Joven santafesina de barrio Schneider sospechada de asesinar a un chico de 13 años en Rosario
Domingo 13 de
Octubre 2019
El 29 de junio a las cinco de la mañana la vida de un chico de apenas 13 años se apagó de una manera drástica, dramática: le pegaron un tiro en el cráneo en circunstancias no del todo claras en Olivé y Ottone, la zona más humilde del barrio Empalme Graneros que está detrás del austero club de fútbol Los Pumitas, una franja del noroeste rosarino que se recuesta sobre un hilo del arroyo Ludueña.
Según los datos colectados por los investigadores, esa noche Juan David Godoy rondaba como siempre lo hacía por las calles de barrio, y aunque no había sido invitado, en un momento quiso ingresar a una vivienda donde se desarrollaba una reunión o celebración familiar. Por alguna razón se trenzó en una discusión con uno de los asistentes, al parecer, otro menor de edad. En ese momento intervino un adulto, lo sacó a los empujones y otra persona, de inmediato, lo ejecutó con un disparo de arma de fuego, a sangre fría, sin piedad. El estampido del balazo cortó el silencio de la madrugada.
La víctima, que residía con su familia en el mismo barrio (Mariano cabal 1400 bis), era un poco atrevido según los comentarios de los vecinos. La versiones giraron en torno a que el origen del conflicto que terminó con su vida se montó cuando intentó propasarse con una adolescente. Luego sobrevino la desproporcionada y letal respuesta a esa supuesta actitud insolente del muchacho.
Los familiares de Godoy realizaron un mural para recordar al adolescente asesinado.
Lo cierto es que tras el ataque se desplomó agonizante en la calle. De inmediato sus familiares fueron alertados de la situación, corrieron las pocas cuadras que separaban su casa de la escena del hecho, lo cargaron en un auto particular y lo trasladaron al Hospital de Niños Zona Norte. No había mucho por hacer. Los médicos de la guardia constataron que ya había fallecido por una herida de bala que le impactó de lleno en el cráneo.
En ese momento allegados a Godoy le dijeron a los integrantes de la brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) lo que se rumoreaba y escucharon por boca de otros. Que había mantenido “un altercado con otro menor de edad”. Pero no pudieron aportar más que eso porque no habían sido testigos presenciales. Luego, entre las prendas de Godoy la PDI secuestró cuatro vainas servidas de un revólver calibre 22. Raro, porque no se pudo establecer si él las guardaba o alguien se las puso con otras intenciones.
A la mañana de ese mismo sábado un grupo de allegados a Godoy no tardó en presentarse frente a la casa donde ocurrió el homicidio, y directamente la prendieron fuego para vengar la muerte. La turba provocó desmanes en ese pasillo serpenteante del postergado asentamiento de Empalme Graneros, y nuevamente debió llegar la policía.
Del lugar se llevaron demoradas a Susana Carolina P., de 21 años, y a una hija menor de edad. Eran las dueñas o residentes de la vivienda donde se había celebrado el festejo que derivó en la fatal discusión. Madre e hija, según pudo averiguar Aire Digital, hacía poco tiempo que habían llegado al barrio procedentes de Santa Fe. Y recibieron la protección de una familia que reside por calle Ottone y se la conoce como “Los 14”, por la cantidad de miembros que tiene.
El caso quedó en manos del fiscal de la unidad de Homicidios Florentino Malaponte (pasó a ser juez de primera instancia), quien ordenó una serie de medidas urgentes. Pero como ocurre en las zonas más calientes de la ciudad donde el miedo penetra sobre los buenos vecinos, nadie quiso largar una palabra por el miedo paralizador a sufrir represalias. Entonces la pesquisa se hizo cuesta arriba. Además, tampoco se podía apelar a cámaras de videovigilancia (no hay en esa zona) para esclarecer mecánica y autores del hecho.
Sin embargo, con el correr de las horas se pudieron conectar algunos elementos, como el relato de un hermano de la víctima, que aportó pistas. Mientras que su hija fue rápidamente desafectada del caso, Susana Carolina P. parecía estar más comprometida.
