Seis de cada diez jóvenes de 15 años ven truncadas sus aspiraciones por la crisis económica
Jueves 21 de
Agosto 2025
De acuerdo a un estudio que analizó datos de las pruebas PISA 2022, el 63% de adolescentes de esa edad teme no contar con los recursos necesarios para su desarrollo y porvenir. La presión familiar también aparece como un factor determinante, lo que eleva el problema de la falta de terminalidad de los estudios secundarios
Un reciente informe dejó al descubierto una preocupación que atraviesa a 6 de cada 10 adolescentes argentinos de 15 años: la situación económica como barrera para sus aspiraciones de futuro. El dato central que emerge de este trabajo es claro: la escuela y la formación educativa no alcanzan para compensar las desigualdades socioeconómicas y la falta de orientación vocacional. Los jóvenes miran hacia adelante con deseo de crecer y perspectivas de desarrollo, pero con la sombra del dinero como límite que cercena cualquier plan de progreso individual o colectivo.
Dichas conclusiones surgen del estudio titulado “¿Qué piensan los estudiantes de 15 años sobre su futuro y la escuela?”, publicado por el Observatorio Argentinos por la Educación, con autoría de Sandra Ziegler (Flacso Argentina), María Sol Alzú y Víctor Volman, donde analizaron las respuestas de los estudiantes argentinos de 15 años en el cuestionario de PISA 2022 sobre bienestar, orientación y expectativas de futuro, y las compararon con las de los países de América Latina y de miembros de la OCDE.
El trabajo muestra una radiografía de los jóvenes, sus aspiraciones sobre lo que piensan respecto al futuro, al examinar cinco dimensiones: el nivel de información que los estudiantes dicen tener sobre sus opciones después de la escuela; la utilidad percibida de la escuela para el trabajo y para ganar confianza en la toma de decisiones; la presión familiar; y las limitaciones económicas para hacer lo que les gustaría al terminar la secundaria.
Según el estudio, el 63% de los estudiantes de 15 años teme no contar con los recursos económicos necesarios para hacer lo que les gustaría una vez finalizada la escuela obligatoria (ver gráfico 1). Esta cifra supera al promedio de los países de la OCDE (52%) y refleja con crudeza cómo las limitaciones materiales condicionan los proyectos de vida de los adolescentes. El dato se intensifica en los sectores más vulnerables: entre los alumnos del quintil de menor nivel socioeconómico, la preocupación asciende al 67%. La presión económica no solo impacta en sus expectativas, sino que además puede empujar a los jóvenes a adelantar la inserción laboral, resignando estudios terciarios o universitarios. En simples palabras, muchos chicos ya sienten que sus sueños y aspiraciones vinculados a la idea de progreso pueden chocar de frente con la capacidad económica de su lugar de pertenencia y la familia.
Para Sandra Ziegler, doctora en Ciencias Sociales, profesora de la UBA y Flacso y una de las autoras del informe, "de lo que está hablando la encuesta es de cómo ven los jóvenes el futuro y del aporte que la escuela les hace para la construcción de ese futuro", sintetizó.
Ante la consulta de Ámbito sobre los jóvenes y lo que piensan sobre el porvenir en sus vidas, Ziegler aclaró que "hay que tener en cuenta que hoy en día se les abre un abanico de posibilidades muy amplias, en un tiempo donde hay una incertidumbre sobre cómo serán los trabajos del mañana, cómo será el futuro y eso genera interrogantes y por lo tanto es más difícil poder anticipar y proyectar". En ese sentido, para la especialista "podríamos suponer que hay más incertidumbre", puesto que "el segmento joven es el que tiene mayores restricciones en la incorporación en el mercado de trabajo".
Cuando los jóvenes imaginan o piensan su futuro, entra en juego el vínculo entre el mundo educativo y el mundo del trabajo. "Cuando uno mira los índices de desocupación por grupo de edad, la población joven es la que tiene mayor nivel de desocupación y sabemos que las primeras inserciones laborales son muy difíciles de obtener. Entonces es lógico que se ven estos miedos y estos temores", sostuvo la especialista de Flacso. "Las dudas, los interrogantes, podemos verlos como una constante a lo largo del tiempo, no necesariamente esta generación tiene más incertidumbres, digamos, la incertidumbre es una cuestión casi intrínseca de ese segmento de edad en nuestra sociedad", agregó.
El informe también muestra otras tensiones. El 47% de los estudiantes reconoce que su familia los presiona respecto a qué camino seguir (ver gráfico 2), cifra que trepa al 55% en los sectores más bajos. Además, aunque el 76% considera que la escuela les brinda aprendizajes útiles para el trabajo, 7 de cada 10 manifiestan sentirse inseguros sobre si están realmente preparados para la vida adulta. En comparación regional, la Argentina no logra despegarse. Mientras que países como Colombia, Costa Rica o Perú reportan niveles más altos de estudiantes que se sienten informados y confiados sobre su futuro, los adolescentes argentinos se muestran más preocupados y con expectativas atravesadas por la incertidumbre económica.
