La piel: sus cuidados y cómo mantenerla saludable
Lunes 19 de
Junio 2023
Los factores externos, como los internos que dañan nuestro organismo, son determinantes para tener en cuenta a la hora de cuidar la piel. Cambiar los hábitos alimenticios y mejorar la calidad de vida es un buen comienzo para cuidarnos desde adentro hacia afuera.
En nuestro primer encuentro hablamos de la piel, sus cuidados y sobre cómo mantenerla saludable a las distintas edades, tanto a través de los cuidados básicos (limpiar, humectar y proteger) como con la ayuda de la tecnología. Pero la piel, el primer órgano que se forma, y el más extenso del cuerpo humano, no es sólo lo que está a simple vista.
Las cosas que le pasan no tienen que ver sólo con el afuera, sino que también, tienen mucho que ver con el adentro. Por eso para protegerla y cuidarla, y en especial a medida que uno va envejeciendo, se debe estar atento a los daños tanto exteriores como interiores. La suma total de los múltiples factores de exposición, tanto exógenos (sol, frio, viento, ruido, smog, etc) como lo endógenos (genética, sueño, estrés, alimentación) que van determinando el daño que se produce en todo nuestro organismo, y que repercute en nuestra piel.
Comenzar a cambiar nuestros malos hábitos es un camino de ida. La mala alimentación es uno de ellos. En la actualidad hemos pasado a comer alimentos modificados, genéticamente procesados y ultraprocesados. Todos cargados de conservantes, sacarina, aceites hidrogenados, etc, que alteran las membranas celulares de todo nuestro organismo y las endurecen, evitando que ingresen los nutrientes, dejando a las células poco alimentadas, enfermas y sin energía.
Con un intestino, que por esta alimentación mala se hace permeable, con sus células que quedan como separadas entre sí, y que por esas hendiduras que no deberían estar abiertas, dejan pasar un montón de bacterias y alimentos sin procesar que terminan funcionando en el cuerpo como si fueran toxinas. Esto es lo que mantiene al organismo en un estado de inflamación y pone en alerta al sistema inmunológico, dañando a su vez, las membranas de las mitocondrias, que son el fogón donde se cocina la energía de nuestro organismo.
¿Por qué una dermatóloga de repente se convierte en nutricionista?
No sólo para tener una mirada más completa, sino porque la belleza de la piel se sustenta en la salud. Cuando alguien viene al consultorio para hacerse un láser para sacarse las arrugas, va a responder al tratamiento de una manera diferente si está sana o si está enferma. Si está inflamado o si no está inflamado. Es preferible retrasar cualquier tratamiento hasta que uno esté en óptimas condiciones, porque cualquier tratamiento que se haga en la piel, la respuesta es más favorable si la persona está preparada internamente para recibirlo.
Gran parte de la solución es estar atentos a lo que comemos, porque, aunque lo cotidiano parezca normal, muchas veces dista de lo sano. Y como decía Hipócrates “que el alimento sea tu medicina”
¿Cuáles serían los hábitos alimenticios que llevarían a tener una vida más saludable?
- Dejar de comer harinas refinadas (harina de trigo,avena, cebada,centeno). Las semillas de las harinas son transgénicas, y han sido modificadas para que sus plantas aguanten sequías, germinen mejor etc., y no tienen que ver con la semilla original. Ancestralmente, el cuerpo estaba acostumbrado a la semilla original, pero esta semilla modificada, y que tiene gluten, provoca la ruptura de la pared intestinal. La pared intestinal es como un conjunto de células que están unidas entre sí como ladrillos bien sellados, que poseen como unos “pelitos” denominados cilias, formando una barrera compacta pero selectiva, que impide el paso de los microbios y de la mayoría de antígenos, y a su vez, permite la absorción activa de nutrientes que luego pasan a la sangre y se distribuyen al cuerpo. Cuando consumimos pastas, pan etc. que contienen gluten, este va rompiendo las uniones entre las células intestinales, y este control desaparece, aumentando la impermeabilidad intestinal, lo que produce un paso indiscriminado de sustancias a la sangre. Es como si se hubiesen abierto las compuertas de la aduana, y el intestino se vuelve un puerto libre. Entran cosas que no deberían entrar, pero también salen cosas que no deberían salir. No pasan los nutrientes y pasan las toxinas, provocando inflamación. Ese intestino impermeable hace que el organismo no reconozca ese alimento no procesado y se ponga en modo de defensa poniendo al sistema inmunológico en alerta, haciéndolo reaccionar ante cualquier cosa. Desencadenando así, enfermedades inflamatorias que no sólo son dermatológicas (el 90% de la gente padece enfermedades leves como eccemas, alergias, rinitis, urticarias especificas) sino que también puede provocar, dependiendo de la predisposición genética de la persona, el desarrollo de enfermedades autoinmunes, infecciones, problemas digestivos, articulares, cardíacos o cáncer. A la hora de consumir harinas están deben ser de coco, arroz, almendra y el arroz integral o yamaní.
