La pobreza se agudiza en el segmento que se inclina por Javier Milei en las urnas
Por:
Federico González del Solar
Lunes 02 de
Octubre 2023
El candidato presidencial que promete romper el sistema se hace fuerte entre los votantes de 18 y 29 años, donde el flagelo trepó hasta el 47%, según el último informe del Indec
El último informe elaborado por el Indec arrojó, entre otros datos, que en el último año del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner la pobreza volvió a superar el umbral del 40% y que casi una de cada cuatro personas dentro de ese universo quedan bajo la línea de la indigencia, no pudiendo acceder siquiera a la canasta básica de alimentos. Este drama crece en un sentido: a menor edad, mayor pobreza. Y profundiza el impacto electoral más temido por el ministro de Economía y candidato presidencial oficialista, Sergio Massa: en el segmento etario que va de los 15 a lo 29 años, donde el postulante que se ofrece para “romper el sistema”, Javier Milei, tiene su mayor número de simpatizantes, la pobreza trepa seis puntos y se ubica cerca del 47%.
Con estas cifras como telón de fondo, que agudizan el cuadro social con respecto al año pasado y afectan especialmente a la población joven, correrán los últimos 20 días hacia las elecciones generales del 22 de octubre.
“Estamos frente a un modelo agotado”, describe Daniel Arroyo, diputado nacional por Unión por la Patria y exministro de Desarrollo Social de Fernández, que indica que el país debe iniciar un “cambio profundo y estructural”, pero con “equilibrio” y sin patear el tablero: “En la sociedad sobrevuela la sensación de que hay que encarar otra cosa, de que hay que ir por otro lado. Que no es reforzando lo mismo, que hacen faltan otro tipo de acciones y políticas. Esto está encarnado en los jóvenes y en los adultos, pero en los jóvenes de manera muy incisiva”.
Según un monitoreo realizado por la consultora Taquión que indagó en la composición del voto en las PASO de los tres principales candidatos, Milei se impone ampliamente entre aquellos votantes que recorren el rango etario que va desde los 18 a los 29 años: la denominada “generación Z”. De esa franja, el líder libertario recibe casi el 30% de sus apoyos, mientras que Patricia Bullrich solo extrae de allí el 5,5% de sus votos y Massa, apenas el 3,7%.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, identifica dentro de ese universo de votantes a un segmento de jóvenes “consumidores y sin ingresos”, muy próximos a la línea que divide la pobreza de la clase baja, a quienes una tarjeta alimentaria los “saca o los pone” en el umbral.
“Hay 15 o 20 puntos que se suman a una pobreza crónica y estructural. Ese segmento nutre a Milei. Son hijos de familia clase baja sin trabajo, o con trabajo de mala calidad, que sin aspiraciones de progreso no votan o terminan votando una propuesta antisistema”, describe Salvia.
El mismo trabajo de la consultora Taquión indica que entre los trabajadores que se desempeñan en la informalidad, donde los jóvenes tienen una presencia significativa, Milei también abreva electoralmente: un 30% de sus votantes trabaja fuera del marco legal, mientras que ese número dentro de los votantes que acompañaron a Massa se reduce al 20%. Menos del 10% de los votantes de Bullrich son trabajadores informales.
Los próximos días dirán cómo impacta en ese segmento de jóvenes precarizados y desocupados, pero híperconectados en las redes, las fotos del escándalo protagonizado por el ahora exjefe de Gabinete de Axel Kicillof, Martín Insaurralde, junto a la modelo Sofía Clérici en un yate en Marbella.
Para Salvia, el lanzamiento del nuevo Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), la última de una larga batería de medidas –de “poca seriedad fiscal”, según el experto– impulsadas por el ministro Massa, y que otorga dos bonos de $47.000 para el sector informal, además de ser un “alivio social” apunta en buena parte a levantar a un electorado que se volcó en las urnas en favor del candidato libertario.
“Está dirigida a los jóvenes que no tienen trabajo ni propiedad, del sector popular. El fenómeno que está detrás es que son clases medias bajas que caen en la pobreza porque sus padres tienen trabajo pero los hijos no, o tienen un trabajo de muy baja calidad y la inflación los devora. A eso apunta esta medida de refuerzo”, explica.
“Se trata de un componente social sin ideología partidaria, pragmático, molesto con la frustración con un sistema político democrático que no le dado respuestas para progresar”, describe. “La caja de herramientas de la democracia fue usada por un conjunto de orfebres con mala praxis. Es el resultado de una crisis, del fracaso de las coaliciones políticas”, añade.
Para Arroyo, Milei supo explotar tres ejes discursivos que encontraron eco en el electorado, pero un especial anclaje entre los jóvenes desocupados o en los márgenes del mercado laboral. La libertad, en primer término, la política como responsable de la situación actual a través del significante “casta”, y la dolarización como solución frente a la inflación.
