Cine argentino 2013
Dos exitazos y muchos fracasos
Domingo 11 de
Agosto 2013

El film animado de Campanella y el policial con Darín significaron casi el 90% de las entradas que vendió el cine nacional. Una industria que crece, pero que también aumenta en intentos fallidos.
De acuerdo con el estudio realizado por la medidora Rentrak para PERFIL, entre el 1º de enero y el 31 de julio de 2013 el cine nacional vendió 2.718.502 entradas, recaudando 94.305.509 pesos. Hay un dato promisorio: esa cifra iguala a la de 2012 entre enero y agosto, de lo que se desprende que es muy probable que este año implique una mayor convocatoria del cine nacional.
Pero, al mismo tiempo, hay algo que debería encender al menos luces rojas en los think tanks de la política cultural: dos películas (Metegol y Tesis sobre un homicidio) implican casi el 90% del total, mientras que las otras 59 que se estrenaron tuvieron cifras magras.
El mismo amor, la misma lluvia
Este año es el tercero consecutivo en que este suplemento realiza, a mediados de año, un análisis de la convocatoria de público del cine nacional. Lo cierto es que en este período la convocatoria general del cine nacional ha crecido –en 2011, entre enero y julio las películas habían vendido 1.834.111 entradas, lo que implica un crecimiento del 48%–, pero al mismo tiempo se redujo la cantidad de películas convocantes: en 2011 hubo tres éxitos (Un cuento chino, Revolución: el cruce de los Andes, Los Marziano) que representaron el 75% de las entradas vendidas, en 2012 hubo cuatro (Elefante blanco, Dos más dos, ¡Atraco! y Peter Capusotto y sus tres dimensiones) que representaron el 82%, y este 2013 hay sólo dos éxitos (exitazos, en verdad) que representan el 88% de las entradas pagas.
La contracara son las películas que fracasan en la taquilla –aunque, obviamente, no en términos artísticos, que siempre son subjetivos–. Poniendo el piso de 200 mil espectadores que se suele utilizar en la industria para indicar que, de acuerdo con las inversiones promedio, se comenzaría a ganar dinero o al menos a no perderlo, en 2010 hubo 42 filmes que no llegaron a ese piso, en 2011 pasó lo propio con 58 películas, y este año la cifra llegó a 59. Todos estos datos siempre comparando los primeros semestres de cada año.
Una mirada de “vaso medio lleno” sería que al menos la cantidad de fracasos parece haberse estabilizado. Una de “vaso medio vacío”, en cambio, implicaría que la industria cinematográfica no consigue modificar su techo de éxitos.
Los hijos de la novia
Este 2013 implica una particularidad: es el año en que Juan José Campanella regresó a las salas argentinas tras haber ganado el Oscar por El secreto de sus ojos –que tuvo más de dos millones de personas de audiencia–. Lo hizo con la particularidad de que se trata de un film animado (y, en dibujo o con actores, el más caro de la historia del cine argentino: costó 20 millones de dólares), y tiene poco que ver con su filmografía anterior –en el acento, no la temática, que siempre parece ir por el costumbrismo–. El público argentino parece gritar en las boleterías que fue una buena decisión: Metegol ya recaudó más de 55 millones de pesos y la vieron casi un millón y medio de personas. Con pocas semanas en cartel, ya superó a la que parecía la película imbatible de 2013, Tesis sobre un homicidio, que llevó a un millón de personas a pagar su entrada. Todo indica que ninguno de los estrenos de aquí a fin de año conseguirá alcanzarlo (entre otras cosas, porque siempre el film argentino más visto del año se estrena en los siete primeros meses de la temporada anual), pero un dato genera que los descorches de champagne en lo de Campanella deban aguardar un tiempo prudencial: dado el costo de la película, por más que recaude en el mercado interno no conseguirá ganar dinero, dependiendo de su rendimiento en otros países –no casualmente se eligió una temática global como el fútbol–. El equipo de Tesis... (una película típica de productor, donde el director fue directamente convocado para incorporarse a un proyecto), en cambio, sí festeja desde hace rato.
Hay elementos en común entre las películas rendidoras en las salas en los últimos tres años. Por un lado, obviamente, la figura de Ricardo Darín. A eso habría que agregar a Guillermo Francella, pero resta dilucidar el rendimiento que tendrá Corazón de león, que se estrena el próximo jueves. Y, recordando su trayectoria, el peso de la firma de Juan José Campanella.
