SANTA FE
Con el pedido de renuncia a Pullaro como eje, la marcha por Julio Cabal mostró que Santa Fe no se resigna a la inseguridad
Jueves 19 de
Septiembre 2019
Miles de santafesinos se movilizaron este miércoles por la tarde desde Urquiza y Salta -donde se ubica el local en el que trabajaba el joven asesinado- hasta Casa de Gobierno, en una manifestación sin antecedentes en los últimos años.
Se auguraba multitudinaria, pero superó las expectativas: la masiva manifestación convocada para acompañar a la familia de Julio Cabal y pedir justicia por el asesinato del joven comerciante sacudió a la ciudad este miércoles por la tarde y dejó en claro que los santafesinos no están dispuestos a seguir conviviendo con la inseguridad, la delincuencia y la violencia. Así se lo hicieron saber al gobierno provincial a través de carteles y cánticos que pidieron, textualmente, la renuncia del ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro, a quien señalan como el responsable principal de la situación que se está viviendo.
Aunque estaba convocada a las 19, la concentración comenzó bastante antes. Miles de personas llegaron hasta Urquiza y Salta y fueron sumándose al grupo inicial. Muchos habían conocido a Julio en vida y el dolor por la pérdida se traducía en los ojos llorosos y los abrazos apretados. En la multitud se destacaban los familiares de otras víctimas de la inseguridad, como la mamá de Lucas Pirovano, asesinado en agosto en Santa Rosa de Lima. El silencio llegó cuando los padres del joven accedieron a hablar con la prensa: sólo por ese momento los presentes accedieron a interrumpir los aplausos, los cantos y las exclamaciones de ¡Julio, presente! que colmaron el aire durante el resto de la movilización.
La mamá del comerciante asesinado recordó con mucha emoción a su hijo y aseguró que “Julio era un soñador”. “Esta muestra de cariño nos llena de amor y nos acompaña en nuestro infinito dolor” dijo María Inés, dirigiéndose a los vecinos que participaban del improvisado acto. Además, agradeció al personal del hospital Cullen -donde también trabaja-, por el esfuerzo que realizaron al intentar salvar la vida del joven.
Luego de que la familia se retirara, sumida en el cansancio del dolor pero reconfortada por el masivo acompañamiento, los vecinos autoconvocados decidieron marchar: un grupo se dirigió al Ministerio de Seguridad, mientras que el grueso de la movilización caminó hacia Casa de Gobierno santafesina. Lejos de desanimar a los presentes, la columna fue ganando manifestantes en el camino y haciéndose cada vez más nutrida. Llegaron a la plaza 25 de Mayo alrededor de las 20 y, ya frente a la Casa Gris, las lágrimas dieron paso a los gritos y a las protestas a viva voz, con la gestión provincial como destinataria de todos los reclamos y con la figura de Maximiliano Pullaro como el principal cuestionado: “¡Pullaro, renunciá!” fue el mensaje que creció y se apagó una y otra vez, acompañado de silbidos y palmas.
El momento de mayor tensión se vivió cuando un grupo de personas subió las escaleras y comenzó a golpear los vidrios y las rejas de las puertas de entrada a la Casa de Gobierno. El ruido era ensordecedor e iba en aumento, pero la situación no pasó a mayores porque otros manifestantes intervinieron para calmar las aguas: “Eso no corresponde. Estamos enojados y dolidos, pero las cosas no se hacen así”, explicó una de las mujeres que pidió tranquilidad al resto de los presentes.
Poco a poco, ya cerca de las 21, los vecinos se fueron retirando de la plaza, donde sólo quedaron pequeños grupos que seguían intercambiando comentarios sobre el tema obligado: la gran cantidad de personas que se sumó a la movilización, que tiene pocos precedentes en la ciudad. Las repercusiones de la manifestación son aún difíciles de prever, pero algo quedó claro: los santafesinos demostraron que no están dispuestos a seguir conviviendo con la inseguridad y la delincuencia, que no se resignan a la violencia, que quieren un presente mejor y que van a reclamarlo sin medias tintas, caiga quien caiga.
Aunque estaba convocada a las 19, la concentración comenzó bastante antes. Miles de personas llegaron hasta Urquiza y Salta y fueron sumándose al grupo inicial. Muchos habían conocido a Julio en vida y el dolor por la pérdida se traducía en los ojos llorosos y los abrazos apretados. En la multitud se destacaban los familiares de otras víctimas de la inseguridad, como la mamá de Lucas Pirovano, asesinado en agosto en Santa Rosa de Lima. El silencio llegó cuando los padres del joven accedieron a hablar con la prensa: sólo por ese momento los presentes accedieron a interrumpir los aplausos, los cantos y las exclamaciones de ¡Julio, presente! que colmaron el aire durante el resto de la movilización.
La mamá del comerciante asesinado recordó con mucha emoción a su hijo y aseguró que “Julio era un soñador”. “Esta muestra de cariño nos llena de amor y nos acompaña en nuestro infinito dolor” dijo María Inés, dirigiéndose a los vecinos que participaban del improvisado acto. Además, agradeció al personal del hospital Cullen -donde también trabaja-, por el esfuerzo que realizaron al intentar salvar la vida del joven.
Luego de que la familia se retirara, sumida en el cansancio del dolor pero reconfortada por el masivo acompañamiento, los vecinos autoconvocados decidieron marchar: un grupo se dirigió al Ministerio de Seguridad, mientras que el grueso de la movilización caminó hacia Casa de Gobierno santafesina. Lejos de desanimar a los presentes, la columna fue ganando manifestantes en el camino y haciéndose cada vez más nutrida. Llegaron a la plaza 25 de Mayo alrededor de las 20 y, ya frente a la Casa Gris, las lágrimas dieron paso a los gritos y a las protestas a viva voz, con la gestión provincial como destinataria de todos los reclamos y con la figura de Maximiliano Pullaro como el principal cuestionado: “¡Pullaro, renunciá!” fue el mensaje que creció y se apagó una y otra vez, acompañado de silbidos y palmas.
El momento de mayor tensión se vivió cuando un grupo de personas subió las escaleras y comenzó a golpear los vidrios y las rejas de las puertas de entrada a la Casa de Gobierno. El ruido era ensordecedor e iba en aumento, pero la situación no pasó a mayores porque otros manifestantes intervinieron para calmar las aguas: “Eso no corresponde. Estamos enojados y dolidos, pero las cosas no se hacen así”, explicó una de las mujeres que pidió tranquilidad al resto de los presentes.
Poco a poco, ya cerca de las 21, los vecinos se fueron retirando de la plaza, donde sólo quedaron pequeños grupos que seguían intercambiando comentarios sobre el tema obligado: la gran cantidad de personas que se sumó a la movilización, que tiene pocos precedentes en la ciudad. Las repercusiones de la manifestación son aún difíciles de prever, pero algo quedó claro: los santafesinos demostraron que no están dispuestos a seguir conviviendo con la inseguridad y la delincuencia, que no se resignan a la violencia, que quieren un presente mejor y que van a reclamarlo sin medias tintas, caiga quien caiga.
Con información de
Aire de Santa Fe