- Eliminar los azúcares El exceso de azúcar lleva a crear el hígado graso. El organismo puede albergar 800 gramos de azúcar/glucosa en el hígado y 500 gramos en los músculos. Si yo me excedo porque no hago deporte y acumulo azúcar, entonces ese excedente que no va a los músculos, empieza a desbordar hacia el hígado y se convierte en hígado graso.
- Evitar los alimentos ultraprocesados. Son aquellos que incluyen grandes cantidades de aditivos, sal, azúcar, grasa, conservantes, colorantes y demás. Comidas congeladas, enlatados, snacks, jamones, gaseosas, quesos untables, galletitas son ultraprocesados. Dentro de sus componentes tienen aceites hidrogenados que son dañinos para la salud. ¿Cuáles son? El aceite de canola, de maíz, de girasol, etc. Todos los que están prensados en frio son malos para la salud. Son aceites usados por la industria porque son más baratos. Lo mejor es cocinar con aceite de coco. El oliva extra virgen, sólo para condimentar porque se oxida en la cocción. También se puede utilizar manteca clarificada(sin lactosa)
- Decirle no a los alimentos que contengan jarabe de maíz de alta fructuosa (JMAF) Se trata de un ingrediente que suele agregarse a una amplia gama de productos procesados para lograr un sabor más dulce. Todo lo que dulcifica provoca adicción. No podes parar de comer. No es la fructosa natural de la fruta, que sí se puede usar y gastar en el deporte. El jarabe de maíz cuando entra no sale, no se puede gastar en energía, y se va depositando en el hígado y no se puede usar. Va formando ese hígado graso. Además, no le indica al centro de la saciedad que estamos saciados. Cuando comés un huevo no querés comerte seis, pero comes una galletita y vacías el paquete. Siempre vas por una más. Los expertos aseguran que un consumo alto y prolongado de JMAF puede contribuir al desarrollo enfermedades como síndrome metabólico, obesidad, hiperglucemia e hipertensión arterial
- No usar edulcorantes. Los edulcorantes aumentan mucho más que el azúcar la liberación de insulina (que es la hormona pro inflamatoria) Cuando se come con endulzantes, el organismo que siempre tiene la función de adelantarse y prepararse, asume que va a entrar algo dulce, y entonces le manda al cerebro la señal para que libere insulina, pero como no entra dulce, lo libera sin sentido. Además, la sacarina es un conservante de los alimentos, un antibiótico. Entonces, cada vez que le ponemos edulcorante, estamos matando de a poco la flora intestinal. Un intestino que debería ser como la selva misionera, florida, abundante y diferente (porque cada bacteria de esta flora degrada distinto tipo de alimentos), cuando se usa sacarina en todo lo que se quiere endulzar, es como si esa selva se hubiera prendido fuego. Y es entonces que te dicen” no puedo comer verdura cruda porque me cae mal”. A la celulosa la digieren las bacterias pero con los edulcorantes uno las mata, y por eso uno se vuelve intolerante a la comida. Pero se puede revertir. Cambiando el edulcorante por la stevia. Pero no confundirse con edulcorante Sólo sirve la stevia que se compra en dietética que no sube la insulina, entonces va ir creciendo la flora bacteriana, y poco a poco, uno puede volver a comer de todo. Pero lo ideal es no endulzar.
- No leche porque ademas de lactosa, que es una azúcar que inflama mucho también tiene caseína, que también es una proteína que inflama, así que también se podría cambiar por le che de almendra o nada. Otra fuente de calcio está en los huevos, la espinaca (que para poder consumirla hay que estar con el intestino no permeable) Esto es una transición gradual. Para poder subir la escalera hay que subirse al escalón de arriba, pero hay que largar el de abajo, porque sino no se avanza. Es paso a paso.
- Moderar el alcohol. En realidad, no hay que consumirlo porque hacen que las grasas se movilicen menos. Una copa de vino tiene 150 calorías. ¿Cuántas copas te querés tomar? Tragos y vinos blancos tienen más azúcar que un tinto.
- Permitidos ¿Me puedo comer una pizza/ chocolate, el fin de semana? No se trata de un “nunca más”. Depende de cuán dañado uno está. Uno debe darse un tiempo para ir reparando de a poco el organismo. Por eso es muy difícil dejar todo junto. Tómense algunos meses. Aprendan de a poco a cambiar los hábitos saludables, para evitar recaídas.