En la luna de Avellaneda
Entre los fiascos de cartelera de este 2013 hay varias sorpresas. Por ejemplo, nadie esperaba que un director como Juan Taratuto –que generó exitazos como No sos vos, soy yo y Un novio para mi mujer– convocara menos de 100 mil espectadores, y es lo que le ocurrió con La reconstrucción; le queda el premio consuelo de estar tercera, pero a una distancia sideral de la primera y la segunda. Otro ejemplo: Teen Angels: El adiós, de esa máquina de hacer éxitos que es Cris Morena, tuvo menos de 20 mil espectadores... ¿intento fallido de maximizar una franquicia que había sido híper convocante o pérdida de olfato? Adrián Caetano, director de renombre, vendió sólo 15 mil entradas con su muy personal Mala. No pareciera haber una fórmula que garantice el éxito entre el público argentino.
Una pregunta contrafáctica: ¿qué habría ocurrido si ¿Quién mató a Mariano Ferreyra? hubiera sido protagonizada por Ricardo Darín y no se hubiera bajado del proyecto al recibir la respuesta pública y epistolar de la Presidenta? ¿Habría convocado a más de los casi 8 mil espectadores que llevó con Martín Caparrós? Nunca se sabrá.
En tren de fracasos, hay cinco que se llevan el podio inverso por no haber vendido, cada una, siquiera cien entradas: El verano del Camoatí (de Federico Laffitte), Cantata de la tierra nuestra (de Miguel Mirra), El fruto (de Miguel Baratta y Patricio Pomares), Natal (de Sergio Mazza –con “z”, no el candidato–) y La muerte conoce tu nombre (de Daniel de la Vega). En el caso de las dos últimas, según Rentrak tuvieron sólo 13 espectadores cada una.
El secreto de sus ojos
Una de las claves que parecen explicar el rendimiento de las películas argentinas en la cartelera es la distribuidora que las difunde. Disney está en el podio año tras año, y en 2013 tuvo a su cargo Tesis sobre un homicidio –aunque también distribuyó La reconstrucción, Mala y Teen Angels, que, como se dijo, prometían y no cumplieron–. Este año UIP se ocupó de Metegol (y de hecho, de acuerdo con lo denunciado por Campanella, Disney se ocupó de no difundirla para no opacar Monsters University) y el rendimiento fue óptimo, pero también tuvo Pensé que iba a haber fiesta, que no funcionó.
Al igual que con las figuras en juego, la distribuidora no parece ser garantía de éxito, pero sí puede serlo del fracaso: año tras año, los filmes nacionales que se distribuyen en forma independiente (léase “a pulmón”) fracasan en la taquilla, a punto tal que las películas argentinas que tuvieron esa estrategia generaron en 2013 una audiencia promedio que rondó los 800 espectadores cada una.
Si algo demuestran los períodos observados es que la industria cinematográfica nacional debería plantearse, más que quejas sobre por qué no los van a ver, preguntas acerca de cómo superar el divorcio entre el público que llena las salas cada fin de semana y la comunidad que genera películas que casi nadie ve pero que siguen siendo subsidiadas por ese público que prefiere ver otra cosa y al que no se le presta atención.
Podrían respetarlos: al fin y al cabo, viven de ellos.
El mismo amor, la misma lluvia
Este año es el tercero consecutivo en que este suplemento realiza, a mediados de año, un análisis de la convocatoria de público del cine nacional. Lo cierto es que en este período la convocatoria general del cine nacional ha crecido –en 2011, entre enero y julio las películas habían vendido 1.834.111 entradas, lo que implica un crecimiento del 48%–, pero al mismo tiempo se redujo la cantidad de películas convocantes: en 2011 hubo tres éxitos (Un cuento chino, Revolución: el cruce de los Andes, Los Marziano) que representaron el 75% de las entradas vendidas, en 2012 hubo cuatro (Elefante blanco, Dos más dos, ¡Atraco! y Peter Capusotto y sus tres dimensiones) que representaron el 82%, y este 2013 hay sólo dos éxitos (exitazos, en verdad) que representan el 88% de las entradas pagas.
La contracara son las películas que fracasan en la taquilla –aunque, obviamente, no en términos artísticos, que siempre son subjetivos–. Poniendo el piso de 200 mil espectadores que se suele utilizar en la industria para indicar que, de acuerdo con las inversiones promedio, se comenzaría a ganar dinero o al menos a no perderlo, en 2010 hubo 42 filmes que no llegaron a ese piso, en 2011 pasó lo propio con 58 películas, y este año la cifra llegó a 59. Todos estos datos siempre comparando los primeros semestres de cada año.
Una mirada de “vaso medio lleno” sería que al menos la cantidad de fracasos parece haberse estabilizado. Una de “vaso medio vacío”, en cambio, implicaría que la industria cinematográfica no consigue modificar su techo de éxitos.