Una serie de indicios la colocaron directamente en el lugar del ataque y con un rol preponderante, aunque también surgió la posible participación de un hombre o un menor aún no identificados. El fiscal Malaponte creyó tener suficientes evidencias y ordenó que se la convoque a una audiencia imputativa que se celebró en el Centro de Justicia Penal de Rosario el lunes 1º de julio.
De Schneider a Empalme Graneros
Antes de comenzar la audiencia donde el fiscal le achacó a la sospechosa ser coautora del delito de homicidio doloso calificado por el uso de arma de fuego de uso civil, en concurso real con la portación ilegal del arma de fuego, la operadora le pidió los datos, y surgió algo llamativo.
Respondió que era ama de casa, soltera, que había nacido en Santa Fe el 9 de septiembre de 1998 (cumplió 21 años), y dio como domicilio estable la casa de una familiar, en Estrada al 5200, en el barrio Schneider de la capital de la provincial. Si bien no se pudo confirmar oficialmente, se deslizó en un primer momento que la joven hacía poco tiempo que se había establecido en Empalme Graneros porque se escabulló de asuntos pendientes. De hecho, el acta deja constancia que tiene prontuario abierto.
La defensa, que ejerció el abogado público Juan Ignacio Bazet, no cuestionó el encuadre legal de la Fiscalía. Luego Susana aprovechó su derecho a declarar. Si bien no aceptó preguntas, dijo que no había visto antes Godoy, que se lo topó tirado en la calle cuando salió a comprar cerveza, y que fue ella la primera en asistirlo. Sin embargo a la joven la había señalado la mamá del chico asesinado, por dichos de terceros, como la autora del disparo, junto a otro menor que la PDI intenta encontrar.
A partir de esos relatos, el fiscal le pidió a la Brigada de Homicidio de la PDI que encuentre a los testigos y así fue que esas personas aportaron la versión de la discusión entre la víctima y otro menor, y colocaron a la joven en la escena del crimen.
El juez Hernán Postma hizo lugar a la imputación tal cual la expuso la Fiscalía y ordenó la prisión preventiva por el plazo de ley (dos años) de Susana Carolina P. En una audiencia posterior el defensor solicitó la morigeración de la medida cautelar para que se cumpla bajo arresto domiciliario. El juez hizo lugar previa constatación de un domicilio que la imputada fijó en Rosario.
Reclamo, y un prófugo
Seis días después de esa audiencia, los familiares y amigos de Godoy se manifestaron para exigir el esclarecimiento del caso. Y advirtieron sobre un cómplice prófugo. “Lo único que sabemos es que a mi hijo lo mataron y ahora queremos justicia, sabemos que hay una persona libre”, reclamó Antonio, padre del nene.
La concentración se instaló en Génova y Cabal, una puerta de ingreso al barrio Empalme Graneros. Allí dieron su versión del hecho. “El aparentemente estaba volviendo a su casa, había una fiesta y lo sacaron a los empujones de un pasillo”, dijo Antonio, aunque no especificó las circunstancias en las que ocurrió el incidente que desembocó en asesinato de su hijo.
El rostro inocente de la violencia urbana
La investigación del crimen de Juan David Godoy está activa y sigue su curso. Su muerte ocupó la triste estadística de ser el homicidio doloso 80 de los 88 con los que se cerró el primer semestre de 2019 en Rosario. Este año la arraigada violencia urbana que atraviesa a los barrios de Rosario y tiene múltiples factores sociales, se cobró la vida en distintas circunstancias de otros siete chicos menores de edad.
