PARAGUAY
Divididos entre la apatía y la ilusión, los paraguayos elegirán presidente
Por:
Ramiro Pellet Lastra
Sábado 21 de
Abril 2018
La elección se dirimirá mañana entre el oficialista colorado, Marito Benítez y el liberal Efraín Alegre, pero la población muestra desencanto ante la clase dirigente
"Fue abandonado por su papá, un político muy conocido". Se trata de un título más dentro de un diario sensacionalista de la capital, acompañado de la foto de un chico con el correspondiente gesto de desamparo. Pero bien podría referirse a los votantes paraguayos, que mañana eligen presidente y se sienten fuera del radar de los políticos.
El eterno Partido Colorado, la fuerza históricamente dominante en la política paraguaya, lidera las encuestas con comodidad frente al Partido Liberal, otra formación tradicional que se alió con la izquierda para dar pelea desde atrás. Sus chances de triunfo parecen bajas, pero mantiene la expectativa de sorprender con un batacazo.
Gane quien gane, sin embargo, el grueso del electorado no espera cambios radicales. Ni moderados. Ni maquillados. Y si los hay, no necesariamente serán para bien. Lo dicen los analistas políticos y los encuestadores al evaluar sus sondeos. Y sobre todo lo dice la gente corriente que transita sus días por el caluroso abril de Asunción.
"Ahora está silencioso, había mucha campaña, pero yo no sé ni quiénes son los candidatos, solo espero que sean mejor de lo que tenemos. Y lo que sé es que el sueldo mínimo es de dos millones de guaraníes, y pagar la luz se lleva 700.000", dijo Carmen a la nacion, una vendedora de chipá en la esquina de una calle comercial que baja al puerto de la ciudad.
Los candidatos son Mario "Marito" Abdo Benítez, el referente colorado, y Efraín Alegre, el líder de los liberales. Pasadas las elecciones y asumida la presidencia, podrán desmentir en los hechos semejante desconfianza, quizás esta vez errada.
"Son todos lo mismo, todos iguales; acá en Paraguay se vota según el color partidario. O colorado o liberal. Es como si fueran River y Boca, siempre vas a hinchar por el mismo", explicó Ramón, un jubilado que se reservó el apellido pero no su visión futbolera del mundo. Ramón votará como lo hizo siempre, por los colorados. ¿Acaso hay alternativa? "Efraín Alegre sería igual o seguramente peor", sentenció.
A ese binomio de partidos en esencia conservadores se sumó hace diez años una fuerza de izquierda, la misma que llegó al poder con el exobispo católico Fernando Lugo, y que se fue con un juicio político exprés que duró menos de una tarde. Si alguna persona se quedó sin luz, se durmió una siesta o se fue con amigos al cine, al emerger a la vida real se encontró, como quien no quiere la cosa, sin presidente.
En el otro extremo de edades, Ruth Portillo, de 21 años y empleada en una farmacia, coincidió con Ramón en su escepticismo de base. Pero ella no votará por los colorados, ajenos a su historia familiar, su experiencia personal y su visión de la actualidad. Votará por Alegre, "que no es el mejor candidato, pero de golpe puede hacer algo".
Los ánimos quedaron golpeados después de que el año pasado, el presidente Horacio Cartes intentó una reforma que le permitiera la reelección. Como acá nadie se pierde una, en esa jugada también entró a tallar Lugo, que se sumó a la movida reeleccionista con la meta de presentarse otra vez como candidato y volver triunfante al poder.
El intento naufragó en medio de una batahola de activistas que incendiaron el Congreso, y de un repudio menos caldeado, pero igual de enérgico, de una mayoría de la población.
"Estoy en duda de a quién votar. Siempre están las mismas caras, pero no se ve alguien que se interese de verdad por el país, que no te baje la luna y las estrellas durante la campaña y después se olvide de nosotros. Los políticos siempre arreglan entre ellos para su propio beneficio", dijo Eugenio Bogarín, de 30 años, que trabaja en una editorial.
Eugenio intercala en cada frase la palabra "beneficio", y siempre asociada a "políticos". Como almas gemelas. Quería votar a Abdo Benítez, líder de una facción colorada que rivalizaba con Cartes. Pero luego se amigaron.
"Marito pintaba bien, lo estaba destrozando al actual presidente, tenía buenas propuestas, pero cuando se unieron los dos, yo quedé otra vez en la duda", lamentó.
La bronca con la clase política tiene que ver con la continua y rampante corrupción que, según Transparencia Internacional, tiene a Paraguay en el segundo puesto de la región. Solamente lo supera Venezuela, cuándo no, que se las viene ingeniando para liderar cualquier escala vinculada a la mala gestión.
