Agustín Salvia, de la UCA: "Es una catástrofe, se perdieron casi 4 millones de puestos de trabajo"

Jueves 01 de Octubre 2020

El director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, consideró hoy que "ya antes de la pandemia" el país se encontraba "contra las cuerdas en lo social y, luego de un duro segundo trimestre, se espera que la pobreza baje unos puntos".
Luego de que el Indec informara ayer sobre un aumento de la pobreza a 40,9% al cierre del primer semestre, Salvia destacó que el índice puede bajar a partir de los planes asistenciales implementados en el marco de la emergencia sanitaria por la pandemia de coronavirus, y de una paulatina recuperación de la economía.
 
Asimismo, Salvia resaltó la comparación de la pobreza en el primer semestre con la del "segundo trimestre, que fue más alta, de 47,2%" y sostuvo que "quizá ese 47,2 es por un trimestre muy duro, luego eventualmente estará bajando algunos puntos, pero ya vamos a tener un piso estructural más alto que antes; ojalá que 47,2 sea el techo".
 
"Se empobrecieron las clases medias bajas y los trabajadores informales, y los que se emplean por cuenta tuvieron una caída abrupta en su actividad y, por lo tanto, de sus ingresos", explicó el titular del Observatorio de la Deuda Social e investigador del Conicet en declaraciones a la radio Metro 95.1.
 
Salvia destacó que "ya antes de la pandemia estábamos contra las cuerdas desde el punto social", al referirse a los índices presentados por el Indec, que también precisó que la pobreza aumentó 5,5 puntos porcentuales respecto del 35,4% de igual período en 2019.
 
"Ya antes de la pandemia estábamos contra las cuerdas en lo social", dijo Agustín Salvia
 
"Bajó 20% la tasa de empleo registrado, lo que es una catástrofe, porque significa que casi 4 millones perdieron su trabajo, por eso el dato de pobreza del segundo trimestre no tiene que ver con un proceso inflacionario ni con que no creció el empleo, sino que se perdieron puestos de trabajo", agregó.
 
En ese sentido, Salvia apuntó que "eso afectó a la clase media que no era pobre y que no dependía de los planes sociales sino de su trabajo".
 
"Si bien alguna parte de esa población recibió el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), no compensaron un salario de 35 a 50 mil pesos por mes, por lo que cayeron abruptamente a la pobreza al mismo tiempo que aquellos pobres que no eran indigentes también caen en la indigencia", precisó.
 
Asimismo, Salvia señaló que "hay un sector de los indigentes, que ya dependían de los planes sociales, que pudieron salir de esa indigencia gracias a nuevos complementos y adicionales que dio el Gobierno nacional por la pandemia".
 
El índice de probreza trepó al 41%: afecta a más de 18 millones de argentinos
 
La pobreza afecta al 40,9% de la población argentina, cifra equivalente a 18,5 millones de personas, según los registros del INDEC al segundo semestre, lo cual significó un aumento del 5,5% contra igual período del año pasado y resultó la más elevada desde 2004, reflejando la gravedad de la crisis.
 
Según el informe con cifras relevadas hasta junio, el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza alcanzó el 30,4%, con un crecimiento del 5% contra igual período de 2019.
 
Dentro de ese segmento social, el 8,1% de los hogares se encuentra en indigencia, aquellos que ni pueden acceder a recursos para alimentarse, equivalente al 10,5% de la población, equivalente a 4,5 millones personas que padecen hambre. 
 
Las cifras divulgadas por el INDEC reflejan el fuerte impacto de la pandemia y las medidas sanitarias adoptadas que afectaron seriamente el aparato productivo y generaron cierre de empresas y despidos.
 
El organismo indicó que para el universo de los 31 aglomerados urbanos, por debajo de la línea de pobreza se encuentran 2.849.755 hogares que incluyen a 11.680.575 personas y, dentro de ese conjunto, 754.155 hogares se encuentran en indigencia y 2.995.878 en esa situación.
 
Sin embargo, al efectuar una proyección nacional, teniendo en cuenta una población total de 47.000.000 de habitantes, alrededor de 18.500.000 personas son pobres y 4.500.000 indigentes.
 
Otro dato alarmante es el avance de la pobreza entre la población de menor edad: el 56,3% de las personas de hasta 14 años son pobres, una cifra que significó un aumento del 3,7% contra junio de 2019.
 