Los hijos de la novia
Este 2013 implica una particularidad: es el año en que Juan José Campanella regresó a las salas argentinas tras haber ganado el Oscar por El secreto de sus ojos –que tuvo más de dos millones de personas de audiencia–. Lo hizo con la particularidad de que se trata de un film animado (y, en dibujo o con actores, el más caro de la historia del cine argentino: costó 20 millones de dólares), y tiene poco que ver con su filmografía anterior –en el acento, no la temática, que siempre parece ir por el costumbrismo–. El público argentino parece gritar en las boleterías que fue una buena decisión: Metegol ya recaudó más de 55 millones de pesos y la vieron casi un millón y medio de personas. Con pocas semanas en cartel, ya superó a la que parecía la película imbatible de 2013, Tesis sobre un homicidio, que llevó a un millón de personas a pagar su entrada. Todo indica que ninguno de los estrenos de aquí a fin de año conseguirá alcanzarlo (entre otras cosas, porque siempre el film argentino más visto del año se estrena en los siete primeros meses de la temporada anual), pero un dato genera que los descorches de champagne en lo de Campanella deban aguardar un tiempo prudencial: dado el costo de la película, por más que recaude en el mercado interno no conseguirá ganar dinero, dependiendo de su rendimiento en otros países –no casualmente se eligió una temática global como el fútbol–. El equipo de Tesis... (una película típica de productor, donde el director fue directamente convocado para incorporarse a un proyecto), en cambio, sí festeja desde hace rato.
Hay elementos en común entre las películas rendidoras en las salas en los últimos tres años. Por un lado, obviamente, la figura de Ricardo Darín. A eso habría que agregar a Guillermo Francella, pero resta dilucidar el rendimiento que tendrá Corazón de león, que se estrena el próximo jueves. Y, recordando su trayectoria, el peso de la firma de Juan José Campanella.
En la luna de Avellaneda
Entre los fiascos de cartelera de este 2013 hay varias sorpresas. Por ejemplo, nadie esperaba que un director como Juan Taratuto –que generó exitazos como No sos vos, soy yo y Un novio para mi mujer– convocara menos de 100 mil espectadores, y es lo que le ocurrió con La reconstrucción; le queda el premio consuelo de estar tercera, pero a una distancia sideral de la primera y la segunda. Otro ejemplo: Teen Angels: El adiós, de esa máquina de hacer éxitos que es Cris Morena, tuvo menos de 20 mil espectadores... ¿intento fallido de maximizar una franquicia que había sido híper convocante o pérdida de olfato? Adrián Caetano, director de renombre, vendió sólo 15 mil entradas con su muy personal Mala. No pareciera haber una fórmula que garantice el éxito entre el público argentino.
Una pregunta contrafáctica: ¿qué habría ocurrido si ¿Quién mató a Mariano Ferreyra? hubiera sido protagonizada por Ricardo Darín y no se hubiera bajado del proyecto al recibir la respuesta pública y epistolar de la Presidenta? ¿Habría convocado a más de los casi 8 mil espectadores que llevó con Martín Caparrós? Nunca se sabrá.
En tren de fracasos, hay cinco que se llevan el podio inverso por no haber vendido, cada una, siquiera cien entradas: El verano del Camoatí (de Federico Laffitte), Cantata de la tierra nuestra (de Miguel Mirra), El fruto (de Miguel Baratta y Patricio Pomares), Natal (de Sergio Mazza –con “z”, no el candidato–) y La muerte conoce tu nombre (de Daniel de la Vega). En el caso de las dos últimas, según Rentrak tuvieron sólo 13 espectadores cada una.
El secreto de sus ojos
Una de las claves que parecen explicar el rendimiento de las películas argentinas en la cartelera es la distribuidora que las difunde. Disney está en el podio año tras año, y en 2013 tuvo a su cargo Tesis sobre un homicidio –aunque también distribuyó La reconstrucción, Mala y Teen Angels, que, como se dijo, prometían y no cumplieron–. Este año UIP se ocupó de Metegol (y de hecho, de acuerdo con lo denunciado por Campanella, Disney se ocupó de no difundirla para no opacar Monsters University) y el rendimiento fue óptimo, pero también tuvo Pensé que iba a haber fiesta, que no funcionó.
Al igual que con las figuras en juego, la distribuidora no parece ser garantía de éxito, pero sí puede serlo del fracaso: año tras año, los filmes nacionales que se distribuyen en forma independiente (léase “a pulmón”) fracasan en la taquilla, a punto tal que las películas argentinas que tuvieron esa estrategia generaron en 2013 una audiencia promedio que rondó los 800 espectadores cada una.
Si algo demuestran los períodos observados es que la industria cinematográfica nacional debería plantearse, más que quejas sobre por qué no los van a ver, preguntas acerca de cómo superar el divorcio entre el público que llena las salas cada fin de semana y la comunidad que genera películas que casi nadie ve pero que siguen siendo subsidiadas por ese público que prefiere ver otra cosa y al que no se le presta atención.
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Con información de
Perfil
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