Emilse Sosa, de 16 años, murió atacada a balazos en Manantiales al 3700 el 1º de marzo; Carolina Visca, de 10 años, fue quemada viva el 8 de marzo dentro de la humilde casilla donde vivía junto a un terraplén de barrio Las Flores; Julián Zambrana, de 17 años, baleado por una gorra el 30 de marzo en Aborígenes Argentinos y Roullión; Maximiliano Sosa, de 17 años, asesinado a balazos el 12 de abril en Esmeralda al 3900, en barrio Tablada; Matías Silvestre, también de 17 años, le dispararon en medio de un robo en Travesía y pasaje 705; Tiziana Valentina López, de 15 años, murió mientras salía de un boliche de Arijón y Balcarce donde fue atacada a balazos desde un auto; Mauricio Gorosito, de 16 años, fue acribillado el 5 de agosto en Curupaytí al 5400, en el corazón del barrio Moderno.
La víctima, que residía con su familia en el mismo barrio (Mariano cabal 1400 bis), era un poco atrevido según los comentarios de los vecinos. La versiones giraron en torno a que el origen del conflicto que terminó con su vida se montó cuando intentó propasarse con una adolescente. Luego sobrevino la desproporcionada y letal respuesta a esa supuesta actitud insolente del muchacho.
Los familiares de Godoy realizaron un mural para recordar al adolescente asesinado.
Lo cierto es que tras el ataque se desplomó agonizante en la calle. De inmediato sus familiares fueron alertados de la situación, corrieron las pocas cuadras que separaban su casa de la escena del hecho, lo cargaron en un auto particular y lo trasladaron al Hospital de Niños Zona Norte. No había mucho por hacer. Los médicos de la guardia constataron que ya había fallecido por una herida de bala que le impactó de lleno en el cráneo.
En ese momento allegados a Godoy le dijeron a los integrantes de la brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) lo que se rumoreaba y escucharon por boca de otros. Que había mantenido “un altercado con otro menor de edad”. Pero no pudieron aportar más que eso porque no habían sido testigos presenciales. Luego, entre las prendas de Godoy la PDI secuestró cuatro vainas servidas de un revólver calibre 22. Raro, porque no se pudo establecer si él las guardaba o alguien se las puso con otras intenciones.
A la mañana de ese mismo sábado un grupo de allegados a Godoy no tardó en presentarse frente a la casa donde ocurrió el homicidio, y directamente la prendieron fuego para vengar la muerte. La turba provocó desmanes en ese pasillo serpenteante del postergado asentamiento de Empalme Graneros, y nuevamente debió llegar la policía.
Del lugar se llevaron demoradas a Susana Carolina P., de 21 años, y a una hija menor de edad. Eran las dueñas o residentes de la vivienda donde se había celebrado el festejo que derivó en la fatal discusión. Madre e hija, según pudo averiguar Aire Digital, hacía poco tiempo que habían llegado al barrio procedentes de Santa Fe. Y recibieron la protección de una familia que reside por calle Ottone y se la conoce como “Los 14”, por la cantidad de miembros que tiene.
El caso quedó en manos del fiscal de la unidad de Homicidios Florentino Malaponte (pasó a ser juez de primera instancia), quien ordenó una serie de medidas urgentes. Pero como ocurre en las zonas más calientes de la ciudad donde el miedo penetra sobre los buenos vecinos, nadie quiso largar una palabra por el miedo paralizador a sufrir represalias. Entonces la pesquisa se hizo cuesta arriba. Además, tampoco se podía apelar a cámaras de videovigilancia (no hay en esa zona) para esclarecer mecánica y autores del hecho.
Sin embargo, con el correr de las horas se pudieron conectar algunos elementos, como el relato de un hermano de la víctima, que aportó pistas. Mientras que su hija fue rápidamente desafectada del caso, Susana Carolina P. parecía estar más comprometida.
Una serie de indicios la colocaron directamente en el lugar del ataque y con un rol preponderante, aunque también surgió la posible participación de un hombre o un menor aún no identificados. El fiscal Malaponte creyó tener suficientes evidencias y ordenó que se la convoque a una audiencia imputativa que se celebró en el Centro de Justicia Penal de Rosario el lunes 1º de julio.