Sin embargo, el organismo advirtió el mayor crecimiento con relación al semestre anterior se observó en los grupos de personas de 15 a 29 años (49,6% del conjunto es pobre), con un aumento de 7,1 puntos y las de 30 a 64 (36,2%), con una suba de 5,7 puntos.
 
En comparación con fines de 2019, los indicadores de pobreza mostraron un aumento del 5,4% y del 2,5% en indigencia para el conjunto de la población.
 
El nuevo dato de pobreza en el 40,9% representa un empeoramiento significativo con respecto al 35,5% con el que había cerrado el segundo semestre de 2019.
 
El Gobierno acomoda el discurso
 
Recientemente, el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, instruyó especialmente a los ministros para que levantaran el perfil y salieran públicamente a argumentar sobre los programas del Gobierno para contrarrestar los problemas sociales.
 
El objetivo político es difícil: tratar de que los malos índices sociales no jueguen en contra del Gobierno sino que, por el contrario, puedan ser utilizados como una confirmación de que se está en el camino correcto.
 
Así, la vicejefa de gabinete, Cecilia Todesca, destacó el esfuerzo fiscal de asistencia a los que perdieron ingresos durante la pandemia. Midió ese esfuerzo en 5,5 puntos del PBI, canalizado a través de programas como el IFE, el ATP y el pago de bonos. Además, estimó en otros 2 puntos del PBI el subsidio al crédito productivo., además de
 
"Pero un parate como el que se ha generado es imposible de compensar", admitió, ya adelantando la muy mala noticia que dio este miércoles el Indec.
 
También, un comunicado oficial salió a desmentir las versiones periodísticas sobre un éxodo de empresas extranjeras y dio la versión oficial al respecto.
 
En tanto, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, ya adelantó que ante el incremento de la cifra de pobres, la prioridad oficial será "recuperar a los que cayeron en la pobreza durante la pandemia".
 
El funcionario establece una distinción entre la "pobreza estructural" y otra, que sería de tipo más circunstancial, ocasionada por los obligados cierres de la cuarentena. E identificó cinco sectores con capacidad para generar empleo en un lapso relativamente corto: la construcción, la producción de alimentos, la industria textil, el cuidado a enfermos y ancianos, y el reciclado de materiales.
 
Mencionó planes específicos en ese sentido, como Potenciar Trabajo, que intenta organizar la reactivación en esos sectores. Además, mencionó la urbanización de 4.000 asentamientos irregulares y villas.
 
"Nuestro objetivo es destinar en 2021 más del 50% de la inversión social en programas de inclusión socioproductiva", adelantó.
 
Los "nuevos pobres" y el efecto cuarentena
 
Pero, más allá de estos anuncios, lo que está quedando en evidencia es la dificultad del Gobierno para manejar el tema de la pobreza a nivel político. Después de todo, Alberto Fernández basó gran parte de su campaña electoral en el fracaso de la gestión Macri para reducir la pobreza. Y en el recambio gubernamental se definió una agenda que presentaba la lucha contra el hambre como pilar de la política social.
 
Hoy no solamente parece un recuerdo lejano la conformación de la Mesa de la Lucha contra el Hambre, sino que proliferan las acusaciones en el sentido de que el Gobierno ha contribuido a agravar la situación, por ejemplo al castigar con impuestos al sector productor de alimentos.
 
Y, más allá de los cambios obligados que impuso la pandemia, se han escuchado críticas incluso desde sectores afines al peronismo por la falta de políticas más decididas en atender la urgencia social.
 
Por caso, el cambio de la fórmula de indexación jubilatoria, que abandona el ajuste por inflación impuesto por el macrismo, ha motivado críticas desde el ámbito sindical, donde los dirigentes empezaron a esbozar la inquietud por el hecho de que la masa jubilatoria pueda ser utilizada como variable del ajuste fiscal.
 
Desde la vereda de la oposición, las críticas han estado focalizadas sobre todo en lo estricto de la política de cuarentena, que afectó sobre todo a la vasta franja de trabajadores de la economía informal, incluyendo a quienes hacen "changas" y a pequeños cuentapropistas que no lograron compensar con la asistencia social la falta de ingresos derivada de la parálisis.
 
