El vaivén de las escuelas: un documental sobre las huellas de la pandemia en las aulas
Por:
Alfredo Dillon
Viernes 07 de
Julio 2023

Dirigida por Martín Ferrari y coescrita por Carlos Skliar, la película se filmó entre 2021 y 2022 en Yavi, Bariloche, Villa Las Rosas, San Martín y González Catán. Recupera las voces de docentes y estudiantes de esas localidades, que rememoran la experiencia del COVID-19 y se preguntan también por el futuro
El vaivén es un “movimiento alternativo de un cuerpo que después de recorrer una línea vuelve a describirla en sentido contrario”, según el diccionario de la Real Academia Española. A partir de esa figura, el documental El vaivén de las escuelas retrata la experiencia de la pandemia desde la óptica de un conjunto de escuelas argentinas. Primero fue una gran pausa, una ruptura inédita, que quebró rutinas y modos de hacer cotidianos, que en medio del dolor abrió también posibilidades impensadas… Luego, con la “vuelta a la normalidad”, se dio el movimiento inverso: la reanudación de los hábitos, la reaceleración de los tiempos, casi como si 2020 hubiera sido un año como cualquier otro.
Dirigida por Martín Ferrari, quien escribió el guion junto con el pedagogo Carlos Skliar, la película se estrenó esta semana y puede verse todos los días a las 20:15 hs en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635). Aunque comenzó a gestarse en 2020, en medio de la pandemia de COVID-19, el documental se filmó entre 2021 y 2022, en escuelas de Yavi (Jujuy), Bariloche (Río Negro), Villa Las Rosas (Córdoba), San Martín y González Catán (provincia de Buenos Aires). Estará en cartelera hasta el 12 de julio.
La trama entreteje los testimonios y reflexiones de docentes y estudiantes que, ya de regreso en la escuela, vuelven sobre su experiencia –colectiva y a la vez singular– durante los días del aislamiento social más estricto. La cámara se cuela en los encuentros de equipos docentes que recuerdan en círculo lo vivido, comparten lecturas y memorias, proyectan. A pesar de las diferencias, los ecos de las vivencias se replican en la Escuela N°113 de González Catán, la Escuela Vida de Bariloche, la Escuela primaria “Magdalena T. Charles” de Villa Las Rosas, la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM en San Martín y la Escuela N° 25 “Sargento Mariano Gómez” de Yavi.
El montaje, a cargo de Camila González Revoredo, alterna esas voces con secuencias de danza en las que los cuerpos narran la soledad, la incertidumbre, el miedo al contacto con el otro, los gestos extraños (el saludo con puño, el abrazo temeroso)… y, tras la alegría de los reencuentros, la reautomatización de la rutina.
A dos años del regreso a las clases presenciales, ahora que la normalidad ya no es nueva, la película de Ferrari y Skliar invita a mirar hacia atrás, reconocer lo que pasó y hacerle un lugar a ese “tiempo roto”, como lo describe una de las docentes entrevistadas. Por momentos parece un tiempo negado: no es fácil, aún, volver a ver las caras con barbijos y los cuerpos distanciados que la película registra.
El documental, coproducido por UNTREF Media, muestra la contundencia del compromiso con que tantos directores y docentes transitaron esos meses excepcionales, en el uno a uno por Whatsapp con cada alumno si tenía conexión, caminando kilómetros en los parajes rurales para hacerles llegar los cuadernillos que sostuvieron el hilo de su vínculo con la escuela, o recibiendo a las familias que venían a buscar comida y fotocopias.
“¿A qué escuelas estamos volviendo? ¿Qué escuelas queremos? Hay miles de niños, jóvenes y adultos que no están en las escuelas, que quizás tampoco estaban antes y quizás hoy están pero no le encuentran sentido. Estamos a tiempo de abrazarlos y convocarnos a repensar la escuela pública”, plantea Martín Ferrari, que también dirigió en 2018 el documental La educación en movimiento con Malena Noguer.
“El vaivén de las escuelas vuelve al presente la experiencia de la pandemia y le da tiempo y lugar para que volvamos a respirar. No hay respuestas sino un entramado de preguntas sobre lo interrumpido, lo desierto, lo discontinuo, lo que se pudo hacer y lo que no se pudo hacer. Voces, gestos, movimientos, paisajes, cuerpos que intentan contar lo incontable de un retrato que todavía no acabó para un devenir siempre abierto”, describe Carlos Skliar, coguionista y productor.
Las pérdidas, el impacto desigual del aislamiento en las economías familiares, la salud mental de los adolescentes heridos, el miedo y la paranoia, la violencia en el hogar retratan en los testimonios la faz oscura, el movimiento descendente de la pandemia. Las redes de organizaciones y de afectos, la celebración de los reencuentros, los recursos innovadores recién descubiertos cuentan la otra parte del vaivén: ese movimiento que permitió salir a flote, seguir aprendiendo pese a todo y, como se lee en los afiches de una escuela, que nadie se rindiera.
La película se divide en cuatro partes –“Aislamiento”, “Incertidumbre”, “Creación” y “Reencuentro”–, que relatan desde el anuncio abrupto de la suspensión de clases presenciales hasta la reapertura de las aulas. Aunque el golpe de la pandemia se cuenta en las primeras tres partes, tal vez es la cuarta la que resulta más inquietante porque, con los abrazos y la cercanía, asistimos a la reinstauración de las viejas rutinas, a un retorno que es alivio pero también se parece al olvido.
