La inteligencia artificial se abre paso en las campañas políticas: ¿puede definir al próximo presidente?
Por:
Hugo Alconada Mon
Lunes 12 de
Junio 2023
Expertos señalan los desafíos éticos y tecnológicos que se abren frente a una realidad que puede ponerse en duda y redefinir escenarios en los momentos cruciales
Son todas risas hasta que alguien cruce la línea.
Circulan imágenes del Papa Francisco enfundado en una campera tan blanca como “cool”. De Lionel Scaloni y jugadores de la Selección como vendedores de celulares, plomeros o jardineros. O del líder norcoreano Kim Jong-un, en un jogging rojo fulminante, en un entorno hiperconsumista, genialidad de manos argentinas.
“Esa imagen de Kim y otras que diseñé son verosímiles, pero tienen algo distintivo, que lleva a intuir que son irreales. Pero si creás una imagen ‘probable’, podés engañar a muchos, muy fácil”, dice el director creativo de la agencia Fraser, Fernando Bartella, desde Munich. “Más temprano que tarde, alguien, algún candidato, se va a comer un garrón”, avizora.
Esa es una posibilidad. ¿Qué pasaría si alguien, contratado por un rival o porque sí, distribuyera una foto o video de un candidato o candidata esnifando cocaína, 24 horas antes de acudir a las urnas? ¿O rodeado de bolsas de dinero? ¿O en la cama con quien no debe? ¿Afectaría el resultado de la elección presidencial? Bienvenidos a las campañas en tiempos de inteligencia artificial.
Ya tenemos las primeras muestras. Circularon imágenes de Donald Trump resistiéndose a un arresto que no ocurrió, pero que obligó a varios medios de comunicación a aclararlo. Tampoco los republicanos se quedaron atrás. Difundieron un video creado con inteligencia artificial para atacar al demócrata Joe Biden en cuanto anunció que buscará la reelección presidencial. Y otros ejemplos llegan de España y Dinamarca. Pero, ¿y acá?
“No me extrañaría que en esta elección presidencial pueda aplicarse en la Argentina”, alerta el director del Laboratorio Interdisciplinario de Ciencias Sociales Computacionales de la Universidad de Maryland, Ernesto Calvo. “La inteligencia artificial ya puede usarse para todo, de un modo más eficaz que aquello de las ‘caricias significativas’”, precisó.
<blockquote class="twitter-tweet"><p lang="es" dir="ltr">Hoy salieron varios tuits como el de acá abajo, publicados por bots sin seguidores que replican nuestro <a href="https://twitter.com/hashtag/YoVotoMM?src=hash&ref_src=twsrc%5Etfw">#YoVotoMM</a>. No los publicamos nosotros y no sabemos quién fue. Pero seguro fue alguien a quien le molesta el apoyo genuino de los argentinos a Mauricio. <a href="https://t.co/Q6wDQwrd0e">pic.twitter.com/Q6wDQwrd0e</a></p>— JxC Juntos por el Cambio (@juntoscambioar) <a href="https://twitter.com/juntoscambioar/status/1159608083875868674?ref_src=twsrc%5Etfw">August 8, 2019</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script>
“Caricias significativas”, recordará el lector o la lectora, fue una de las varias frases insólitas que se viralizaron por Twitter para apoyar a Mauricio Macri durante la campaña de 2019 y que abrieron un debate sobre la calidad y eficacia de los “bots”. “Ahora, la inteligencia artificial te permite guiar mejor a las máquinas para que no cometan esos errores, bajar los costos y elevar la productividad”, explica Calvo. “De ese modo, pueden contestar de una determina manera a los usuarios, sea como un adolescente o un profesor o el mismísimo candidato, por ejemplo, sin que esos usuarios detecten que interactúan con máquinas”.
Hasta ahora, cabe aclarar, ningún precandidato presidencial admitió en la Argentina que use las herramientas más avanzadas de inteligencia artificial, que van más allá de las técnicas de Cambridge Analytica, los trolls o los bots –como el consultor Fernando Cerimedo reconoció que crea con inteligencia artificial para la campaña de Javier Milei–, la viralización de fake news o el procesamiento de bases gigantescas de datos en segundos para detectar patrones o segmentar mensajes, entre otras variantes ya disponibles en el país desde hace años.