Pero la cuarentena también aceleró la caída de segmentos de clase media baja, que sí eran asalariados y sufrieron el impacto de la recesión. Ahí aparece la franja de "nuevos pobres", que ahora suma un número importante al índice de 35,4% que había medido el Indec hasta diciembre pasado.
 
En este sentido, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, planteó que un fenómeno observado este año fue una "rotación entre los pobres".
 
"Hay indigentes que pasaron a ser pobres y pobres que descendieron a la indigencia. Esto debido a los programas de protección social que ayudaron a mucha gente a salir de la indigencia mientras otros sectores, en especial de las clases medias bajas, con pérdida de empleo, caída de ingresos y sin ayuda estatal cayeron en una pobreza", indicó el experto.
 
En ese punto radica una de las mayores controversias, ya que la oposición apunta a que la caída de la economía argentina fue peor que la de otros países –situación agravada, además, por el hecho de que Argentina venía de una recesión acumulada de dos años- sin que ello pueda tener ahora siquiera el consuelo de que las estadísticas sanitarias son mejores en el caso local.
 
Guernica, la punta del iceberg
 
Por si la contundencia de las estadísticas no fuera suficiente, en estos días, coincidiendo con la publicación del dato de pobreza, hay un potente recordatorio sobre el deterioro social: las tomas de terrenos por parte de miles de familias sin vivienda.
 
Y es, también, otra situación que supone una dura disyuntiva para el Gobierno. Después de haber desplegado la bandera de la igualdad social y la lucha contra la pobreza, convalidar un desalojo liso y llano del predio de Guernica no parece una opción. Además, implicaría el riesgo de un desborde violento en una acción policial que involucre a mujeres y niños.
 
Pero, por otro lado, el Gobierno también demostró que no le resulta indiferente la crítica en el sentido de que menosprecia la propiedad privada y el orden social, dado que en esa zona del conurbano es donde más se siente el reclamo por mayor seguridad.
 
Se intentará resolver esa disyuntiva con alguna fórmula que implique la compra estatal del terreno y un subsidio estatal a los ocupantes, pero hay todo un desafío desde lo legal y logístico para realizar con éxito esa operación. Por estos días reapareció el recuerdo de la trágica ocupación del parque Indoamericano en 2010, que terminó con violentos enfrentamientos y cuatro muertes.
 
 
En todo caso, la ocupación masiva de terrenos también dejó al descubierto el drama social que vive el país. En el conurbano más postergado, hay incluso gente que no puede pagar el alquiler de una casilla en un asentamiento irregular.
 
"Era pagar el alquiler o comer" fue la elocuente justificación de una señora ocupante de Guernica, entrevistada en televisión. Los demás intrusos manifestaron que nunca habían tenido un trabajo en blanco, y que las changas que les permitían subsistir en el sector informal habían sufrido un brusco parate debido a la cuarentena. Para empeorar la situación, muy pocos lograron cobrar el IFE, dada la condición de informalidad de estas personas a quienes la Anses no registra en sus bases de datos.
 
Esta situación generó fisuras internas en el Gobierno, como quedó en claro por la polémica entre Luis D’Elía, el histórico líder piquetero, y el gobernador Axel Kicillof.
 
"El kirchnerismo no puede hablar de ‘intrusos ilegales’, eso déjelo para la derecha salvaje", fue la frase de D’Elía, en respuesta a un tuit publicado por el gobernador, en el que se comprometía a evitar nuevas tomas y, además, reclamaba "que la justicia haga su trabajo con quienes incentivan las ocupaciones y se abusan de las necesidades de la gente".
 
¿Falta lo peor?
 
En todo caso, quienes estudian el tema pobreza no sólo no perciben una mejora sino que advierten por el agravamiento de la situación. Por caso, el economista Orlando Ferreres proyecta que podría llegarse a un 52% de la población hacia fin de año, dada la probabilidad de una contracción económica de 13% del PBI.
 
Y los propios funcionarios, de manera involuntaria, confirman ese temor. Al justificar la política del cepo cambiario, el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, advirtió: "El dólar a 130 es un dólar que nos pondría con niveles de pobreza descomunales, insoportables para nuestro país. No me quiero imaginar que eso pueda llegar a suceder".
 
Lamentablemente, ese escenario que Pesce no quiere imaginar es, precisamente, el que todos los bancos y empresas están proyectando para inicios del 2021.
Con información de Iprofesional

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