Frente a la amenaza de la amnesia, sin embargo, los testimonios de docentes sugieren que hacer memoria, hilvanar en conjunto las experiencias individuales, abre la posibilidad de resignificar lo vivido para, a partir de eso, intentar re-crear la escuela. Esa apuesta representa, en el fondo, un modo de imaginar y construir formas nuevas de vivir juntos.
Dirigida por Martín Ferrari, quien escribió el guion junto con el pedagogo Carlos Skliar, la película se estrenó esta semana y puede verse todos los días a las 20:15 hs en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635). Aunque comenzó a gestarse en 2020, en medio de la pandemia de COVID-19, el documental se filmó entre 2021 y 2022, en escuelas de Yavi (Jujuy), Bariloche (Río Negro), Villa Las Rosas (Córdoba), San Martín y González Catán (provincia de Buenos Aires). Estará en cartelera hasta el 12 de julio.
La trama entreteje los testimonios y reflexiones de docentes y estudiantes que, ya de regreso en la escuela, vuelven sobre su experiencia –colectiva y a la vez singular– durante los días del aislamiento social más estricto. La cámara se cuela en los encuentros de equipos docentes que recuerdan en círculo lo vivido, comparten lecturas y memorias, proyectan. A pesar de las diferencias, los ecos de las vivencias se replican en la Escuela N°113 de González Catán, la Escuela Vida de Bariloche, la Escuela primaria “Magdalena T. Charles” de Villa Las Rosas, la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM en San Martín y la Escuela N° 25 “Sargento Mariano Gómez” de Yavi.
El montaje, a cargo de Camila González Revoredo, alterna esas voces con secuencias de danza en las que los cuerpos narran la soledad, la incertidumbre, el miedo al contacto con el otro, los gestos extraños (el saludo con puño, el abrazo temeroso)… y, tras la alegría de los reencuentros, la reautomatización de la rutina.
A dos años del regreso a las clases presenciales, ahora que la normalidad ya no es nueva, la película de Ferrari y Skliar invita a mirar hacia atrás, reconocer lo que pasó y hacerle un lugar a ese “tiempo roto”, como lo describe una de las docentes entrevistadas. Por momentos parece un tiempo negado: no es fácil, aún, volver a ver las caras con barbijos y los cuerpos distanciados que la película registra.
El documental, coproducido por UNTREF Media, muestra la contundencia del compromiso con que tantos directores y docentes transitaron esos meses excepcionales, en el uno a uno por Whatsapp con cada alumno si tenía conexión, caminando kilómetros en los parajes rurales para hacerles llegar los cuadernillos que sostuvieron el hilo de su vínculo con la escuela, o recibiendo a las familias que venían a buscar comida y fotocopias.
“¿A qué escuelas estamos volviendo? ¿Qué escuelas queremos? Hay miles de niños, jóvenes y adultos que no están en las escuelas, que quizás tampoco estaban antes y quizás hoy están pero no le encuentran sentido. Estamos a tiempo de abrazarlos y convocarnos a repensar la escuela pública”, plantea Martín Ferrari, que también dirigió en 2018 el documental La educación en movimiento con Malena Noguer.
“El vaivén de las escuelas vuelve al presente la experiencia de la pandemia y le da tiempo y lugar para que volvamos a respirar. No hay respuestas sino un entramado de preguntas sobre lo interrumpido, lo desierto, lo discontinuo, lo que se pudo hacer y lo que no se pudo hacer. Voces, gestos, movimientos, paisajes, cuerpos que intentan contar lo incontable de un retrato que todavía no acabó para un devenir siempre abierto”, describe Carlos Skliar, coguionista y productor.
Las pérdidas, el impacto desigual del aislamiento en las economías familiares, la salud mental de los adolescentes heridos, el miedo y la paranoia, la violencia en el hogar retratan en los testimonios la faz oscura, el movimiento descendente de la pandemia. Las redes de organizaciones y de afectos, la celebración de los reencuentros, los recursos innovadores recién descubiertos cuentan la otra parte del vaivén: ese movimiento que permitió salir a flote, seguir aprendiendo pese a todo y, como se lee en los afiches de una escuela, que nadie se rindiera.
La película se divide en cuatro partes –“Aislamiento”, “Incertidumbre”, “Creación” y “Reencuentro”–, que relatan desde el anuncio abrupto de la suspensión de clases presenciales hasta la reapertura de las aulas. Aunque el golpe de la pandemia se cuenta en las primeras tres partes, tal vez es la cuarta la que resulta más inquietante porque, con los abrazos y la cercanía, asistimos a la reinstauración de las viejas rutinas, a un retorno que es alivio pero también se parece al olvido.
Frente a la amenaza de la amnesia, sin embargo, los testimonios de docentes sugieren que hacer memoria, hilvanar en conjunto las experiencias individuales, abre la posibilidad de resignificar lo vivido para, a partir de eso, intentar re-crear la escuela. Esa apuesta representa, en el fondo, un modo de imaginar y construir formas nuevas de vivir juntos.
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