidos que quedan al costado de un escritorio debido, principalmente, a la infinidad de propuestas fuera de lo común del mandatario, creo que es importante poner un marco a la idea de Trump, como ya lo debe estar haciendo Rusia.
La respuesta de Dinamarca no se hizo esperar. Negaron categóricamente esta posibilidad y algunos diputados sostuvieron que la idea de Trump marcaba su estado mental. Como ¿podían, afirmaban, vender su territorio y que precio podían tener las 56 mil personas, que habitan en esta gigantesca isla?
¿Pero qué tan desopilante es la idea de Donald Trump? Si uno mira algunos antecedentes en la historia reciente, sale a la luz rápidamente cómo Estados Unidos se hizo de un estratégico territorio también en la misa zona, como es Alaska, vendida por los zares en 1867 por 7.200.000 dólares y, yendo un poco más atrás, encontramos que en 1803 el entonces presidente George Washington compró Luisiana a la Francia de Napoleón, una región que en la actualidad representa más del 23% del territorio de los Estados Unidos.
Groenlandia pertenece a Dinamarca pero posee gran autonomía desde 1979. Mientras que desde Europa se negaba cualquier posibilidad de venta, a los pocos días de conocía la idea del presidente estadounidense las autoridades de Groenlandia aseguraron que no están en venta pero si “abiertos a los negocios”.
En los últimos años, la región del Ártico ocupó espacio en los medios internacionales tanto por el efecto que tiene el cambio climático en ella, pero también por la tensión entre las tres potencias más poderosas que están interesadas en sus recursos naturales: Rusia, China y los Estados Unidos.
De acuerdo al análisis de Heather Conley, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, “detrás del interés presidencial se esconde una creciente concientización en Estados Unidos de la importancia de Groenlandia, pero también, en términos más generales, de toda la región del Ártico. La administración -sostiene Conley- descubre, muy tarde, el papel geoestratégico del Ártico”.
La isla de Groenlandia tiene 2.166.000 kilómetros cuadrados, que en su mayoría están cubiertos por hielo y nieve. La riqueza mayor está en su subsuelo y en su posición geoestratégica
Para Luke Coffey, experto de Heritage Foundation, “Rusia está en su derecho de desarrollar sus actividades militares en su casa, ya que posee la mitad del territorio del Ártico. El problema es que no hay garantía de que Rusia permanezca dentro de sus fronteras“.
China, por su parte, sin ser una potencia regional por derecho propio -al menos por el momento- desarrolló una presencia principalmente económica y científica. Está tejiendo su red para ganar mercados y espera eventualmente beneficiarse de la ruta del norte, que acorta el camino entre los océanos Pacífico y Atlántico, sostiene el analista.
Claramente, el derretimiento de los hielos, considerado por la comunidad científica como algo muy negativo, es para las grandes potencias una oportunidad comercial y geopolítica. Desde la llegada al poder en Rusia de Vladimir Putin, los rusos dejaron a la vista su estrategia en esta región con movimientos propagandísticos como fue el colocar una bandera en profundidades del ártico como el aumento de sus movimientos militares y ensayos misilísticos en esta zona del planeta rica en reservas de petróleo, gas y todo tipo de minerales.
Este escenario complejo fue manifestado abiertamente también por Canadá. En un informe, el comité del parlamento advirtió que deben mejorar la vigilancia marítima y aérea en el Ártico, así como la capacidad de los rompehielos de la Guardia Costera Canadiense y equipar a los Rangers Inuit para afirmar su autoridad sobre esta vasta región. En el informe se habla sobre los conflictos geopolíticos que pueden llegar a multiplicarse en las aguas que rodean el extenso archipiélago ártico reclamado por Canadá.
En las próximas semanas el presidente Trump podría visitar Dinamarca y casi al mismo tiempo sus ministros más importantes llevaran adelante una gira en naciones de la región. Solo basta saber cuánto es capaz de pagar el mangnate inmobiliario convertido en presidente y si su experiencia en la compra y venta de inmuebles le podría dar a su país uno de los golpes geopolíticos más importante de las últimos siglos.