De Schneider a Empalme Graneros
Antes de comenzar la audiencia donde el fiscal le achacó a la sospechosa ser coautora del delito de homicidio doloso calificado por el uso de arma de fuego de uso civil, en concurso real con la portación ilegal del arma de fuego, la operadora le pidió los datos, y surgió algo llamativo.
Respondió que era ama de casa, soltera, que había nacido en Santa Fe el 9 de septiembre de 1998 (cumplió 21 años), y dio como domicilio estable la casa de una familiar, en Estrada al 5200, en el barrio Schneider de la capital de la provincial. Si bien no se pudo confirmar oficialmente, se deslizó en un primer momento que la joven hacía poco tiempo que se había establecido en Empalme Graneros porque se escabulló de asuntos pendientes. De hecho, el acta deja constancia que tiene prontuario abierto.
La defensa, que ejerció el abogado público Juan Ignacio Bazet, no cuestionó el encuadre legal de la Fiscalía. Luego Susana aprovechó su derecho a declarar. Si bien no aceptó preguntas, dijo que no había visto antes Godoy, que se lo topó tirado en la calle cuando salió a comprar cerveza, y que fue ella la primera en asistirlo. Sin embargo a la joven la había señalado la mamá del chico asesinado, por dichos de terceros, como la autora del disparo, junto a otro menor que la PDI intenta encontrar.
A partir de esos relatos, el fiscal le pidió a la Brigada de Homicidio de la PDI que encuentre a los testigos y así fue que esas personas aportaron la versión de la discusión entre la víctima y otro menor, y colocaron a la joven en la escena del crimen.
El juez Hernán Postma hizo lugar a la imputación tal cual la expuso la Fiscalía y ordenó la prisión preventiva por el plazo de ley (dos años) de Susana Carolina P. En una audiencia posterior el defensor solicitó la morigeración de la medida cautelar para que se cumpla bajo arresto domiciliario. El juez hizo lugar previa constatación de un domicilio que la imputada fijó en Rosario.
Reclamo, y un prófugo
Seis días después de esa audiencia, los familiares y amigos de Godoy se manifestaron para exigir el esclarecimiento del caso. Y advirtieron sobre un cómplice prófugo. “Lo único que sabemos es que a mi hijo lo mataron y ahora queremos justicia, sabemos que hay una persona libre”, reclamó Antonio, padre del nene.
La concentración se instaló en Génova y Cabal, una puerta de ingreso al barrio Empalme Graneros. Allí dieron su versión del hecho. “El aparentemente estaba volviendo a su casa, había una fiesta y lo sacaron a los empujones de un pasillo”, dijo Antonio, aunque no especificó las circunstancias en las que ocurrió el incidente que desembocó en asesinato de su hijo.
El rostro inocente de la violencia urbana
La investigación del crimen de Juan David Godoy está activa y sigue su curso. Su muerte ocupó la triste estadística de ser el homicidio doloso 80 de los 88 con los que se cerró el primer semestre de 2019 en Rosario. Este año la arraigada violencia urbana que atraviesa a los barrios de Rosario y tiene múltiples factores sociales, se cobró la vida en distintas circunstancias de otros siete chicos menores de edad.
Emilse Sosa, de 16 años, murió atacada a balazos en Manantiales al 3700 el 1º de marzo; Carolina Visca, de 10 años, fue quemada viva el 8 de marzo dentro de la humilde casilla donde vivía junto a un terraplén de barrio Las Flores; Julián Zambrana, de 17 años, baleado por una gorra el 30 de marzo en Aborígenes Argentinos y Roullión; Maximiliano Sosa, de 17 años, asesinado a balazos el 12 de abril en Esmeralda al 3900, en barrio Tablada; Matías Silvestre, también de 17 años, le dispararon en medio de un robo en Travesía y pasaje 705; Tiziana Valentina López, de 15 años, murió mientras salía de un boliche de Arijón y Balcarce donde fue atacada a balazos desde un auto; Mauricio Gorosito, de 16 años, fue acribillado el 5 de agosto en Curupaytí al 5400, en el corazón del barrio Moderno.
Con información de
Aire de Santa Fe