“A esta altura, los trolls y los bots son, te diría, hasta ‘demodé’”, ironiza el publicista Damián Coll, coautor del libro ¡En Campaña! Manual de comunicación política en redes sociales. “Ahora estamos hablando de la ‘versión 1000.0′ de la postverdad. Te doy un ejemplo: está circulando cómo sería una de las últimas canciones de Charly García si hoy pudiera cantarla con la voz que tenía en los años ‘80. ¡Y te vuela la cabeza! Bueno, imagínate qué podría pasar si tomaras audios de [Horacio Rodríguez] Larreta o de [Patricia] Bullrich o de [Javier] Milei y le hicieras decir a ese candidato lo que quisieras, y lo distribuyeras de manera masiva por WhatsApp o Telegram horas antes de una elección”.
¿Qué podría ocurrir? Para algunos, como la profesora de Ciencias Políticas de la Unversidad de Georgetown, Diana Owen, “la inteligencia artificial causará estragos en las campañas electorales”, según afirmó durante una entrevista con el diario español El Mundo, aunque otros son algo más cautos, como Ernesto Mislej, profesor en las universidades UBA y San Andrés sobre “Machine Learning” y “Computational Thinking”, además de jefe de investigaciones científicas de la consultora 7Puentes.
“Hay que distinguir entre lo que se dice sobre la inteligencia artificial, lo que se puede hacer si se cuenta con dinero y dedicación, y lo que se hace. Y acá hay una distancia muy grande con respecto a Estados Unidos”, relativiza Mislej. “Aclarado eso, sí se pueden aplicar algunas herramientas para la producción de ‘fake news’ y ‘deep fakes’, con videos y audios”.
“Bajada de barrera”
Hoy, la inteligencia artificial puede llegar bastante lejos. Puede redactar una plataforma electoral populista, liberal, conservadora, verde o neonazi de 200 páginas en minutos. O escribir discursos –como el que Macri leyó en marzo durante la cena de la Fundación Libertad– y diseñar logos y memes o sugerir lemas en segundos. Por eso, Barbella, Calvo, Coll y Mislej coinciden en un punto clave: el avance exponencial de estas herramientas. “Si me preguntabas hace dos años sobre la posibilidad de hacer una campaña sucia con videos ‘deep fake’, te hubiera respondido ‘imposible’”, remarcó Mislej. “Pero hoy dos pibes lo pueden hacer, porque la inteligencia artificial generó una ‘bajada de barrera’ asombrosa”.
Para Calvo, las nuevas herramientas ya ofrecen una oportunidad durante esta campaña, que resume en una palabra: amplificación. “Todavía hoy, la creación y las decisiones estratégicas está en manos de humanos, pero las máquinas pueden amplificar tu mensaje hasta límites inimaginables, aunque eso también conlleve un riesgo”, sostuvo. “Si utilizas inteligencia artificial para manipular la discusión pública, será cada vez más difícil distinguir un sentimiento verdadero de la opinión pública de una operación política. O dicho de otro modo: podríamos perder la noción de si es la gente la que reaccione, bien o mal, ante una decisión o declaración política o si estaremos ante una reacción ficticia”.
Se trata, en suma, de toda una nueva dimensión ética, coincide la creadora de BigDataMachine, Mara Destefanis, quien fue contratada por la Cámara Nacional Electoral para el análisis de datos masivos en dos ciclos electorales. “El uso de inteligencia artificial en campañas políticas toma cuestiones éticas y de derechos digitales que demandan revisar cuán maduros están los equipos humanos de cada partido”, remarcó, “tanto para definir la estrategia global multidisciplinaria de la campaña política, sobre todo en comunicación, como para aplicar éticamente algunas herramientas de inteligencia artificial”.
Coll da otro paso. “En la Universidad se hablaba de ‘armas de penetración cultural’. Bueno, esto lo es. La inteligencia artificial puede transformar la realidad a un punto que no sabremos qué es real y qué es falso. La clave será cómo desarrollar el ‘lado B’ de la campaña. ¿Qué quiero decir? La clave será meterse con una creencia popular que hasta ahora no pudo probarse fehacientemente. Por ejemplo, circulando un audio falso de Cristina Kirchner reconociéndolo a Lázaro Báez como testaferro. O uno de [Gerardo] Millman orquestando todo en las horas previas al intento de asesinato de Cristina. O de los jueces que viajaron a Lago Escondido articulando el ‘lawfare’. Y te puedo seguir dando ejemplos. Eso sí podría manipular una elección porque montarían un ‘cisne negro’ a 24 horas de las urnas”.
Pero, ¿hay datos empíricos que demuestren que una campaña orquestada con inteligencia artificial pueda influir en una elección? Un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford aportaron una respuesta al menos indiciaria en febrero pasado: enviaron mensajes personalizados a 10.000 votantes según las preferencias políticas de 2020 que podían extraerse de sus perfiles de redes sociales. ¿Conclusión? El apoyo al candidato que les envío esos mensajes aumentó 2,6% entre los votantes, porcentaje que se incrementó entre los indecisos. En un panorama electoral tan abierto como el argentino, esos números podrían definir quién llegará a la Casa Rosada.
