Macri dará un "giro populista"
Martes 13 de
Agosto 2019
El Presidente adoptará medidas a las que se había negado aduciendo falta de recursos fiscales, tras las presiones para congraciarse con la clase media
El macrismo está preparando una de sus jugadas más arriesgadas. Porque el mini boom consumista no sólo llega a destiempo y es de dudoso efecto electoral. Lo peor es que contradice muchos de los principios por los que el gobierno ha peleado en sus tres años y medio de gestión.
La caja fiscal está golpeada, y a lo largo de todo el año la recaudación ha venido evolucionando por debajo del nivel de la inflación. En otras palabras, ha caído en términos reales.
El hecho no pasó inadvertido para los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, que aconsejaron una mayor presión tributaria –mencionaron incluso una eliminación de exenciones del IVA a artículos de la canasta básica-.
Ante semejante consejo impracticable en la política, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, había prometido que con la caída de la inflación y el regreso de los "brotes verdes", el segundo semestre traería una suba de la recaudación. Pero la realidad es que en julio volvió a haber una caída.
Con ese panorama parece complicado que un gobierno que ha defendido los valores de la austeridad –y que explícitamente prometió llegar a fin de año con "déficit cero"- se lance a financiar una mejora del consumo.
Peor aún si, como trascendió en las últimas horas, parte de la financiación provendrá de una suba de las retenciones a los productores agrícolas.
Tal vez en el equipo de Macri los vean factible desde lo económico –y hasta habrá quien lo justifique con el argumento de que pasar de $4 a $6 por dólar es lógico tras la reciente devaluación- pero entraña un riesgo en lo político.
Las retenciones al campo tienen una connotación simbólica inseparable del kirchnerismo desde la célebre resolución 125 del año 2008. El propio Macri eliminó las retenciones en su segundo día de gestión, y cuando la crisis lo obligó a restituirlas pidió perdón, dijo que era "un impuesto horrible" y prometió que durarían poco.
Lo cierto es que hay mucha gente preocupada entre los allegados al gobierno. Por caso, un banquero de una entidad internacional con llegada directa a Macri comentó entre conocidos que lo había visto alterado al Presidente y que temía por las decisiones que se pudieran tomar en el estado de ánimo que embarga a la "mesa chica".
La caja fiscal está golpeada, y a lo largo de todo el año la recaudación ha venido evolucionando por debajo del nivel de la inflación. En otras palabras, ha caído en términos reales.
El hecho no pasó inadvertido para los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, que aconsejaron una mayor presión tributaria –mencionaron incluso una eliminación de exenciones del IVA a artículos de la canasta básica-.
Ante semejante consejo impracticable en la política, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, había prometido que con la caída de la inflación y el regreso de los "brotes verdes", el segundo semestre traería una suba de la recaudación. Pero la realidad es que en julio volvió a haber una caída.
Con ese panorama parece complicado que un gobierno que ha defendido los valores de la austeridad –y que explícitamente prometió llegar a fin de año con "déficit cero"- se lance a financiar una mejora del consumo.
Peor aún si, como trascendió en las últimas horas, parte de la financiación provendrá de una suba de las retenciones a los productores agrícolas.
Tal vez en el equipo de Macri los vean factible desde lo económico –y hasta habrá quien lo justifique con el argumento de que pasar de $4 a $6 por dólar es lógico tras la reciente devaluación- pero entraña un riesgo en lo político.
Las retenciones al campo tienen una connotación simbólica inseparable del kirchnerismo desde la célebre resolución 125 del año 2008. El propio Macri eliminó las retenciones en su segundo día de gestión, y cuando la crisis lo obligó a restituirlas pidió perdón, dijo que era "un impuesto horrible" y prometió que durarían poco.
Lo cierto es que hay mucha gente preocupada entre los allegados al gobierno. Por caso, un banquero de una entidad internacional con llegada directa a Macri comentó entre conocidos que lo había visto alterado al Presidente y que temía por las decisiones que se pudieran tomar en el estado de ánimo que embarga a la "mesa chica".