Devaluación y cepo golpearon al mercado inmobiliario rural: cayó más de 30% en agosto
Por:
Mariana Leiva
Martes 10 de
Septiembre 2019

El dato surge de la comparación intermensual. Javier Christensen, presidente de CAIR, aseguró que "hoy sólo hay compras de oportunidad y que el sector está en terapia intensiva".
Las dos últimas devaluaciones (la de entre abril y agosto de 2018, y la última tras las PASO) y el cepo cambiario impuesto por el Gobierno la semana pasada, asestaron un golpe casi mortal al mercado inmobiliario rural, pese a que el sector agrícola viene de anotar una cosecha récord de 147 millones de toneladas de granos.
La actividad en el mercado inmobiliario rural se hundió un 34% durante agosto, en referencia a julio, y cerca de un 3% con relación a igual mes de 2018, cuando el nivel de operaciones ya había caído cerca de otro 30%. Conclusión: desde agosto de 2017, la actividad descendió un 35%.
“El mercado inmobiliario todavía no murió pero está en terapia intensiva”, planteó el presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), Javier Christensen, en diálogo con Ámbito.
El directivo contó que “hasta julio, la demanda para el ciclo 2019/2020 estuvo sostenida con precios levemente superiores a la campaña anterior pero luego, sobre todo con los resultados de las PASO, el productor advirtió que sembraría con un gobierno y cosecharía con otro. Y la actividad inmobiliaria se paralizó casi por completo. Hoy sólo hay compras de oportunidad”.
El presidente de la CAIR mencionó que la actividad había caído también en julio (-6%) y que la situación no fue peor tras las PASO porque muchos de los arredramientos se cerraron antes de las elecciones”.
El mercado inmobiliario todavía no murió pero está en terapia intensiva", (Javier Crhistensen, presidente de CAIR)
De acuerdo a estimaciones privadas, los arrendamientos en zona núcleo llegaron a cerrarse antes de las PASO en el orden de los 15 a 18 quintales según condición de pago adelantado o cosecha. En fracciones de calidad media-baja, la situación se complejiza, los que rondaban los 10 quintales años atrás, apuntaban al contrato de aparcería o eran descartados e ingresaban al mercado en busca de un osado productor. Pero todo eso fue antes de las PASO, hoy ya no es posible establecer una referencia.
“La mayor preocupación de los productores es que haya cambios en el nivel de retenciones, lo que impactaría directamente en la rentabilidad del negocio”, resaltó Christensen. Y agregó: “considerando el precio de los arrendamientos cerrados previo a las PASO, si el clima no acompaña a la producción, al final de la campaña muchos productores pueden terminar en quebranto”.
Por el lado de la compra y venta, Christensen contó el sector espera que el Banco Central permita comprar dólares para pagar compra de inmuebles, contra la presentación de la escritura, una medida que está siendo analizada por la autoridad monetaria.
Por su parte, Damián Bonifazi, de la División Campos de la inmobiliaria Banchio, destacó que “el fenomenal dilema de arrendadores y arrendatarios es poder acordar un contrato a largo plazo debido a que sin políticas claras ambas partes deben limitar sus decisiones a una sola campaña”.
Añadió que “poder resolver eso, va a favorecer ampliamente al cuidado y preservación de los suelos, dejando de lado el monocultivo y mediante una correcta rotación, se podrán mejorar los rendimientos, controlar mejor las malezas y por ende bajar los costos de producción”.
Bonifazi puntualizó: “esperemos que el agro pueda recibir políticas largoplacistas, donde predomine la conciencia en el cuidado de nuestra tierra y podamos entender que la degradación del suelo no tiene retorno”.
La actividad en el mercado inmobiliario rural se hundió un 34% durante agosto, en referencia a julio, y cerca de un 3% con relación a igual mes de 2018, cuando el nivel de operaciones ya había caído cerca de otro 30%. Conclusión: desde agosto de 2017, la actividad descendió un 35%.
“El mercado inmobiliario todavía no murió pero está en terapia intensiva”, planteó el presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), Javier Christensen, en diálogo con Ámbito.
El directivo contó que “hasta julio, la demanda para el ciclo 2019/2020 estuvo sostenida con precios levemente superiores a la campaña anterior pero luego, sobre todo con los resultados de las PASO, el productor advirtió que sembraría con un gobierno y cosecharía con otro. Y la actividad inmobiliaria se paralizó casi por completo. Hoy sólo hay compras de oportunidad”.
El presidente de la CAIR mencionó que la actividad había caído también en julio (-6%) y que la situación no fue peor tras las PASO porque muchos de los arredramientos se cerraron antes de las elecciones”.
El mercado inmobiliario todavía no murió pero está en terapia intensiva", (Javier Crhistensen, presidente de CAIR)
De acuerdo a estimaciones privadas, los arrendamientos en zona núcleo llegaron a cerrarse antes de las PASO en el orden de los 15 a 18 quintales según condición de pago adelantado o cosecha. En fracciones de calidad media-baja, la situación se complejiza, los que rondaban los 10 quintales años atrás, apuntaban al contrato de aparcería o eran descartados e ingresaban al mercado en busca de un osado productor. Pero todo eso fue antes de las PASO, hoy ya no es posible establecer una referencia.
“La mayor preocupación de los productores es que haya cambios en el nivel de retenciones, lo que impactaría directamente en la rentabilidad del negocio”, resaltó Christensen. Y agregó: “considerando el precio de los arrendamientos cerrados previo a las PASO, si el clima no acompaña a la producción, al final de la campaña muchos productores pueden terminar en quebranto”.
Por el lado de la compra y venta, Christensen contó el sector espera que el Banco Central permita comprar dólares para pagar compra de inmuebles, contra la presentación de la escritura, una medida que está siendo analizada por la autoridad monetaria.
Por su parte, Damián Bonifazi, de la División Campos de la inmobiliaria Banchio, destacó que “el fenomenal dilema de arrendadores y arrendatarios es poder acordar un contrato a largo plazo debido a que sin políticas claras ambas partes deben limitar sus decisiones a una sola campaña”.
Añadió que “poder resolver eso, va a favorecer ampliamente al cuidado y preservación de los suelos, dejando de lado el monocultivo y mediante una correcta rotación, se podrán mejorar los rendimientos, controlar mejor las malezas y por ende bajar los costos de producción”.
Bonifazi puntualizó: “esperemos que el agro pueda recibir políticas largoplacistas, donde predomine la conciencia en el cuidado de nuestra tierra y podamos entender que la degradación del suelo no tiene retorno”.
Con información de
Ámbito

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