La respuesta de Dinamarca no se hizo esperar. Negaron categóricamente esta posibilidad y algunos diputados sostuvieron que la idea de Trump marcaba su estado mental. Como ¿podían, afirmaban, vender su territorio y que precio podían tener las 56 mil personas, que habitan en esta gigantesca isla?
¿Pero qué tan desopilante es la idea de Donald Trump? Si uno mira algunos antecedentes en la historia reciente, sale a la luz rápidamente cómo Estados Unidos se hizo de un estratégico territorio también en la misa zona, como es Alaska, vendida por los zares en 1867 por 7.200.000 dólares y, yendo un poco más atrás, encontramos que en 1803 el entonces presidente George Washington compró Luisiana a la Francia de Napoleón, una región que en la actualidad representa más del 23% del territorio de los Estados Unidos.
Groenlandia pertenece a Dinamarca pero posee gran autonomía desde 1979. Mientras que desde Europa se negaba cualquier posibilidad de venta, a los pocos días de conocía la idea del presidente estadounidense las autoridades de Groenlandia aseguraron que no están en venta pero si “abiertos a los negocios”.
En los últimos años, la región del Ártico ocupó espacio en los medios internacionales tanto por el efecto que tiene el cambio climático en ella, pero también por la tensión entre las tres potencias más poderosas que están interesadas en sus recursos naturales: Rusia, China y los Estados Unidos.
De acuerdo al análisis de Heather Conley, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, “detrás del interés presidencial se esconde una creciente concientización en Estados Unidos de la importancia de Groenlandia, pero también, en términos más generales, de toda la región del Ártico. La administración -sostiene Conley- descubre, muy tarde, el papel geoestratégico del Ártico”.
La isla de Groenlandia tiene 2.166.000 kilómetros cuadrados, que en su mayoría están cubiertos por hielo y nieve. La riqueza mayor está en su subsuelo y en su posición geoestratégica
Para Luke Coffey, experto de Heritage Foundation, “Rusia está en su derecho de desarrollar sus actividades militares en su casa, ya que posee la mitad del territorio del Ártico. El problema es que no hay garantía de que Rusia permanezca dentro de sus fronteras“.
China, por su parte, sin ser una potencia regional por derecho propio -al menos por el momento- desarrolló una presencia principalmente económica y científica. Está tejiendo su red para ganar mercados y espera eventualmente beneficiarse de la ruta del norte, que acorta el camino entre los océanos Pacífico y Atlántico, sostiene el analista.
Claramente, el derretimiento de los hielos, considerado por la comunidad científica como algo muy negativo, es para las grandes potencias una oportunidad comercial y geopolítica. Desde la llegada al poder en Rusia de Vladimir Putin, los rusos dejaron a la vista su estrategia en esta región con movimientos propagandísticos como fue el colocar una bandera en profundidades del ártico como el aumento de sus movimientos militares y ensayos misilísticos en esta zona del planeta rica en reservas de petróleo, gas y todo tipo de minerales.
Este escenario complejo fue manifestado abiertamente también por Canadá. En un informe, el comité del parlamento advirtió que deben mejorar la vigilancia marítima y aérea en el Ártico, así como la capacidad de los rompehielos de la Guardia Costera Canadiense y equipar a los Rangers Inuit para afirmar su autoridad sobre esta vasta región. En el informe se habla sobre los conflictos geopolíticos que pueden llegar a multiplicarse en las aguas que rodean el extenso archipiélago ártico reclamado por Canadá.
En las próximas semanas el presidente Trump podría visitar Dinamarca y casi al mismo tiempo sus ministros más importantes llevaran adelante una gira en naciones de la región. Solo basta saber cuánto es capaz de pagar el mangnate inmobiliario convertido en presidente y si su experiencia en la compra y venta de inmuebles le podría dar a su país uno de los golpes geopolíticos más importante de las últimos siglos.
Con información de
Aire de Santa Fe
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