En diálogo con Ámbito, Aurelia Lupis, coordinadora del Observatorio de Gestión en Educación, Ciencia y Tecnología (IGEDECO-UBA), explicó cómo es el impacto de las dificultades socioeconómicas sobre la proyección de futuro de los jóvenes. "Hoy los adolescentes y sus familias atraviesan cotidianamente situaciones de precarización laboral, el aumento del desempleo y la exclusión social. Muchas de esas familias no conocen el trabajo asalariado, ni han experimentado su alcance en tanto que factor de integración social y de construcción de identidad. Porque la crisis no es sólo educativa, también es económica y social", argumentó.
Dichas conclusiones surgen del estudio titulado “¿Qué piensan los estudiantes de 15 años sobre su futuro y la escuela?”, publicado por el Observatorio Argentinos por la Educación, con autoría de Sandra Ziegler (Flacso Argentina), María Sol Alzú y Víctor Volman, donde analizaron las respuestas de los estudiantes argentinos de 15 años en el cuestionario de PISA 2022 sobre bienestar, orientación y expectativas de futuro, y las compararon con las de los países de América Latina y de miembros de la OCDE.
El trabajo muestra una radiografía de los jóvenes, sus aspiraciones sobre lo que piensan respecto al futuro, al examinar cinco dimensiones: el nivel de información que los estudiantes dicen tener sobre sus opciones después de la escuela; la utilidad percibida de la escuela para el trabajo y para ganar confianza en la toma de decisiones; la presión familiar; y las limitaciones económicas para hacer lo que les gustaría al terminar la secundaria.
Según el estudio, el 63% de los estudiantes de 15 años teme no contar con los recursos económicos necesarios para hacer lo que les gustaría una vez finalizada la escuela obligatoria (ver gráfico 1). Esta cifra supera al promedio de los países de la OCDE (52%) y refleja con crudeza cómo las limitaciones materiales condicionan los proyectos de vida de los adolescentes. El dato se intensifica en los sectores más vulnerables: entre los alumnos del quintil de menor nivel socioeconómico, la preocupación asciende al 67%. La presión económica no solo impacta en sus expectativas, sino que además puede empujar a los jóvenes a adelantar la inserción laboral, resignando estudios terciarios o universitarios. En simples palabras, muchos chicos ya sienten que sus sueños y aspiraciones vinculados a la idea de progreso pueden chocar de frente con la capacidad económica de su lugar de pertenencia y la familia.
Para Sandra Ziegler, doctora en Ciencias Sociales, profesora de la UBA y Flacso y una de las autoras del informe, "de lo que está hablando la encuesta es de cómo ven los jóvenes el futuro y del aporte que la escuela les hace para la construcción de ese futuro", sintetizó.
Ante la consulta de Ámbito sobre los jóvenes y lo que piensan sobre el porvenir en sus vidas, Ziegler aclaró que "hay que tener en cuenta que hoy en día se les abre un abanico de posibilidades muy amplias, en un tiempo donde hay una incertidumbre sobre cómo serán los trabajos del mañana, cómo será el futuro y eso genera interrogantes y por lo tanto es más difícil poder anticipar y proyectar". En ese sentido, para la especialista "podríamos suponer que hay más incertidumbre", puesto que "el segmento joven es el que tiene mayores restricciones en la incorporación en el mercado de trabajo".
Cuando los jóvenes imaginan o piensan su futuro, entra en juego el vínculo entre el mundo educativo y el mundo del trabajo. "Cuando uno mira los índices de desocupación por grupo de edad, la población joven es la que tiene mayor nivel de desocupación y sabemos que las primeras inserciones laborales son muy difíciles de obtener. Entonces es lógico que se ven estos miedos y estos temores", sostuvo la especialista de Flacso. "Las dudas, los interrogantes, podemos verlos como una constante a lo largo del tiempo, no necesariamente esta generación tiene más incertidumbres, digamos, la incertidumbre es una cuestión casi intrínseca de ese segmento de edad en nuestra sociedad", agregó.
El impacto de la situación económica en los planes de futuro de los jóvenes
El informe también muestra otras tensiones. El 47% de los estudiantes reconoce que su familia los presiona respecto a qué camino seguir (ver gráfico 2), cifra que trepa al 55% en los sectores más bajos. Además, aunque el 76% considera que la escuela les brinda aprendizajes útiles para el trabajo, 7 de cada 10 manifiestan sentirse inseguros sobre si están realmente preparados para la vida adulta. En comparación regional, la Argentina no logra despegarse. Mientras que países como Colombia, Costa Rica o Perú reportan niveles más altos de estudiantes que se sienten informados y confiados sobre su futuro, los adolescentes argentinos se muestran más preocupados y con expectativas atravesadas por la incertidumbre económica.
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Con información de
Ámbito
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