Para estas elecciones hay 52 candidatos, según los medios locales, a diversos puestos electivos, con malos antecedentes en materia de enriquecimiento ilícito o en intentos de violaciones de la ley y la constitución.
Por suerte, para ellos están las listas sábanas, que todo lo cubren.
El eterno Partido Colorado, la fuerza históricamente dominante en la política paraguaya, lidera las encuestas con comodidad frente al Partido Liberal, otra formación tradicional que se alió con la izquierda para dar pelea desde atrás. Sus chances de triunfo parecen bajas, pero mantiene la expectativa de sorprender con un batacazo.
Gane quien gane, sin embargo, el grueso del electorado no espera cambios radicales. Ni moderados. Ni maquillados. Y si los hay, no necesariamente serán para bien. Lo dicen los analistas políticos y los encuestadores al evaluar sus sondeos. Y sobre todo lo dice la gente corriente que transita sus días por el caluroso abril de Asunción.
"Ahora está silencioso, había mucha campaña, pero yo no sé ni quiénes son los candidatos, solo espero que sean mejor de lo que tenemos. Y lo que sé es que el sueldo mínimo es de dos millones de guaraníes, y pagar la luz se lleva 700.000", dijo Carmen a la nacion, una vendedora de chipá en la esquina de una calle comercial que baja al puerto de la ciudad.
Los candidatos son Mario "Marito" Abdo Benítez, el referente colorado, y Efraín Alegre, el líder de los liberales. Pasadas las elecciones y asumida la presidencia, podrán desmentir en los hechos semejante desconfianza, quizás esta vez errada.
"Son todos lo mismo, todos iguales; acá en Paraguay se vota según el color partidario. O colorado o liberal. Es como si fueran River y Boca, siempre vas a hinchar por el mismo", explicó Ramón, un jubilado que se reservó el apellido pero no su visión futbolera del mundo. Ramón votará como lo hizo siempre, por los colorados. ¿Acaso hay alternativa? "Efraín Alegre sería igual o seguramente peor", sentenció.
A ese binomio de partidos en esencia conservadores se sumó hace diez años una fuerza de izquierda, la misma que llegó al poder con el exobispo católico Fernando Lugo, y que se fue con un juicio político exprés que duró menos de una tarde. Si alguna persona se quedó sin luz, se durmió una siesta o se fue con amigos al cine, al emerger a la vida real se encontró, como quien no quiere la cosa, sin presidente.
En el otro extremo de edades, Ruth Portillo, de 21 años y empleada en una farmacia, coincidió con Ramón en su escepticismo de base. Pero ella no votará por los colorados, ajenos a su historia familiar, su experiencia personal y su visión de la actualidad. Votará por Alegre, "que no es el mejor candidato, pero de golpe puede hacer algo".
Los ánimos quedaron golpeados después de que el año pasado, el presidente Horacio Cartes intentó una reforma que le permitiera la reelección. Como acá nadie se pierde una, en esa jugada también entró a tallar Lugo, que se sumó a la movida reeleccionista con la meta de presentarse otra vez como candidato y volver triunfante al poder.
El intento naufragó en medio de una batahola de activistas que incendiaron el Congreso, y de un repudio menos caldeado, pero igual de enérgico, de una mayoría de la población.
"Estoy en duda de a quién votar. Siempre están las mismas caras, pero no se ve alguien que se interese de verdad por el país, que no te baje la luna y las estrellas durante la campaña y después se olvide de nosotros. Los políticos siempre arreglan entre ellos para su propio beneficio", dijo Eugenio Bogarín, de 30 años, que trabaja en una editorial.
Eugenio intercala en cada frase la palabra "beneficio", y siempre asociada a "políticos". Como almas gemelas. Quería votar a Abdo Benítez, líder de una facción colorada que rivalizaba con Cartes. Pero luego se amigaron.
"Marito pintaba bien, lo estaba destrozando al actual presidente, tenía buenas propuestas, pero cuando se unieron los dos, yo quedé otra vez en la duda", lamentó.
La bronca con la clase política tiene que ver con la continua y rampante corrupción que, según Transparencia Internacional, tiene a Paraguay en el segundo puesto de la región. Solamente lo supera Venezuela, cuándo no, que se las viene ingeniando para liderar cualquier escala vinculada a la mala gestión.
Para estas elecciones hay 52 candidatos, según los medios locales, a diversos puestos electivos, con malos antecedentes en materia de enriquecimiento ilícito o en intentos de violaciones de la ley y la constitución.
Por suerte, para ellos están las listas sábanas, que todo lo cubren.
Con información de
lanacion
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