Circulan imágenes del Papa Francisco enfundado en una campera tan blanca como “cool”. De Lionel Scaloni y jugadores de la Selección como vendedores de celulares, plomeros o jardineros. O del líder norcoreano Kim Jong-un, en un jogging rojo fulminante, en un entorno hiperconsumista, genialidad de manos argentinas.
“Esa imagen de Kim y otras que diseñé son verosímiles, pero tienen algo distintivo, que lleva a intuir que son irreales. Pero si creás una imagen ‘probable’, podés engañar a muchos, muy fácil”, dice el director creativo de la agencia Fraser, Fernando Bartella, desde Munich. “Más temprano que tarde, alguien, algún candidato, se va a comer un garrón”, avizora.
Esa es una posibilidad. ¿Qué pasaría si alguien, contratado por un rival o porque sí, distribuyera una foto o video de un candidato o candidata esnifando cocaína, 24 horas antes de acudir a las urnas? ¿O rodeado de bolsas de dinero? ¿O en la cama con quien no debe? ¿Afectaría el resultado de la elección presidencial? Bienvenidos a las campañas en tiempos de inteligencia artificial.
Ya tenemos las primeras muestras. Circularon imágenes de Donald Trump resistiéndose a un arresto que no ocurrió, pero que obligó a varios medios de comunicación a aclararlo. Tampoco los republicanos se quedaron atrás. Difundieron un video creado con inteligencia artificial para atacar al demócrata Joe Biden en cuanto anunció que buscará la reelección presidencial. Y otros ejemplos llegan de España y Dinamarca. Pero, ¿y acá?
“No me extrañaría que en esta elección presidencial pueda aplicarse en la Argentina”, alerta el director del Laboratorio Interdisciplinario de Ciencias Sociales Computacionales de la Universidad de Maryland, Ernesto Calvo. “La inteligencia artificial ya puede usarse para todo, de un modo más eficaz que aquello de las ‘caricias significativas’”, precisó.
<blockquote class="twitter-tweet"><p lang="es" dir="ltr">Hoy salieron varios tuits como el de acá abajo, publicados por bots sin seguidores que replican nuestro <a href="https://twitter.com/hashtag/YoVotoMM?src=hash&ref_src=twsrc%5Etfw">#YoVotoMM</a>. No los publicamos nosotros y no sabemos quién fue. Pero seguro fue alguien a quien le molesta el apoyo genuino de los argentinos a Mauricio. <a href="https://t.co/Q6wDQwrd0e">pic.twitter.com/Q6wDQwrd0e</a></p>— JxC Juntos por el Cambio (@juntoscambioar) <a href="https://twitter.com/juntoscambioar/status/1159608083875868674?ref_src=twsrc%5Etfw">August 8, 2019</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script>
“Caricias significativas”, recordará el lector o la lectora, fue una de las varias frases insólitas que se viralizaron por Twitter para apoyar a Mauricio Macri durante la campaña de 2019 y que abrieron un debate sobre la calidad y eficacia de los “bots”. “Ahora, la inteligencia artificial te permite guiar mejor a las máquinas para que no cometan esos errores, bajar los costos y elevar la productividad”, explica Calvo. “De ese modo, pueden contestar de una determina manera a los usuarios, sea como un adolescente o un profesor o el mismísimo candidato, por ejemplo, sin que esos usuarios detecten que interactúan con máquinas”.
Hasta ahora, cabe aclarar, ningún precandidato presidencial admitió en la Argentina que use las herramientas más avanzadas de inteligencia artificial, que van más allá de las técnicas de Cambridge Analytica, los trolls o los bots –como el consultor Fernando Cerimedo reconoció que crea con inteligencia artificial para la campaña de Javier Milei–, la viralización de fake news o el procesamiento de bases gigantescas de datos en segundos para detectar patrones o segmentar mensajes, entre otras variantes ya disponibles en el país desde hace años.
“A esta altura, los trolls y los bots son, te diría, hasta ‘demodé’”, ironiza el publicista Damián Coll, coautor del libro ¡En Campaña! Manual de comunicación política en redes sociales. “Ahora estamos hablando de la ‘versión 1000.0′ de la postverdad. Te doy un ejemplo: está circulando cómo sería una de las últimas canciones de Charly García si hoy pudiera cantarla con la voz que tenía en los años ‘80. ¡Y te vuela la cabeza! Bueno, imagínate qué podría pasar si tomaras audios de [Horacio Rodríguez] Larreta o de [Patricia] Bullrich o de [Javier] Milei y le hicieras decir a ese candidato lo que quisieras, y lo distribuyeras de manera masiva por WhatsApp o Telegram horas antes de una elección”.