“Los jóvenes y una parte del sector informal claramente votaron a Milei. Tenemos un 40% de informalidad laboral, muchos no trabajan con lo que entendemos como derechos: obra social, vacaciones pagas, etc.”, sostiene. “El voto rappi, que es una simplificación, es un ejemplo muy didáctico de cómo funciona la informalidad laboral: es todo los días salir a pelearla. Tiene un componente de libertad en cuanto al manejo de los horarios que no es menor. Pero un alto grado de alienación”, grafica Arroyo.
Cómo y hacia dónde
Para poder levantar la vista e iniciar un proceso de transición que ponga en retroceso los números publicados por el Indec, Arroyo entiende que es necesario contener los precios de los alimentos, incluso antes de iniciar cualquier reforma de largo aliento.
“Suben los alimentos y sube la pobreza en Argentina. La pobreza estructural tiene varios componentes pero el núcleo del problema hoy es el precio de los alimentos. Mucha gente que no llega a fin de mes, con trabajo, sin trabajo, con o sin plan. Con el pan a 1000 pesos, la leche a 400 y el kilo de asado 3000 hay un problema estructural. La principal política social hoy es estabilizar el precio de los alimentos”, insiste el exministro.
Sofocada la urgencia, el paso siguiente sería avanzar hacia una modernización de la escuela secundaria, que entre otras iniciativas, ligue a los jóvenes de 16, 17 y 18 años al mundo laboral. “Con mucha lengua y matemática, con robótica e informática y con un régimen flexible que permita optar entre distintas materias en función de los intereses del alumno”, explica Arroyo. “Y con un sistema dual que en los últimos años vincule escuela y trabajo. Que alguien esté en la escuela y trabaje”, resalta.
Una propuesta que, con matices, aparece en los discursos de Juntos por el Cambio y el oficialismo, pero que queda trastocada cuando se lleva a la realidad. El kirchnerismo porteño, por caso, se opuso abiertamente al sistema de pasantías que aplica el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta.
“La mitad de los jóvenes no terminan la escuela secundaria. Con esta escuela secundaria no vamos a resolver ni el problema del trabajo ni el problema de la pobreza”, afirma Arroyo, para advertir que el sistema de vouchers que propone Milei, según su criterio y lo observado en otros países, profundiza la desigualdad. “Hay que hacer un cambio profundo estructural y un gran cambio en la escuela secundaria”, resume.
Salvia, por su parte, destaca la importancia de un marco que aliente la inversión local para sostener y aumentar el empleo formal sin dejar de lado los programas sociales que, pese a la inflación, dinamizan la economía y preservan la paz social.
“Un sistema de empleo de emergencia, con un blanqueo o una formalización bajo nuevas reglas en la relación laboral. Que la clase media vuelque los dólares ahorrados en el mercado local”, explica.
“No se puede volver atrás, cuando un sistema entra en crisis no puede volver sobre sus pasos. No hay forma de escaparle a un plan de estabilización macroeconómica. Lo que venga va a innovar. Va a tener que innovar”, completa Salvia.
Con estas cifras como telón de fondo, que agudizan el cuadro social con respecto al año pasado y afectan especialmente a la población joven, correrán los últimos 20 días hacia las elecciones generales del 22 de octubre.
“Estamos frente a un modelo agotado”, describe Daniel Arroyo, diputado nacional por Unión por la Patria y exministro de Desarrollo Social de Fernández, que indica que el país debe iniciar un “cambio profundo y estructural”, pero con “equilibrio” y sin patear el tablero: “En la sociedad sobrevuela la sensación de que hay que encarar otra cosa, de que hay que ir por otro lado. Que no es reforzando lo mismo, que hacen faltan otro tipo de acciones y políticas. Esto está encarnado en los jóvenes y en los adultos, pero en los jóvenes de manera muy incisiva”.
Según un monitoreo realizado por la consultora Taquión que indagó en la composición del voto en las PASO de los tres principales candidatos, Milei se impone ampliamente entre aquellos votantes que recorren el rango etario que va desde los 18 a los 29 años: la denominada “generación Z”. De esa franja, el líder libertario recibe casi el 30% de sus apoyos, mientras que Patricia Bullrich solo extrae de allí el 5,5% de sus votos y Massa, apenas el 3,7%.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, identifica dentro de ese universo de votantes a un segmento de jóvenes “consumidores y sin ingresos”, muy próximos a la línea que divide la pobreza de la clase baja, a quienes una tarjeta alimentaria los “saca o los pone” en el umbral.
“Hay 15 o 20 puntos que se suman a una pobreza crónica y estructural. Ese segmento nutre a Milei. Son hijos de familia clase baja sin trabajo, o con trabajo de mala calidad, que sin aspiraciones de progreso no votan o terminan votando una propuesta antisistema”, describe Salvia.
El mismo trabajo de la consultora Taquión indica que entre los trabajadores que se desempeñan en la informalidad, donde los jóvenes tienen una presencia significativa, Milei también abreva electoralmente: un 30% de sus votantes trabaja fuera del marco legal, mientras que ese número dentro de los votantes que acompañaron a Massa se reduce al 20%. Menos del 10% de los votantes de Bullrich son trabajadores informales.
