CÓRDOBA

Mataron a un abuelo y ahora amenazan a su familia

Jueves 22 de Marzo 2018

El hombre de 83 años fue asesinado en medio de un tiroteo al que era ajeno, en Villa Inés, al este de la ciudad de Córdoba. En el velorio, la familia fue “apretada”. Un crimen que desnuda la inseguridad en la que se vive en distintos puntos de la capital cordobesa.
Había comenzado a anochecer y la familia se disponía a cenar en la entrada de la casa, a metros de la calle. El tiempo acompañaba. La mesa estaba tendida, las sillas, acomodadas; los platos y los vasos para la veintena de grandes y chicos, listos. Desde la cocina se olía el delicioso aroma de unas empañadas caseras.
 
Ajeno a todo, en el umbral del hogar se encontraba Ernesto Ramírez. A sus 83 años, el jubilado tomaba vino tinto en su vaso de siempre, mientras miraba a Mercedes una de sus cuatro hijos. Tenía una particular devoción por su “Mechi”, aquella mujer que, postrada en una silla de ruedas y con serias deficiencias para comunicarse, le sonreía y pedía un poco más de gaseosa.
 
Ernesto, “Chiquito” para su familia, tomaba en silencio. Había vivido gran parte de su vida en Bella Vista y se había ganado la vida trabajando en la vieja Casa de las Tejas, en distintas tareas, hasta que se jubiló. Al tiempo, enviudó.
 
Las vueltas de la vida hicieron que con los suyos se mudara a Villa Inés, un asentamiento de humildes hogares forjado al lado de barrio Maldonado, en el este cordobés, e integrado por decenas de familias que no lograron capear las sucesivas crisis económicas.
 
Un asentamiento que, como tantos otros en la Capital, se convirtió en los últimos años en refugio para ladrones y, a la vez, para elementos narcos.
 
Un asentamiento donde el narco vende a la vista de todos y se nutre de jóvenes adictos que no ven un futuro más allá de la vuelta de la esquina.
 
Un asentamiento adonde la Policía no entra, salvo cuando se produce la mala noticia.
 
Y en Villa Inés iba a haber otra vez malas noticias.
 
Ernesto murió al recibir un balazo nueve milímetros que le atravesó la cabeza el pasado sábado 10 de este mes al anochecer. El disparo fue efectuado por un joven que había llegado a la zona para vengarse de otro. Hubo una lluvia de balas, según recuerdan los vecinos. Uno de esos plomos mató al jubilado en frente de hijos, nueras, yernos, nietos y nietas.
 
Como si el dolor y la tragedia para la familia Ramírez no fueran suficientes, ahora deben sufrir además distintas amenazas de un cómplice del asesinato. Uno de esos aprietes sucedió en el velatorio mismo de Ernesto.
 
Drogas y balas
 
En Villa Inés y en todas las barriadas de la Capital en la que el narco supo instalarse, crecer y extenderse ante un Estado que, pese a las promesas, sigue ausente, existe un código: “no te metás”.
 
Un brutal crimen puede cometerse a la vista de todos, pero es muy difícil que alguien se atreva a hablar y a decir quién fue. En Villa Inés, pocos y nadie se atreven a hablar con nombre y apellido sobre el crimen de Ernesto. Su propia familia está aterrada.
 
Es que el asesino y su cómplice son de la misma zona y se ocultan incluso en Yapeyú, a metros de la comisaría 5 bis. Pero no logran ser atrapados.
 
Pese al miedo que impera en la zona, en la barriada cuentan que aquel sábado un joven apodado “el Boli” llegó en una moto azul. Buscaba a “K.”, un joven que sería familiar de una persona dedicada a la venta de drogas en la zona. “Boli” y “K.” están enemistados desde hace tiempo. No por nada, días antes se habían enfrentado.
 
“Boli”, según testigos, llegó desarmado a apretar a “K.”, quien acababa de terminar de jugar al fútbol con sus amigos.
 
En esas circunstancias, un tercer sujeto, conocido como “el Loco S.”, se habría acercado y le habría pasado la nueve milímetros a “Boli”, quien empezó a gatillar. Fueron varios los balazos hacia “K.” y sus amigos. En medio del pandemonio, donde todos corrían a refugiarse, Ernesto temió le peor.
 
El jubilado estaba acostumbrado a escuchar los balazos y a ver a los matones sueltos moviéndose impunes. Siempre les recomendaba a los suyos: “No anden ‘sapiando’ (mirando). Métanse en la casa”.
 
Sin embargo, esa noche, las balas sonaban muy cerca. Con dificultad para moverse, quiso poner en resguardo a su hija “Mechi”. No llegó a empujar la silla de ruedas. Un plomo le dio en el parietal y lo atravesó.
 
En medio del horror, uno de los criminales se acercó con la nueve milímetros hacia donde estaba la familia aterrada y gritó: “¿Y ustedes? Ustedes no se metan. Métanse adentro. Háganse c...”.
 
En el remise de un vecino, Ernesto fue llevado al Hospital de Urgencias. Pero ya no había nada por hacer.
 
Largo rato después, mientras la familia clamaba para que el caso se esclareciera y que la ayudaran, apareció el primer patrullero en la zona del ataque. Sólo quedaban las vainas servidas.
 
Más amenazas
 
“¿Quién me batió a la cana? ¿Fuiste vos, culiado? ¿Fuiste vos, culiada?”. “El loco S.”, un matón de Villa Inés que se hizo temer a fuerza de aprietes, había llegado al velatorio de Ernesto. Desesperado porque su nombre figura entre los sospechosos del homicidio, fue a amenazar a la familia del jubilado.
 
Los aprietes no sólo fueron en el velorio. Hubo un par de amenazas más en los sucesivos días.
 
Tal es la impunidad de este hombre de 35 años, sospechado de ser quien facilitó el arma a “Boli”, el asesino, que incluso se lo ve paseándose, sonriente, cantando fuerte, provocador, frente a la casa de la víctima.
 
En Villa Inés y en muchos de los barrios del conglomerado que se erige en torno al cementerio de San Vicente, no cesan los muertos por la violencia urbana en los últimos años. En ese contador, sobresalen las víctimas inocentes a todo, que vienen cayendo muertas al quedar en medio del descontrol.
 
La familia de Ernesto está devastada. Todos se preguntan qué va a ser de “Mechi”, la mujer de la silla de ruedas, quien ya no tiene más a su papá.
 
Denuncias al vacío
 
Desprotección
 
Vecinos dicen estar cansados de contar lo que sucede.
 
Según apuntaron diferentes personas que accedieron a hablar con reserva de su identidad, la Policía de la zona, asentada en la comisaría 5 bis de barrio Yapeyú, sabe todo, ya que las denuncias de los vecinos no son nuevas. Pero las respuestas y la protección a la familia del jubilado asesinado aún no llegan.
Con información de lavoz

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