¿Qué podría ocurrir? Para algunos, como la profesora de Ciencias Políticas de la Unversidad de Georgetown, Diana Owen, “la inteligencia artificial causará estragos en las campañas electorales”, según afirmó durante una entrevista con el diario español El Mundo, aunque otros son algo más cautos, como Ernesto Mislej, profesor en las universidades UBA y San Andrés sobre “Machine Learning” y “Computational Thinking”, además de jefe de investigaciones científicas de la consultora 7Puentes.
“Hay que distinguir entre lo que se dice sobre la inteligencia artificial, lo que se puede hacer si se cuenta con dinero y dedicación, y lo que se hace. Y acá hay una distancia muy grande con respecto a Estados Unidos”, relativiza Mislej. “Aclarado eso, sí se pueden aplicar algunas herramientas para la producción de ‘fake news’ y ‘deep fakes’, con videos y audios”.
“Bajada de barrera”
Hoy, la inteligencia artificial puede llegar bastante lejos. Puede redactar una plataforma electoral populista, liberal, conservadora, verde o neonazi de 200 páginas en minutos. O escribir discursos –como el que Macri leyó en marzo durante la cena de la Fundación Libertad– y diseñar logos y memes o sugerir lemas en segundos. Por eso, Barbella, Calvo, Coll y Mislej coinciden en un punto clave: el avance exponencial de estas herramientas. “Si me preguntabas hace dos años sobre la posibilidad de hacer una campaña sucia con videos ‘deep fake’, te hubiera respondido ‘imposible’”, remarcó Mislej. “Pero hoy dos pibes lo pueden hacer, porque la inteligencia artificial generó una ‘bajada de barrera’ asombrosa”.
Para Calvo, las nuevas herramientas ya ofrecen una oportunidad durante esta campaña, que resume en una palabra: amplificación. “Todavía hoy, la creación y las decisiones estratégicas está en manos de humanos, pero las máquinas pueden amplificar tu mensaje hasta límites inimaginables, aunque eso también conlleve un riesgo”, sostuvo. “Si utilizas inteligencia artificial para manipular la discusión pública, será cada vez más difícil distinguir un sentimiento verdadero de la opinión pública de una operación política. O dicho de otro modo: podríamos perder la noción de si es la gente la que reaccione, bien o mal, ante una decisión o declaración política o si estaremos ante una reacción ficticia”.
Se trata, en suma, de toda una nueva dimensión ética, coincide la creadora de BigDataMachine, Mara Destefanis, quien fue contratada por la Cámara Nacional Electoral para el análisis de datos masivos en dos ciclos electorales. “El uso de inteligencia artificial en campañas políticas toma cuestiones éticas y de derechos digitales que demandan revisar cuán maduros están los equipos humanos de cada partido”, remarcó, “tanto para definir la estrategia global multidisciplinaria de la campaña política, sobre todo en comunicación, como para aplicar éticamente algunas herramientas de inteligencia artificial”.
Coll da otro paso. “En la Universidad se hablaba de ‘armas de penetración cultural’. Bueno, esto lo es. La inteligencia artificial puede transformar la realidad a un punto que no sabremos qué es real y qué es falso. La clave será cómo desarrollar el ‘lado B’ de la campaña. ¿Qué quiero decir? La clave será meterse con una creencia popular que hasta ahora no pudo probarse fehacientemente. Por ejemplo, circulando un audio falso de Cristina Kirchner reconociéndolo a Lázaro Báez como testaferro. O uno de [Gerardo] Millman orquestando todo en las horas previas al intento de asesinato de Cristina. O de los jueces que viajaron a Lago Escondido articulando el ‘lawfare’. Y te puedo seguir dando ejemplos. Eso sí podría manipular una elección porque montarían un ‘cisne negro’ a 24 horas de las urnas”.
Pero, ¿hay datos empíricos que demuestren que una campaña orquestada con inteligencia artificial pueda influir en una elección? Un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford aportaron una respuesta al menos indiciaria en febrero pasado: enviaron mensajes personalizados a 10.000 votantes según las preferencias políticas de 2020 que podían extraerse de sus perfiles de redes sociales. ¿Conclusión? El apoyo al candidato que les envío esos mensajes aumentó 2,6% entre los votantes, porcentaje que se incrementó entre los indecisos. En un panorama electoral tan abierto como el argentino, esos números podrían definir quién llegará a la Casa Rosada.