El cambio de hábitos en la alimentación es vital para apagar los genes del envejecimiento y encender los genes de la longevidad. No es un cambio de un día para otro, sino algo pausado, voluntario y consciente para que puede establecerse como una forma saludable de vivir la vida de ahora para siempre.
Las cosas que le pasan no tienen que ver sólo con el afuera, sino que también, tienen mucho que ver con el adentro. Por eso para protegerla y cuidarla, y en especial a medida que uno va envejeciendo, se debe estar atento a los daños tanto exteriores como interiores. La suma total de los múltiples factores de exposición, tanto exógenos (sol, frio, viento, ruido, smog, etc) como lo endógenos (genética, sueño, estrés, alimentación) que van determinando el daño que se produce en todo nuestro organismo, y que repercute en nuestra piel.
Comenzar a cambiar nuestros malos hábitos es un camino de ida. La mala alimentación es uno de ellos. En la actualidad hemos pasado a comer alimentos modificados, genéticamente procesados y ultraprocesados. Todos cargados de conservantes, sacarina, aceites hidrogenados, etc, que alteran las membranas celulares de todo nuestro organismo y las endurecen, evitando que ingresen los nutrientes, dejando a las células poco alimentadas, enfermas y sin energía.
Con un intestino, que por esta alimentación mala se hace permeable, con sus células que quedan como separadas entre sí, y que por esas hendiduras que no deberían estar abiertas, dejan pasar un montón de bacterias y alimentos sin procesar que terminan funcionando en el cuerpo como si fueran toxinas. Esto es lo que mantiene al organismo en un estado de inflamación y pone en alerta al sistema inmunológico, dañando a su vez, las membranas de las mitocondrias, que son el fogón donde se cocina la energía de nuestro organismo.
¿Por qué una dermatóloga de repente se convierte en nutricionista?
No sólo para tener una mirada más completa, sino porque la belleza de la piel se sustenta en la salud. Cuando alguien viene al consultorio para hacerse un láser para sacarse las arrugas, va a responder al tratamiento de una manera diferente si está sana o si está enferma. Si está inflamado o si no está inflamado. Es preferible retrasar cualquier tratamiento hasta que uno esté en óptimas condiciones, porque cualquier tratamiento que se haga en la piel, la respuesta es más favorable si la persona está preparada internamente para recibirlo.
Gran parte de la solución es estar atentos a lo que comemos, porque, aunque lo cotidiano parezca normal, muchas veces dista de lo sano. Y como decía Hipócrates “que el alimento sea tu medicina”
¿Cuáles serían los hábitos alimenticios que llevarían a tener una vida más saludable?
- Dejar de comer harinas refinadas (harina de trigo,avena, cebada,centeno). Las semillas de las harinas son transgénicas, y han sido modificadas para que sus plantas aguanten sequías, germinen mejor etc., y no tienen que ver con la semilla original. Ancestralmente, el cuerpo estaba acostumbrado a la semilla original, pero esta semilla modificada, y que tiene gluten, provoca la ruptura de la pared intestinal. La pared intestinal es como un conjunto de células que están unidas entre sí como ladrillos bien sellados, que poseen como unos “pelitos” denominados cilias, formando una barrera compacta pero selectiva, que impide el paso de los microbios y de la mayoría de antígenos, y a su vez, permite la absorción activa de nutrientes que luego pasan a la sangre y se distribuyen al cuerpo. Cuando consumimos pastas, pan etc. que contienen gluten, este va rompiendo las uniones entre las células intestinales, y este control desaparece, aumentando la impermeabilidad intestinal, lo que produce un paso indiscriminado de sustancias a la sangre. Es como si se hubiesen abierto las compuertas de la aduana, y el intestino se vuelve un puerto libre. Entran cosas que no deberían entrar, pero también salen cosas que no deberían salir. No pasan los nutrientes y pasan las toxinas, provocando inflamación. Ese intestino impermeable hace que el organismo no reconozca ese alimento no procesado y se ponga en modo de defensa poniendo al sistema inmunológico en alerta, haciéndolo reaccionar ante cualquier cosa. Desencadenando así, enfermedades inflamatorias que no sólo son dermatológicas (el 90% de la gente padece enfermedades leves como eccemas, alergias, rinitis, urticarias especificas) sino que también puede provocar, dependiendo de la predisposición genética de la persona, el desarrollo de enfermedades autoinmunes, infecciones, problemas digestivos, articulares, cardíacos o cáncer. A la hora de consumir harinas están deben ser de coco, arroz, almendra y el arroz integral o yamaní.