Los próximos días dirán cómo impacta en ese segmento de jóvenes precarizados y desocupados, pero híperconectados en las redes, las fotos del escándalo protagonizado por el ahora exjefe de Gabinete de Axel Kicillof, Martín Insaurralde, junto a la modelo Sofía Clérici en un yate en Marbella.
Para Salvia, el lanzamiento del nuevo Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), la última de una larga batería de medidas –de “poca seriedad fiscal”, según el experto– impulsadas por el ministro Massa, y que otorga dos bonos de $47.000 para el sector informal, además de ser un “alivio social” apunta en buena parte a levantar a un electorado que se volcó en las urnas en favor del candidato libertario.
“Está dirigida a los jóvenes que no tienen trabajo ni propiedad, del sector popular. El fenómeno que está detrás es que son clases medias bajas que caen en la pobreza porque sus padres tienen trabajo pero los hijos no, o tienen un trabajo de muy baja calidad y la inflación los devora. A eso apunta esta medida de refuerzo”, explica.
“Se trata de un componente social sin ideología partidaria, pragmático, molesto con la frustración con un sistema político democrático que no le dado respuestas para progresar”, describe. “La caja de herramientas de la democracia fue usada por un conjunto de orfebres con mala praxis. Es el resultado de una crisis, del fracaso de las coaliciones políticas”, añade.
Para Arroyo, Milei supo explotar tres ejes discursivos que encontraron eco en el electorado, pero un especial anclaje entre los jóvenes desocupados o en los márgenes del mercado laboral. La libertad, en primer término, la política como responsable de la situación actual a través del significante “casta”, y la dolarización como solución frente a la inflación.
“Los jóvenes y una parte del sector informal claramente votaron a Milei. Tenemos un 40% de informalidad laboral, muchos no trabajan con lo que entendemos como derechos: obra social, vacaciones pagas, etc.”, sostiene. “El voto rappi, que es una simplificación, es un ejemplo muy didáctico de cómo funciona la informalidad laboral: es todo los días salir a pelearla. Tiene un componente de libertad en cuanto al manejo de los horarios que no es menor. Pero un alto grado de alienación”, grafica Arroyo.
Cómo y hacia dónde
Para poder levantar la vista e iniciar un proceso de transición que ponga en retroceso los números publicados por el Indec, Arroyo entiende que es necesario contener los precios de los alimentos, incluso antes de iniciar cualquier reforma de largo aliento.
“Suben los alimentos y sube la pobreza en Argentina. La pobreza estructural tiene varios componentes pero el núcleo del problema hoy es el precio de los alimentos. Mucha gente que no llega a fin de mes, con trabajo, sin trabajo, con o sin plan. Con el pan a 1000 pesos, la leche a 400 y el kilo de asado 3000 hay un problema estructural. La principal política social hoy es estabilizar el precio de los alimentos”, insiste el exministro.
Sofocada la urgencia, el paso siguiente sería avanzar hacia una modernización de la escuela secundaria, que entre otras iniciativas, ligue a los jóvenes de 16, 17 y 18 años al mundo laboral. “Con mucha lengua y matemática, con robótica e informática y con un régimen flexible que permita optar entre distintas materias en función de los intereses del alumno”, explica Arroyo. “Y con un sistema dual que en los últimos años vincule escuela y trabajo. Que alguien esté en la escuela y trabaje”, resalta.
Una propuesta que, con matices, aparece en los discursos de Juntos por el Cambio y el oficialismo, pero que queda trastocada cuando se lleva a la realidad. El kirchnerismo porteño, por caso, se opuso abiertamente al sistema de pasantías que aplica el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta.
“La mitad de los jóvenes no terminan la escuela secundaria. Con esta escuela secundaria no vamos a resolver ni el problema del trabajo ni el problema de la pobreza”, afirma Arroyo, para advertir que el sistema de vouchers que propone Milei, según su criterio y lo observado en otros países, profundiza la desigualdad. “Hay que hacer un cambio profundo estructural y un gran cambio en la escuela secundaria”, resume.
Salvia, por su parte, destaca la importancia de un marco que aliente la inversión local para sostener y aumentar el empleo formal sin dejar de lado los programas sociales que, pese a la inflación, dinamizan la economía y preservan la paz social.
“Un sistema de empleo de emergencia, con un blanqueo o una formalización bajo nuevas reglas en la relación laboral. Que la clase media vuelque los dólares ahorrados en el mercado local”, explica.
“No se puede volver atrás, cuando un sistema entra en crisis no puede volver sobre sus pasos. No hay forma de escaparle a un plan de estabilización macroeconómica. Lo que venga va a innovar. Va a tener que innovar”, completa Salvia.
#Docentes #SantaFe
— 𝗠𝗮𝘅𝗶 𝗥𝗼𝗺𝗲𝗿𝗼 (@MaxiRomero22) May 7, 2024
Es la “declaración jurada” individual impuesta de modo anterior a una medida colectiva (paro) lo que la censura previa a la libertad de expresión.
Fíjese Gobierno:
Si se dice “designa toda acción u omisión dirigida a dificultar o imposibilitar, en forma…