- Eliminar los azúcares El exceso de azúcar lleva a crear el hígado graso. El organismo puede albergar 800 gramos de azúcar/glucosa en el hígado y 500 gramos en los músculos. Si yo me excedo porque no hago deporte y acumulo azúcar, entonces ese excedente que no va a los músculos, empieza a desbordar hacia el hígado y se convierte en hígado graso.
- Evitar los alimentos ultraprocesados. Son aquellos que incluyen grandes cantidades de aditivos, sal, azúcar, grasa, conservantes, colorantes y demás. Comidas congeladas, enlatados, snacks, jamones, gaseosas, quesos untables, galletitas son ultraprocesados. Dentro de sus componentes tienen aceites hidrogenados que son dañinos para la salud. ¿Cuáles son? El aceite de canola, de maíz, de girasol, etc. Todos los que están prensados en frio son malos para la salud. Son aceites usados por la industria porque son más baratos. Lo mejor es cocinar con aceite de coco. El oliva extra virgen, sólo para condimentar porque se oxida en la cocción. También se puede utilizar manteca clarificada(sin lactosa)
- Decirle no a los alimentos que contengan jarabe de maíz de alta fructuosa (JMAF) Se trata de un ingrediente que suele agregarse a una amplia gama de productos procesados para lograr un sabor más dulce. Todo lo que dulcifica provoca adicción. No podes parar de comer. No es la fructosa natural de la fruta, que sí se puede usar y gastar en el deporte. El jarabe de maíz cuando entra no sale, no se puede gastar en energía, y se va depositando en el hígado y no se puede usar. Va formando ese hígado graso. Además, no le indica al centro de la saciedad que estamos saciados. Cuando comés un huevo no querés comerte seis, pero comes una galletita y vacías el paquete. Siempre vas por una más. Los expertos aseguran que un consumo alto y prolongado de JMAF puede contribuir al desarrollo enfermedades como síndrome metabólico, obesidad, hiperglucemia e hipertensión arterial
- No usar edulcorantes. Los edulcorantes aumentan mucho más que el azúcar la liberación de insulina (que es la hormona pro inflamatoria) Cuando se come con endulzantes, el organismo que siempre tiene la función de adelantarse y prepararse, asume que va a entrar algo dulce, y entonces le manda al cerebro la señal para que libere insulina, pero como no entra dulce, lo libera sin sentido. Además, la sacarina es un conservante de los alimentos, un antibiótico. Entonces, cada vez que le ponemos edulcorante, estamos matando de a poco la flora intestinal. Un intestino que debería ser como la selva misionera, florida, abundante y diferente (porque cada bacteria de esta flora degrada distinto tipo de alimentos), cuando se usa sacarina en todo lo que se quiere endulzar, es como si esa selva se hubiera prendido fuego. Y es entonces que te dicen” no puedo comer verdura cruda porque me cae mal”. A la celulosa la digieren las bacterias pero con los edulcorantes uno las mata, y por eso uno se vuelve intolerante a la comida. Pero se puede revertir. Cambiando el edulcorante por la stevia. Pero no confundirse con edulcorante Sólo sirve la stevia que se compra en dietética que no sube la insulina, entonces va ir creciendo la flora bacteriana, y poco a poco, uno puede volver a comer de todo. Pero lo ideal es no endulzar.
- No leche porque ademas de lactosa, que es una azúcar que inflama mucho también tiene caseína, que también es una proteína que inflama, así que también se podría cambiar por le che de almendra o nada. Otra fuente de calcio está en los huevos, la espinaca (que para poder consumirla hay que estar con el intestino no permeable) Esto es una transición gradual. Para poder subir la escalera hay que subirse al escalón de arriba, pero hay que largar el de abajo, porque sino no se avanza. Es paso a paso.
- Moderar el alcohol. En realidad, no hay que consumirlo porque hacen que las grasas se movilicen menos. Una copa de vino tiene 150 calorías. ¿Cuántas copas te querés tomar? Tragos y vinos blancos tienen más azúcar que un tinto.
- Permitidos ¿Me puedo comer una pizza/ chocolate, el fin de semana? No se trata de un “nunca más”. Depende de cuán dañado uno está. Uno debe darse un tiempo para ir reparando de a poco el organismo. Por eso es muy difícil dejar todo junto. Tómense algunos meses. Aprendan de a poco a cambiar los hábitos saludables, para evitar recaídas.
El cambio de hábitos en la alimentación es vital para apagar los genes del envejecimiento y encender los genes de la longevidad. No es un cambio de un día para otro, sino algo pausado, voluntario y consciente para que puede establecerse como una forma saludable de vivir la vida de ahora para siempre.
Con información de
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